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miércoles, 20 de febrero de 2013

El Destino de la Humanidad

El Destino de la Humanidad


Capítulo del libro El Jardín del los Derviches


21/07/2011 - Autor: Sheikh Muzaffer Ozak al Yerrahi al Halveti - Fuente: Webislam



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Derviches giróvagos
Derviches giróvagos

El hombre no es el autor de su propio destino. ‎El Destino de la Humanidad es decretado y predeterminado por nadie ‎sino por nuestro Divino Creador. ‎
De otra manera, nuestro nacimiento, muerte, el seleccionar a nuestros ‎padres sería nuestra propia elección. ‎Al hombre se le ha dado en verdad la voluntad de su existencia pero es ‎libre de ponerla en práctica dentro de los limites de una armadura en ‎particular. ‎

El Destino está en las manos de Dios, entendiendo esto como una ‎voluntad universal. La siguiente analogía puede servir para ilustrar la ‎distinción entre la particular voluntad-poder conferida a los seres ‎humanos, en una mano y la voluntad universal en la otra. ‎

Imaginemos un grupo de pasajeros en un ómnibus, tren o un buque; vean ‎como se mueven de un lado al otro, tanto en el frente como por atrás, ‎sentándose o dejando libres sus asientos, comiendo y bebiendo. ‎Estas acciones son ejemplos del ejercicio de nuestra propia libertad de ‎acción. Mientras tanto, de todas maneras, el vehículo o buque continúa su ‎propia ruta o curso, controlado por el conductor o capitán. ‎Aquí tenemos algo similar para la voluntad universal. ‎Los movimientos de los pasajeros no tienen ningún efecto en la dirección ‎o la velocidad del tren o del barco; de igual manera el destino de la ‎humanidad no puede ser influenciado por la capacidad de la libre ‎voluntad que ha sido dada a los seres humanos. ‎Raros casos pueden ser vistos como excepciones pero tales instancias ‎están ambas divinamente predeterminadas. Nada está fuera del designio ‎del destino.‎

El hombre está enteramente circunscrito interiormente o exteriormente a ‎la voluntad de la Verdad Divina así como está rodeado en los sentidos ‎materiales por la atmósfera. ‎Somos testigos de hechos de que nuestra vida está confinada por dentro ‎a ritmos limitados, rodeada por obstáculos visibles e invisibles, conocidos ‎y desconocidos, que son imposibles de alcanzar por nuestros deseos y ‎esperanzas, que no podemos alcanzar nuestras metas, que la vida y la ‎muerte están fuera de nuestro control.‎ Estamos gobernados por una fuerza que nos mantiene a todos bajo su ‎mandato. La existencia de esta fuerza es innegable, y claramente prueba ‎la Existencia, el Poder y la Fuerza de Allah, Exaltado Sea.‎

Se nos permite desear pero el poder de crear y traer a la vida no nos ha ‎sido concedido. Desear es algo de la propia voluntad; la creación y el ‎hacer realidad las cosas y los seres son peculiares a la voluntad universal. ‎

El deseo y las expectativas provienen de nosotros pero la creación y el ‎traer a la vida son de Allah. Si eso Le complace, Él crea aquello que ‎deseamos y lo hace realidad; sino, Él no complace nuestro deseo.‎ Lo que parece que causamos, realmente lo “adquirimos” a través de Su ‎causa. Pero incluso esta “adquisición”, el desear y anhelar son originados ‎por Él.‎

¿De dónde vienen los seres humanos?‎ Con certeza venimos de Allah a través de Su Poder y Fuerza. ‎‎¿Hacia dónde va?‎ De regreso hacia Allah y nuevamente a través de Su Fuerza y Poder.‎ En este viaje de ida y vuelta, qué papel juegan los propios deseos del ‎hombre?‎ Allah dijo “Ven”, y Sus servidores entraron a este mundo.‎ Allah dio la orden, “despójate a ti mismo de tu cuerpo”. El servidor ‎obedeció al instante. Por Mandato Divino, el retornará a la Verdad en el ‎Otro Mundo. ‎

Los deseos, la voluntad, los comandos, vienen todos del Señor; Él no ‎pregunta a su servidor, Él no consulta a nadie. Él maneja Su Poder en ‎absoluta independencia. El servidor es sujeto, Dios es soberano. ‎

El Todo-Glorioso se muestra a través de Sus Obras, Comprendido a ‎través de Su Poder, Conocido a través de todos Sus Nombres. ‎No existe otro Dios sino Él, y Solo Él es digno de ser adorado.‎ El género humano es el producto de Su gran Poder, y del género humano, Él escogió Su Amado, para ser el espejo de Su Esencia. ‎De Su propia Luz Él amorosamente creó la luz de la humanidad, al cuál ‎Él dio el nombre Muhammad. Para afirmar la apostólica y profética ‎misión de este Amado, segundo sólo a la Esencia de la Divinidad, ‎Él hizo manifiesto Su glorioso atributo de “Verdadero Creyente” (Al-‎Mu’min). De esta sublime luz El luego creó el Poderoso Trono, el ‎Espléndido Pedestal, el Ultimo Árbol de Loto y la Prospera Casa, así ‎como el sol y la luna; Él creó el Paraíso como una Promesa a aquellos que ‎crean en Él y en su Amado, y el Fuego del Infierno como una amenaza ‎para los no creyentes. ‎

Los genios fueron creados por Él del fuego, y los ángeles de la luz.‎ Él creó a Adán de la tierra y el agua; haciéndolo portador de la luz de ‎Muhammad. Él lo proclamó al universo como el vicerregente de Dios, le enseño los ‎Nombres Divinos y lo hizo el espejo de Su Esencia. ‎

Mientras Adán vino a conocer los Nombres por virtud de la luz que lo ‎creó, Dios hizo a Su Amado intimo con Sus Nombres, Sus Atributos y Su ‎Esencia, para Él lo hizo Jefe de los Profetas, Favorito del Señor, y una ‎Misericordia para Todos los Mundos. El Señor nos creó, Sus Servidores, ‎en Su Amado honor. ‎

Es nuestro deber el descubrir el reconocer la Más Sagrada Esencia de ‎Dios, el afirmar Su Unidad y el rendirle culto a Él. ‎Hemos sido creados para ese mismo propósito, como el Sagrado Qu’ran ‎declara:‎

Y no He creado a los genios y a los hombres
sino para que Me adoren
(51:56)‎

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