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lunes, 4 de junio de 2012

Problema iraní: Israel y EEUU evitan movimientos bruscos Palabras claves: problema, EEUU, Irán , Defensa, Mundo, Comentarios, Israel 4.06.2012, 18:26 © La Voz de Rusia Las tensiones en torno a Irán han llegado a tal punto que cualquier pretexto más insignificante puede provocar una conflagración. Para evitarlo, EEUU e Israel optaron por aplazar sus pruebas conjuntas de defensa antimisiles programadas hace mucho tiempo. Un posible ataque por parte de Irán u otros países de la región poseedores de misiles balísticos de medio alcance es considerado entre las principales amenazas militares a la seguridad de Israel. El gobierno israelí presta mucha atención al tema, buscando proteger al país de ese peligro. Los ejercicios Austere Challenge iban a continuar una larga serie de maniobras conjuntas destinadas a entrenar el despliegue de unidades adicionales de efectivos y equipos de defensa antimisiles en territorio de Israel. La defensa antimisiles israelí se basa en los sistemas de misiles antiaéreos Arrow desarrollados por el propio Israel y diversas modificaciones del Patriotestadounidense. Los interceptores móviles Iron Dome, recién puestos en dotación del ejército, protegen a Israel de los eventuales ataques con misiles de corto alcance o fuego de morteros desde los territorios palestinos. Los preparativos para el Austere Challenge se llevaron a cabo a partir de otoño de 2011. El ejercicio estaba inicialmente programado para fines de febrero – primera quincena de enero del año corriente, pero la situación se complicó demasiado. Los expertos analizan, a estas alturas, las verdaderas razones del aplazo de las maniobras. “¡Ojo: peligro de avalanchas!” Esta señal de advertencia, que se coloca en las carreteras de altas montañas, es lo primero que viene a la mente, al reflexionar sobre el problema iraní. Durante mucho tiempo la región vive en peligro de guerra y, ahora que la retórica de las partes ha alcanzado un punto de excitación extrema, es como si una enorme masa de nieve mojada estuviera a punto de precipitarse desde una pendiente montañosa, empujada por el más mínimo impulso. La problemática de seguridad regional no se limita al caso Irán. Israel tiene frontera con Siria, donde continúan los combates entre el gobierno y la oposición y se enfrentan amenazas, cada vez más fuertes, por parte de otras naciones árabes. Hablando de Irán, la probabilidad de una operación aérea israelí contra objetivos nucleares y sistemas de misiles en su territorio es tan alta que Teherán, obviamente, se siente nervioso y puede interpretar las maniobras norteamericano-israelíes como una amenaza directa o el inicio de una campaña militar. En estas circunstancias, no se podría descartar un golpe de respuesta por su parte contra efectivos estadounidenses e israelíes u otros blancos en territorio de Israel. Al mismo tiempo, algunos expertos señalan que para Israel ya no tiene sentido atacar objetivos nucleares en Irán. El programa nuclear iraní ha pasado el período en que podía ser detenido o, al menos, retrasado considerablemente mediante bombardeos puntuales. A estas alturas, para eliminarlo, se requiere una operación a gran escala, de muchos días de duración y con el uso de la mayoría de las escuadrillas de “primera línea” de la Fuerza Aérea israelí. Dicha operación sería imposible sin la previa conquista del aire, lo que, en otras palabras, significa una guerra. Además, gran parte de las principales obras nucleares de Irán se encuentran escondidas en refugios subterráneos, de tal modo que su destrucción solo es posible a través de un bombardeo nuclear o el envío de comandos especiales con una carga de explosivo nuclear en sus mochilas. No hay ningún otro método que garantice el éxito. Los propios militares israíles reconocen que no existe una “bala de plata” capaz de aniquilar el proyecto nuclear iraní. Otra hipótesis que explica el aplazo de las maniobras consiste en que ya no eran necesarias. Supuestamente, se está preparando una amplia operación militar estadounidense contra Irán, por lo que un ejercicio a gran escala solo diseminaría las fuerzas y alertaría al potencial enemigo. Esta versión tampoco parece convincente. En la región se han notado desplazamientos de efectivos estadounidenses, pero son insuficientes como para iniciar una operación militar de envergadura. Dos o tres grupos navales de portaaviones son, por supuesto, capaces de perjudicar seriamente la infraestructura de Irán, pero no de poner fin al programa nuclear iraní. Peor todavía. En caso de un ataque a Irán, su programa, que hoy en día no tiene objetivos militares claramente definidos, seguramente se centrará en la inmediata fabricación de armas nucleares propias. Será para impedir un segundo ataque estadounidense o para asestar un golpe de castigo, no lo sabemos a estas alturas. Pero el blanco puede ser Israel o alguna importante base de EEUU en la región. Dado el alto potencial nuclear de la otra parte, el conflicto armado podría acabar con Irán. Pero tampoco quedarían claras sus consecuencias de largo alcance para Israel y EEUU.

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