La ciudad se libró del porro Martí Batres
Escrito por Mario Ortiz Murillo
Viernes, 09 de Septiembre de 2011 07:22
0GRILLA CAPITALINA
Lo hartó y lo corrió. Así se puede resumir el desenlace del pleito entre Marcelo Ebrard y Martí Batres, luego que el ex porro universitario intentara salirse con la suya calificando de "traidor" al Jefe de Gobierno por el "gravoso" delito de saludar de mano al Presidente de la República. Probablemente el puritano ex secretario de desarrollo social creyó que desacreditar al Jefe de Gobierno en público no tendría consecuencia, sin embargo fue el motivo que estaba esperando para deshacerse del incómodo fundamentalista ferviente de la causa de López Obrador. Martí nunca fue santo de la devoción de Ebrard; ingresó al gabinete local impuesto por "recomendaciones" de Andrés Manuel López Obrador a cargo de la asignación de programas sociales a los habitantes de la capital. Desde esta dependencia, Batres discrecionalmente otorgó ayudas económicas y en especie a las organizaciones simpatizantes del movimiento social de AMLO; operó a favor de su causa favoreciendo a grupos vulnerables adscritos al partido, a los mismos que después les exigiría lealtad y reciprocidad para apoyar su eventual precandidatura a la jefatura al gobierno de la Ciudad de México.
Compró clientelas con recursos del GDF, sistemáticamente olvidó quién era el jefe y trabajó para el caudillo. La ambición de Marti Batres alcanzó niveles irracionales cuando fraguó, en la última convención perredista en Oaxtepec, sabotear con un sonoro abucheo a Ebrard, alentando el apoyo de las corrientes presentes por el liderazgo del tabasqueño. En aquella ocasión Marcelo pasó aceite y se tragó la humillación, esperando una ocasión oportuna para poner en su lugar al verdadero traidor que llegó como regalo del caballo de Troya de López Obrador. El viernes Martí se desbocó y su envalentonada lo obliga a resignarse y gestionar su seguro de desempleo, porque entre las atribuciones del Jefe de Gobierno está la facultad de cesar a sus subordinados. El Peje se traga el enojo del despido a su delfín, y evita confrontarse con Ebrard; da su espaldarazo a Martí que cada vez luce más lejos del sueño de gobernar la capital. Uno menos en la contienda, el que en teoría parecía el más peligroso. Batres seguramente no se conformará, y desde el PRD o en el Movimiento de Renovación Nacional encontrará un nuevo cargo, como senador, líder de las izquierdas en la Asamblea o ya de perdis de jefe delegacional. La intolerancia acabó con las ambiciones del extremista funcionario, que incluso escribió un libro para acreditarse como un candidato de "ideas", por fortuna sus aspiraciones al igual que un libro que sólo tiene valor por su peso en papel, quedarán arrumbadas para una mejor ocasión. ¡De la que nos salvamos!
En otro frente electorero, se suma a las precampañas la carismática Josefina Vázquez Mota. La legisladora solicitó licencia y ahora se dedica de tiempo completo hacer proselitismo entre las bases panistas. Santiago Creel dio la bienvenida a la diputada y la convocó a debatir los proyectos. Sugirió que aunque las encuestas lo ponen en segundo lugar nadie puede dar por muertos al gobernador de Jalisco, impaciente por la celebración de los Juegos Panamericanos y mucho menos la del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
El que sigue cortando la margarita es Peña Nieto. A una semana de entregar el poder en Toluca, anuncia que sólo entonces, desligado del cargo hará públicas sus aspiraciones políticas. ¿Para qué tanto misterio? En la opinión pública, amplios sectores de la población dan como un hecho que el mexiquense será el abanderado tricolor, y más aún, que el encopetado prácticamente tiene la presidencia en la bolsa. Manlio espera con cautela por aquello de: del plato a la boca se cae la sopa.
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