Todo el mundo sabe que el lobby judío en Estados Unidos es un sector con tanta influencia económica, que hasta decide en muchos temas de política exterior. Pero —como dice el gracejo cubano—, entre col y col, lechuga; y ahora no es de extrañar que un ex jefe de política exterior del mayor lobby israelí en EE.UU. amenace con demostrar que miembros del mismo traficaban, regularmente, con información clasificada del Gobierno de norteamericano.
Incluso, se ha admitido que importantes miembros de ese lobby ven, masivamente, pornografía y tienen aventuras extramaritales.
Hay denuncias de casos que involucran a altos funcionarios de política exterior, a los que demandaban hasta 20 millones de dólares a su antiguo empleador por amenazas de despido. Incluso, se mencionan los casos de Rosen y su colega Keith Weissman, quienes fueron acusados de espionaje en 2004, supuestamente, por presionar a un periodista del Washington Post para que publicara información clasificada del gobierno de EE.UU. que habían obtenido sobre Irán.
Otro elemento aportado es mostrar que el mayor grupo de cabildeo pro israelí en Washington, trafica regularmente con información confidencial del gobierno de EE.UU., especialmente en material relacionado con Oriente Próximo.
Lo demostrado es que el tema del lobby judío se ha convertido en un embrollo, donde lo real y lo mediático se entrecruzan en una especie de batalla entre políticos y negociantes de esa política. Llega a afirmarse, incluso, que las demandas actuales “podrían destruir al lobby sin llegar siquiera a las primeras planas, y para ello se gastan millones de dólares entre quines lo hacen todo para que sobreviva”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario