La izquierda sionista de Israel
La izquierda sionista de Israel
Por: Daniel Salgar Antolínez
Dario Teitelbaum es el representante para América Latina de Hashomer Hatzair, un movimiento judío sionista y socialista fundado en 1913 en Polonia. También es secretario general de la Unión Mundial del Meretz, el principal partido de la izquierda israelí. Habla desde su perspectiva sobre el proceso de paz que se desarrolla entre Israel y Palestina.
¿Qué es el Meretz?
Meretz es la izquierda sionista israelí. Dentro del espectro de la izquierda israelí, es la parte que define el relacionamiento con el sionismo basándose en los principios de dos estados para dos pueblos, pero centrándose a la vez en la necesidad de la existencia de un Estado judío democrático al lado de un Estado palestino. Tradicionalmente, el Meretz en realidad es una transformación de partidos de izquierda sionistas que derivan del movimiento juvenil Hashomer Hatzair, un movimiento juvenil sionista de izquierda, y del movimiento kibbutziano, que en realidad fue el que empezó con lo que podemos llamar la izquierda en Israel.
¿Cómo comprenden el sionismo?
Nuestra comprensión está basada en el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Nuestro sionismo, que se nutre del derecho de autodeterminación del pueblo judío, corroborado por las Naciones Unidas en la decisión de la partición de 1947, es exactamente el mismo derecho que tienen los palestinos 65 años más tarde para merecer su propio Estado con todas las condiciones necesarias para asegurar la paz y la tranquilidad de todos los habitantes israelíes.
Cuando estoy hablando de un Estado judío y democrático, estoy hablando de un Estado cuyo carácter judío está sostenido por la mayoría democrática por un lado, pero por el otro en el cual los habitantes y ciudadanos no judíos gozan no solamente de las plenas responsabilidades y plenos derechos que otorga la democracia, sino que se les toma en cuenta especialmente al ser minoría étnica.
La multitud de etnias, religiones y minorías que hay en Israel, ¿están representadas en la democracia israelí?
Básicamente sí.
El sistema gubernamental israelí está basado en un sistema legislativo que se llama la Knesset, el parlamento israelí, que tiene 120 bancas.
Paralelamente a eso está el poder ejecutivo formado por una coalición de gobierno, básicamente podríamos decir que todas las diferentes voces de la sociedad israelí están representadas dentro del parlamento, teniendo en cuenta que estamos hablando de un parlamento dividido en cuatro factores centrales: la extrema derecha y los religiosos nacionalistas, la derecha neoliberal, una clase de centro pro-paz, pero aun neoliberal en su concepción económica, y una izquierda desde los partidos árabes y hasta Meretz, que es la margen izquierda sionista dentro del espectro.
Dentro de esa distribución de partidos, ¿qué tanta influencia tienen las fuerzas ultra ortodoxas que promueven la construcción de asentamientos en Palestina?
Yo lo presentaría de otra manera, porque conceptualmente la realidad es un poco diferente. Las corrientes nacionalistas extremas son aquellas que apoyan no solo la continuación de la colonización en Judea y Samaria, sino también su desarrollo.
Pero no son los ultra ortodoxos, que son básicamente poblaciones ultra ortodoxas en su concepción pero no necesariamente ultranacionalistas en su concepción política. Quienes apoyan la colonización son, por un lado, unas corrientes mesiánicas que están en el centro de lo que nosotros llamamos la derecha visceral, y alrededor de ellas la derecha política, los religiosos nacionalistas, y se pueden agregar en este sentido todos los colonos, que más o menos ascienden a 400 mil almas en Judea y Samaria, donde no conviven de la mejor manera posible con alrededor de dos millones de palestinos que viven en Cisjordania.
¿Esas fuerzas ultranacionalistas son las dominantes ahora en el gobierno?
No necesariamente.
El gobierno israelí abrió una rueda de negociaciones con los palestinos, con el auspicio de Estados Unidos y la Unión Europea, y a pesar de que el gobierno actual es de derecha extrema, derecha y centro-derecha, no se han pusieron obstáculos al comienzo de las negociaciones.
No obstante esto, cuando se llegue a la situación en la que se tengan que tomar decisiones, es previsible que haya un cambio de gobierno o que haya una coalición diferente que puede impulsar esos posibles acuerdos.
¿Cuál es la posición oficial del Meretz frente al programa de asentamientos israelí?
Hace poco se cumplieron 20 años de los acuerdos de Oslo que se firmaron con los palestinos, en los que se reconoció por primera vez a la Organización para la Liberación Palestina (OLP) como representate legítimo del pueblo palestino y se dio la oportunidad de crear la Autoridad Nacional Palestina, entre otras cosas.
Meretz fue muy central en ese acuerdo que fue librado por Shimon Pérez y por Isaac Rabin –el primer ministro que fue asesinado por un terrorista judío en 1995-. En ese momento Meretz logró imponer, con 12 escaños en el parlamento, su filosofía de vida respecto al conflicto, que es básicamente el reconocimiento del derecho absoluto de autodeterminación del pueblo palestino, el regreso a líneas defendibles del año 67, con los cambios territoriales necesarios para poder expresar los cambios demográficos, una relación económica profunda entre Israel y el Estado palestino, y por otro lado una demanda a los palestinos de declarar el cese del conflicto y cambiar algunos parámetros dentro de su educación -porque su educación actualmente no podríamos llamarla pro paz-, que el Estado palestino sea desarmado a nivel de ejército, para que otorgue la tranquilidad a Israel de que no va a estar en riesgo. Esta es la posición que sostiene Meretz hace muchísimos años.
En cierta manera, cuando se rompieron los acuerdos después del asesinato de Rabin y el fracaso de los tratados de Camp David entre Yasser Arafat y Ehud Barak, también en ese momento el Meretz estuvo en el centro de otra movilización frente al proceso de paz que se llamó los acuerdos de Ginebra, del diálogo entre israelíes y palestinos, y se incluyó por primera vez en un documento oficial la posibilidad de un intercambio territorial, sabiendo que había un punto neurálgico que es Jerusalén.
Evidentemente, Jerusalén es una ciudad unificada desde lo afectivo para el pueblo judío, el pueblo judío la ve como una ciudad entera, pero de todas maneras políticamente hay que encontrar un camino a una soberanía mixta israelí-palestina, o a una posible división entre Israel y Palestina, porque la realidad es que la ciudad a nivel afectivo, simbólico y religioso, es indivisible.
El embajador israelí en Colombia decía que una de las exigencias de Israel en el proceso de paz es ser reconocido como Estado judío, pero en ese país hay una multitud de etnias y religiones. ¿Qué implicaría que Israel sea reconocido como Estado judío?
Primero, lo que la democracia dice hoy es que Israel es un Estado judío democrático, en el cual se tratan de reducir de la mejor manera las posibles contradicciones que existen en el terreno. Nosotros no necesitamos reconocimiento de nadie para ser un Estado judío. Por supuesto que Israel va a seguir siendo un Estado judío y democrático en tanto finalice con la ocupación en Judea y Samaria y no ponga en riesgo a nivel demográfico su soberanía democrática. Es justamente esta situación de ocupación la que nos pone en un conflicto que nos lleva a tener, por un lado, ciudadanos de segunda clase en Judea y Samaria, que no gocen de derechos políticos.
Esta situación también nos podría llevar a largo plazo a que, si se dan derechos civiles democráticos a todo el mundo, se pierda el carácter judío de Israel, que es necesario para el pueblo judío, que después de 2000 años de cierta manera logró ubicarse en un lugar propio y desarrollarse. La mesa de negociaciones nos quiere llevar a que se analicen todos los pros y los contras y se llegue a un acuerdo de paz que divida a esta tierra para las dos naciones, y que podamos pasar de este estado bélico de facto en el que vivimos a uno más tranquilo, esperando que los vecinos –ahora hay conflictos en Egipto y Siria- se estabilicen.
La posición oficial del gobierno israelí es que la prioridad para avanzar en el proceso no debe ser desmantelar los asentamientos, sino garantizar la seguridad. ¿Desde la comprensión del Meretz la prioridad es acabar con la ocupación?
Llegar a un acuerdo que incluye finalizar con la ocupación y asimismo finalizar con las demandas palestinas. No hablamos de algo unilateral sino de una negociación que tiene que incluir varios factores: refugiados, agua, tierra, cultura, educación. Estamos hablando de algo complejo. Un acuerdo de paz que se firme no va a ser el fin del proceso, sino el principio de un proceso en el que cada zona se pueda ver beneficiada.
Nosotros no hablamos ni siquiera de Gaza. Gaza está en manos de terroristas de Hamás. Soy miembro de un kibutz en el sur a 11 km de la Franja de Gaza.
La situación de la población de Gaza es que son cautivos de un régimen terrorista y la razón por la que están tan bloqueados reside en que son muy peligrosos para la población israelí que está alrededor de ellos. Pero también para Gaza se necesita una solución. Solución que fue negada por los propios palestinos y los egipcios en el pasado.
Usted habla usando el término ocupación. Muchos de los partidos ultranacionalistas no usan ese término por la resonancia que tiene en el derecho internacional. Además del Meretz, ¿Qué otros partidos hablan de ocupación israelí en Palestina?
Básicamente los partidos árabes-israelíes y algunas franjas intelectuales dentro de Israel.
Ahora, es complejo el asunto, cuando estamos hablando de la nación, de la patria, de la tierra, etc, estamos hablando de zonas que no son extrañas a la sensación de pertenencia del pueblo judío.
La sensación pertenencia del pueblo judío para la ciudad palestina de Hebrón, como la ciudad de Nablus, no es menor que su sensación con ciudades nuevas en Israel como Tel Aviv o Haifa, pero de todas maneras no estamos hablando de ejercer un derecho bíblico y eso es lo que hace la gran diferencia.
Yo sí hablo de ocupación, primero que todo porque hasta 1947, que se determinó la partición, no era clara la división de esta tierra. En 1949, cuando se determinó el armisticio, más o menos se definió el mapa, y en 1967 en la Guerra de los Seis días Israel ocupó esas zonas, no solo en el sentido del territorio sino también en el de poblaciones. Hablamos de una población palestina en su gran mayoría refugiada, por eso no lo digo por extremizar mi discurso, pero sí uso la palabra ocupación, que es pertinente al tema.
Por el otro lado, debo decir que los palestinos no han perdido una oportunidad de perder oportunidades, en ese sentido esperemos que las negociaciones se estén abriendo ahora con un realismo político mayor por parte del liderazgo renovado de la ANP. Esperemos que sea un diálogo más realista, porque ellos también tienen que renunciar a sueños.
Yo uso este cliché: para que los dos pueblos puedan dormir en paz van a tener que renunciar a parte de sus sueños. Creo que el sueño al que los palestinos tendrán que renunciar es lo que ellos llaman el derecho al retorno. El derecho al retorno transforma el conflicto irresuelto. El pensamiento de que alguien tenga las llaves una casa en Haifa y las muestre, puede ser un buen símbolo para explicar su punto, pero en la real política no se va a dar el retorno.
Parece un gesto muy ambiguo que por un lado el gobierno israelí libere presos palestinos y por el otro impulse más asentamientos ilegales. ¿Cómo debemos entender ese gesto de Netanyahu?
Netanyahu está en su tercera administración como primer ministro y debe estar ante la disyuntiva de seguir siendo un político o transformarse en un estadista.
Serían tres personas que han estado ante esa disyuntiva: Menagen Benim, quien hizo el acuerdo de paz con Egipto renunciando a la península del Sinaí hasta el último grano de arena. Isaac Rabin, quien a pesar de haber sido comandante en jefe del ejército en la guerra de 1967 y ser considerado un halcón, llegó el momento en el que dijo que la única manera de solucionar los problemas de la sociedad israelí, es por medio de negociaciones con la OLP.
El tercero fue Ariel Sharon, que ante la imposibilidad de manejar un diálogo se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza, hoy no hay un solo judío en la Franja de Gaza. Creo que Netanyahu está ante esa disyuntiva de seguir siendo el político israelí que logró estirar el tiempo de tal manera que no ocurra nada, o transformarse en un estadista y pasar a la historia como la persona que llevó al estado de Israel a un acuerdo. Ese va a ser el juicio de la historia para Netanyahu.
Me parece que las negociaciones son sinceras.
El Meretz ha declarado que somos oposición en las políticas económicas, en las políticas que impulsan la ocupación, somos oposición a la situación de asentamientos, a que hayan barreras, a que hayan leyes no necesariamente democráticas en Israel, pero respecto al tema de la paz siempre vamos a estar a favor y a apoyar a Netanyahu o cualquier otro régimen que nos lleve por ese camino.
Por: Daniel Salgar Antolínez
Dario Teitelbaum es el representante para América Latina de Hashomer Hatzair, un movimiento judío sionista y socialista fundado en 1913 en Polonia. También es secretario general de la Unión Mundial del Meretz, el principal partido de la izquierda israelí. Habla desde su perspectiva sobre el proceso de paz que se desarrolla entre Israel y Palestina.
¿Qué es el Meretz?
Meretz es la izquierda sionista israelí. Dentro del espectro de la izquierda israelí, es la parte que define el relacionamiento con el sionismo basándose en los principios de dos estados para dos pueblos, pero centrándose a la vez en la necesidad de la existencia de un Estado judío democrático al lado de un Estado palestino. Tradicionalmente, el Meretz en realidad es una transformación de partidos de izquierda sionistas que derivan del movimiento juvenil Hashomer Hatzair, un movimiento juvenil sionista de izquierda, y del movimiento kibbutziano, que en realidad fue el que empezó con lo que podemos llamar la izquierda en Israel.
¿Cómo comprenden el sionismo?
Nuestra comprensión está basada en el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Nuestro sionismo, que se nutre del derecho de autodeterminación del pueblo judío, corroborado por las Naciones Unidas en la decisión de la partición de 1947, es exactamente el mismo derecho que tienen los palestinos 65 años más tarde para merecer su propio Estado con todas las condiciones necesarias para asegurar la paz y la tranquilidad de todos los habitantes israelíes.
Cuando estoy hablando de un Estado judío y democrático, estoy hablando de un Estado cuyo carácter judío está sostenido por la mayoría democrática por un lado, pero por el otro en el cual los habitantes y ciudadanos no judíos gozan no solamente de las plenas responsabilidades y plenos derechos que otorga la democracia, sino que se les toma en cuenta especialmente al ser minoría étnica.
La multitud de etnias, religiones y minorías que hay en Israel, ¿están representadas en la democracia israelí?
Básicamente sí.
El sistema gubernamental israelí está basado en un sistema legislativo que se llama la Knesset, el parlamento israelí, que tiene 120 bancas.
Paralelamente a eso está el poder ejecutivo formado por una coalición de gobierno, básicamente podríamos decir que todas las diferentes voces de la sociedad israelí están representadas dentro del parlamento, teniendo en cuenta que estamos hablando de un parlamento dividido en cuatro factores centrales: la extrema derecha y los religiosos nacionalistas, la derecha neoliberal, una clase de centro pro-paz, pero aun neoliberal en su concepción económica, y una izquierda desde los partidos árabes y hasta Meretz, que es la margen izquierda sionista dentro del espectro.
Dentro de esa distribución de partidos, ¿qué tanta influencia tienen las fuerzas ultra ortodoxas que promueven la construcción de asentamientos en Palestina?
Yo lo presentaría de otra manera, porque conceptualmente la realidad es un poco diferente. Las corrientes nacionalistas extremas son aquellas que apoyan no solo la continuación de la colonización en Judea y Samaria, sino también su desarrollo.
Pero no son los ultra ortodoxos, que son básicamente poblaciones ultra ortodoxas en su concepción pero no necesariamente ultranacionalistas en su concepción política. Quienes apoyan la colonización son, por un lado, unas corrientes mesiánicas que están en el centro de lo que nosotros llamamos la derecha visceral, y alrededor de ellas la derecha política, los religiosos nacionalistas, y se pueden agregar en este sentido todos los colonos, que más o menos ascienden a 400 mil almas en Judea y Samaria, donde no conviven de la mejor manera posible con alrededor de dos millones de palestinos que viven en Cisjordania.
¿Esas fuerzas ultranacionalistas son las dominantes ahora en el gobierno?
No necesariamente.
El gobierno israelí abrió una rueda de negociaciones con los palestinos, con el auspicio de Estados Unidos y la Unión Europea, y a pesar de que el gobierno actual es de derecha extrema, derecha y centro-derecha, no se han pusieron obstáculos al comienzo de las negociaciones.
No obstante esto, cuando se llegue a la situación en la que se tengan que tomar decisiones, es previsible que haya un cambio de gobierno o que haya una coalición diferente que puede impulsar esos posibles acuerdos.
¿Cuál es la posición oficial del Meretz frente al programa de asentamientos israelí?
Hace poco se cumplieron 20 años de los acuerdos de Oslo que se firmaron con los palestinos, en los que se reconoció por primera vez a la Organización para la Liberación Palestina (OLP) como representate legítimo del pueblo palestino y se dio la oportunidad de crear la Autoridad Nacional Palestina, entre otras cosas.
Meretz fue muy central en ese acuerdo que fue librado por Shimon Pérez y por Isaac Rabin –el primer ministro que fue asesinado por un terrorista judío en 1995-. En ese momento Meretz logró imponer, con 12 escaños en el parlamento, su filosofía de vida respecto al conflicto, que es básicamente el reconocimiento del derecho absoluto de autodeterminación del pueblo palestino, el regreso a líneas defendibles del año 67, con los cambios territoriales necesarios para poder expresar los cambios demográficos, una relación económica profunda entre Israel y el Estado palestino, y por otro lado una demanda a los palestinos de declarar el cese del conflicto y cambiar algunos parámetros dentro de su educación -porque su educación actualmente no podríamos llamarla pro paz-, que el Estado palestino sea desarmado a nivel de ejército, para que otorgue la tranquilidad a Israel de que no va a estar en riesgo. Esta es la posición que sostiene Meretz hace muchísimos años.
En cierta manera, cuando se rompieron los acuerdos después del asesinato de Rabin y el fracaso de los tratados de Camp David entre Yasser Arafat y Ehud Barak, también en ese momento el Meretz estuvo en el centro de otra movilización frente al proceso de paz que se llamó los acuerdos de Ginebra, del diálogo entre israelíes y palestinos, y se incluyó por primera vez en un documento oficial la posibilidad de un intercambio territorial, sabiendo que había un punto neurálgico que es Jerusalén.
Evidentemente, Jerusalén es una ciudad unificada desde lo afectivo para el pueblo judío, el pueblo judío la ve como una ciudad entera, pero de todas maneras políticamente hay que encontrar un camino a una soberanía mixta israelí-palestina, o a una posible división entre Israel y Palestina, porque la realidad es que la ciudad a nivel afectivo, simbólico y religioso, es indivisible.
El embajador israelí en Colombia decía que una de las exigencias de Israel en el proceso de paz es ser reconocido como Estado judío, pero en ese país hay una multitud de etnias y religiones. ¿Qué implicaría que Israel sea reconocido como Estado judío?
Primero, lo que la democracia dice hoy es que Israel es un Estado judío democrático, en el cual se tratan de reducir de la mejor manera las posibles contradicciones que existen en el terreno. Nosotros no necesitamos reconocimiento de nadie para ser un Estado judío. Por supuesto que Israel va a seguir siendo un Estado judío y democrático en tanto finalice con la ocupación en Judea y Samaria y no ponga en riesgo a nivel demográfico su soberanía democrática. Es justamente esta situación de ocupación la que nos pone en un conflicto que nos lleva a tener, por un lado, ciudadanos de segunda clase en Judea y Samaria, que no gocen de derechos políticos.
Esta situación también nos podría llevar a largo plazo a que, si se dan derechos civiles democráticos a todo el mundo, se pierda el carácter judío de Israel, que es necesario para el pueblo judío, que después de 2000 años de cierta manera logró ubicarse en un lugar propio y desarrollarse. La mesa de negociaciones nos quiere llevar a que se analicen todos los pros y los contras y se llegue a un acuerdo de paz que divida a esta tierra para las dos naciones, y que podamos pasar de este estado bélico de facto en el que vivimos a uno más tranquilo, esperando que los vecinos –ahora hay conflictos en Egipto y Siria- se estabilicen.
La posición oficial del gobierno israelí es que la prioridad para avanzar en el proceso no debe ser desmantelar los asentamientos, sino garantizar la seguridad. ¿Desde la comprensión del Meretz la prioridad es acabar con la ocupación?
Llegar a un acuerdo que incluye finalizar con la ocupación y asimismo finalizar con las demandas palestinas. No hablamos de algo unilateral sino de una negociación que tiene que incluir varios factores: refugiados, agua, tierra, cultura, educación. Estamos hablando de algo complejo. Un acuerdo de paz que se firme no va a ser el fin del proceso, sino el principio de un proceso en el que cada zona se pueda ver beneficiada.
Nosotros no hablamos ni siquiera de Gaza. Gaza está en manos de terroristas de Hamás. Soy miembro de un kibutz en el sur a 11 km de la Franja de Gaza.
La situación de la población de Gaza es que son cautivos de un régimen terrorista y la razón por la que están tan bloqueados reside en que son muy peligrosos para la población israelí que está alrededor de ellos. Pero también para Gaza se necesita una solución. Solución que fue negada por los propios palestinos y los egipcios en el pasado.
Usted habla usando el término ocupación. Muchos de los partidos ultranacionalistas no usan ese término por la resonancia que tiene en el derecho internacional. Además del Meretz, ¿Qué otros partidos hablan de ocupación israelí en Palestina?
Básicamente los partidos árabes-israelíes y algunas franjas intelectuales dentro de Israel.
Ahora, es complejo el asunto, cuando estamos hablando de la nación, de la patria, de la tierra, etc, estamos hablando de zonas que no son extrañas a la sensación de pertenencia del pueblo judío.
La sensación pertenencia del pueblo judío para la ciudad palestina de Hebrón, como la ciudad de Nablus, no es menor que su sensación con ciudades nuevas en Israel como Tel Aviv o Haifa, pero de todas maneras no estamos hablando de ejercer un derecho bíblico y eso es lo que hace la gran diferencia.
Yo sí hablo de ocupación, primero que todo porque hasta 1947, que se determinó la partición, no era clara la división de esta tierra. En 1949, cuando se determinó el armisticio, más o menos se definió el mapa, y en 1967 en la Guerra de los Seis días Israel ocupó esas zonas, no solo en el sentido del territorio sino también en el de poblaciones. Hablamos de una población palestina en su gran mayoría refugiada, por eso no lo digo por extremizar mi discurso, pero sí uso la palabra ocupación, que es pertinente al tema.
Por el otro lado, debo decir que los palestinos no han perdido una oportunidad de perder oportunidades, en ese sentido esperemos que las negociaciones se estén abriendo ahora con un realismo político mayor por parte del liderazgo renovado de la ANP. Esperemos que sea un diálogo más realista, porque ellos también tienen que renunciar a sueños.
Yo uso este cliché: para que los dos pueblos puedan dormir en paz van a tener que renunciar a parte de sus sueños. Creo que el sueño al que los palestinos tendrán que renunciar es lo que ellos llaman el derecho al retorno. El derecho al retorno transforma el conflicto irresuelto. El pensamiento de que alguien tenga las llaves una casa en Haifa y las muestre, puede ser un buen símbolo para explicar su punto, pero en la real política no se va a dar el retorno.
Parece un gesto muy ambiguo que por un lado el gobierno israelí libere presos palestinos y por el otro impulse más asentamientos ilegales. ¿Cómo debemos entender ese gesto de Netanyahu?
Netanyahu está en su tercera administración como primer ministro y debe estar ante la disyuntiva de seguir siendo un político o transformarse en un estadista.
Serían tres personas que han estado ante esa disyuntiva: Menagen Benim, quien hizo el acuerdo de paz con Egipto renunciando a la península del Sinaí hasta el último grano de arena. Isaac Rabin, quien a pesar de haber sido comandante en jefe del ejército en la guerra de 1967 y ser considerado un halcón, llegó el momento en el que dijo que la única manera de solucionar los problemas de la sociedad israelí, es por medio de negociaciones con la OLP.
El tercero fue Ariel Sharon, que ante la imposibilidad de manejar un diálogo se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza, hoy no hay un solo judío en la Franja de Gaza. Creo que Netanyahu está ante esa disyuntiva de seguir siendo el político israelí que logró estirar el tiempo de tal manera que no ocurra nada, o transformarse en un estadista y pasar a la historia como la persona que llevó al estado de Israel a un acuerdo. Ese va a ser el juicio de la historia para Netanyahu.
Me parece que las negociaciones son sinceras.
El Meretz ha declarado que somos oposición en las políticas económicas, en las políticas que impulsan la ocupación, somos oposición a la situación de asentamientos, a que hayan barreras, a que hayan leyes no necesariamente democráticas en Israel, pero respecto al tema de la paz siempre vamos a estar a favor y a apoyar a Netanyahu o cualquier otro régimen que nos lleve por ese camino.
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