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martes, 26 de mayo de 2015

Camp David, ¿un nuevo horizonte en los lazos entre EEUU y los países árabes?

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La participación de solo dos de los seis países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG-integrado por países árabes ribereños del Golfo Pérsico) en la reunión organizada por el presidente de EE.UU., Barack Obama, para reunirse en Camp David (su residencia vacacional), podría significar un nuevo horizonte en los lazos entre los árabes y Washington.
Obama había invitado a los jefes de Estado de los seis países árabes para que participaran en una reunión en la que se suponía que se tratarían asuntos vitales, como Yemen, el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), Siria, entre otros, pero el desplante prevaleció.
El rey saudí, Salman bin Abdulaziz Al Saud, no participó en la reunión, a pesar de que Obama había cancelado su viaje a la India para participar en el funeral de Abdulá Bin Abdelaziz Al Saud y en la ceremonia del traspaso de poder de Salman.
A su vez, el emir de Baréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, prefirió irse a ver una exhibición de caballos junto a la reina Isabel en el Reino Unido, por lo que solo Catar y Kuwait participaron a nivel de jefes de Estado.
En este artículo pretendemos analizar el porqué de ese giro político en los lazos entre los países árabes, especialmente Arabia Saudí, y EE.UU.

El presidente estadounidense, Barack Obama, durante una rueda de prensa tras su reunión con los líderes del CCG  en Camp David, en Maryland. 14 de mayo 2015

Programa Nuclear de Irán
El presidente estadounidense, al invitar a los jefes de Estados árabes ribereños del Golfo Pérsico, pretendía demostrar que, pese a un posible acuerdo entre Irán y el Grupo 5+1 (el Reino Unido, EE.UU., China, Rusia y Francia, más Alemania), la base de los lazos entre árabes y estadounidenses no cambiaría y seguiría tal como hasta el día de hoy. Por lo tanto, los países árabes, con su ausencia querían expresar su oposición a un acuerdo con Irán, el cual interpretan como una cercanía entre Teherán y Washington y el allanamiento del terreno para una mayor influencia del país persa en las ecuaciones regionales.
En este sentido, podemos referirnos a las palabras de Obama en la rueda de prensa posterior a la reunión, cuando dijo: “El objetivo de nuestras colaboraciones de seguridad no radica en mantener una enemistad a largo plazo con Irán y, tampoco, en aislarlo. Ninguno de nuestros pueblos se beneficiaría de una confrontación sin fin con Irán”.
Asimismo, en una entrevista concedida al New York Times, Obama alertó a sus aliados árabes de que las “amenazas” a que se enfrentan actualmente no provienen de Irán, sino de la ira que albergan los jóvenes dentro de sus propios territorios. Asimismo, destacó: “Las verdaderas amenazas que tienen resultan de la insatisfacción de sus propios pueblos, y junto al apoyo militar que les ofrece Estados Unidos, se debería preguntar de qué manera se podría fortalecer la vida política en esos países”.
Unas palabras que provocaron la rabia de los países árabes, como Arabia Saudí, y que interpretaron como que, desde ahora o al menos en el futuro, no podrán contar con el apoyo total de Washington para enfrentarse a Teherán.

Altos funcionarios de Irán y el G5+1, junto con la jefa de la Diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, en Lausana, Suiza. 2 de abril de 2015
Acontecimientos en Siria y Egipto
En algunas situaciones que tuvieron lugar en Oriente Medio, Arabia Saudí no contó con el apoyo que esperaba de su aliado estadounidense. Por ejemplo, cuando los movimientos populares en Egipto provocaron el derrocamiento de Hosni Mubarak, Washington se esforzó por mantener los lazos con el Gobierno de los Hermanos Musulmanes, mientras Riad no desconocía el Gobierno de Mohamad Mursi e incluso apoyó el golpe de Estado en su contra.
Además, debemos sumar la negativa de Washington al plan saudí de lanzar un ataque militar directo contra Siria, aunque el país árabe había declarado que correría con todos los gastos del plan. Riad, para demostrar su rechazo a los planes estadounidenses en Oriente Medio, renunció a ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), y tampoco participó en la 68.ª Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU).
Cambios en Oriente Medio
Quizás este cambio que se ve en los lazos de los países árabes, concretamente los saudíes, y EE.UU. se deba al cambio en la política exterior de sus líderes.
El mapa político de Oriente Medio está cambiando, y algunos de los países árabes, entre ellos Catar y Arabia Saudí, se están esforzando por ganar más protagonismo en la región.
Arabia Saudí, durante el año pasado, experimentó un aumento del 54 por ciento en la compra de armas, y se estima que, en 2015, tenga otra subida de un 52 % para alcanzar los 9800 millones de dólares; de esta forma, con sus petrodólares, mantiene su control en los acontecimientos que se están registrando desde Egipto a Siria.
Además, Riad busca tener acceso a la energía nuclear, la cual, según sus movilizaciones en la región, no parece que se base en fines pacíficos. Ahora con su rechazo a la invitación de EE.UU., su renuncia a ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, y su ausencia en la Asamblea General de ese organismo, quiere demostrar que ya no depende tanto de sus aliados y quiere actuar de forma independiente, algo que no le ha sentado muy bien a Washington.
Por un lado, la decisión de EE.UU. de reanudar los lazos con Irán podría enviar una advertencia a las movilizaciones de los países árabes para que no olviden su dependencia de sus aliados y que, en cualquier momento, pueden quedarse solos. Por otro, la ausencia de Riad y Abu Dabi, en la reunión de Camp David, se puede interpretar como una respuesta a la nueva actitud de Washington en la región, para decir que ya no necesitan su apoyo. Por esta razón, esta situación podría considerarse como un punto de inflexión inminente en las relaciones entre los países árabes, especialmente Arabia Saudí, y EE.UU., que podrían verse afectadas, si se materializa la cercanía entre Teherán y Washington.
Por Rasoul Goudarzi

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