Una perspectiva islámica sobre la paz y la no violencia
27/03/2006 - Autor: Zeki Saritoprak - Fuente: Traducción: Yusuf Fernández
El Islam, como la palabra sugiere, tiene connotaciones de paz y sumisión. El Profeta Muhammad, en su descripción de los musulmanes, dice: “Un musulmán es aquel de cuya lengua y manos están a salvo sus hermanos en la fe.”
Los valores que se hallan en el mismo núcleo del Islam constituyen el fundamento de la acción no violenta en la tradición. Uno de los principios más importantes de la no violencia en el Islam está contenido en el conocido dicho del Profeta “La dharar wa la dhirar,” que puede ser traducido como “no hagas daño y no recibirás daño” .
En su vida personal, el Profeta fue un ejemplo viviente de paz y no violencia. Nunca se le atribuyó una violencia física ni verbal. En sus enseñanzas, él prohibió ejercer la violencia contra todas las criaturas. Aunque se defendió cuando sus seguidores y él mismo fueron atacados, hizo que la paz dominara tan pronto como fue posible, incluso a riesgo de su propia vida. Un ejemplo de esto es el Tratado de Hudaybiyyah, que tuvo un gran impacto en la relación del Profeta con los idólatras. El Profeta aceptó las duras condiciones de sus adversarios con el fin de lograr la paz. Al aceptar desarmarse para entrar en la ciudad de Meca, se colocó a él mismo y sus seguidores en una situación de grave riesgo, pero lo hizo para que todos ellos pudieran llevar a cabo la peregrinación de forma pacífica. En este sentido, la acción del Profeta fue un gran ejemplo de resistencia no violenta a la opresión de la élite de Meca.
Aunque el mensaje que transmitió no prohibía la utilización de la fuerza cuando era preciso, él nunca consideró este punto como un aspecto esencial del mismo. El verso coránico “La reconciliación es mejor” (4:128) constituye el fundamento de este mensaje. Este verso hace referencia, en primer lugar, a las disputas familiares. Sin embargo, la terminología utilizada sugiere que la reconciliación es superior en todos los órdenes de la vida. Así pues, siempre que la paz era posible, el Profeta alentó todas las acciones dirigidas a lograrla. Incluso en medio de la guerra, “si (los enemigos) se inclinan a la paz, inclínate tú también, y confía en Dios” (8:61). Otro verso coránico pide al Profeta y sus seguidores que resuelvan sus disputas mediante medios pacíficos. “Manteneos, pues, conscientes de Dios y haced la paz entre vosotros.” (8:1). Un verso similar señala que “si dos grupos de creyentes luchan entre sí, reconciliadles” (49:9). El Profeta abordó también los temas de la paz y la tolerancia en lo que respecta a las relaciones entre individuos. De hecho, el recopilador de hadices Al Bujari dedicó todo un libro de su colección a los dichos del Profeta sobre la paz.
La paz y la no violencia van de la mano. La no violencia es un paso importante en el proceso hacia la consecución de la paz. El Corán describe la eterna morada de los creyentes en la otra vida como “dar al salaam”(la casa de la paz). “Dios invita (al hombre) a la morada de paz” (10:25). El saludo entre la gente del Paraíso es “Paz” o “Salaam” (10:10). En la otra vida, cuando los ángeles saluden a la Gente del Paraíso dirán “¡La paz sea con vosotros, porque habéis perseverado!” (13:24). A la gente virtuosa se le dirá: “¡Entrad aquí en paz y seguros para siempre!” (15:46). La paz es vista como un atributo de los creyentes, así como un atributo de Dios: “No oirán allí conversaciones vanas, ni incitación al pecado, sino nuevas de paz y firmeza espiritual”. (56:26). Ésta es una referencia a la pureza y armonía eternas de los creyentes. Asimismo, la paz -“As Salam”- es uno de los más hermosos nombres de Dios. Para imitar a Dios, los musulmanes deben ser pacíficos. Como principio básico, el objetivo del Islam es hacer de este mundo un lugar donde la paz prevalezca y todas las criaturas estén protegidas pacíficamente con el fin de acercar a los seres humanos a Dios y uno de Sus nombres: As Salam.
Como he mencionado antes brevemente, los primeros musulmanes sufrieron una fuerte persecución a manos de los idólatras en Meca. Sin embargo, el Profeta no permitió durante un largo tiempo que sus seguidores se vengaran o utilizaran la fuerza, ni siquiera como forma de autodefensa, a pesar de la constante presión que padecían. En lugar de ello, él les pidió que mostraran paciencia ante la persecución, lo que obligó a algunos de ellos a emigrar, abandonando su entrañable ciudad de Meca, hasta Abisinia, donde hallaron paz y seguridad. El propio Profeta del Islam, junto con su amigo más apreciado, se ocultó en una cueva para escapar a la persecución desatada contra él, lo que le permitió llegar a la ciudad de Medina, adonde había sido invitado para promover un acuerdo de paz entre las conflictivas tribus árabes y judías.
Gracias al enorme valor y la posición gloriosa que ocupaba el Profeta en el seno de la sociedad de Medina, los primeros musulmanes adquirieron los medios para defenderse contra los idólatras de Meca. Sin embargo, el Profeta siempre prefirió la vía de la no violencia para responder al hostigamiento de estos últimos. Aunque Muhammad no está incluido en la lista de líderes religiosos que practicaron la no violencia durante sus vidas (como sucede con Buda y Jesús) no hay ninguna duda de que practicó la filosofía de la no violencia frente al persecución a la que hacía frente. Esto fue así hasta que la revelación coránica dio permiso a los fieles para defenderse de los agresores: “Les está permitido combatir a aquellos que son víctimas de una agresión injusta -y, ciertamente, Dios tiene en verdad poder para auxiliarles-: aquellos que han sido expulsados de sus hogares, contra todo derecho, sólo por haber dicho: “¡Nuestro Sustentador es Dios!”.” (22:39-40). Debido a este permiso logrado para defenderse por medio de la fuerza contra sus atacantes, Muhammad es conocido entre todos los profetas con el nombre de “sahih al qadib”, el portador del bastón .
Una de las narraciones del hadiz nos proporciona un ejemplo revelador de la vida de Muhammad: Un beduino se acercó al Profeta y tiró de su ropa tan violentamente que dio la impresión de que la había rasgado debido a la violencia del tirón. El beduino, un árabe del desierto dijo: “Pido que me sea concedida una parte de la fortuna que Al-lah te ha dado”, en referencia a un botín que había sido conseguido. El Profeta se volvió hacia el hombre y le sonrió sin mostrar ningún tipo de ira ni enfado y luego ordenó que se le diera una parte .
Hay que señalar aquí que el Profeta estaba tratando de resolver los problemas de una de las sociedades más salvajes de la historia. El tratar de cambiar la mentalidad y las actitudes de la gente fue la tarea más difícil que tuvo que afrontar. Los historiadores han señalado que los miembros de la sociedad del Profeta habían llegado a tal grado de dureza e insensibilidad en sus corazones que enterraban vivas a las recién nacidas, como un signo de honor tribal. El Corán, por su parte, condena severamente estas prácticas tribales (81:1). Las enseñanzas que el Profeta trajo transformaron a esas mismas personas, que cambiaron sus mentes y corazones, de tal modo que pasaron a mostrar compasión no sólo hacia todos los seres humanos, sino también hacia las criaturas más pequeñas de Dios. El Profeta no llevó a cabo este cambio por medio del uso de la fuerza. Fue, por el contrario, su mensaje pacífico y no violento el que cambio la mentalidad de su sociedad.
Mediante el método de la paz y la no violencia, Muhammad transmitió la revelación del Corán a su pueblo. Como el propio Libro dice, su misión era sólo la de “transmitir con claridad el mensaje (que le ha sido encomendado)” (5:92). De este modo, él sufrió la persecución de los habitantes de Meca con paciencia y continuó difundiendo su mensaje. Él pidió a su comunidad que mantuviera también esta actitud. El Profeta les advirtió asimismo en contra de futuras “fitnah”, o fracturas dentro de la sociedad islámica, que aparecerían posteriormente, en forma de guerras civiles, tal y como el Profeta había predicho. Un compañero preguntó: “Qué debería hacer en los momentos de tan grandes pruebas?”. El Profeta respondió: “Quédate en casa y controla tu lengua.” Durante los tiempos de las guerras civiles, la mayoría de los compañeros evitaron la fitnah y la anarquía social. De hecho, esto se convirtió más tarde en un principio de la tradición sunní del Islam frente al desorden social y la anarquía. Al Gazali (m. 1111) es conocido por haber sido un fuerte defensor de este principio , que estaría más en línea con el principio de “evitar la provocación” o “no tomar parte”, tal y como ha sido articulado por algunos eruditos de los estudios sobre la no violencia .
El Corán se refiere con frecuencia a las luchas de los profetas bíblicos, a los que presenta como ejemplos vivientes de paciencia y perseverancia. La historia coránica sobre los dos hijos de Adán, Caín y Abel, es vista por los sabios como un ejemplo claro de la no violencia dentro del Islam. Un verso del Corán se refiere a ellos diciendo: “Y relátales, como exposición de la verdad, la historia de los dos hijos de Adán - como ambos ofrecieron un sacrificio, y fue aceptado el de uno de ellos pero no el del otro. (Y Caín) dijo: “¡Ten por seguro que te mataré!”. (Abel) respondió: “Ciertamente, Dios sólo acepta de aquellos que son conscientes de Él. Aún si levantaras tu mano para matarme, yo no levantaré mi mano para matarte: en verdad, temo a Dios, el Sustentador de todos los mundos (énfasis añadido).” (5:27-28)
El Islam enseña que alguien que lleva a cabo un mal llevará sobre sí la carga de todos los males realizados como consecuencia de ese primer mal suyo. De este modo, Caín lleva sobre sí la carga de todos los asesinatos llevados a cabo en la historia, ya que él fue el primero en cometer este crimen. Así pues, las características islámicas de una persona no violenta pueden ser hallados en la personalidad de Abel, que evitó la venganza.
Habiendo quedado así establecida la adhesión del Profeta al principio de la no violencia, nos viene a la mente la cuestión de la autodefensa temporal. ¿Utilizó el Profeta la violencia para responder a la agresión de sus enemigos? No hay duda de que el Profeta utilizó la fuerza como un medio de autodefensa cuando él y sus seguidores fueron atacados y no tenían otra forma de frenar a los idólatras de Meca. En este sentido, el Corán precisa: “Pero (recordad que un intento de) resarcirse de un mal puede convertirse, a su vez, en otro mal: así pues, quien perdone (a su enemigo) y haga las paces (con él), su recompensa será asunto de Dios, pues, ciertamente, Él no ama a los malhechores.” (42:40).
Aunque el Profeta se defendió de sus atacantes, frecuentemente practicó también el perdón. Su misericordia y perdón se extendieron incluso a sus enemigos. Se menciona en la colección de hadices que en la batalla de Gatfan y Anmar, el valeroso jefe de una tribu llamada Gauras se acercó maliciosamente al Profeta y, sujetando su espada por encima de la cabeza de éste, preguntó: “¿Quién te salvará de mí?”. El Profeta respondió: “Al-lah” y rezó: “¡Oh Al-lah! Ayúdame contra él.” En ese mismo momento, Guras fue derribado por un misterioso golpe que recibió entre los hombros y su espada se le cayó de la mano. El Profeta cogió la espada y le preguntó: “Y ahora, ¿quién te salvará de mí?”. El Profeta, sin embargo, le perdonó y le permitió que regresara a su tribu. Su gente se sorprendió al ver que un hombre tan valeroso no había podido hacer nada contra el Profeta. Ellos le preguntaron: “¿Qué te ocurrió? ¿Por qué no pudiste hacer nada?”. Él les contó lo que había ocurrido y añadió: “Vengo ahora de la presencia del mejor de los hombres” .
Los musulmanes son requeridos para que luchen contra la injusticia dondequiera que la encuentren. Sin embargo, esta lucha no debe producir una injusticia aún peor. Si éste fuera a ser el caso, el Corán da una alternativa: la paciencia y la oración. El Libro declara que si las personas son objeto de una persecución o de burlas, deben soportarlo con paciencia y serán recompensados por ello (23:107-111). La aseveración coránica de “Dios está con los pacientes” se ha convertido así en una fuente de insuperable fortaleza para los creyentes. De este modo, uno debería responder a la opresión practicando una resistencia activa, pero no violenta. El Profeta señala que “la mejor caridad es una palabra justa ante un rey opresor.” Esta resistencia ha de tomar una forma positiva, como señala el siguiente verso coránico: “Pero (ante lo que digan o hagan), repele el mal (que hacen) con algo mejor.” (23:96). Muchos sostienen que el Corán enseña algunos métodos de resistencia no violenta a través de los relatos sobre algunos profetas, como Moisés. Así por ejemplo, un verso coránico señala que cuando Dios pidió a Moisés y Aarón que transmitieran Su mensaje al Faraón les dijo: “Habladle en un lenguaje amable.” Este énfasis en la utilización de un lenguaje correcto durante la conversación con un tirano como el Faraón nos demuestra claramente la importancia de la no violencia en la enseñanza coránica. En la misma historia, podemos encontrar otro ejemplo de resistencia no violenta en la declaración de los magos (del Faraón), que habían recibido una amenaza del propio Faraón. Cuando ellos (impresionados por el poder que exhibió el Profeta Moisés) dijeron: “Creemos en el Dios de Moisés,” el Faraón les recriminó con fuerza y amenazó con crucificarles. Su respuesta, ante tal amenaza, fue: “¡No hemos de preferirte a ti a toda la evidencia que nos ha llegado, ni a Aquel que nos ha creado! ¡Decreta, pues, lo que vayas a decretar: tú sólo puedes decretar (en lo relativo a) esta vida!” (20:72).
En nuestro mundo contemporáneo, la no violencia se ha convertido en una forma importante de abordar los conflictos. Muchos sabios y eruditos han tratado de explicar el término “no violencia” comparándolo con otros distintos en lugar de tratar de definirlo. La siguiente definición nos proporciona, sin embargo, una visión de conjunto apropiada de este término: “Es un conjunto de ideas sobre la moral, el poder y los conflictos que lleva a sus defensores a rechazar el uso de la violencia en sus esfuerzos dirigidos a lograr fines sociales o políticos.” En los últimos siglos, la no violencia está asociada con algunas figuras mundialmente conocidas, tales como Leon Tolstoi (1828-1910) en Rusia, Mahatma Gandhi (1869-1948) en la India, Albert Luthuli (1898-1967) en Sudáfrica y Martin Luther King, Jr. (1929–1968) en EEUU.
Zeki Saritoprak es profesor en la Universidad de John Carroll, Cleveland, Ohio
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