Es en la coyuntura electoral donde el sistema polí-
tico desnuda su inoperancia y esencia antidemo-
cratica. El pasado 2 de julio fue tan ingente el
fraude, que incluso uno, que no vota, se siente ofendido
por la manera en que se siguen burlando del pueblo.
Todas las irregularidades in situ, a la vista de todos,
antes y durante la jornada electoral, eran insuficientes
para que ganase la candidata oficial, así que debieron
acudir a un plan B en caso de emergencia: la “caída del
sistema”, para falsificar el cómputo de votos.
Las autoridades afirman que un fraude informático es
imposible, sin embargo, es muy posible y fácil.
Apuestan a la ignorancia. Y entre más grande el
fraude, más creíble. Mas no se necesita ser un gran ac-
tuario o genio en informática, cualquiera puede hacer el
razonamiento: un simple algoritmo de suma y resta.
Por ejemplo, si el total de votos son 100, y la perde-
dora tiene 40, se multiplica cada sumado por 2 y así ob-
tiene 80; siendo el resto, 20, para la que ganaba con 60.
Expresado matemáticamente sería algo así:
A + B = C
40 + 60 = 100
2A + (C – 2A) = C
(2x40) + (100 – 2x40) = 100
80 + 20 = 100
Los resultados resultan diametralmente opuestos:
una victoria aplastante aparece como vil derrota.
Basta aplicar la fórmula a toda la columna de datos.
Asimismo, el cómputo de votos puede hacerse paralela-
mente en un programa correcto, y en otro alterado con
la sencilla fórmula. Se deja de exhibir el correcto para
presentar el alterado. En ambos casos, se necesita di-
cha caída del sistema: deja de fluir información, la co-
municación está muerta, se instala el programa falso y
¡oh sorpresa! todo aparece al revés. ¡Qué coincidencias,
verdad?, esto ya sucedió en 1988 a favor de Salinas de
Gortari, gracias a Manuel Barlett, funcionario del actual
gobierno; y suscedió entre las 22:40 y 24 horas de la
noche del pasado 2 de junio, para darle el triunfo a Clau-
dia Sheinbaum minutos después de iniciado el PREP,
pero muchos no alcanzaron a darse cuenta.
¿Quien supervisa eso? Nadie. Hay cero transparen-
cia informática. Se necesitaría contar de nuevo todos los
votos para concluir que el sistema de cómputo está al-
terado, pero se hace todo para que eso no suceda. Na-
die puede investigarlo y les parece más conveniente ca-
llar a quienes lo saben. Toda una maraña de complici-
dades cierra filas por su propio beneficio.
Así viene otro gobierno espurio, y Claudia lo sabe.
Pero hay una esperanza alternativa: la oposición em-
pieza a estar fuera de los partidos... y eso es intere-
sante. Es hora de pensar en otra forma de hacer política.
La Asamblea Nacional de Autogobierno (ANA) pro-
pone un sistema sin partidos políticos, donde se decide
desde consejos comunitarios, municipales, estatales y
nacionales, las cuales eligen una junta de gobierno fe-
deral, colectiva y rotativa, nada de reyezuelos.
Sin partidos no habría candidatos ni campañas elec-
torales, ese juego se termina; no habría competencia,
corrupción, privilegios, robos ni fraudes ¡ni caída del sis-
tema! Ni derroche de presupuesto, desvío de recursos,
propaganda basura, ni chapulines ni una élite eterna en
el poder; ni “reyes del cash” o “historias secretas”; no
harían falta observadores electorales ni tribunales, y
quizá tampoco INE –o tendría otras funciones.
Sin embargo, este sistema no puede ser cambiado
mediante el voto, el cual solo lo alimenta y fortalece.
¿Cómo cambiarlo? ¡Empecemos por no alimentarlo
más! O nunca imaginaremos otro sistema posible.
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