El nuevo mercado de las drogas en tiempos del COVID-19: ¿Qué cambios se pueden esperar?
Por: Samantha Pérez Dávila, Coordinadora Ejecutiva del Programa de Política de Drogas (PPD)
No sería una locura asegurar que todos o casi todos los mercados de bienes y servicios se han visto afectados por el COVID-19 y por las medidas de protección sanitaria que se han implementado para contener el nivel de contagio. Y el mercado de las drogas no es una excepción. Hemos visto ya algunas noticias acerca de cómo la reducción de los suministros provenientes de China han afectado el mercado del fentanilo o la metanfetamina en México o de cómo los precios de drogas reportan estar a la alza, al menos en el Reino Unido y en Nueva York. La primera pregunta que surge es si los precios cambian como reflejo de nuevas dinámicas en el mercado, ¿se verá también un impacto en los niveles de violencia? En este momento, es difícil saberlo; sin embargo, para contestar esta pregunta en el futuro será necesario analizar con mayor profundidad cuál podría ser el cambio en la dinámica de los distintos factores de mercado. Este texto examina distintas formas en que la actual pandemia ha afectado el mercado de las drogas y que tienen un potencial efecto en el comportamiento de los grupos traficantes y sus diversas actividades, tanto violentas como no violentas.
1. Cambios en las preferencias de la población usuaria debido al confinamiento
Antes de analizar la oferta, es importante reflexionar acerca de la demanda. Es difícil saber cuál será el impacto agregado en el uso de sustancias. Por un lado, el consumo de sustancias con efectos ansiolíticos debería aumentar por el aumento en los niveles de estrés debido al confinamiento. Pero, por el otro lado, la intuición nos dice que el consumo de estimulantes irá a la baja debido a la reducción de contextos recreativos y por el aumento de ciertos riesgos a la salud. La organización Deliberar resume algunos de los riesgos relacionados al consumo en el contexto del COVID-19 en los siguientes: (i) dado que el consumo es una actividad social, muchas veces se da en reuniones donde se comparte parafernalia (por ejemplo, una pipa) aumentando el contacto; (ii) el efecto de algunas sustancias psicoactivas afecta la toma de decisiones aumentando la probabilidad de incurrir en conductas riesgosas; (iii) existe una probabilidad de afectación en el sistema respiratorio, cardiovascular, inmunológico de las y los usuarios; (iv) también existe la probabilidad de la aparición de trastornos mentales como ansiedad o depresión en algunas(os) consumidoras(es); y (vi) en un contexto de desabastecimiento, algunas usuarias y usuarios pueden transitar un período de abstinencia con síntomas que afecten su salud. Las encuestas de uso de sustancias nos podrán dar más información sobre la dirección en que la que el uso se está modificando una vez los resultados estén disponibles. Pero por ahora, al menos dos medidas de política pública están llamando nuestra atención inmediata para el caso de México. Primero, la promoción y la difusión de medidas para la reducción de potenciales daños provenientes de prácticas de riesgo por parte del gobierno y no solamente por organizaciones de la sociedad civil. En segunda, la legislación pendiente del cannabis para que las y los usuarios tengamos acceso a cannabis producido bajo medidas de control de calidad sin incurrir en más prórrogas.
2. Factores de producción
En el caso de los factores de producción, el resultado neto no es tan claro tampoco. Según un reporte de la UNODC, en Afganistán ya se prevé que la fuerza laboral que participa en la cosecha de amapola será afectada dada las restricciones en la movilidad; y si bien el cierre de la frontera con Pakistán ha llevado a una escasez de trabajadores en ciertas zonas, también se espera que la participación de las mujeres en la cosecha de amapola aumente para compensar la pérdida de trabajos en otros sectores debido a la crisis. En México, en los últimos años la llegada del fentanilo desde Asia ha desplazado la producción local poniendo en riesgo a los agricultores de amapola en zonas como Guerrero y Nayarit. José Luis Pardo, cofundador de Dromómanos, reporta que esto podría implicar una oportunidad para los cultivadores de recuperar mercado. De manera general, esta situación puede ser ventajosa para las drogas que se pueden producir de manera netamente local a través de la producción doméstica como el opio o a través del autocultivo como el cannabis. La pregunta es si la producción local podrá satisfacer la demanda que exista en el país.
3. Factores de distribución
Lo anterior nos lleva al siguiente factor: la distribución tanto de los insumos como de las drogas. En este caso, se espera una reducción de los canales de distribución, aunque es difícil saber la magnitud. Como ya mencionamos, tenemos reportes de reducción de suministros importables que afectan la producción de drogas sintéticas, principalmente. En el caso de México, los insumos provienen del sudeste asiático en su mayoría por lo que una reducción en la disponibilidad de estas drogas no es de sorprenderse dado que la movilidad y el transporte marítimo y aéreo se han visto ampliamente imposibilitados. En el caso de la distribución terrestre, el cierre de la frontera entre Estados Unidos y México podría suponer una caída en el trasiego. En este momento solo se permite el tráfico esencial por lo que las posibilidades de transitar por tierra se reducen en gran manera. Sin embargo, dado las alternativas que los grupos del crimen organizado utilizan (e.g., túneles) tal vez este decline no sea tan grave, aunque será muy difícil de calcular sin saber cuántos túneles existen ni su capacidad.
4. Cambios en la forma de realizar transacciones
En los diferentes mercados, la entrega de los bienes y servicios se ha modificado para no desaparecer. Y en este caso no es diferente, pues mientras algunos canales de transacción se reducen, otros aparecen. El temor al contacto y al contagio (tanto por parte de quien compra como de quien vende) pudiera llevar a una reducción en las entregas presenciales. Además, en algunos lugares donde el confinamiento ha sido supervisado de una manera más activa por parte de la policía, las “salidas esenciales” podrían ser más desafiantes. Hasta ahora la información periodística indica que las y los vendedores (dealers) siguen activos. De todas formas, esta actividad dentro de la cadena de suministro siempre ha conllevado cierto nivel de riesgo y de imaginación para mitigarlo. En el Reino Unido hay reportes de dealers haciéndose pasar por joggers o como trabajadores del Instituto de Salud (NHS) para seguir vendiendo. Además, parecen estar implementando medidas como arrojar los productos por la ventaja o esconder el dinero en el asiento trasero del coche para evitar el contacto.
El auge de las compras en línea podría trasladarse a los cripto-mercados. Según un análisis del EMCDDA (European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction), existe un ligero incremento en la actividad de la darkweb. Entre las acciones que se pueden evidenciar se encuentran las “compras de pánico” de cannabis; y, mientras las transacciones aumentan, el precio de las ventas por mayoreo se reduce. El reporte hipotetiza que los compradores por mayoreo redujeron sus compras al prever una mayor dificultad en las actividades y que, en cambio, compradores por menudeo aumentaron su incursión en este medio para sustituir las “entregas tradicionales”. En conclusión, la adaptación de nuevas prácticas para comercializar el producto y el aumento de los cripto-mercados pueden neutralizar el efecto negativo que el confinamiento pudo haber tenido en el número de transacciones.
5. Presencia de las fuerzas armadas y concentración de sus actividades en el control de la epidemia
El 11 de mayo, en el contexto de la contingencia sanitaria, el Diario Oficial de la Federación publicó un decreto presidencial que formaliza la disposición de la Fuerza Armada para llevar a cabo tareas de seguridad pública. Esto supone una presencia activa de la Guardia Nacional (entidad de carácter legalmente civil pero militar en la praxis) en las calles. Lo anterior puede llevar a dos escenarios posibles. El primero, es que la Guardia Nacional esté muy concentrada en las tareas de contención de la epidemia y por ende, las actividades orientadas a combatir los delitos a la salud se reduzcan. El segundo es que el efecto sea el contrario: que mayor presencia de las fuerzas armadas en las calles provoque un incremento en la violencia. Este segundo escenario fue el que observamos durante el gobierno de Calderón, cuando una mayor presencia de las fuerzas armadas en las calles desencadenó una mayor violencia. Si México sigue los pasos de Estados Unidos en intensificar la guerra contra las drogas durante la epidemia, entonces el segundo escenario será el más plausible y esto tendrá como impacto un incremento en la violencia sin una reducción en el consumo.
En conclusión, el mercado de drogas ha probado ser de los más dinámicos y sin duda, se adaptará a la nueva situación provocada por el COVID-19. Lo importante es que reflexionemos acerca de todas las esferas que puedan ser impactadas y que empecemos a recolectar la información necesaria para entender mejor las nuevas dinámicas.
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