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sábado, 1 de agosto de 2020

Los malos malotes eran los españoles

Los malos malotes eran los españoles
Al niño Miguel Múzquiz lo secuestraron los apaches mezcaleros en uno de sus frecuentes ataques al Presidio de Santa Rosa (hoy Ciudad Melchor Múzquiz, Coahuila). Igual que centenares de menores de edad, sufrió el destino de ser “adoptado” por su captor. Creció como apache y se casó con una mujer de la tribu. Tuvo un hijo llamado Alsate, quien gracias a su valor y a su astucia llegó a convertirse en jefe de una partida dedicada a asolar las poblaciones norteñas de Coahuila y Chihuahua. Un coronel mexicano que luchó contra él lo describió: “joven, delgado, musculoso, nariz ligeramente aguileña y ojos de águila”.
Hacia 1878, las autoridades civiles y militares del Presidio del Norte (Ojinaga) y San Carlos (Chihuahua) mantenían buenas relaciones con Alsate. Sin embargo, los indios continuaron las tropelías en ranchos y poblados coahuilenses. Sus desmanes hicieron que el presidente Porfirio Díaz dictara la orden terminante de acabar con Alsate y su grupo. Uno de los encargados de ejecutarla fue el futuro gobernador de Coahuila, el coronel José María Garza Galán, quien salió de Santa Rosa con cien hombres rumbo a San Carlos, para unirse a las fuerzas de ese presidio.
Alsate y buena parte de su gente fueron capturados. Los condujeron a Santa Rosa antes de trasladarlos a la cárcel de la Acordada, en Ciudad de México. Entre los apresados se encontraba el padre de Alsate, Miguel Múzquiz, ya viejo y ciego, quien pidió hablar con Manuel Múzquiz y se identificó con él como su hermano que había sido raptado muchos años atrás. Mencionó el nombre de su madre, pero Manuel, sospechando que podía engañarlo, le pidió que se quitara el mocasín del pie derecho. Recordaba que su hermano tenía un defecto congénito: un subdesarrollado sexto dedo, igual que otros miembros de la familia Múzquiz. Cuando Miguel se quitó el mocasín le mostró una cicatriz donde se había arrancado el dedo porque le molestaba al caminar.
Miguel fue liberado. No así Alsate, su hijo, por ser apache de nacimiento y además jefe de la cuadrilla responsable de numerosas tropelías. Terminó encarcelado en la Acordada, pero logró escapar y regresar al norte. Volvió a las andadas, hasta que le tendieron una trampa. Con la promesa de entregarle mensualmente provisiones para mantener a su grupo, le propusieron un tratado de paz. Los indios acudieron a San Carlos a fin de formalizar el tratado. Allí se les organizó una fiesta donde se les dio “barbacoa y bastante licor”. Ebrios, al amanecer fueron rodeados por tropas mexicanas. Solo unos cuantos estuvieron en aptitud de luchar y murieron peleando. Fueron capturados 63 guerreros y cerca de 150 mujeres y niños. Alsate murió ejecutado en el Presidio del Norte.
Luis Fernando Martinez Desviat en La Leyenda Negra
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