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jueves, 6 de agosto de 2015

El gran Mufti que lavaba retretes

15/04/2001 - Autor: Sheikh Nazim Al-Haqqani
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Libros
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Nuestro gran maestro siempre hablaba acerca del conocimiento, pero ordinariamente los sabios no suelen aceptar el conocimiento de los awliya(santos); no aceptan otro fuera del conocimiento libresco, porque ellos lo conocen muy bien. ¿Por qué, debéis preguntar, adquieren ellos (los awliya) este conocimiento de los libros, aunque no están necesitados de ello, gracias a los manantiales de conocimiento que hay abiertos en sus corazones? Mi gran maestro decía que la gente de la Verdad(ahl-ul-haqiqah) utilizan este conocimiento de los libros con el propósito de "cazar", para atraer a la gente culta al camino sufí; porque ellos saben que a no ser que muestren su conocimiento de los libros, estas gentes cultas nunca los seguirán ni se someterán a ellos; pero si exhiben y aprenden el conocimiento de los libros, estarán capacitados para efectivamente traerlos al Camino.
Aquellos que han recibido el conocimiento divino son cazadores, y cazadores con una milagrosa habilidad para atrapar presas, pues así usando estos poderes pueden atrapar a la gente culta de incluso los más altos rangos: muftis, Grand-muftis y sheikh ul-islam(el más alto grado de los eruditos externos), que se encuentran tan orgullosos de sus conocimientos.
Mavlana Khalid al-Bagdadi (muerto hace ciento cincuenta años) era un gran -Gransheikh del camino sufí, y también era un conocedor del conocimiento de los libros. Con la combinación de sus habilidades el "atrapó" al sheikh ul-islam que era considerado el más eminente erudito de su tiempo. Este maestro del Islam, el gran sabio, dejó su posición y todos los honores que conllevaba para someterse a si mismo enteramente a seguir las enseñanzas de Khalid al-Bagdadi. Cuando el gran sabio llegó a Khalid al-Bagdadi, la primera cosa que le ordeno fue el de ir a la gran mezquita como limpiador de retretes. "Esta," le fue dicho, "será tu tarea.".
Los grandes maestros pueden ordenar a sus seguidores el realizar tales tareas para conseguir que sus egos sean reducidos al nivel de la humildad, porque los egos, especialmente aquellos de la gente culta, son tan orgullosos -y el orgullo es sólo para Allah, para nadie más. Satán se volvió orgulloso, y por este orgullo él fue arrojado a lo más bajo. El profeta dijo: "aquel que posea incluso la más pequeña partícula de orgullo no podrá entrar en el paraíso." Así, puesto que el orgullo es un atributo tan peligroso e inaceptable, la primera cosa que los grandes maestros enseñan a sus seguidores es como esquivar su orgullo. El gran sabio es una persona tan culta que seguramente esté muy orgulloso de sus muchos conocimientos, y este orgullo no es bueno para él. Así, le fue ordenado el dejar su estatus de gran sabio y el llevar su trabajo al nivel del humilde servicio.
Cada servicio es honorable, excepto aquellas acciones que Allah el todopoderoso ha prohibido; así, nadie os puede decir, "debéis estar avergonzados de este trabajo,"porque vuestro trabajo puede ser humilde o inferior. Ahora, limpiando los retretes de una mezquita no está prohibido de ninguna manera -no es como limpiar dependientes en un bar o cine. Es el retrete de un lugar sagrado, y no hay desgracia en hacerlo. Cualquier objeción del gran sabio que hubiese dicho cuando su maestro le ordenó hacer el trabajo habría procedido de su ego, diciéndole: "este trabajo no es propio de uno como tú; mira la posición de honor que tenías en comparación con la que quienes ahora- ¡Limpiando retretes!" En realidad no hay nada malo en este trabajo, pero éste está en desacuerdo con los deseos del ego. Así, para oponerse al ego del discípulo, el gran maestro ordenó a su alumno el hacer este trabajo, y el alumno contestó:"realizare esto como indicas, no como mi ego dicta.".
Entonces el gran maestro empezó a limpiar retrete cada día y se volvió completamente devoto a su servicio, dejando de lado su familia, amigos y todas las cosas en pos del deber que su gran maestro le había ordenado realizar. Un día un colega suyo -un hombre muy culto - vino a la gran mezquita y, viendo al gran sabio en su nuevo trabajo, objeto, diciendo: "¿qué estás haciendo? ¿En qué clase de lugar estás trabajando? ¿Acaso el Profeta, bendito sea, no dijo: "La limpieza es parte del Iman ( fe)", así cómo es que puedes realiza un trabajo tan profano? No está bien que una persona de tu rango y estamento realice estas tareas meniales, ensuciándose en el proceso."
La gente de este tipo entienden la limpieza como sólo de tipo externo, la limpieza de las ropas y el cuerpo, y nunca consideran la limpieza del corazón, que no les parece importante. Están haciéndolo fácil para sí mismos, porque si estuviesen empeñados en la limpieza del corazón, se tendrían que someter a un gran Maestro.
Entonces el gran sabio contestó su crítica: "tanto como tú sabes, yo lo se también, y más, así que no trates de hacerme sentir avergonzado por el servicio que estoy realizando. No te establezcas por encima para juzgarle, y deja el juicio para el Juez de Jueces; vete a pensar en tus propios asuntos. Cuando me Juzgas, estás tratando de ser un juez junto a Allah el Todopoderoso, y por ello, en ese momento, un infiel. Todo tu conocimiento, si no surge de la plenitud de la herencia del profeta, es inútil y nada, sino un velo que evita que seas testigo de la Realidad. ¡Oh tu! de escasas capacidades, yo sabía todo lo que tú sabes antes de que entrases en la escuela.".
En realidad, fue el gran Maestro quien mandó al visitante a él para probarlo -para ver si permanecía firme, o no. Por lo que le hijo este hombre, el pudo ver que su alumno necesariamente permanecía firmemente y lo flanqueaba. Esta noche el gran sabio estaba en la mezquita. De repente el gran Maestro apareció a su lado y cogiendo por la mano, le ordenó: "cierra tus ojos." Le ordenó de nuevo, "abre tus ojos." Cuando hizo como le fue ordenado, se encontró a sí mismo transportado a Meca – por medio del poder de su gran Maestro fue de Bagdad a Meca en unos pocos segundos; y así como él miraba a su alrededor, se encontró en la presencia de ciento veinticuatro mil profetas y el mismo número de santos, en la Mezquita Sagrada de Meca, reunidos allí para dar testimonio al Santo Profeta Muhammad, dando la orden al gran maestro Maulana Khalid en conceder a su murid, el Mufti, la estación de la Sinceridad -la estación en la cual el ego no pueden por más tiempo asaltar, en la cual él está firmemente sujeto, y nunca más se caen en las trampas del ego. Aquí podrá recibir las llaves a los tesoros que le han sido dadas por su Señor el día de las promesas; después de que haya sido probado que tiene suficiente poder para cuidar y guardar sus tesoros adecuadamente. Ni Satán ni su ego pueden engañarlo en esta estación, porque él está bajo la especial Protección Divina que guarda de los enemigos ocultos manteniéndolos lejos de él; y en este momento ha llegado a la Estación Celestial en la Divina Presencia, su objetivo en esta vida, y ha completado el Designio Divino destinado para él.
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