De acuerdo con los protocolos toda investigación que se precie de ser seria,
debe tener una conclusión. En el caso de la presente, puedo esbozar algunas
ideas que me surgieron en este primer acercamiento a los grupos populares de
la Ciudad de México y la propia guerra de intervención norteamericana que
libraron. La primera se refiera precisamente a esta última. Durante los poco
más de nueve meses que duró la ocupación norteamericana de la Ciudad de
México, estos sectores de la sociedad desarrollaron formas de relacionarse con
los estadounidenses muy peculiares. La mayoría de ellas centradas en la
violencia; las cuales se explican por la presencia extranjera en los espacios de
sociabilidad cotidianos de estos grupos.
Durante los diferentes momentos en los que irrumpieron los sectores
populares, estos actuaron en forma autónoma de las elites, es decir, durante
los diferentes actos violentos, independientemente de las dimensiones que
estas tuvieron, lo hicieron con respuestas, estrategias e, inclusive, con
organización y liderazgos propios.
Para los grupos populares de la capital, la guerra contra los Estados
Unidos se inició desde el momento en que las autoridades mexicanas
decidieron la fortificación de la ciudad, y los efectos de las decisiones que se
tomaron a partir de entonces no dejaron de afectar sus vidas. Por principio de
cuentas habría que mencionar el significado que tuvo que un jefe de familia,
sostén económico de toda ella, fuera tomado como leva para construir las
fortificaciones o para integrarse al ejército como parte de la defensa. La miseria
de una gran cantidad de familias fue el resultado de esto. Pero si añadimos que
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en algunos casos, la leva significó no la ausencia momentánea de dicho jefe de
familia sino su muerte, los resultados debieron haber sido mucho más
devastadores entre los grupos populares. De hecho, las consecuencias de la
guerra, y de la ocupación militar de la ciudad, trajo consecuencias mucho más
tangibles para ellos que la pérdida del territorio que tanto lamentaron las elites
y aun sigue haciéndolo la historiografía actual de la guerra.
Otra conclusión más es que al final de la investigación veo a través de
los documentos todo un lenguaje común a los grupos populares en torno a la
patria. Si bien he presentado varios casos en los que se menciona esta
palabra, esto me ha dado pie a señalar que en futuras investigaciones se debe,
cuando menos, revisar la idea de que la guerra de Intervención Norteamericana
fue un acontecimiento que inició el desarrollo de un sentimiento nacional, que a
decir de los contemporáneos a ella, no existía; y que más bien este sí existía,
cuando menos entre estos sectores de la sociedad la noción de patria era
diferente a la que tenían las elites. Para aquellos, esta palabra significaba el
terreno que pisaban, el lugar en el que vivían junto con sus familias y vecinos,
de ahí que este sentimiento de unidad entre los habitantes de la ciudad o de
alguno de los barrios de ella, se hizo presente cuando los norteamericanos
entraron en él, o asesinaron a algún conocido y por ello las reacciones en
ocasiones muy violentas en su contra.
Finalmente, el estudio más a fondo de los grupos populares ante una
situación como la que hice en el presente trabajo debe considerar hacer
estudios comparativos, en momentos y situaciones similares –uno de ellos
podría ser la ocupación de la ciudad por el ejército francés 17 años después—,
para ver en qué medida su comportamiento fue similar o totalmente diferente.
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Esto permitiría determinar en qué medida la autonomía que con respecto a las
ideas, necesidades, propósitos y control de las elites se tuvieron durante la
ocupación norteamericana, no fue algo propio de este momento o si estas
acciones y actitudes, se volvieron a manifestar entre los grupos populares de la
capital en una circunstancia similar.
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