Entrada al campo de Auschwitz donde se lee: "Arbeit macht frei" (El trabajo los hará libres)
Se llama Holocausto (del griego holókauston, de holon ‘completamente’ y kauston‘quemado’, referido a un antiguo ritual religioso), también conocido como HaShoá (en hebreo חורבן 'catástrofe') al supuesto genocidio del pueblo judío que habría sido cometido por el régimen nacionalsocialista, y cuya historia surgió de la magnificación y tergiversación de los hechos en torno a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial con fines de propaganda de guerra.
De acuerdo con la historiografía nacida en los Juicios de Núremberg y mantenida por los historiadores conformistas, seis millones de judíos habrían sido asesinados por el régimen nacionalsocialista entre 1941 y 1945. El Holocausto ha sido un concepto que ha adquirido una importante connotación mítica y religiosa para el pueblo judío, como símbolo culminante de su sufrimiento.
Existen, empero, dos escuelas o líneas de interpretación, a saber, la conformista(también conocida como oficialista o exterminista, dividida a su vez en intencionalistas y funcionalistas), que no discute los hechos que dan base al supuesto Holocausto, y la revisionista que cuestiona la mayoría de los aspectos relacionados con el Holocausto. También es posible identificar una tercera, la activista, denunciada por el profesor Norman Finkelstein[1], que se ocupa de difundir y propagar el concepto del Holocausto con fines políticos. Finkelstein ha dicho al respecto del Holocausto:
Una gran parte de la literatura sobre la Solución Final de Hitler no tiene ningún valor para un erudito. Ciertamente, los estudios sobre el Holocausto están llenos de absurdos, si no, de puros fraudes… Viendo las tonterías que se profieren a diario sobre el Holocausto, lo raro es que existan tan pocos escépticos.
Dr. Norman Finkelstein, investigador judío y autor de La industria del Holocausto.
Contenido
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1 Propaganda de guerra
1.1 Antecedentes
1.1.1 Antigüedad
1.1.2 Primera Guerra Mundial
1.1.3 Período entre guerras
1.1.4 Segunda Guerra Mundial
2 El elefante invisible
3 Presuntas evidencias del Holocausto
3.1 El Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss
3.2 Testimonios
3.2.1 Falsos testimonios
3.2.2 Testimonios basados en rumores
3.3 Informe Korherr
3.4 Fotografías
3.5 El Diario de Ana Frank
3.6 Citas de Hitler y otros oficiales
3.6.1 El Discurso de Posen
4 Uso político del Holocausto
5 Campos de concentración nacionalsocialistas
6 Referencias
7 Artículos relacionados
7.1 Falsos testigos del Holocausto
7.2 Los verdaderos Holocaustos
8 Enlaces externos
8.1 Videos
Propaganda de guerra
Los historiadores revisionistas han demostrado que lo que hoy entendemos por Holocausto, es decir, el asesinato sistemático de aproximadamente seis millones de judíos y otras minorías, fue en realidad una propaganda de guerra inventada en parte por las potenciasaliadas y que fue posteriormente aprovechada con premeditación por los sionistas, quienes realizaron escándalosas denuncias en los medios, todo esto con el propósito de obtener beneficios políticos a costa de otros pueblos, principalmente Palestina y Alemania y poder reclamar la creación de un Estado judío soberano en la región de Palestina[1].
Antecedentes
La sofisticada propaganda de los tiempos de guerra sobre las supuestas atrocidades cometidas por el enemigo no es objeto de controversia. Ha sido utilizada como un arma psicológica eficaz y empleada desde tiempos muy antiguos. El enemigo es satanizado por medio de historias de atrocidad sistemática y los medios de comunicación repiten constantemente lo cruel y demoníaco que es para incitar a los soldados a luchar por una causa virtuosa y patriótica.
Antigüedad
En la antigüedad, un ejemplo destacado de este tipo de propaganda, es la que se llevó a cabo por los romanos en contra de los cartaginesestras las guerras púnicas. La Eneida, poema épico del gran poeta Virgilio, fungió en cierta medida como medio de difusión de las diversas atrocidades que supuestamente cometieron sus enemigos. Cabe mencionar que después de estas guerras, los romanos se apropiaron de varias tecnologías desarrolladas por los cartagineses quienes quedaron ante la vista de Roma como un pueblo incivilizado incapaz de crear tecnología. Un caso similar sucedió con la Alemania de posguerra, de la que mucha de su tecnología fue a formar parte de la tecnología estadounidense e israelí.
Primera Guerra Mundial
En la Primera Guerra Mundial se difundieron varias afirmaciones macabras provenientes de la propaganda aliada contra los alemanes, como por ejemplo la de las "manos amputadas de los bebés belgas" o el "soldado canadiense crucificado", todas ellas falsas y por las que incluso algunos de los estadistas aliados de la Primera Guerra Mundial se disculparon con los alemanes.
En marzo de 1916, el Daily Telegraph informaba que los austriacos y búlgaros gasearon a 700.000 serbios. Se ignora si los lectores del diario británico llegaron a creer en esa información, pero después de la guerra, ya nadie creía en el caso de los 700.000 serbios gaseados.
Además ya desde entonces el diario The Times aseguró en un reportaje de abril de 1917 que los alemanes estaban hirviendo los cuerpos de sus soldados muertos para hacer jabones y otros productos, es decir, que tenían "fábricas de jabón hecho de cadáveres humanos". Muy posteriormente, en 1925, el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido, Sir Austen Chamberlain, admitió que la historia acerca de la "fábrica de cadáveres" había sido mentira.
Período entre guerras
Martin H. Glynn, The Crucifixion of Jews Must Stop!, The American Hebrew, 31 de octubre de 1919.
Persecuted Jews Seen On Increase, New York Times, 9 de enero de 1938.
Aparece la cifra de los seis millones de judíos
No sólo la fantasía de los jabones hechos de cadáveres surgió antes de la Segunda Guerra Mundialy del supuesto Holocausto, también apareció entonces la cifra mítica de los seis millones de judíos.
El 31 de octubre de 1919 el ex-gobernador del Estado de Nueva York Martin H. Glynn publicó un artículo titulado ¡La crucifixión de los judíos debe detenerse! (The Crucifixion of Jews Must Stop!) en el periódico The American Hebrew (El hebreo americano) donde aparecía ya la cifra de los seis millones de judíos y describió las condiciones de los judíos en Europa como un "Holocausto"potencial.[1][1]:
Al otro lado del Atlántico seis millones de hombres y mujeres reclaman nuestra ayuda...seis millones de seres humanos... están muriendo. En el posible Holocausto de la vida,seis millones de famélicos... (etc.).
Esta cifra es de cierta importancia en el misticismo judío ya que está basado en fuentescabalísticas[1], así como en el Talmud, lo cual indica que dicha cifra se intentó imponer desde entonces de modo que el mundo viera necesario el establecimiento de un Estado judío soberano, sin embargo, la propaganda fracasó.
El 20 de mayo de 1920, el Congreso Judío Americano escribía:
Fondo para víctimas judías de la guerra en Europa Central, donde seis millones enfrentan horrorosas condiciones de hambre, enfermedad y muerte.
Incluso artículos del New York Times anteriores a 1927 ya hablan también de conceptos tales como "seis millones de judíos" y "holocausto"[1]
Segunda Guerra Mundial
La cifra de los seis millones persiste
El 9 de mayo de 1942, Nahum Goldmann quien fuese posteriormente presidente del Congreso Mundial Judío, estimaba con mucha anticipación que de los ocho millones supuestamente al alcance de Hitler, sólo dos o tres millones sobrevivirían a la guerra (aún si ésta durara seis años o muchos más), lo que haría un total de cinco o seis millones de judíos muertos, pero según los datos aportados por la historia oficial habrían sobrevivido cinco millones, lo que indica que la cifra de los seis millones, previamente concebida, sólo se estaba ajustando a cualquier dato posterior que fuese presentado. Después de la guerra todas las estadísticas demográficas fueron adulteradas con el pretexto de ajustarlas para no contradecir las cifras oficiales de fallecidos.
En su edición de febrero de 1943, el Reader's Digest ya mencionaba el número de seis millones como el total de las víctimas judías. Esta mención se le debe a un guionista judío de Hollywood llamado Ben Hecht.
En 1944 el Rabino Michael Dov Weissmandel escribió varias cartas pidiendo ayuda para salvar a los judíos en Europa. Nótese nuevamente que ya desde entonces se cita el número de las víctimas, mucho antes de que terminara el conflicto, y por lo tanto, antes de realizar los Juicios de Nüremberg, antes de que se hicieran públicas las estadísticas demográficas del régimen nacionalsocialista y antes de las primeras menciones públicas sobre las cámaras de gas.[1]
¿Cómo mantenéis silencio frente a este gran crimen... mientras miles de miles, alcanzando ahora los seis millones de judíos han sido asesinados?
Rabino Michael Dov Weismandel, Carta del 15 de mayo de 1944.
Hasta la fecha, seis veces un millón de judíos de Europa y de Rusia han sido aniquilados
Rabino Michael Dov Weissmandel, Carta al Vaticano del 31 de mayo de 1944.
Luego, en diciembre de 1944, el propagandista judío soviético Ilya Ehrenburg incorpora la cifra de los seis millones a la propaganda soviética, conociendo así la cifra de las supuestas víctimas antes de la liberación de Auschwitz[1].
La mejor distracción es la propaganda de atrocidades contra el enemigo
Por otra parte, este tipo de tácticas acusatorias sobre atrocidades fue ampliamente utilizada también por los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial en forma extensiva y una parte de la evidencia de este hecho se observa en la siguiente nota del 29 de febrero de 1944, que el Ministerio Británico de Información envió al más alto clero británico y a la BBC:
Señor,
Dirigido por el Ministerio, le envió a Ud. la siguiente carta circular:
Es a menudo el deber de los buenos ciudadanos y de los cristianos píos cerrar los ojos frente a las peculiaridades de aquéllos que se asociaron con nosotros. Pero llegará el tiempo en el cual tales peculiaridades, que aún se niegan en público, deberán tenerse en cuenta cuando llamemos a la acción.
Nosotros conocemos los métodos de gobierno empleados por el dictador bolchevique en la misma Rusia mediante, por ejemplo, los escritos y discursos del Primer Ministro durante los últimos veinte años. Sabemos cómo se comportó el Ejército Rojo en Polonia en 1920 y sólo recientemente, en Finlandia, Estonia, Letonia, Galicia y Besarabia.
Por consiguiente, ciertamente debemos tener en cuenta cómo se comportará el Ejército Rojo cuando desborde Europa Central. A menos de que se tomen precauciones, los horrores inevitables que obviamente sucederán, generarán una tensión indebida en la opinión pública de este país.
No podemos reformar a los bolcheviques pero podemos hacer nuestro mejor esfuerzo para salvarlos - así como a nosotros - de las consecuencias de sus actos. Los descubrimientos del pasado cuarto de siglo generarán meras negaciones poco convincentes. La única alternativa a la negación es distraer la atención pública del asunto entero.
La experiencia ha demostrado que la mejor distracción es la propaganda de atrocidad dirigida contra el enemigo. Desgraciadamente el público ya no es tan susceptible como en los días de "la Fábrica de Cadáveres", "los Bebés Belgas Mutilados", y "los Canadienses Crucificados".
Por consiguiente se busca seriamente su cooperación para distraer la atención pública de lo realizado por el Ejército Rojo mediante su apoyo sincero en varios cargos contra los alemanes y japoneses que han sido y serán puestos en circulación por el Ministerio. El expresar sus creencias en cosas así puede convencer a otros.
Soy, Señor, Su obediente sirviente,
H. Hewet, Secretario Asistente,
P.S: El Ministerio no puede entrar en correspondencia de cualquier clase con respecto a la presente comunicación, la cuál sólo debe revelarse a personas responsables.[1]
Según los documentos de los archivos del departamento inglés responsable de la guerra psicológica, el Political Warfare Executive (PWE), en agosto de 1942 llegaron rumores por canales judíos de que los alemanes los estaban matando por millones.
El Foreign Office enseguida se daría cuenta de que se trataba de una mentira, no obstante, el PWE decidió emplear esta historia como base contra los alemanes. Se arrojó sobre Alemania millones de papeles hablando de las ejecuciones en cámaras de gas. Fue una mentira de la que empezaron a oir el eco a los pocos meses. En agosto de 1943 los primeros ministros de Checoslovaquia y Polonia, entonces en el exilio de Inglaterra, pidieron a Churchill y a Roosevelt difundir la acusación de que Alemania estaba exterminando a millones de judíos y polacos en cámaras de gas en el Este de Polonia.
Posteriormente, el jefe de la propaganda inglesa envió un mensaje a Winston Churchill en el que desaconsejaba firmar la acusación contra Alemania sobre un genocidio de judíos:
He descubierto que se trata de una mentira que puede poner en peligro a nuestra propaganda.
Declarando pocos meses después:
No sé cuánto tiempo más podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de gas. Es una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos, y aquello hizo perder la credibilidad a nuestra propaganda.
Al acabar el conflicto Churchill escribiría 6 volúmenes sobre todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial. En esas 4.448 páginas, no hace mención alguna a las supuestas "cámaras de gas" o un genocidio de los judíos. Dos mentiras que de llegar a descubrirse podrían desacreditar completamente su trabajo literario[1].
El elefante invisible
Muchos historiadores oficialistas afirman que algunas instituciones como los servicios de inteligencia aliados, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad. A partir de esta idea, otros historiadores quieren imputar algún grado de responsabilidad a estas instituciones por el presunto Holocausto.
Los aliados disponían de una red de información que funcionaba de forma efectiva, tanto en los países ocupados por Alemania como en la propia Alemania[1], por lo que un crimen de una magnitud tan monstruosa como lo sería el asesinato de millones de personas en cámaras de gas, no podría de ninguna manera quedar oculto ante ellos durante años, más aún con organizaciones judías que a partir de 1942 reportaban atrocidades constantemente.
Pero Washington, Londres y Moscú no hacían nada para salvar a los judíos, pudiendo destruir los campos de exterminio y salvar así a millones. Tampoco los prevenían del exterminio que los amenazaba, pues los judíos no oponían ninguna resistencia a los traslados hacia los campos de trabajo. Los aliados tampoco llamaron la atención del pueblo alemán sobre el genocidio perpetrado por su gobierno. Asimismo, tanto el Papa Pío XII, como la Cruz Roja, habrían permanecido con los brazos cruzados hasta terminar la guerra, callando el genocidio. Durante la guerra nadie, excepto la propaganda judía, se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo.
Ya en 1942, el servicio de inteligencia británico consiguió captar y descifrar el código secreto de las comunicaciones radiales entre el cuartel general de las SS en Berlín y los campos de concentración. En los informes diarios se daba cuenta de todos los casos de muerte. Según estos informes, la mayoría de las muertes se debía a enfermedades, pero también se comunicaron algunos casos de ejecuciones por fusilamiento o ahorcamiento. Pero de asesinatos en cámaras de gas no hubo nada, ni siquiera desde Auschwitz.
Esto lo confirma el profesor Hinsley, actualmente docente en Cambridge, quien durante la guerra era especialista para el desciframiento de códigos secretos enemigos. En su libro explica: "Las comunicaciones radiales alemanas no contenían ninguna referencia a gaseos (no references to gassings)."[1]
Desde diciembre de 1943, los aviones de reconocimiento aliados fotografiaban regularmente Auschwitz. Hasta la liberación del campamento por el ejército rojo en enero de 1945 confeccionaron centenares de fotografías en el curso de un total de 32 misiones. Por su tamaño, por su importancia bélica y por su constante vigilancia aliada, en Auschwitz, habría sido prácticamente imposible disimular un asesinato en masa perpetrado industrialmente. No obstante, durante dos años enteros, de 1942 a 1944, parecía que nadie notaba dicho asesinato. Sólo hasta el verano de 1944 aparecieron en la prensa internacional los primeros reportajes sobre las masacres.
A los historiadores oficialistas se les dificulta explicar la razón de este "misterioso silencio" sobre el Holocausto. Todos están dispuestos a imputar responsabilidades a múltiples entidades de diferentes intereses entre sí y de los supuestos criminales, presumiendo así, más cosas de las absolutamente necesarias, pero nadie quiere ver la explicación más sencilla: si durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, entonces, o bien se ignoraba de su existencia, o bien simplemente no estaba ocurriendo.(Ver: navaja de Ockham). Pero como un genocidio de tal magnitud no habría podido ser escondido ante la actividad aliada, entonces, la explicación más sencilla que resta es que tal genocidio no estaba ocurriendo. De hecho, el Vaticano y la Cruz Roja se enteraron de la presunta existencia del Holocausto sólo después de la guerra.
Cuando los alemanes abandonan Auschwitz ante el avance soviético, la historia oficial dice que los prisioneros prefirieron irse junto con quienes "les estaban exterminando", rechazando la opción de quedarse y ser liberados. En otras palabras, los judíos presos en un "campo de exterminio", no lo creyeron. Y también ellos, actuaron como si el genocidio no estuviera ocurriendo.
Tres de los principales actores en la liberación de Europa, el británico Winston Churchill, el general francés Charles de Gaulle y el estadounidense Dwight Eisenhower, no dicen una sola palabra sobre las supuestas cámaras de gas en sus memorias. Entre las más de 7000 páginas que escribieron relatando todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial, no hay ninguna mención de "cámaras de gas", "genocidio" de los judíos o "seis millones" de víctimas. El profesor Robert Faurisson sugiere que estos personajes sabían o sospechaban que la propaganda de sus propios gobiernos sobre cámaras de gas no era cierta[1].
El revisionista Arthur Butz explica:
No veo ningún elefante en mi sótano. Si hubiese un elefante en mi sótano, con toda seguridad lo vería. Por lo tanto, de dos cosas, una: o no hay ningún elefante en mi sótano, o bien el elefante es invisible.
Arthur Butz, The Hoax of the Twentieth Century, 1976.
Presuntas evidencias del Holocausto
El Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss
Artículos principales: Informe Gerstein y confesión de Rudolf Höss
Las principales y supuestas evidencias que establecieron de forma oficial el Holocausto en los Juicios de Núremberg fueron el Informe Gersteiny la confesión de Rudolf Höss, ambas confesiones extraídas mediante tortura. Estos supuestos testimonios constituyen el pilar más importante del mito del Holocausto puesto que provienen directamente del bando nacionalsocialista.[1]
Un análisis sencillo, personal y detallado al Informe Gerstein[1] demuestra que sus cálculos son completamente incorrectos y sus datos son en extremo exagerados. A pesar de su confirmada autenticidad, es un testimonio atestado de inverosimilitudes y contradicciones por lo que no es de ningún modo fiable, además de contener el absurdo de que, en esta versión, elegida dentro de ocho distintas que se contemplaban para explicar las muertes en Belzec, los judíos habían sido asesinados con gases de escape de motores Diesel, una imposibilidad explicada a detalle por el revisionista Friedrich Paul Berg[1].
La confesión de Rudolf Höss, fue extraída después de tres días de tortura, efectuada por la Policía Militar británica, tal y como admitió posteriormente uno de sus interrogadores. Se emplearon con él métodos tradicionales para hacer que dijera lo que sus captores querían oír, hecho que por sí mismo invalida por completo su fiabilidad.
Testimonios
Artículo principal: Falsos testigos del Holocausto
En segundo orden se encuentran los testimonios, tanto de los demás oficiales nacionalsocialistas capturados (como Wilhelm Pfannenstiel que presuntamente confirma a Gerstein), como de los supuestos sobrevivientes (principalmente los judíos Filip Müller y Rudolf Vrba - que supuestamente confirman a Höss -, Elie Wiesel, Rudolf Reder, etc.). Estos testimonios carecen de validez si no pueden ser verificados o contrastados con algún indicio material, y de hecho, todos presentan significativas inconsistencias y contradicciones.
En el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones contra los nacionalsocialistas, jamás se realizó un dictamen pericial sobre los instrumentos con los que se habrían llevado a cabo los supuestos crímenes, principalmente las cámaras de gas y los crematorios; en ninguno de los juicios contra los jerarcas del Tercer Reich se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio. Ningún informe de autopsia evidenciando que los cuerpos fueron asesinados con gas, fue presentado o realizado. Ninguna de las tantas e innumerables maravillas de la tecnología alemana para asesinar personas, descritas fielmente en los Juicios de Núremberg, fueron presentadas ante el tribunal como cuerpo del delito.
A falta de estas pruebas materiales y de documentos, el Tribunal de Núremberg tuvo que fundamentarse sólo mediante testimonios. Fue así que durante el proceso, había una gran abundancia de declaraciones escritas de presuntos testigos oculares bajo juramento. El problema con este tipo de declaraciones en ausencia, fue que no era posible interrogar a los testigos a fin de corroborar la veracidad de sus declaraciones[1]. Y finalmente, para confeccionar dichas declaraciones, sólo se habrían necesitado algunas máquinas de escribir y papel en grandes cantidades.
De hecho, el desarrollo de los Juicios de Núremberg y su uso indiscriminado de "testimonios", no fue tan diferente al de los que se realizaron en la época de la cacería de brujas.
Si la verdad de un hecho debe consagrarse por el número de testigos que la corroboran, la existencia del diablo en la Edad Media estaría mejor fundada que la de cualquier personaje histórico.
Charles Seignobos (1854-1942), historiador
Falsos testimonios
También existieron muchos testigos y algunas confesiones que describieron el proceso de exterminio con cámaras de gas en los campos deDachau, Buchenwald[1], Ravensbrück[1] y Mauthausen[1], "hecho" que fue "establecido" durante los Juicios de Nüremberg, pero desde 1960 todos los historiadores "serios" de la versión oficial, admiten que todo esto era producto de la propaganda antialemana, y que los testimonios eran fraudulentos. Paul Rassinier participó de manera importante en la refutación de estos testimonios.
El historiador exterminacionista alemán Martin Broszat fue uno de los expertos designados por el gobierno alemán que demostró que no había cámaras de gas dentro del territorio alemán, aunque pensaba que sólo existían en Polonia. Incluso una vez demostrada la no existencia de cámaras de gas por las autoridades alemanas, continuaban apareciendo "sobrevivientes" que afirmaban haber visto gaseamientos en los campos de Alemania.
Por otro lado, el denominado Documento Lauchout o Documento Müller fue emitido por el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg en 1948 y sacado a la luz por el profesor Emil Lauchout, lo que le hizo blanco del acoso de los medios y la policía austríaca por mas de una década.
Servicio de Policía Militar.
Viena, 1 de Octubre de 1948.
Circular número 31/48: ‘La Comisión Investigadora Aliada’ ha constatado hasta la fecha, que en los campos de concentración siguientes, no tuvo lugar la muerte de ningún ser humano mediante gas venenoso: Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Gross-Rosen, Mauthausen y anexos, Natzweiler, Neuengamma, Niedahagen (Wewelsburg), Rravensbrück, Sachsenhausen, Stutthof, Theresienstadt. En estos (trece) casos, se ha podido comprobar que se obtuvieron confesiones mediante tortura y prestaron falsos testimonios. Ello debe tenerse en cuenta durante las pesquisas e interrogatorios de criminales de guerra. Este resultado de las investigaciones deberá ponerse en conocimiento de los antiguos internados en campos de concentración que, al ser interrogados, hagan declaraciones sobre el asesinato en estos campos de personas, especialmente judías, mediante gas venenoso. En caso de que persistan en sus afirmaciones, deberán ser denunciados por falso testimonio.
Testimonios basados en rumores
Los testigos "supervivientes" que han afirmado la existencia de cámaras de gas, lo han hecho no según lo que ellos habían visto, sino según lo que habían oído decir.
Un ejemplo típico e ilustrativo es el del Dr. Benedict Kautzsky, quien sucedió a su padre en la dirección del Partido Social-demócrata austríaco.
Después de haber declarado que en Auschwitz el tiempo máximo de supervivencia era de tres meses (aunque él permaneciera internado allí durante tres años), escribió un libro titulado: Teufel und Verdammt ("El diablo y el condenado") publicado en Suiza en 1946, a propósito de las cámaras de gas dice: "No las vi con mis propios ojos, pero su existencia me fue confirmada por varias personas dignas de crédito".
Otro de este tipo de testigos es Rudolf Vrba, uno de los más famosos supuestos sobrevivientes de Auschwitz. Su libro I cannot forgive ("No puedo perdonar") se ha considerado experiencia directa de los gaseamientos. Sin embargo, sometido a un interrogatorio en enero de 1985, bajo juramento, en el proceso de Ernst Zündel en Canadá, Vrba admitió que no presenció muchas escenas que describió en su libro, y que sólo las sabía 'de oídos'.
En este mismo proceso, otro supuesto sobreviviente llamado Arnold Friedman, reconoció que él personalmente no vio nada, sino que lo sabía de oídas y "se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito".
Informe Korherr
Artículo principal: Informe Korherr
Para sostener las cifras oficiales de prisioneros exterminados por los alemanes, la historia oficial suele citar el informe Korherr, del cual se alega que contiene información estadística sobre las víctimas de los pretendidos campos de exterminio, aunque en su texto el informe habla de prisioneros deportados al este, tal como lo confirmó su autor años mas tarde. Para concluir que dicho informe se refiere a exterminados, la historia oficial, sin aportar evidencia de ningún tipo, asume previamente que la Solución Final consistía en el plan de exterminio de los judíos, en lugar de su expulsión, tal como se había discutido en la Conferencia de Wannsee. Esto último tiene más congruencia con los documentos disponibles y con la reiterada intención que, desde el principio, el régimen nacionalsocialista tuvo al respecto, además de ser una explicación que, al contrario de la versión oficial, prescinde de la existencia de elementos que van más allá de lo absolutamente necesario.
Fotografías
Artículo principal: Fotografías del Holocausto
¿Muertos por inanición y disparos de laGestapo o víctimas de un bombardeo?
Entre otras evidencias, se presentan generalmente las fotografías que fueron tomadas a los prisioneros famélicos por la falta de los suministros causada por el bombardeo aliado, fotografías de cientos de cadáveres, tanto de judíos como de alemanes, víctimas de las epidemias como el tifus, víctimas de inanición, sin contar las víctimas de muerte natural.
A pesar de que la mayor parte de las fotografías son auténticas, algunas han resultado ser montajes propagandísticos y otras se han presentado fuera de todo contexto.
En su libro Faked Atrocities, Udo Walendy[1] describe algunas de las formas en las que la nación alemana es satanizada mediante el uso de fotografías falsificadas. Ahí trata con este problema y muestra:
Fotografías que son mostradas con diferentes pies de foto para adaptarse a la circunstancia o contexto. El pie de foto puede describir una circunstancia, tiempo y lugar totalmente diferentes a otro pie de foto de la misma foto publicada en otra parte.
Fotografías que son alteradas; a veces sin razón aparente; por ejemplo, con respecto a la ropa, peinados, expresiones faciales. Estas alteraciones lanzan severas dudas sobre el origen de la foto en sí misma.
Fotografías imposibles, en las que las sombras están mal, se contradicen entre sí, o incluso no existen. O bien, que la anatomía de las personas retratadas es imposible, en comparación con los esqueletos. Este tipo de imágenes de atrocidades son generalmente pinturas o dibujos.
Fotografías de atrocidades que en realidad son de origen soviético.
Imágenes que en realidad no prueban nada. Por ejemplo, imágenes de cadáveres cuya causa de muerte no es conocida y que puede atribuirse a las epidemias. Pilas de ropa, zapatos y anteojos que fueron retirados a los prisioneros para uniformarlos, así como cúmulos de latas vacías del insecticida Zyklon B usado para la prevención de plagas.
El Diario de Ana Frank
Artículo principal: Diario de Ana Frank
También se suele presentar como evidencia el Diario de Ana Frank, cuyas partes comprometedoras fueron escritas con bolígrafo por Otto Frank, padre de Ana. El bolígrafo no fue inventado sino hasta 1949, es decir, cuatro años después de la muerte de Ana Frank, y comenzó a ser comercializado recién en 1951. Por otra parte, Ana Frank y su hermana fueron internadas en Auschwitz y en lugar de gasearlas, las enviaron a Bergen-Belsen, donde se reconoce que murieron de tifus. Algo parecido ocurre con su padre Otto, que llega herido a Auschwitz y en lugar de llevarle a la cámara de gas, es trasladado a la enfermería y sobrevive a la guerra. Sin embargo para algunos, el Diario es evidencia que apoya la versión oficial sobre el Holocausto, porque se dice que otros familiares y amigos de la familia sí murieron gaseados, aunque no se aportan pruebas de ello.
Citas de Hitler y otros oficiales
A falta de otras pruebas del asesinato de millones de judíos, los exterministas citan con frecuencia palabras que Hitler y otros oficiales nazis habían pronunciado en agresivos discursos ideológicos o de guerra que bien podrían ser vistos o interpretados como claras amenazas de exterminio si no se conoce de antemano el contexto real de los mismos. En el último capítulo del tomo II de Mein Kampf (Mi Lucha), por ejemplo, se lee lo siguiente:
Si al principio de la guerra (la Primera Guerra Mundial) y durante la misma se hubiera expuesto a los gases venenosos a unos 12.000 o 15.000 de estos hebreos perversores del pueblo, tal como soportaron cientos de miles de nuestros mejores trabajadores alemanes de todas las clases y profesiones en el campo de guerra, entonces el sacrificio de millones no hubiera sido en vano
Adolf Hitler, Mein Kampf.
Recordemos que los gases venenosos fueron utilizados como arma química contra civiles y militares alemanes en el campo de batalla, pero Hitler, a pesar de poseer esta arma, no la utilizó contra sus enemigos durante la Batalla de Inglaterra. El contexto en el cual se encuentra esta frase, así como las cifras que maneja, no expresa que Hitler deseaba la ejecución de todos los judíos, sino sólo la liquidación de los cabecillasmarxistas que generalmente eran de origen judío, y que se consideraban desde entonces los causantes de la derrota de Alemania en laPrimera Guerra Mundial (véase la "Dolchstoss-Legende" o "Leyenda del apuñalamiento por la espalda").
También, en casi ningún libro sobre Hitler falta la mención del discurso que pronunciara el dictador el 30 de enero de 1939:
Si el judaísmo financiero internacional, dentro y fuera de Europa, lograra una vez más precipitar los pueblos a una guerra mundial, entonces el resultado no sería la bolchevización del mundo, y con ello, la victoria de la judería, sino la aniquilación de la judería (literalmente: "das Judentum") en Europa.
Con "judería", ¿se refería Hitler a todo el pueblo de la raza judía? ¿o más bien al llamado "judaísmo financiero internacional que habría instalado el bolchevismo en Europa", es decir, un judaísmo político? De hecho no existe ninguna razón para inclinarse por lo primero, aunque todos los que continúan creyendo en el Holocausto así lo hagan.
Aún mucho más comprometedor resulta lo que el Dr. Joseph Goebbels dijera en un artículo para la publicación Das Reich: dijo que los judíos "pagarían con el exterminio de su raza en Europa", "y quizá más allá de Europa". Sin embargo, ni esta cita puede tomarse como una prueba. La declaración de Goebbels fue una reacción en represalia a los duros ataques aéreos e iba dirigida contra la prensa bajo control judío que era, según él, muy responsable del clima propagandístico que posibilitó los bombardeos terroristas. Lo que dijo en Das Reich fue:
En esta guerra los judíos están haciendo su juego más criminal y tendrán que pagar por ello con el exterminio (Ausrottung) de su raza en Europa y quizá incluso más lejos. No se les va a tomar en serio en esta guerra ya que no representan ni los intereses británicos ni los americanos, sino exclusivamente los judíos.
Noticia del 24 de marzo de 1933 sobre el boicot comercial declarado por el Congreso Mundial Judío contra Alemania, poco después de que Adolf Hitler asumiera el poder. Los historiadores generalmente omiten este tipo de información, con el fin de presentar al régimen nazi como el causante de los conflictos.
El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels insta a Berlín a iniciar un boicot comercial contra los negocios judíos en abril de 1933, como reacción al boicot comenzado por la comunidad judía en marzo del mismo año. Discursos como este fueron posteriormente aprovechados por la propaganda aliada para apoyar la tesis del exterminio, omitiendo las causas que motivaron los discursos.
Algunos de estos discursos eran parte de una serie de tácticas intimidatorias que tenían el propósito de hacer cumplir una política de emigración masiva de acuerdo a lo estipulado en el programa nacionalsocialista. Puesto que esta emigración era también del interés de los sionistas, quienes consideraban que todos los judíos debían vivir en su patria original y no en territorios extranjeros, hubo una especie de colaboración, generalmente omitida, entre nacionalsocialismo y sionismo por lo que también los sionistas fomentaron la emigración de la mayor cantidad de judíos posible hacia la región de Palestina (Acuerdo Haavara o Acuerdo de transferencia).[1][1]
Aún antes de que Hitler hubiese promulgado su primera ley "antijudía", las organizaciones judías del mundo desencadenaron en marzo de 1933 una campaña de boicot comercial que causó un gran daño económico a Alemania. En abril de 1933, en respuesta a este boicot contra la economía alemana, los funcionarios alemanes tomaron medidas similares e iniciaron un boicot contra los negocios judíos. La intención de los sionistas era de provocar a Hitler para que éste intensificara cada vez más las medidas "antijudías" y así acelerar la emigración de los judíos hacia Palestina.
Otras de estas citas son una respuesta al Plan Kaufman y Plan Morgenthau, ambos judíos, que recomendaban abiertamente la desintegración de Alemania, la esterilización forzada de los alemanes con el objeto de asegurar la desaparición de su raza y su uso como mano de obra esclava[1]. Todo esto antes de que los vencedores de la guerra, junto a historiadores judíos, comenzaran a propugnar la teoría de que los nacionalsocialistas elaboraron un plan de exterminio.
...ciertamente la esterilización del pueblo alemán no puede ser considerada sino como una gran medida sanitaria promovida por la humanidad para inmunizarse contra el virus del Germanismo. La población de Alemania, excluyendo los territorios conquistados y anexados, es de aproximadamente 70 millones, de los cuales aproximadamente la mitad son hombres y la mitad mujeres. Para lograr el propósito de la extinción de los alemanes solo sería necesario esterilizar a 48 millones - una cifra que excluye a varones de mas de 60 años y mujeres de mas de 45, por su limitada capacidad procreativa-.[1]
Theodore N. Kaufman, periodista judío, autor del Plan que lleva su nombre
El plan Kaufman se hizo público en 1941, recibió el apoyo de los líderes de las tres principales potencias aliadas y dio lugar a varios discursos de Goebbels que todavía hoy se exponen como prueba de un presunto exterminio de los judíos. Ese año se imprimió la propaganda alemana que difundía las amenazas de Kaufman respondidas mediante otras amenazas. La táctica utilizada aquí ha sido omitir el discurso de los adversarios de los nazis y presentar sólo las respuestas de éstos últimos como prueba de un supuesto plan.
Todas estas citas pueden ser interpretadas por los inexpertos o por los activistas difusores del Holocausto como una predicción sobre el supuesto destino de los judíos en Europa, que la historia oficial ha manejado como dogma inamovible, pero no hay que olvidar que para el movimiento nacionalsocialista debió imponerse un rígido lenguaje combativo, lo cual siempre había sido típico en el ejército y durante la guerra desde mucho tiempo antes de la aparición del nacionalsocialismo. Palabras como "destruir" o "aniquilar" eran de uso común en la retórica y oratoria, no sólo de los nacionalsocialistas, sino también de los aliados: Existe abundancia de citas extremistas y provocativas análogas de parte de los aliados que no se llegan a exponer en los libros con la misma recurrencia que poseen las citas de los nazis, por ejemplo cuando el día de la declaración de guerra de Gran Bretaña, Winston Churchill dijo que "el objetivo de la guerra es la aniquilación de Alemania". Si se respetan estas cuestiones de neutralidad no se podría interpretar tampoco que Churchill tenía la clara intención de exterminar físicamente a todos los alemanes.
De todo esto se pueden desglosar tres puntos básicos sobre estas citas, a saber:
Que algunas fueron reacciones a las iniciativas sionistas o a los ataques aliados, como en el caso de Goebbels quien reaccionó furioso ante aquel bombardeo aéreo.
Que la gente puede llegar a decir cosas extremas durante la guerra y que frases violentas fueron pronunciadas indistintamente por los representantes de ambos bandos del conflicto.
Que suele ser necesaria una profunda comprensión del contexto histórico y de las circunstancias específicas para poder interpretar el significado exacto de estos comentarios.
Cuando los historiadores exterministas interpretan citas como éstas como pruebas del Holocausto, tropiezan con una contradicción demasiado evidente, pues si se les pregunta porqué no existen documentos donde se haya decretado el supuesto genocidio, ni fosas comunes con víctimas del Holocausto, generalmente contestarán que los alemanes querían ocultar, a toda costa, este crimen ante el mundo, por lo que no se realizaron estos documentos, o bien, los destruyeron, así como también se tuvo la escrupulosa diligencia de eliminar cualquier rastro de todos los cadáveres de sus víctimas, pero esto a pesar de que, también según la historia oficial, los nazis ya antes habrían pregonado con todas aquellas citas, ante el mundo entero y sin ninguna clase de secretos ni ocultamientos, sus claras intenciones de genocidio. (Ver también: Solución Final)
Por este motivo los revisionistas sugieren una explicación mas sencilla: los Aliados encontraron en este intercambio de amenazas entre nacionalsocialistas y grupos judíos, el material y la oportunidad de acusar a Alemania de llevar adelante un genocidio, independientemente de que el mismo haya tenido lugar o no.
Un ejemplo moderno de esta táctica puede verse con claridad en la manipulación de las declaraciones de Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, donde Israel planea un ataque que podría justificar posteriormente sobre la frase "Israel será borrado del mapa". Al dejar de lado el marco, el contexto y hacer una traducción conveniente, este tipo de frases se utilizan posteriormente como "prueba" de un supuesto plan.
El Discurso de Posen
Se habla también, más recientemente, del supuesto discurso de Heinrich Himmler en Posen (Poznan), del cual se dispone de una audiograbación de una pequeña parte del mismo donde se oye pronunciar claramente la palabra "Ausrottung" que actualmente se traduce como "exterminio". Sin embargo las investigaciones de los revisionistas (David Irving entre otros) han demostrado que en la época de la Alemania nazi, la palabra también se traducía como "desarraigar" o "erradicar" una plaga o un mal, en este caso refiriéndose por ejemplo a la influencia judía. Existen varios diccionarios impresos en la época que apoyan ese argumento. No obstante es cierto que en la actualidad el término se traduce como exterminar.
Himmler hace alusión en su discurso a que el supuesto exterminio está en el programa del partido nazi y por tanto se lo llevará a cabo: "Está claro, la eliminación (Ausscheltung) de los judíos está en nuestro programa y lo estamos haciendo; el "exterminio" (Ausrottung) es lo que estamos haciendo". La pregunta que deberíamos hacernos para clarificar la cita es: ¿Qué dice el programa?. El programa del partido habla claramente de expulsar del país a los no ciudadanos en caso de que no fuera posible proporcionar sustento a los alemanes[1]. Los 25 puntos del programa podrían entrar fácilmente en una carilla, no tienen ambigüedad alguna y no hacen uso de la palabra "Ausrottung" en su versión en alemán[1]. En el punto 4 del programa, se establece claramente que ningún judío es ciudadano alemán y en el punto 7 afirma que si no fuera posible proporcionar sustento a toda la población, los extranjeros "no ciudadanos" serán expulsados del Reich, que es exactamente lo que ocurría en 1943. Por tanto podría argumentarse que en la cita anterior no es coherente traducir "Ausrottung" como exterminio, porque el programa ni siquiera usa la palabra "Ausrottung".
A menudo se argumenta que esa palabra aplicada a personas siempre significa exterminar pero hay varios discursos nazis donde se utiliza en referencia a los cristianos o desempleados, detalle que no ha sido explicado, por lo cual no deja de ser un tema polémico. Sin embargo al afirmar que el discurso es prueba de un exterminio ordenado por Hitler, caemos en las siguientes suposiciones y especulaciones que mantiene la versión oficial, las cuales todas deberían ser ciertas:
El discurso realmente se refiere a exterminar a los judíos: tema polémico ya comentado.
Himmler lo pronunció: el testigo Gottlob Berger dijo que la voz en la grabación no era la de Himmler, pero luego se retractó afirmando que"pudiera ser", por tanto no es seguro, y por algún motivo a los fiscales no les interesó demostrarlo por otros medios. Así que la prueba de que Himmler realmente pronunciara este discurso es muy débil.
El discurso, tal cual se presentó en el juicio, fue pronunciado en Possen frente a los jerarcas nazis: En este punto el juez Powers, designado por los Aliados y presidente del tribunal senteció que "no hay pruebas de que fuera pronunciado ni en Poznan ni en otro lugar en concreto.". Además Gottlob Berger declaró que la transcripción no coincidía exactamente con lo dicho en Possen, ya que recordaba varios pasajes del discurso: "Esto no figura en la transcripción. Puedo decir con certeza que no se habló del "Ausrottung" de los judíos" Por tanto, ni siquiera un juez designado por los Aliados se atrevió a respaldar esta especulación.
Himmler transmitía una orden de Hitler: Se trata de otra completa especulación sin base de ningún tipo, ni testigos, ni documentos ni ninguna otra prueba, donde además, el juez Powers describe el discurso como una "actitud personal" de Himmler[1].
Como prueba de que Hitler ordenó el exterminio judío (que contradice a los revisionistas) es realmente pobre, ya que estas suposiciones, una sobre otra, basadas en pocas o ninguna prueba, deberían ser todas ciertas según la historia oficial.
Esta supuesta "prueba" cae también en la misma contradicción antes mencionada, pues según la historia oficial los nazis ocultaron todo y no generaron documentos que los incriminaran, o bien, los destruyeron. Es decir, la cuestión sobre el exterminio de los judíos habría sido un secreto de Estado, por lo que la reunión en Posen habría sido también ultra secreta, resultando inconveniente y poco inteligente audiograbarla.
El texto del presunto discurso de Posen forma parte del documento 1919-PS y ocupa 63 páginas en los volúmenes del IMT.
Uso político del Holocausto
El Holocausto, siendo un fenómeno surgido como propaganda de guerra, ha sido un concepto impuesto académicamente por la constante presión política de organizaciones judías radicales como la Liga Antidifamación, el Centro Simon Wiesenthal o la American Jewish Committee, y que desde sus inicios ha sido explotado con el propósito de obtener beneficios económicos para financiar la creación de un hogar judío enPalestina, y actualmente para obtener el apoyo político de la mayoría de los Estados occidentales. Estos beneficios se han conseguido por medio del cobro en concepto de grandes indemnizaciones a Alemania, mismas que para el año 1952, ascendieron a 85.000. millones de marcos[1]. Alemania ha pagado más de 90.000 millones de marcos (56.000 millones de dólares aproximadamente) a Israel y a organizaciones sionistas desde 1949. De ahí radica la razón de la constante censura y desprestigio hacia el revisionismo del Holocausto, puesto que su validez histórica representa un peligro para los intereses del sionismo y del Estado de Israel.
Este uso político de la Historia es descrito por Roger Garaudy, en Los mitos fundacionales del Estado de Israel[1] así como por el profesor judío Norman Finkelstein, cuyos padres estuvieron internados en campos de trabajo y quien es conocido por expresar en sus obras, críticas a la política exterior israelí y que el "Holocausto está siendo explotado con fines políticos pro-israelíes y para financiar a los actores políticos en perjuicio de los actuales supervivientes". Por expresar esta opinión, la presión de la comunidad judía le obligó a abandonar su puesto como profesor de ciencias políticas en la Universidad DePaul en diciembre de 2007.[1]
Incluso el rabino Arnold Jacob Wolf, director de la Fundación Académica Hillel, de la Universidad de Yale, dijo públicamente: "Me da la impresión de que en lugar de dar clases sobre el Holocausto, lo que se hace es venderlo".
(Ver también: Activismo exterminista)
Campos de concentración nacionalsocialistas
La Alemania nacionalsocialista creó campos de concentración o campos de trabajo al igual que todos los países en guerra con el fin de internar opositores políticos, grupos étnicos o religiosos específicos, prisioneros de guerra o en general cualquier tipo de personas que se considere peligrosa en tiempo de guerra. Ejemplo de ello fue la reclusión de individuos japoneses en campos de concentración estadounidenses durante la guerra.
Esta fue una práctica generalizada, que además también se había usado en guerras anteriores: Hace aproximadamente 150 años los bóersfueron internados en campos por los británicos, los aristócratas por los republicanos, los cosacos por los comunistas en la guerra civil soviética, los chechenos por los estalinistas al acabar la guerra, etc. Por lo tanto, la orden de recluir en campos de trabajo y de concentración a los grupos considerados como un riesgo para la Alemania en guerra, no fue una medida particular o especial de los nacionalsocialistas.
Estos campos fueron establecidos dentro de Alemania poco después de la ascensión al poder del NSDAP en 1933. Posteriormente se crearían otros campos en aquellos países anexionados por Alemania antes y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, comoHolanda y Polonia.
Según la historia oficial se habrían destinado algunos de estos campos para el exterminio de seres humanos. Los más conocidos de este tipo son seis:
Auschwitz II (Auschwitz-Birkenau)
Chelmno
Treblinka
Sobibor
Belzec
Majdanek
Otros como Jasenovac, Janowska, Maly Trostenets, Sajmiste y Warsaw son clasificados como "campos de exterminio menores".
Referencias
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