Empecemos por aclarar que el mundo islámico tiene una concepción muy distinta de la muerte a la que posee Occidente. La verdad es que aquí todavía siguen viéndola como una enemiga y por eso le tienen tanto miedo. El hombre occidental, inmerso en un mundo materialista, busca perpetuarse. Le cuesta mucho aceptar que nuestra materia es finita. Para nosotros, la muerte no existe, es una ficción.
El islam considera que los hombres somos viajeros en el tiempo y cuando partimos de este mundo lo que hacemos es volver al Creador, que es de donde venimos. “Somos de Dios y a él retornamos”, dice el Corán. Creemos que cuando la persona muere emprende un viaje a un mundo espiritual, a otro plano superior. Este plano material, el mundo en que vivimos, no es más que una prueba para nosotros. Un traje. Y claro: en el viaje tendremos que rendir cuentas por ese traje, por cómo lo dejamos.
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Hay una cosa muy bonita y es que no decimos que la persona murió sino que “cruzó el umbral”, que “pasó la puerta”. Mahoma dice que en este mundo hay que hacer las cosas bien, y eso implica ser piadoso, compasivo, justo y cumplir las obligaciones materiales y espirituales. Estar aquí pero mirando al mundo espiritual.
¿Qué pasa cuando morimos? A cada persona se le hacen unas honras fúnebres y una oración especial, el Salat ul Yanaza. Se lava el cuerpo tres veces con agua, esencias aromáticas y alcanfor, y luego se envuelve en unos mantos: tres en el caso del hombre y cinco en el de la mujer. Después se le entierra, sin ataúd, en dirección a La Meca (la “ciudad sagrada” del islam), y se procura hacerlo en el menor tiempo posible, pues la muerte no es motivo de tristeza. Por el contrario, se habla con optimismo del difunto y de su vida.
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Esa noche, según la tradición islámica, llegan dos ángeles que se llaman Munkar y Nakir, que le hacen tres preguntas importantes al difunto: ¿quién es Dios?, ¿cuál es tu maestro? y ¿cuál fue tu camino espiritual? Para el islam, todos los caminos son válidos; cualquiera puede salvarse siempre y cuando responda con claridad. Solo los fanáticos dicen que hay un islam verdadero cuando lo cierto es que existen muchos caminos.
Luego del interrogatorio, la persona es llevada a un lugar que se llama el Barzaj, que es como un punto medio entre los cielos y la Tierra. Y de acuerdo con el grado de sabiduría y espiritualidad, es ubicada en unos estratos o niveles: la gente de altos principios espirituales se ubica en los planos superiores avanzados y la que está siendo castigada por sus malos actos en el plano material lo hace en los inferiores.
Ahora, ¿existen los cielos y los infiernos en el islam? La respuesta es sí, en plural. Y aquí hay un tema importante: los sabios musulmanes rechazan la teoría de que existe un “castigo eterno” porque no hay un crimen equivalente a la eternidad. Por más mala que haya sido, cada persona merece compasión y un día regresará al Creador y será buena. Decía Mahoma: “Puede que el hombre no se canse de pecar, pero Dios no se cansará de perdonarlo”.
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El islam es la civilización del perdón, a pesar de que unas minorías parezcan querer mostrar lo contrario. Pero cuidado: que sea una religión del perdón no implica que justifique el terrorismo. Aunque en el islam, como en todas las religiones, existe la figura del mártir, las inmolaciones son una estupidez irracional. No es cierto que quien se inmola va al cielo, esa es una interpretación errónea del salafismo, una corriente que no representa ni al 1 % de la población musulmana en el mundo.
Por eso, no hablamos de reencarnación sino de un “retorno de los hombres”. Nosotros creemos que todo hombre tiene la posibilidad de redimirse y que puede regresar al plano material una vez que haya terminado la prueba. En el islam, la pena y el castigo son un tema finito, no infinito. El islam está esperando el fin de los tiempos y el Juicio Final. Es una revolución para cambiar la Tierra. Creemos que habrá una gran batalla entre el bien y el mal, que puede durar muchísimos años. El Corán describe que los cielos se pondrán rojos y caerán cometas sobre la Tierra. Es una batalla en la que morirá parte de la humanidad. Los grandes profetas, Enoc-Elias (Imam Mahdi) y Jesús, regresarán para librar la gran batalla final contra el anticristo y sus manifestaciones. ¿Cuándo es el fin de los tiempos? La hora solo la sabe Dios.
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