Jesús de Nazareth, pastor de almas
06/08/2015 - Autor: La Taberna del Derviche - Fuente: Blog La taberna del Derviche
Cuenta la tradición de mi cofradía que, hace mucho tiempo, vivió cerca de Jerusalén un derviche muy devoto que, enamorado del ejemplo de Jesús, aun siendo musulmán, decidió dedicar su vida a seguirlo en todo. Antes, el gran maestro Ibn al Arabi, había asegurado que: - Aquél que cayera en esa enfermedad de amor llamada Jesús, no tendría cura… - Y, para este derviche, era verdad. Realmente se sentía conmovido por la vida del profeta judío y gustaba pasear y meditar por los sitios donde, cuenta la tradición, él estuvo, adquiriendo además una humilde casa muy cerca del monte donde fue crucificado. Sin embargo, durante algún tiempo, notó que, en su vivienda, algo andaba mal. Alguna presencia oscura se había colado, dejando su pestilente olor por los rincones, hasta que, mientras dormía, oyó una voz susurrándole al oído derecho:
- Si no adoras también a mi madre, no podrás llegar hasta mí –
El derviche, vivamente impresionado, abrió los ojos y, reflexionando, dijo:
- ¡Criatura malvada, piensa mejor lo que dices! Jesús nunca dijo que lo adorásemos a él ni a su madre, tan solo quiso que conociéramos al único Dios verdadero y siguiésemos su ejemplo de bondad. ¡Escucha bien! Yo atestiguo que no hay más dios que Dios, y que sólo Él tiene el derecho de ser adorado, y además atestiguo que Jesús es un Pastor de almas. Todo el extravío posterior es obra vuestra. Vuelve al infierno de donde te has escapado ¡No tienes poder sobre mí! –
Entonces el diablo dio un fuerte grito y salió del lugar, dejando en paz al derviche, que comprendió también que, a la sombra de la cruz, se esconden los peores demonios, utilizando además la obra y el semblante de los siervos de Dios para llevar a los seres humanos a la perdición.
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