México.- Uno de los grandes proyectos que se planean para el próximo Gobierno del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es el de la construcción del Tren maya, el cual ha causado polémica dadas las posibles afectaciones que esta obra trae consigo.
Este proyecto pretende que el tren pase por cinco estados del sureste mexicano, extendiendo el recorrido de 900 a mil 500 kilómetros y tendrá un costo aproximado de 150 mil millones de pesos, que en palabras de López Obrador “serán cubiertos con financiamiento mixto”, fomentará el turismo y creará empleos.
Según información dada por el equipo de AMLO, el Tren Maya pretende utilizar vías ya existentes que cruzan por Chiapas, Tabasco y Campeche, además de utilizar derechos de vía de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), así como tramos de la antigua vía del ferrocarril del sureste.
Estas vías datan desde el año 1861, cuando el entonces presidente Benito Juárez otorgó la concesión para hacer una línea de Veracruz al Pacífico con un ramal a Puebla. Esta vía fue inaugurada por Sebastián Lerdo de Tejada el 1 de enero de 1873, siendo ésta la primera línea férrea que corrió en el país.
En ese tiempo, el presidente Lerdo de Tejada y su sucesor, Porfirio Díaz, alentaron el desarrollo ferroviario con concesiones que incluían subvenciones públicas para la construcción de las líneas; siendo Díaz a quien se le amerita el promover la modernidad del país.
Tiempo después y debido a la Revolución, las vías comenzaron su deterioro; además del descuido de los exmandatarios, sin olvidar la expropiación por parte de los estadounidenses en 1929 a 1937, fecha en que el entonces presidente Lázaro Cárdenas decretó la nacionalización de la Red Ferroviaria.
Para 1987 el expresidente Miguel de la Madrid fusionó las cinco empresas regionales entre las que destacan el Ferrocarril del Pacífico, junto con Ferrocarriles Nacionales de México. A su vez, en el año 1995, el exmandatario Ernesto Zedillo continuó el proceso de privatización de paraestatales, iniciada por sus antecesores, como Ferronales y cancelando el Tren México-Querétaro en 1996.
Por su parte, el Tren Maya de Obrador, pretende recorrer la zona sureste del país.
La presentación del Tren Maya ha generado polémica en la opinión pública tanto dudas en torno a la viabilidad financiera como en el impacto ambiental que tendrá en la zona. Así como incertidumbre sobre el plan de infraestructura del proyecto; ya que según el equipo del presidente electo las primeras licitaciones se verán al tomar posesión López Obrador.
Este tendrá que ser un proyecto rentable y no de ocurrencias para que no suceda un deterioro, nacionalización, privatización y finalmente, suspensión del servicio de transporte ferroviario de pasajeros como pasó en la primera mitad y hacia finales del siglo XX.
Aún así, se desconoce el impacto real que esta obra podría generar en las diferentes entidades, ya que dentro de la ruta propuesta hay zonas selváticas, las cuales serían las más afectadas debido a la flora y fauna del país que se encuentra en conservación, además de no estar definido en su totalidad ya que no cuenta con un estudio de impacto ambiental y un plan de desarrollo del proyecto.
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