Ecortejo es una vivencia emocionante, porque se descubre poco a poco el carácter de la persona que nos atrae. Conocemos sus gustos, sus aficiones; hay sonrisas, carcajadas, bromas, sorpresas, piropos, detalles, atenciones, pláticas eternas e interés por sus sentimientos y necesidades, pero también vemos la “cara no tan agradable” y es donde debemos poner mucha atención. Debemos analizar con quién queremos pasar nuestras horas. Descubrir la verdadera cara de la otra parte, es lo importante en cualquier conquista. Después podría ser muy tarde.
¿Cómo saber si escogemos bien? No a todos nos atrae lo mismo, pero de algo estoy segura: a todos nos gusta que nos traten bien. ¿A usted le gustaría recibir gritos, golpes, sentirse ignorado, recibir burlas, ser acosado, sentirse inseguro? ¿Le gustaría vivir con una persona que lastima para demostrar su poder? ¿Le gustaría vivir con un chantajista?
Así de importante es el cortejo.
Lo mismo sucede en la política. El candidato corteja a la gente, le promete, la hace sonreír, le endulza el oído, pero, también le muestra la cara gris. Esa conquista es la campaña. Y ahí debemos, como ciudadanos, analizar el comportamiento de los representantes para escoger bien, pues estaremos bajo su mandato los siguientes años.
El presidente López mostró siempre su carácter, resentimiento y sus intenciones perversas. Millones lo vimos y votamos “no”, pero, desafortunadamente, 30 millones de mexicanoscayeron en su red, ignorando la cara gris. No se dieron cuenta que desde su cortejo ya mostraba ser como los hombres que abusan del poder y someten a la mujer, a los desvalidos y a los niños a su capricho. Sí, es como los hombres que orillan a las mujeres a buscar, aterradas, un refugio seguro para escapar de la violencia física y psicológica. Como aquellos que persiguen a su presa hasta dejarla en un rincón, sola, sin autoestima, sin voluntad, para poder aventarle, cuando a él le plazca, migajas.
Es como el bruto que, en cuanto se levanta, aterroriza a su familia. Nadie sabe de qué humor despertará y a quién marcará a cuerazos.
—¡Es su culpa, ustedes me hacen ser así! Yo solo quiero lo mejor para todos, pero no me dejan otra. Yo los quiero —. Dicen siempre los abusadores, porque la culpa nunca es de ellos.
El presidente López, igual que el abusador, culpa a los demás de sus bajezas. Es culpa de los conservadores, de la prensa fifí, de la sociedad civil, de los liberales, del gobierno anterior; todos son unos traidores. Sí, culpa a los demás para poder seguir destruyendo y humillando. Insultar, desproteger y lastimar es lo suyo. Quiere dejarnos sin fuerza, sin aire, sin aliento.
Nadie sabe de qué humor se levantará y a quién perjudicará.
Le pregunto: ¿buscamos refugio o mejor nos unimos y le quitamos el cinturón?