Islam como mensaje
universal
23/10/2000 - Autor: Yaratullah Monturiol y Mariam Cabezos
Islam como mensaje universal
El Islam
es uno sólo. No hay Islam de Occidente, Islam de Africa negra, Islam de Arabia,
o Islam de India o Indonesia. Los musulmanes no podemos defender un folklore o
tradiciones particulares.
Muhammad
no ha creado una nueva religión, ni es un innovador entre el resto de los
Profetas (la Paz sea con todos ellos). El último sello de la profecía ha sido
enviado para confirmar los mensajes anteriores. Todos los musulmanes y
musulmanas honramos a todos los profetas anteriores, esto implica conocerlos.
Dice el Corán: ‘Si dudas sobre lo que te hemos revelado, pregunta a los que
leían la Escritura revelada anterior a ti’ (10:94). Al·lâh I le dice al Profeta
Ibrahim (Abraham) u: ‘Sé fuerte, como un auténtico hanif, que profesa el Din
primordial, el Din natural que Al·lâh ha dado a sus criaturas. Esta es la
verdadera religión, sin embargo la mayoría de los hombres lo ignoran’ (30:30).
Y también dice: ‘Creemos en Al·lâh y en lo que nos ha sido revelado, en lo que
le ha sido revelado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, i a las tribus. Creemos en
lo que le ha sido dado a Moisés, a Jesús, y en lo que le ha sido otorgado a los
Profetas de su Señor. No hacemos ninguna distinción entre ellos y nos sometemos
a Él’ (2:136); (3:84).
El
mensaje esencial y universal del islam, denominador común de todas las
religiones y de todas las sabidurías del mundo es el siguiente:
· La
trascendencia y la unidad de Dios
- La
seguridad de que Al·lâh es Único (Tawhid) y que está por encima de toda
realidad humana.
- Él es
el Creador de todas las cosas y por consecuencia no somos autosuficientes.
- De este
principio de unidad y de esta consciencia de nuestra “dependencia” fluye el
reconocimiento de los valores trascendentales por encima de de los intereses
egoístas individuales.
· La
comunidad de los hombres
- La
comunidad (umma), es contraria al individualismo. La humanidad es una. Todos
los hombres tienen el mismo orígen y constituyen una misma comunidad (2:123)
· Su
responsabilidad
- El
Islam es contrario al fatalismo y la resignación. Sólo se somete a la voluntad
de Al·lâh. Todo en la naturaleza está sometido a Al·lâh; el arbol que crece, el
animal con sus instintos... Pero el hombre es el único que se ha atrevido a ser
el ‘califa’ de Al·lâh en la tierra, es decir, se ha hecho responsable de
cumplir con la orden divina. Sólo el hombre se puede permitir la ¡terrible y
gran responsabilidad de desobedecer! Dice nuestra tradición que los cielos, la
tierra, las montañas, todos temblaban con la propuesta que Al·lâh les hizo de
gobernar el mundo; menos el hombre que aceptó el cargo, y Al·lâh dice en el
Corán: ‘pero injustamente y en su ignorancia’ (33:72).
La aceptación
de ser guiado por Al·lâh es un acto voluntario, libre y responsable (es por
ello que los ángeles se postraron ante el hombre, por orden de Al·lâh, ya que
no tienen poder para desobedecer).
Cuando el
Corán dice que no hay (enemistad-coacción) en la religión (2:256), no sólo se
trata de excluir la coacción física, militar, policial, sino también toda
inquietud interior, espiritual. El Islam pues, defiende siempre la libertad de
creencia. Dice el Corán: ‘La verdad emana de vuestro Señor, así pues quien quiera
que crea y quien no que siga incrédulo’ (18:290). Y también dice: ‘Le hemos
mostrado el camino justo, que lo acepte con agradecimiento o que lo rechace’
(76:3).
Al·lâh
nos dice en el Corán, que ha hecho del hombre su califa en la tierra, que no es
un ejecutante pasivo, sino un dirigente, responsable encargado de tomar
decisiones. Esta tarea no es primacía de algunos: es una labor de cada
musulmán: ‘Vosotros los creyentes, sois responsables de vosotros mismos’
(5:105).
La
práctica del Islam
La
práctica del Islam no se limita a momentos concretos de la vida, sino que
engloba todos los actos. El testimonio (shahada): La ilaha ilallah, Muhammad ar
Rasulullah – ‘No hay más verdad que Al·lâh, y Muhammad es el Mensajero de
Al·lâh; el salat que son las 5 oraciones diarias; el zakat (impuesto anual
obligatorio del 2,5% como mínimo de las ganancias de cada uno para distribuir
entre los necesitados); el ayuno de Ramadán (del 9º mes del calendario
musulmán, que es lunar); la peregrinación a la Mecca durante el mes del Hayy,
al menos una vez en la vida (si se tienen los medios y la posibilidad). Todo
esto que conforma la práctica del Islam no son ritos, sino la raíz y la esencia
de nuestra vida; es decir que, es como un tronco de árbol y los actos de
nuestra vida personal y pública son sus frutos.
Los
musulmanes vivimos la práctica islámica buscando el contacto directo con el
Creador, y en este ejercicio de acercamiento espiritual aniquilamos nuestra
realidad humana para encontrar al Único Eterno, y recordando y viviendo esta
Trascendencia, nos olvidamos de todo lo que es temporal, y entonces... ¡sólo
queda Al·lâh! Esto es el vínculo primordial. Venimos de Al·lâh y a Él
volveremos. Y el mundo es sólo un tránsito. Lo que pasa es que en este “viaje
por el mundo” tenemos la oportunidad de relacionarnos con los demás, que es muy
importante. El individuo se encuentra con que el beneficio colectivo es
prioritario al suyo propio, y muchas de sus prácticas y acciones repercuten
directamente en los otros.
El
concepto coránico de shura, que es la concertación o consenso, exige a todos
los niveles, que los miembros de la comunidad sean consultados para participar
en la elaboración y aplicación de las decisiones que les afectan. Este
principio excluye todo despotismo de un hombre, una clase, o un partido
ponderante.
Dice el
Corán: ‘Al·lâh está presente en cada nueva realidad (4:29). Y no deja de crear
(35:81)
Las
escuelas jurídicas han intentado resolver problemas de tiempos y lugares
determinados. Nuestra tarea es resolver los nuestros. Los primeros
jurisconsultos no tienen una aplicación literal de los textos. Para el Profeta
r y para Omar t, la justicia social es un valor más elevado que la defensa de
la propiedad (esto está demostrado tanto por el Corán como por el hadiz).
Los principios
fundamentales son la Shari’a, el “camino ancho”, las reglas universales de la
Vía abierta de Al·lâh, que quiere decir vivir todo el día bajo la Guía, el
Criterio del que todo lo ve. Las diferentes acciones o movimientos, dependen de
cada momento. El Fiq es la concreción de la Shari’a ¡aquí y ahora! La
manifestación de la Shari’a en cada momento. Lo que ocurre a menudo, es que se
confunde Shari’a con Fiq; entonces como dice el secretario de la FEERI Mehdi
Flores: ‘acaban dándole la vuelta a las cosas, poniéndolo todo al revés. Cuando
oyes que tal estado “aplica” la Shari’a te das cuenta de que hay una confusión.
Todo lo que se aplica aquí y ahora deja de ser Shari’a y se convierte en Fiq
(un corpus legal derivado de una interpretación de la Shari’a)’. Hay
movimientos que pretenden esto: que el Fiq sea una cosa fija, inmutable; estas
corrientes hacen del Islam una práctica dogmática y estática que limita la Luz
de los textos a una sola mirada literal y exclusiva de unos cuantos
“autorizados”.
Los
musulmanes no podemos separar el ámbito público del privado en nuestra vida
cotidiana, porque todo va ligado; el aspecto comunitario es muy importante para
nosotros y aplicamos a nuestra práctica, las relaciones sociales, el
comportamiento, que refleja un estado de ánimo y espíritu concretos, e incluso
las intenciones tienen una gran influencia en nuestras acciones.
Organización
Por este
motivo, el hecho de que el ser humano es social y activo en su relación con la
sociedad, hay un esfuerzo por parte de algunos sectores del panorama islámico,
de organizarse en los muchos asuntos que le afectan más directamente.
Educación, alimentación, cementerios para nuestros muertos... y toda una serie
de gestiones muy importantes para la vida de un musulmán, que sólo podemos resolver
si nos organizamos y reunimos esfuerzos. La diversidad, como habéis podido
empezar a intuir es mucha; por una parte es muy bonita e interesante; y por
otro lado es bastante difícil ponerse de acuerdo.
Nosotras,
como asociación cultural tenemos una tarea importante y que nos motiva mucho,
pero nos hemos constituido también como entidad religiosa, registrada en el
Ministerio de Justicia, y estamos adheridas a la FEERI, porque a pesar de las
dificultades siempre han trabajado defendiendo derechos e intereses legítimos
que queremos asumir, y sobre todo están en la línea abierta que consideramos
que hay que tener en el Islam. Mariam Cabezos es la Presidenta de la Comissió
Islàmica de Catalunya, de la que yo soy vicepresidenta; y es la Representante
de la Federación en Cataluña, y esto también ha sido un gran paso hacia delante
para el Islam y para la mujer musulmana.
La mujer
en el Islam
Según los
estereotipos la mujer musulmana es el prototipo de marginación en una sociedad
dominada por el hombre, que se esconde bajo el velo y que vive una existencia
en la que carece de protagonismo. Esta visión ha hecho que se convierta en un
negocio rentable: las librerías de todo el mundo cuentan con un magnífico
surtido de libros que traducen el grito desesperado de mujeres destrozadas que
piden socorro. Y son libros con el éxito garantizado. Un ejemplo: hace un par
de años aproximadamente en Barcelona se llevaron a cabo unas jornadas con el
título “Mujeres y fundamentalismos”, en la que participaron mujeres de diversas
procedencias y religiones. A la salida uno podía deleitarse con una exposición
de libros sobre Islam: “no sin mi hija”, “no sin mi hija, 2”, “La sultana”
etc... Es incomprensible que en los tiempos que estamos, que hay posibilidad de
encontrar literatura islámica y fidedigna, suceda esto. Creemos que es poco
serio y bastante malintencionado.
El
discurso sobre la mujer musulmana está plagado de tópicos, que al convertirse
en usuales, parecen prácticamente irrefutables. Para descubrir cuando se trata
de una propaganda anti-islámica, que se filtra en los medios a menudo,
necesitamos una educación especial, un estudio y una reflexión para estar
seguros de nuestra capacidad para distinguir “el grano de la paja”.
La
comunidad musulmana de nuestro país tiene objetivos de extraordinaria
envergadura histórica. En primer lugar, la normalización social, que debe
culminar en el pleno reconocimiento de los derechos públicos, y también en la
fructífera convivencia con otras experiencias religiosas. En segundo lugar, los
musulmanes y musulmanas que hemos abrazado Islam, debemos trabajar por una
depuración de los contenidos básicos del Islam, tergiversados históricamente,
tanto por las aproximaciones de los orientalistas que se han hecho desde
occidente como por la instrumentalización política que realizan en algunos
países, que exportan un Islam manipulado desde su raíz.
El Islam
otorgó hace ya 14 siglos unos derechos fundamentales a la mujer. A pesar de
esto, aún está lejos de poder ejercer su derecho, y a desarrollar el papel
social y universal que le corresponde. Esta discriminación que se lleva a cabo
tanto en la sociedad occidental como propiamente la musulmana, es una realidad
innegable y nosotras expresamos nuestra condena y rechazo hacia estas actitudes
discriminatorias.
La
verdadera educación islámica no es represora de la liberación femenina como
algunos se empeñan en transmitir. El Corán dice: “Verdaderamente, vosotros
tenéis derecho sobre vuestras mujeres y ellas tienen derecho sobre vosotros”.
El
filósofo Ibn Rush se definió en esta misma línea en torno al estatus jurídico
de la mujer en el Islam, y sus puntos de vista lo demuestran como un pensador
progresista y defensor de los derechos de la mujer.
Desgraciadamente,
hemos de reconocer que hay una jerarquía de hombres “autorizados” que
determinan la manera de entender el significado del Corán, aunque en el Islam
nunca deberían existir instituciones “papales”. Sin embargo, el verdadero
mensaje del Corán se dirige a la humanidad para equilibrar el estatus de las mujeres
y el reconocimiento de su dignidad respecto al hombre.
En este
sentido, el surat 33, que en su ayat 35 proclama 10 veces la igualdad
espiritual del hombre y de la mujer: “Al·lâh tiene preparado el perdón y una
magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las
creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los
pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan
limosna, los y las que ayunan, los castos y las castas y los y las que
recuerdan a Al·lâh”.
Las
mujeres musulmanas podemos sentirnos orgullosas de tener como código supremo el
Corán, donde se establece claramente su igualdad respecto al hombre, dictada
por Al·lâh I, y de tener un profeta defensor de los derechos de la mujer, de su
igualdad y su dignidad.
A
nosotras mismas como musulmanas nos toca luchar para que se implante en nuestra
Umma la práctica de Muhammad r con las mujeres, evitando que las costumbres de
la época de la yahiliya / ignorancia (época pre-islámica), donde el machismo
imperaba, se mezclen y se impongan por encima del mensaje de igualdad.
Hay
numerosos ejemplos de mujeres destacadas en el Islam a lo largo de la historia.
La primera, Jadiya, esposa del Profeta Muhammad r. Fue la primera persona en
aceptar el Islam y su más fiel colaboradora. Hay que destacar que era una
empresaria que tenía hombres trabajando a su cargo. Recordemos que estamos
hablando de 14 siglos atrás.
Aisha,
esposa del Profeta r fue una de las grandes transmisoras del hadiz, y daba
clases tanto a hombres como a mujeres. Incluso se atrevió a llevar la contraria
al conocido narrador de tradiciones proféticas Abu Hurairah, cuando se
equivocaba en sus citas.
Hafsa era
una jurisprudente que también daba clases a los hombres.
Rabi ‘ah
al-Adawiyyah fue una de las primeras místicas del Islam. La austeridad y
simplicidad marcaron su vida. Escribió bellísimos poemas, los cuales han sido
traducidos por Massignon. Muchos hombres célebres y grandes sufis no se
sintieron en absoluto avergonzados de consultarle.
La
maestra, escritora, poetisa y conferenciante Malak Hifni Nasif, conocida con el
pseudónimo de Bahitat al Badiya desarrolló su personalidad obteniendo el año
1900 el primer certificado de estudios que se dio a una mujer en Egipto;
después se licenció en Magisterio y trabajó como profesora. Ella no se limitaba
a dar lecciones, sino que iba de casa en casa para explicar a los padres la
importancia de la enseñanza para conseguir que dejaran ir a sus hijas a la
escuela. Su línea de trabajo consistía en conseguir, sin desviarse del respeto
al Derecho musulmán, que se parasen los abusos cometidos contra la mujer en
nombre de la religión y la tradición.
El Corán
dice:
“Al·lâh
los apuró diciendo: No desmereceré nunca la obra de cualquiera de vosotros sea
hombre o mujer, porque descendéis los unos de los otros”.
Hadiz:
“El
Profeta r dijo: El mejor de vosotros es el que trata mejor a su mujer”.
Hadiz:
“La
justicia es la mitad de la fe”.
Y por
último una cita de Ibn Rush:
“Nuestro
estado social no permite a las mujeres la posibilidad de valorar su capacidad.
Parecen destinadas únicamente a dar vida a los niños y a amamantarlos. Este
estado de servidumbre ha minimizado en ellas la facultad para las grandes
realizaciones. Y por esto no se ven entre nosotros mujeres dotadas para las
virtudes morales. Su vida se desenvuelve como la de las plantas.
Mientras
que les falte formación, no contribuyen de ninguna manera en las actividades
necesarias, entonces conviene que a la hora de escogerlas busquemos las mismas
condiciones naturales que consideremos en los hombres, para esto, deben estar
educadas de la misma manera”.
Pertenencia
Cada uno
es una persona individual y aunque forme parte de un colectivo determinado,
porque se siente identificada, o simplemente le identifiquen con él, no quiere
decir que todas las personas que formen parte de ese colectivo o grupo sean
iguales. En teoría, esto parece fácil de entender ¡es lógico! Y si nos hacemos
la pregunta: ¿toda la gente de este colectivo son iguales? Diremos todos:
¡claro que no!
Pero,
¿qué pasa a la práctica? Que la visión global de un grupo, que puede ser una
raza, etnia, gente de una religión, o un país, generalizar nos hace poner a
toda una serie de personas - a veces muchísimas personas – en un mismo saco; y
eso es muy peligroso. Es fácil; de hecho, todos lo hemos hecho sin darnos
cuenta. Es una forma que tenemos de organizar las ideas cuando no tenemos las
cosas claras, ni tiempo, ni conocimiento para especificar o individualizar.
Cuando las personas sólo son números, grupos, colectivos, y nos preocupamos del
“saco” y no de las personas que están dentro del “saco”, estamos repitiendo
estereotipos y creando estereotipos nuevos.
Es cierto
que no podemos hablar siempre de cada persona, una por una. También es cierto
que por tendencia natural las personas suelen reunirse según unas determinadas
similitudes que hacen que se identifiquen entre ellas, que se protejan, que se
hagan “piña” y defiendan su núcleo de grupo. ¿Cuál es su núcleo? Pues seguramente,
la razón o el motivo que hace que estas sientan que forman parte de este grupo.
Amin Maalouf, en su libro ‘Identidades asesinas’ que a veces, son los otros los
que te hacen dar cuenta de que tú eres de un determinado grupo. A menudo, el
rechazo que siente un sector de la sociedad hacia un colectivo en el que te
colocan a ti también, hace que busques tu propia identidad en aquel grupo en el
que te asocian y que te encuentres “acogido”. Esto puede llevar a veces – en el
peor sentido – a que el hecho que no tengas muchas oportunidades de formar
parte de la sociedad como uno más, haga que uno lleve una vida no deseada, pero
si la sociedad de acogida, por ejemplo, no le da más opción, puede pasar que
una persona sin oportunidades se vea abocada a tomar “soluciones” drásticas
¿Qué quiere decir esto? Pues que por ejemplo, hay gente que vive mal, en
condiciones horribles; pero... casi nunca es voluntaria esta situación. ¿Por
qué vive en un barrio donde los niños no acaban los estudios, hay mucho paro,
drogas, prostitución, las viviendas no cumplen los requisitos de habitabilidad
y todo está abandonado y hecho una ruina? ¿A la gente que vive en un barrio así
le gusta vivir mal, de forma marginal? No, ¡nadie quiere vivir mal! Hay gente
que no tiene nada mejor, o sea que no puede escoger. Entonces... queremos
hablar hoy aquí de interculturalidad. ¡Muy bien! Pues sigamos. Un niño llega a
Cataluña desde otro país; no habla nuestra lengua; sus padres tampoco, pero
¡por fin! Han llegado después de grandes esfuerzos para conseguirlo. Y ahora le
toca ir a la escuela. Y se encuentra que tiene un montón de cosas para
aprender, y al ser joven, aprende rápido. En unos meses ya habla un poco, hace
amigos, y se ve con ánimos de integrarse (la primera palabra que le enseñan) y
convertirse en uno más. Esto es lo que él piensa, pero es que ahora resulta que
no; que él no es uno más, sino que es uno de los “otros”, es decir, uno de esos
que forman parte del “fenómeno migratorio”, un diferente que de ahora en
adelante será un exótico a las buenas, ¡bueno! Los días de suerte, cuando se
celebra la semana intercultural y entonces, todos comerán platos típicos de su
país y estarán muy ricos y le sonreirá el mundo. Pero es que cuando se acaba la
“fiesta gastronómica” vuelve a estar en la cola, porque cuando vuelve a oír
hablar de inmigrantes, o de su colectivo concreto, ya es sinónimo de “problema”
y sabe que para los demás, él forma parte del problema. Seguro que lo último
que necesita un adolescente es sentir este rechazo. Mucha responsabilidad para
la saciedad de acogida con los niños que llegan a Cataluña, por ejemplo – que
no son pocos y seguirá aumentando la cifra – porque la polémica no la trae la
religión que tiene; ¿o si? ¿Qué nos preocupa realmente: que sea musulmán,
judío, cristiano, agnóstico? ¿o más bien su comportamiento?
¿Pero con
quién se va a comportar? ¿Se siente respetado acaso? ¿Cómo queremos que sea un
joven optimista, si ve que él mismo es sinónimo de problema? ¡Cómo superar esta
línea que lo separa del resto de los “normales”? La solución que se le propone
a él y a muchos: ‘sal de tu cultura, esconde tus raíces, o tu orígen, sino al
menos, demuestra que lo tienes superado, sólo podrás ser uno de los nuestros
cuando hagas, pienses, hables, sientas como yo, entonces... ¡yo te aceptaré!
Esta es la integración. Pero eso no es una sociedad de acogida, que se comporta
así, y pretende que un musulmán deje de serlo o que como mínimo no lo parezca.
Eso es xenofobia y una sociedad así no puede aspirar nunca a las ventajas de la
interculturalidad, ¡pero sí a los inconvenientes! Asimilar a las otras culturas
haciendo que pierdan su identidad, es el suicidio de una civilización No se
está haciendo mucho para asumirla de verdad. Es cierto que el tema no es fácil,
pero pienso que no nos lo tomamos muy en serio. Multiculturalidad es diferente
de interculturalidad, La primera aglutina varias culturas pero no se mezclan
entre ellas, mientras que la segunda opción es la interrelación de las
diferentes culturas entre sí. Eso seguro que no es fácil, pero casi todos
estamos de acuerdo en que es ésa precisamente la que pretendemos. Sin embargo,
no trabajamos para que cada una de las culturas que “conviven” en nuestra
tierra puedan desenvolverse en igualdad de condiciones. ¡Evidentemente que no!
Esto en
cuanto a la inmigración. Pero tampoco hemos de continuar pensando que la gente
es de “allá” (sin poder concretar un país, pero poniendo a todos los países
considerados retrasados o que hacen cosas extrañas en el mismo “saco” que decía
antes), sino que hemos de asumir que, aquí en Cataluña, vive gente de todas
partes, pero también que las culturas y las identidades no sólo son de otros
lugares, sino que a partir de ahora, tendremos que convivir con primeras
generaciones de inmigrantes, segundas, terceras y cuartas generaciones mestizas
y con gente de distintos colores, pero que ¡serán catalanes! y no será
necesario preguntarles de dónde vienen, porque muchos habrán nacido aquí.
También estarán las gentes de diferentes religiones, que no serán de otro lugar,
sino que serán de aquí y tendrán una creencia, que puede que no sea la que era
típica de este país hace cuarenta años, pero tampoco se podrá pensar que los
que son musulmanes, budistas o hindús son de otros orígenes, porque muchos
serán autóctonos, y no podrán responder sobre comportamientos o políticas de
otros países, sino que serán personas con creencias distintas que viven en
Gerona, Barcelona, Lérida o Tarragona, o quizá en un pueblecito cerca de Vic, o
en La Garrotxa o el Baix Camp, o el Maresme... y conocerán su entorno y se
preocuparán por su ciudad, o su pueblo, o su país que será el tuyo y el mío. Y
es que donde vives es tu casa. Hay quien nace en un país y muere en otro; hay
quien nace en un país y muere en el mismo pero siempre hacen que se sienta como
si fuera de otro lugar.
¿Cómo hay
que hacer para que la interculturalidad sea un bien, un enriquecimiento, un
beneficio?
Cuando
reflexionamos y nos damos cuenta de que nos queda mucho que aprender y “el
otro” ¡nos puede dar mucho! De hecho, yo creo que ya estamos recibiendo muchas
aportaciones enriquecedoras en razón de las diferentes culturas que residen en
nuestro país.
Las
grandes civilizaciones y el esplendor cultural siempre han estado asociados a
la diversidad cultural de los pueblos. Quizá no estamos haciendo una valoración
lo bastante positiva de esta aportación y no le estamos sacando provecho. ¿Qué
nos priva de gozar de la interculturalidad? Pues, seguramente unos criterios
demasiado etnocéntricos o demasiado rígidos y los prejuicios hacia “el otro”.
A veces,
nuestra sociedad también tiene grandes dosis de salvajismo, sobre todo cuando
salta la chispa de la xenofobia. Y eso es precisamente lo que no se podrá
detener, sino optamos, realmente, por la interculturalidad.
Un
estudio reciente afirma que los jóvenes están mejor preparados que sus padres
para apreciar la diversidad los valores culturales y de formas de expresión, y
dice que, los que están “conectados” con gente de otros lugares por internet
por ejemplo, son más tolerantes por lo que se refiere a las distintas formas de
expresión y se muestran más abiertos en cuanto a las tendencias culturales;
entonces, habría que estimular este proceso.
Para que
los jóvenes sepan dónde están deben adquirir la comprensión sobre el
funcionamiento de la cultura en general. Teniendo presente este punto, les
ayudaremos a ser conscientes de que, en la medida en que se trata de un proceso
y, en cierto sentido, de un “lenguaje” o forma de comunicación, ninguna cultura
puede invalidar a otra, ¡al contrario! a menudo la puede enriquecer con nuevas
ideas. Por eso es muy importante en el terreno de la educación adoptar una
perspectiva práctica. Las culturas son tan numerosas como las lenguas e igual
de operativas. Puede que no nos digan la verdad, ni siquiera la verdad del que
habla, pero al menos, nos remiten a unas verdades que aluden, que son el
referente y expresan unos valores y unas normas que nos son comunes.
Hablando
del tema de las lenguas, en Francia se llevó a cabo un sistema, pensando que
para no perder su identidad estaría bien que los niños estudiasen en la escuela
su lengua materna. ¿Qué ha pasado con esto? Está muy bien esta iniciativa en
principio, porque la lengua materna es una pertenencia importante. En Ceuta,
sin ir más lejos, hay profesores que aconsejan a las madres que no hablen a sus
hijos en su lengua, ¡que les hablen en castellano! Eso es no tener ni idea de
psicología, pedagogía y es grave... ¡pura xenofobia! E implica mucho riesgo
para el niño, porque incluso puede ser traumático para el niño, si se llega a
reprimir esta relación idiomática con la madre. Entonces lo que hicieron en
escuelas francesas, quería ser todo lo contrario. El problema fue que las
lenguas de los magrebis son muchas. Nos equivocamos si pensamos que en Marruecos,
por ejemplo, se habla árabe. Hay el dariya, el bereber, el tamazigh, el rifeño,
y otros. Eso hizo que estos colectivos aún se seccionasen y separasen más y no
ayudó a la integración que se pretendía. Lo que se proponía después de esta
experiencia es que la identidad que los reuniera fuese el árabe, por el hecho
de ser musulmanes, ya que es lo que tienen en común con el resto de sus
correligionarios: la necesidad de aprender árabe junto con todos los que no son
arabófonos (sólo el 18% de los musulmanes del mundo son árabes). El hecho de
aprender todos ellos una lengua por un motivo común establece un vínculo que
les une en su diversidad. Hay un dossier que os podemos hacer llegar si estáis
interesados, en francés, de un curso que se ha hecho este mes de agosto en
París.
Las
mentes jóvenes aceptan la diversidad, como dice el informe de la Comisión
Mundial sobre la Cultura y el Desarrollo de la UNESCO: ‘La respuesta natural
del joven para lo que es diferente es la curiosidad, seguida de la exploración.
Las escuelas pueden fomentar fácilmente la exposición positiva de la
diversidad. Si bien, no desaparecerán a corto plazo las fronteras físicas que
dividen las naciones, la educación puede ayudar a derrumbar barreras que
separan y enfrentan a las personas a nivel mental. Así pues, la Comisión
recomienda el desarrollo del multilingüismo, junto con una iniciación en el
aula hacia la pluralidad de lenguas, culturas y religiones. Este camino podría
conducir a la coproducción de libros de texto que promoviese la consciencia de
un legado común, de unos valores compartidos y de una visión conjunta de
futuro’.
Attiya
Inayatullah, presidente del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, decía en la
Conferencia Internacional sobre Educación del 94: ‘Con un espíritu de paz, la
educación tendría que fomentar el respeto al pluralismo cultural, la tolerancia
no sólo se basa en la aceptación pasiva de los derechos de los otros grupos
culturales, englobando minorías, sino que comporta, además, un reconocimiento
activo y comprensivo de estas culturas, cosa que da como resultado el respeto y
la comprensión mutuos’.
Nuestra
propuesta
1er
paso – la escuela primaria; el instituto y la universidad: Que psicólogos y
pedagogos hagan revisiones y corrijan los libros de texto que promueven la
xenofobia; los profesores también tendrían que profundizar trabajando en
sistemas alternativos en el tema de la interculturalidad.
La
interculturalidad la haremos entre todos y esto quiere decir que los maestros,
psicólogos, monjas, curas, ministros, alcaldes, y el vecino y la vecina somos
responsables de esta convivencia y la labor de las escuelas y las universidades
es imprescindible que se haga en colaboración de los colectivos de inmigrantes
y las comunidades religiosas, que tengan presencia y participación dentro de
las actividades de las asociaciones de padres, y que se escuchen sus demandas.
A pesar de las discusiones, o complicaciones que pueda provocar esta
alternativa; porque, dejar de hacerlo, y no buscar el buen entendimiento,
esforzándonos para llegar a un acuerdo, puede ser un caos terrible que aumenta
la incomprensión/tensión. O sea, que yo pienso que la actitud pasiva es la peor
que podemos tener en estos momentos. Maestros, políticos y medios de
comunicación tienen una gran responsabilidad en esto, pero la gente en general,
es decir, todos tenemos que participar en esta tarea.
Esto sólo
son propuestas pero el camino se hace caminando. Los pasos pueden ser de muchos
tipos. Nos podemos equivocar por el camino, pero entre todos hemos de llevar
adelante lo de la interculturalidad. Insha Al·lâh.
Bibliografía:
- Roger
Garaudy
- Sabora
Uribe
- Revista
Verde Islam
- Rosa
Herida – Ediciones Insha Allah
- Dossier
en francés escuelas (París, agosto 2000); información: fatiha@webislam.es
- Informe
Comisión Cultura y Desarrollo – UNESCO
- Attiya
Inayatullah – Conferencia internacional sobre Educación 1994 – UNESC
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