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viernes, 11 de abril de 2014

Jutba de lo halal

Jutba de lo halal


03/06/2004 - Autor: Hashim Cabrera - Fuente: Webislam



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¿Quien ha de prohibir la belleza que Allah ha creado para Sus criaturas y las cosas buenas de que os ha proveído?
¿Quien ha de prohibir la belleza que Allah ha creado para Sus criaturas y las cosas buenas de que os ha proveído?

Alhamdulilahi rabbil’alamin, ar Rahmani ar Rahim, Ar Razzaq, Al Karim.

“Di: ‘¿Quien ha de prohibir la belleza que Allah ha creado para Sus criaturas y las cosas buenas de que os ha proveído?’

Di: ‘Esto es halal en esta vida para todos los que han llegado a creer y será suyo en exclusiva en el Día de la Resurrección.”

¡Así es como exponemos con claridad estos mensajes para una gente de conocimiento innato!

(Qur’an, Sura 7, al Aaraf, la facultad de discernir, aya 32)

“Te preguntarán qué les está permitido. Di: “Os están permitidas todas las cosas buenas de la vida.”

(Qur’an, Sura 5, Al Ma’ida, El ágape, aya 4)

Al declarar halal a los mu’minún todas las cosas buenas y hermosas de la vida, aquellas que no han sido expresamente prohibidas, el Qur’an nos sitúa al margen del ascetismo, de la renuncia al mundo, del sufrimiento y de la idea de la redención. Es cierto que, en esta Dunia, las cosas buenas son disfrutadas igualmente por creyentes y por no-creyentes, pero a estos últimos les son negadas en la ájira. A veces caemos en la consideración legalista de lo halal y lo haram, olvidándonos de sus aspectos más luminosos y trascendentales.

Tal vez por ello a veces sentimos atracción hacia lo haram, porque no comprendemos que lo haram nada tiene que ver con las cosas buenas de la vida. Creemos que hay un cierto bien en ello y no es así. Vivimos la Shariah como un conjunto de prohibiciones y prescripciones, en lugar de ver en ella la sabiduría más adecuada a nuestra condición humana. A veces no nos damos cuenta de que en aquello que Allah nos hace haram hay para nosotros un mal. Confundimos las cosas. No pensamos bien de Allah. Imaginamos que Allah nos crea para sufrir, quizás como una herencia de nuestro pasado cristiano, deudor de una redención que a los musulmanes no nos alcanza. Allah mismo nos lo aclara en la revelación:

“Di: ‘¿Habéis visto todos los medios de sustento que Allah ha hecho descender para vosotros, y que luego vosotros dividís en ‘cosas haram’ y ‘cosas halal’?”

Di: ‘¿Os ha dado Allah autorización para ello, o es que atribuís a Allah lo que son conjeturas vuestras?”

(Sura 10 Jonás, aya 59)

“Relató Abu Darr, que Allah esté complacido con él, que algunos de los compañeros del Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijeron a éste: ‘Oh Mensajero de Allah: los ricos se han quedado con las recompensas, rezan como nosotros rezamos, ayunan como nosotros ayunamos, y gastan en sádaka lo que de sus bienes les sobra’. Dijo: ‘¿Acaso Allah no os dio nada para gastarlo en sádaka?, pues, cada Subhana Allah es sádaka, cada Allahu akbar es sádaka y cada alhamdulilah es sádaka, ordenar las buenas obras es sádaka, y prohibir las malas es sádaka; además, en cada acto sexual de cada uno de vosotros hay sádaka’. Dijeron: ‘Oh Mensajero de Allah: ¿al satisfacer uno de nosotros su deseo merece una recompensa? Dijo: ‘¿Acaso si lo satisface ilícitamente no cometería una falta?, Así pues si lo satisface legalmente será recompensado’.”

(Lo transmitió Muslim) (los cuarenta hadices, 25)

El Qur’an nos ofrece una guía completa hacia la buena vida y la plenitud espiritual y moral en la Dunia y en la Ájira:

“¡Oh gentes! Os ha llegado ahora una exhortación de vuestro Sustentador, una cura para todo mal que pueda haber en los corazones de los seres humanos, una guía y una Rahma para todos los que creen.”

(Sura 10 Jonás, aya 57)

Allah Subhana Wa Ta’ala, nos regala el término risq, que normalmente traducimos como provisión, pero en árabe esta palabra abarca todo aquello que puede ser bueno y provechoso para el ser humano, tanto lo que denominamos medios de subsistencia física, el alimento, el agua, el dinero, como los medios de supervivencia espiritual y moral, como la razón, el conocimiento, la visión, etc.

En árabe, risq alude a aquello que nos causa un beneficio y no a lo que nos lleva a vivir cosas que son reprobables o destructivas para nosotros y para la comunidad.

Allah hace descender para nosotros una revelación que nos procura el risq, que nos procura lo bueno en todos sus aspectos. Por eso Allah nos dice también que no ha hecho descender la revelación para hacernos desgraciados.

Por eso todo aquello que no aparece en el Qur’an como haram, es halal sin ninguna duda.

Por eso mismo también todas las prohibiciones que se deducen arbitrariamente del Qur’an y la Sunna del profeta, la paz sea con él, no tienen sentido ninguno, y son haram, sobre todo si tenemos en cuanta que es Allah mismo Quien nos asegura que hay ayat unívocos y ayat que tienen diversas interpretaciones.

Como mu’minún, hemos de asumir aquello que está claramente explicitado en la revelación y no las conjeturas que podamos deducir de ella. Acatar lo claro de la revelación y dejar lo inconcluso y dudoso en el terreno de aquello que Allah no ha querido explicitarnos, porque Él sabe más, Él es el Sabio, el Omnisciente, y nos está regalando este Qurán para llevarnos hacia Él de la mejor manera posible. ¿Es que vamos tal vez hacia otro sitio?

Allah, al Hakim, con Su Ciencia Inigualable, se sirve del profeta para enseñarnos los tesoros de su revelación, para indicarnos la forma de la sabiduría, esa Háqiqa que nos procura el discernimiento y el sentido trascendental. Y así, con ocasión de una actitud ascética del a causa de un problema matrimonial, le dice a éste:

“¡Oh nabí! ¿Por qué, para complacer a alguna de tus esposas, te prohibes algo que Allah te ha hecho lícito? Pero Allah es indulgente, dispensador de gracia: Allah os ha ordenado ya la anulación y expiación de aquellos juramentos vuestros contrarios a la rectitud: pues, Allah es vuestro Señor Supremo, y sólo Él es omnisciente, realmente sabio."

(Surat 66 At Tahrim, la prohibición, aya 1-2)

Existen diversas opiniones acerca del por qué, durante el período de Medina, el Profeta, la paz sea con él, expresó contundentemente que durante un mes no mantendría relaciones sexuales con ninguna de sus esposas. Parece ser, según narran algunos hadices, que el profeta tomó esta decisión a raíz de un episodio de celos que se produjo entre sus mujeres. Con este aya, el Qur’an nos aclara que es desde todo punto inadmisible para todos los seres humanos, incluido el propio profeta, considerar haram o evitar aquello que Allah ha hecho halal, aunque sea por un deseo de complacer a otras personas.

Así también el Qur’án vuelve a situarnos ante el hecho de que el Profeta, la paz sea con él, aún siendo el mejor de entre todos, es un ser humano como nosotros, un ser humano con sentimientos y emociones, que no está por supuesto libre de cometer errores. Con la interesante salvedad de que cuando el profeta se equivoca, Allah se lo hace ver a través de la revelación. De la misma manera el Qur’an ha de servirnos para hacernos ver nuestro errores, y la sunna del mensajero, la paz sea con él, nos sirve para el mismo propósito. Los errores de Muhámmad son siempre un motivo para la reflexión y la comprensión de nuestros propios errores, porque al fin y al cabo, Muhámmad y nosotros somos humanos, y los signos que Allah traza en Su Qur’an están vivos exclusivamente para nosotros.

Muhámmad es un ser humano enviado a los seres humanos.

Allahumma: haznos más humanos, reconcilianos con lo más humano de nosotros, con nuestro Muhámmad, para que así podamos recibir Tu mensaje.

Danos la Sabiduría del Qur’an, para hacernos más conscientes de Ti

Para que recordemos y podamos vivir nuestra verdadera condición y nuestro verdadero destino

Para que ese recuerdo no nos vuelva infelices.

Amin.

2.

Muchos de los problemas que hoy vive la Ummah proceden de una perversión de la revelación, de esa tendencia humana que trata de adaptar lo único real a lo único imperdonable, a la inconsciencia, al shirk, a la cultura, a la biografía o al setimentalismo, en forma de leyes inamovibles y complejas que tratan de someter a Quien verdaderamente nos crea en el sometimiento.

“¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! No pregun­téis acerca de asuntos que si se os hicieran manifiestos en forma de leyes, os causarían dificultad; pues, si preguntáis acerca de ellos mientras el Qur’an está siendo revelado podrían en verdad hacérseos manifiestos como leyes. Allah os ha eximido de toda obligación a este respecto: pues Allah es indulgente, benigno. Ya otras gentes anteriores a vosotros hicieron preguntas como esas, y de resultas de ello acabaron por negar la verdad.”

(Sura 5 al maida, el ágape, 101,102)

Todo ello nos indica que debemos evitar deducir leyes más allá de lo que establecen el Qur’an y la Sunnah del profeta, pues ello añadiría unas dificultades que Allah no quiere para nosotros. Si lo hubiese querido lo hubiera explicitado como ha explicitado aquello que es claramente halal o haram, aquello que nos lleva o nos distancia del camino trascendental.

Muchos ulemas han llegado a la conclusión de que la Shariah está exclusivamente formada por aquellos preceptos que se hallan claramente definidos en el Qur’an y en la Sunnah del Profeta, y cuyo sentido es claro, obvio y unívoco, es decir, que no deja lugar para las dudas o para las interpretaciones. ¿Qué necesidad tenemos los seres humanos de complicarnos la vida en este mundo.

Así pues no nos está permitido ampliar y precisar las leyes y prohibiciones según nuestras interpretaciones y opiniones personales, según nuestras necesidades culturales, porque la Shariah tiene una naturaleza divina. No es una ley humana para el ser humano sino una ley divina que Allah nos regala como misericordia para que transitemos por cualquier mundo donde las palabras alcancen a nuestros corazones.

Esto no quiere decir que no podamos establecer acuerdos y aplicaciones de la Shariah según el momento y el tiempo en que vivimos. Precisamente es todo lo contrario. Nos afirmamos en lo que es obvio, claro y unívoco, dahir, sin cuestionarlo, y aceptamos también las sugerencias de la revelación, de las cuales está llena el Qurán, para abrir las puertas de la convivencia islámica en un mundo en constante y profunda transformación.

De ahí la necesidad del ïytihad en aquellos aspectos en que nuestra sociedad y nuestro tiempo difieren de otros momentos y lugares donde ha arraigado la revelación. Aunque el corazón humano esté siempre constituido de la misma manera, las maqamat de la humanidad marcan el camino de regreso a Allah, de vuelta hacia la realidad, y la Realidad no tiene partes. Este consenso que los musulmanes podemos adquirir no tendrá nunca el carácter obligatorio de la Shariah, por lo que, considerar haram o condenable, o punible aquello que no está claramente explicitado en el Qur’an, es en sí mismo haram, como nos ha aclarado Allah en diversos ayat de Su Libro Inmenso y Generoso.

Con respecto a esto, hay un hadiz transmitido por Abu Huraira y recogido por Muslim, que nos aclara la situación. Según este hadiz, el Profeta, la paz sea con él, dijo en una de sus jutbas:

"¡Oh mi gente! Allah os ha prescrito el Hayy, por tanto, realizadlo." Entonces alguien preguntó: "¿Todos los años, Oh Rasululah?". Entonces el Profeta permaneció callado y el hombre repitió dos veces su pregunta. Después, el Profeta dijo: "Si hubiera dicho que sí, se os habría hecho obligatorio realizar la peregrinación todos los años, y esto habría sido superior a vuestras fuerzas. No me preguntéis acerca de cosas que dejo sin decir: pues, ciertamente, antes de vosotros hubo gentes que se hundieron en la perdición por haber hecho demasiadas preguntas a sus profetas y discrepar luego acerca de sus enseñanzas. Así pues, si os ordeno algo, hacedlo en la medida de vuestra capacidad; y si os prohibo algo, absteneos de ello."

Según Ibn Hasm esta afirmación del profeta "Abarca todos los principios de la Shariah, del primero hasta el último, o sea que aquello que el Profeta no ha ordenado ni prohibido está permitido (mubah), o sea que no está prohibido ni es obligatorio; lo que ordenó hacer es obligatorio (fard), y lo que prohibió está prohibido (haram); y lo que nos ordenó hacer es vinculante para nosotros sólo en la medida de nuestra capacidad"

(Muhalla I, 64)

Al dejar ciertos temas sin explicitar ni desarrollar, Allah nos sitúa en nuestra condición de seres libres, dotados de razón, capaces de discernir. Esta es la base coránica que avala el ïytihad y la expresión de la Sunnah que lo sustenta. Por ello decimos y reconocemos que Allah nos crea libres, con la capacidad de decidir sobre muchas cuestiones que afectan a nuestra forma de vivir.

Esta tendencia a complicar la Shariah es la que hizo que muchos pueblos acabaran abandonando su din. Este peligro también se cierne hoy sobre muchas comunidades de musulmanes, que han llegado a constituir legislaciones supuestamente islámicas muy complejas, casi imposibles de cumplir, y que hace que se produzca inevitablemente una doble moral, hecho en sí mismo contradictorio con la forma islámica de vivir.

Por todas estas razones que nos da Allah en el Qur’an, nosotros, los nuevos musulmanes que hemos encontrado en el islam esa forma fácil y grata de vivir una vida completa, equilibrada, equidistante de nuestras necesidades materiales y espirituales, hemos de saber fundamentar nuestra críticas de la innovación porque además tenemos la obligación de hacerlo, aunque ello nos suponga un enfrentamiento formal y doctrinal con aquellos otros creyentes que han heredado una shariah complicada por los avatares de su historia, una ley adaptada a las necesidades culturales e intelectuales de unas comunidades que, por eso mismo, hoy se encuentran en franca decadencia.

Esta complicación de la que nos previene el Qur’an es la que ha llevado y hoy lleva a muchos musulmanes, a muchas comunidades y pueblos a abandonar la Shariah trascendental y divina, a sustituirla por una ley mestiza y difícil de cumplir que trata patéticamente de amalgamar los intereses meramente formales, culturales o nacionales con aquellos que son genuinamente islámicos, con aquellos que nos llevan a la vía del sometimiento a Allah, a través de Su revelación y de Sus Mensajeros.

Allahumma: dános seguridad y certeza, yaquín, en aquello que claramente nos señala el Qur’an.

Líbranos del miedo y la inseguridad a expresarnos como verdaderos musulmanes.

Ayúdanos a los musulmanes a recobrar el sentido de Tu Revelación.

Abre el Qur’an a la humanidad contemporánea.

Amin.



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