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martes, 26 de febrero de 2019

¡CONTRAPESOS QUE NO PESAN!

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Dice el viejo refranero popular: “Más vale tarde que nunca”.
Y, en efecto, los de hoy son tiempos fundamentales para rescatar los contrapesos institucionales, políticos y sociales; contrapesos capaces de hacer frente al poder absoluto, el del presidente López Obrador.
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Contrapeso ante declaraciones delirantes como las de Irma Eréndira Sandoval, la titular de la Función Pública, quien convierte al presidente mexicano en el monarca “del reino de México”; versión tropical y locuaz de Luis Luis XIV, el Rey Sol, célebre por considerar que “el Estado soy yo”.
Contrapeso a decisiones profundamente autoritarias que amenazan con la militarización de la vida nacional y que desprenden el tufo de que se intenta perpetuar el poder hasta niveles dictatoriales.
Contrapeso a las frecuentes violaciones constitucionales, como las “consultas gansito” –en este caso para continuar con la termoeléctrica de Morelos–, que no resisten el más elemental rigor constitucional y que ofenden la cultura de legalidad en una democracia.
Contrapeso al grosero intento de revivir al partido paraestatal de la ultraderecha –Encuentro Social–, aliado de AMLO y Patiño de la consulta ilegal en Morelos.
Contrapeso al “fusilamiento mañanero” que de lunes a viernes dispara el presidente Obrador contra críticos, opositores y todo aquel que comete “el pecado capital” de contradecir los deseos de “Luis XIV de Macuspana”.
Contrapeso ante omisiones ofensivas como la nula investigación de la tragedia que les costó la vida a una gobernadora y a un senador; que mató a 132 personas en un estallido en Hidalgo y la carente preocupación oficial por la muerte del luchador social Samir Flores.
Contrapeso al despilfarro grosero por el antaño avión presidencial –que nos cuesta más de 500 millones de pesos anuales y que está convertido en chatarra–, mientras que el gasto por la movilidad del presidente y de sus guaruras en líneas comerciales significa un doble saqueo al dinero público.
Contrapeso al “gasolinazo” que significó la locuaz lucha contra el “huachicoleo” y que no ha producido un solo detenido de carne y hueso, más allá de la demagogia mañanera. ¿Ya olvidaron que Obrador prometió que bajaría el precio de la gasolina? La realidad es un mayor precio.
Contrapeso al “Fobaproa” que significó la cancelación del NAIM, que costará a todos los ciudadanos una deuda de 150 mil millones de dólares que todos pagaremos con nuestros impuestos.
Contrapeso a la tragedia de convertir al país en un nuevo cementerio, con 200 por ciento más de muertes violentas que en el gobierno de Calderón –en los primeros 90 días de Obrador–, y 100 por ciento más de crímenes que en la gestión de Peña Nieto.
Y contrapeso al crimen ecológico que significa la caprichosa construcción del Tren Maya; una ocurrencia que costará miles de millones de pesos, que acabará con la Selva Lacandona y que, según expertos del tema turístico, será poco rentable sin toda una infraestructura para hospedar turistas y brindar atención a todas sus necesidades.
Y, en efecto, no hay duda que hoy los contrapesos son piedra angular para rescatar la democracia mexicana y para alejar el riesgo de “una dictadura bananera” en México, como las de Venezuela o Cuba.
Sin embargo, se requiere mucho más que tibios intentos y abiertas simulaciones como la que vimos recientemente en un grupo de políticos y críticos que se asumieron como el dique a los excesos presidenciales y como el contrapeso ciudadano.
Es un tibio intento, y en muchos casos una grosera simulación, porque no pocos de los promotores del grupo plural de contrapeso se han caracterizado por su abierto oportunismo, porque en su momento guardaron silencio y cerraron los ojos ante la tragedia que se avecinaba con la victoria de López Obrador.
Muchos de ellos empujaron las “descocadas” alianzas entre el PRD y el PAN, se beneficiaron de las victorias de Morena y del nuevo gobierno de AMLO y hoy regresan con el cuento de los contrapesos, cuando lo que buscan es negociar con el nuevo gobierno en mejores condiciones; en condiciones de fuerza.
Sí, son urgentes los contrapesos, pero no la simulación y menos el engaño a los ciudadanos. Algunos de los “abajofirmantes” son verdaderos charlatanes que ensucian la iniciativa de otros que –por su respetabilidad y congruencia–, buscan un real contrapeso al gobierno legítimo de AMLO; gobierno que, sin embargo, es el más ilegal de la historia.
Por eso debemos rechazar los contrapesos que no pesan y que son más de lo mismo.
Al tiempo.

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