Símbolos del judaísmo, el comunismo y la masonería
La Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, a veces simplificada comoconspiración judeomasónica, es la denominación que se le da a la planificación extraoficial de origen israelita cuyo fin es el control político global e internacional.
Para este objetivo las organizaciones del sionismo internacionalista crearon dos organismos ideológicos:
El comunismo o marxismo y derivaciones. Todos los teóricos e ideólogos del comunismo o el anarquismo eran judíos o descendientes directos de judíos y, la mayoría, iniciados en la masonería.
La masonería. A veces denominada como judaísmo ecléctico, sus ritos, símbolos, grados y palabras de paso tienen un evidente origen judío.
Características
El historiador estadounidense y comunista Richard Hofstadter, en su ensayo El estilo paranoico en la política americana, argumenta que muchos de sus colegas "imaginan muy a menudo la existencia de una vasta o gigantesca conspiración como la fuerza motivadora de fondo en los acontecimientos históricos. ¡La realidad es que la historia misma es una conspiración!"[1]
Durante muchos años, las teorías de conspiración han sido sistemáticamente despreciadas por la mayor parte de los historiadores de cierta relevancia. Para estas mentes analíticas y eruditas, la existencia de uno o varios grupos de seres humanos empeñados en trabajar de forma secreta, durante largos periodos de tiempo y siguiendo planes cuidadosamente trazados para hacerse con el poder, es poco menos que un argumento de una novela fantástica o una película de ficción. Después de todo, como afirma el historiador y sociólogo Paul H. Koch, "la primera labor de cualquier conspiración es convencer al resto de la sociedad de que no existe conspiración alguna."
La mayoría de las teorías de conspiración terminan invariablemente apuntando a un grupo concreto y definido: los judíos. En ocasiones la conspiración se exagera de forma delirante y surgen brotes irracionales de antisemitismo, tal fue el caso ocurrido durante la Edad Media en el que se acusó falsamente a los judíos de haber provocado la peste negra por envenenamiento de pozos. Pero este tipo de antisemitismo ignorante y emocional, parte siempre de una base anterior, expresada por aspectos recurrentes de la conducta judía.
Dentro de las teorías pseudocientíficas que intentan explicar el origen del antisemitismo y cuya teoría más difundida es la teoría del chivo expiatorio, se llega a señalar con incomprensión que ningún otro grupo de personas en el mundo ha sido simultáneamente acusado de cosas tan contradictorias entre sí como:
Alienación de la sociedad, por un lado y cosmopolitismo, por otro.
Ser explotadores capitalistas y agentes de las finanzas internacionales, y a la vez de ser agitadores revolucionarios.
Actuar como agresores militantes, pero ser pacifistas cobardes.
Adherirse a una religión y ser agentes del modernismo, el materialismo y el ateísmo.
Mantener una ley rígida mientras son moralmente decadentes.
Enfatizar el individualismo y al mismo tiempo tener una consciencia común.
Preservar su propia raza evitando la mezcla racial con otros pueblos y al mismo tiempo promover el mestizaje.
Denunciar violencia antisemita por un lado y fomentar el antisemitismo como forma de victimización.
Lo que no se ha comprendido, siguiendo la vasta evidencia de ello, es que para los que están "detrás del telón" hay una doctrina propia, que guardan celosamente para sus congéneres, y otra doctrina, subversiva, que debe ser promovida a los goym como recurso para desmoralizarlos, para despojarles de su carácter, de su cohesión, de su unidad, de su identidad, para dividirlos y vencerlos.
La estrategia ha mantenido siempre sus características fundamentales:
Abolición de toda autoridad no avalada.
Abolición de la propiedad privada.
Abolición de las clases sociales.
Destrucción de los conceptos de raza, nacionalismo y patriotismo.
Abolición del concepto de la familia tradicional y clásica.
Promoción del ateísmo y posturas antirreligiosas.
La época de la Ilustración, caracterizada por el avance en el pensamiento científico y la positiva superación del oscurantismo y la superstición, facilitó cuestionar aquellos conceptos antiguos o tradicionales de fundamento religioso, viéndose así debilitado el concepto del mandatomonárquico por derecho divino, lo que constituyó una oportunidad decisiva para establecer un nuevo régimen.
Revolución Rusa y bolchevismo
Antecedentes
Desde los primeros años de la era cristiana, ya se habían asentado inmigrantes judíos en los territorios que siglos más tarde formarían parte de la Rusia meridional. Estos grupos nómadas sufrieron grandes vicisitudes pero nunca perdieron su cohesión racial y su unidad religiosa para ayudarse entre sí.
En 1648 los cosacos se lanzaron contra ellos y después de sangrientos choques, prohibieron que en Ucrania radicaran comunidades judías. En general la población europea ya era entonces hostil hacia ellos, pero las tierras rusas, debido a sus inexplotadas riquezas y enorme extensión, seguían atrayendo constantemente a judíos emigrados de Europa occidental.
La emperatriz Elisabethha Petrovna se alarmó ante este hecho y en 1743 se negó a admitir más inmigrantes, sin embargo, cincuenta años más tarde la anexión de territorios polacos convirtió a millares de judíos en súbditos de Rusia. A partir de entonces las comunidades judías aumentaron considerablemente, no sin sufrir hostilidades y persecuciones, tal como les había ocurrido a sus ancestros en todos los tiempos y en todos los pueblos. El zar Alejandro I (1825-1855) los trató con benevolencia y fracasó totalmente en sus esfuerzos por asimilarlos a la población rusa. Su lealtad, aún cuando radicaran dentro del dominio de otras naciones, nunca pertenecería a ellas, sólo a Judá, un Estado que en aquella época era invisible, pero muy real, y que no fue consolidado plenamente sino hasta 1948 como el Estado de Israel.
El siguiente zar, Nicolás I (1825-1855) se impacientó ante la renuencia de las comunidades judías a su asimilación, por lo que redujo sus derechos cívicos, además de que les hizo extensivo el servicio militar obligatorio que ya regía en el Imperio. Esto causó descontento entre los judíos, pero una vez más lograron conservar sus vínculos raciales y sus milenarias costumbres.
Al subir al trono Alejandro II (1855) la situación de los judíos volvió a mejorar y no tardaron en prosperar en el comercio, la literatura y el periodismo; varios diarios judíos se publicaron en San Petersburgo y Odesa. Precisamente en ese entonces se vigorizó en Rusia la agitación revolucionaria con base a las teorías elaboradas en 1848 por los judíos Karl Marx y Friedrich Engels.
En 1880, los israelitas Leo Deutsch, P. Axelrod y Vera Zasulich y el ruso Plejanov, formaron la primera organización comunista en Rusia y un año después, varios conspiradores, encabezados por el judío Vera Fignez, asesinaron al zar Alejandro II. El hijo de éste, Alejandro III, pensaba que las concesiones hechas por su padre habían sido pagadas con ingratitud y en consecuencia, expulsó a los judíos de San Petersburgo, deMoscú y de otras ciudades. Los crecientes desórdenes y atentados los atribuyó, como en efecto era, a la influencia de ideas extrañas al pueblo ruso y ordenó enfatizar el nacionalismo y reprimir las actividades políticas de intelectuales hebreos.
Marxismo
Se necesitaba la elaboración de teorías complicadas, con apariencia científica y astutamente presentadas para engañar a todo el mundo no-judío, principalmente a las masas analfabetas de la clase baja que finalmente serían la materia prima y motor de dichas teorías, sin que se advirtiera que todas ellas no tenían ninguna base realista y que eran impracticables.
Theodor Herzl, el fundador del sionismo, ya había advertido antes del triunfo de la revolución marxista:
Somos una nación, un pueblo... Cuando los judíos nos hundamos, seremos revolucionarios, seremos los suboficiales de los partidos revolucionarios. Al elevarnos nosotros subirá también el inmarcesible poder del dinero judío.
Theodor Herzl, El Estado Judío.
Son innumerables las huellas que los judíos dejaron en la preparación y consumación de la mal llamada Revolución Rusa, pero por uno u otro motivo la difusión de estos hechos ha sido tan lenta y fragmentaria que generalmente suenan a inverosímiles o fantásticos cuando se les conoce en toda su magnitud.
Muchos son los testimonios que de forma completamente independiente, confirman que detrás del movimiento bolchevique, se encuentra un plan de hegemonía judaica.
Testimonio de George A. Simmons
El reverendo George A. Simmons, superintendente de la Misión Metodista de Petrogrado hasta primeros de octubre de 1918 declaró, bajo juramento, ante el Senado de los Estados Unidos que:
... De entre los 388 miembros del soviets de Petrogrado sólo 16 eran rusos y todos los restantes judíos, exceptuando a un negro procedente de Nueva York, que se hacía llamar doctor Johnson...
De los 371 judíos pertenecientes al Soviet comunista septentrional, 265 -o sea más de las dos terceras partes- habían llegado a Rusia procedentes del Lower East Side de Nueva York.
... Todas las iglesias de Petrogrado fueron profanadas. Sólo fueron respetadas las sinagogas. Cuando la revolución estalló, las calles de Petrogrado fueron inundadas de pasquines y folletos de propaganda, escritos casi todos en lengua yiddish.[1]
Testimonio de Victor Marsden
A su vez, Victor Marsden, uno de los periodistas de mayor renombre en Gran Bretaña y corresponsal del London Post en Moscú durante diez años, escribió una documentadisima obra [1] sobre la Revolución bolchevique. Marsden hizo notar el elevado porcentaje de judíos que integraron el 'apparat' gubernamental soviético en 1918.
En su análisis, la proporción de judíos en el la alta burocracia bolchevique es ligeramente superior al 80%. Pero hay que tener en cuenta que en la obra precipitada de Marsden se consideran rusos, georgianos, letones y de otras nacionalidades a una serie de personajes que, más tarde, serían identificados como judíos, como Sverdlov, Karakhan, Bukharin, Manuilsky, Rakovsky, etc.
Testimonio de Henry Ford
El testimonio más difundido y conocido es el del empresario estadounidense Henry Ford, a quien se le ha difamado con el calificativo de "antisemita" por ser uno de los primeros en comprender qué se escondía realmente detrás del bolchevismo "ruso":
Una Rusia soviética hubiese sido sencillamente imposible a no ser que un 90% de los comisarios fueran judíos. Otro tanto hubiera ocurrido en Hungría, de no ser judío Bela Kun ("El Príncipe Rojo") y con él 18 de sus 24 comisarios... El soviet no es una institución rusa, sino judía
Además nos facilita una estadística del indudable predominio judío en Rusia en el año 1919.[1]
Organismo Miembros Judíos Porcentaje de judíos
Consejo de Comisarios Populares 22 17 77%
Comisariado de Guerra 43 33 77%
Comisariado de Asuntos Exteriores 16 13 81%
Comisariado de Hacienda 30 24 80%
Comisariado de Justicia 21 20 95%
Comisariado de Instrucción Pública 53 42 79%
Comisariado de Socorros Sociales 6 6 100%
Comisariado de Trabajo 8 7 88%
Delegados de la Cruz Roja rusa en Berlín, Copenhague, Viena, Varsovia y Bucarest 8 8 100%
Comisarios Provinciales 23 21 91%
Directores de periodistas 41 41 100%
Entre los 293 principales jefes soviéticos, según las investigaciones de Henry Ford, encontramos 249 judíos, lo que da el elevado porcentaje del 84,98%.
Testimonio de Douglas Reed
Douglas Reed, antiguo subdirector del Times londinense publicó en dicho periódico una serie de artículos transmitiendo los resultados de sus observaciones e investigaciones sobre los primeros tiempos de la Revolución de octubre:
Es bastante conocido el importante papel jugado por los judíos dentro del aparato directivo comunista. Lo que apenas se ha dicho, pero es igualmente cierto, es que los otros partidos revolucionarios de Rusia estaban también dominados por los hebreos, de manera que, fuera cual fuera la resolución final de la Revolución, lo único cierto e indudable era que los judíos colocarían a sus hombres en los lugares de honor.
Libro Blanco del Gobierno británico
El señor Oudendyke, embajador de los Países Bajos en San Petersburgo, y encargado de los intereses británicos en Rusia después de la liquidación de la Embajada de Su Majestad por los bolcheviques en 1917, envió un informe al Primer Ministro inglés, Lord Balfour, informándole sobre la gestación y desarrollo de la Revolución.
Este informe fue incluido en el Libro Blanco del Gobierno británico publicado en abril de 1919 con el subtítulo Rusia nº 1. He aquí un extracto del testimonio del embajador Oudendyke:
Considero que la inmediata supresión del bolchevismo es la tarea más urgente que tiene ahora el mundo civilizado, incluso si es preciso, para conseguirlo, desencadenar una nueva guerra. Y, a menos que el comunismo sea ahogado en su nido, ahora mismo, es inevitable que acabe abalanzándose, de una forma u otra, sobre Europa y el mundo entero... ya que (el comunismo) lo han organizado y lo dirigen judíos, gente sin patria cuyo único objetivo es destruir, en su beneficio, el actual orden existente..
Comunistas financiados por capitalistas
Caricatura que representa la complicidad entre el comunismo y supracapitalismo: dos cabezas de un mismo monstruo
Por otra parte, los iniciadores del marxismo en Rusia tuvieron gran apoyo financiero de sus compatriotas y correligionarios en el extranjero.
En un reporte del Servicio Secreto americano transmitido al Estado Mayor del Ejército francés, se describe que el 14 de febrero de 1916 se celebró en Nueva York un Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas, alentadas e inspiradas por israelitas. El magnate judíoJacob Schiff era uno de los que costearon los gastos de estos trabajos políticos; ayudaba particularmente al judío León Trotsky. Otros banqueros judíos, tales como Max Breitung, Felix Warburg, Otto H. Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg, Jerome H. Hanauer, Banco Kuhn, Loeb & Co. daban también su ayuda económica desde Nueva York. La firma bancaria mencionada está dirigida por Schiff, Kahn, Warburg Hanauer y Loeb.[1]
En abril de 1917, Jacob Schiff, en unas manifestaciones públicas, declaró que gracias a su ayuda financiera, la Revolución Rusa había podido triunfar. En la primavera de 1917, Jacob Schiff empezó a comanditar a Trotsky con objeto de hacer estallar la revolución social en Rusia. El diario neoyorquino Forward, que es un órgano judeobolchevique, organizó una suscripción con el mismo objeto. Desde Estocolmo, el judío Max Warburg financiaba igualmente a Trotsky y los suyos. Éstos recibían también fondos del sindicato Rhenano-Westfaliano, importante empresa judeoalemana. así como de otro judío, Olaf Aschberg, del Nya Banken de Estocolmo. Así se establecieron las relaciones entre multimillonarios judíos y proletarios de la misma raza.
En ese mismo reporte se describen de las actividades procomunistas del banquero Paul Warburg y del rabino Judah L. Magnes quien era criatura política de Warburg y Schiff, y quien fue dirigente de la organización sionista Poale, de tendencia marxista.
La revolución marxista fomentada en Alemania en 1918 se desarrolló siguiendo las mismas directrices judías que la revolución social en Rusia, y revela que sus dos principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Hans Haase, eran judíos.
Después, en otra sección se resume:
... Si tenemos en cuenta que la firma judía Kuhn, Loeb & Co. está íntimamente relacionada con el sindicato Renano-Westfaliano, entidad bancaria judeoalemana, con Lazard Fréres, banca judía de París y con la firma bancaria judía Gunzbourg, de San Petersburgo, París y Tokio, y si tenemos así mismo en cuenta que las mencionadas casas judías mantienen relaciones estrechas con la banca judía Speyer & Co., de Frankfurt, Londres y Nueva York y con la Nya Banken, Banco judío, declaradamente bolchevique, establecido en Estocolmo, comprobaremos que el movimiento bolchevique es la expresión de un movimiento general de los judíos y que ciertas casas de banca judías están interesadas en la organización de tal movimiento.
Testimonio de Edgar Sisson
Edgar Sisson, enviado especial del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, envió un documentado informe a la Casa Blanca, en relación con los sucesos acaecidos en Rusia durante los cien primeros días de la Revolución. Sisson publicó su informe con la autorización del Gobierno de su país, en 1931, en un libro titulado One Hundred Days. Por otra parte, el Comité de Información Pública de los Estados Unidos editó los reportes Sisson, que incluían numerosas fotocopias de documentos oficiales, como 'información de guerra' (serie Nº 20, octubre de 1918), tras haber sido sometidos a estudio y aprobación de los investigadores de la Oficina Nacional del Servicio Histórico.
En los reportes se establece que:
un sin fin de documentos e informaciones oficiales y de observadores privados, demuestran el carácter casi exclusivamente judaico de la Revolución de octubre-noviembre de 1917. Se mencionan los nombres de los banqueros Jacob Schiff y Max Warburg como principales financiadores de los revolucionarios; se cita la cifra con que contribuyó, personalmente, Schiff: doce millones de dólares. De hecho, se afirma que el citado Schiff comenzó su obra probolchevique con la financiación de la propaganda comunista en los campos de prisioneros rusos en Manchuria, durante la guerra rusojaponesa de 1905. Este extremo fue confirmado por el testimonio de George Kennan, autoridad en asuntos rusos y ex embajador norteamericano en Moscú. Kennan manifestó a un reportero del New York Times (5) que una "Sociedad de Amigos de la Libertad Rusa", financiada, dirigida y animada por Jacob H. Schiff envió a los campos de prisioneros rusos en Siberia Meridional y Manchuria, una tonelada y media de panfletos de propaganda roja.
Testimonio de David R. Francis
David R. Francis, embajador de los Estados Unidos en Moscú, mantuvo a su Gobierno puntualmente informado sobre los acontecimientos. El Departamento de Estado publicó, más tarde, los documentos Francis, que han sido recogidos, entre otros autores, por Elizabeth Dillings en su notable obra The Plot Against Christianity. Alude, Francis, a un curioso telegrama enviado por el comunista de Petrogrado Fuerstenberg (Ganetzky), a un correligionario suyo. (Obsérvense la fecha -unos días antes de la Revolución-, el banquero y los demás apellidos mencionados, igualmente judíos.)
Estocolmo, 21 septiembre 1917.
Sr. Raphael Schaumann (o Scholan):
Querido camarada: La casa bancaria del señor Max Warburg, a raíz de un telegrama del presidente del sindicato Renano-Westfaliano, abrió una cuenta corriente para la empresa del camarada Trotsky. Un abogado, tal vez el señor Kestroff, se hizo cargo de las municiones, cuyo transporte a Lulea y a Vardi organizó, juntamente con el dinero para el camarada Trotsky, según sus deseos.
Fraternales saludos, Fuerstenberg.
El documento nº 3, de la serie Francis dice, textualmente, así:
Circular del 2 de noviembre de 1914. Del Banco imperial a los representantes de la Nya Banken y a los agentes del Diskonto Gesellschaft y de la Deutsche Bank. "Actualmente, tienen lugar conversaciones entre los agentes autorizados del Banco Imperial y los revolucionarios rusos, M. M. Zenzinov y Lunacharsky... - Estamos dispuestos a ayudar sus proyectos de agitación y de propaganda en Rusia a condición de que esa agitación y propaganda afecten, sobre todo, a los elementos combatientes en el frente. En ese caso, los agentes del Banco imperial tienen instrucciones de abrir a los revolucionarios los créditos necesarios al desempeño de su labor. Firmado, Risser.
Suplemento a ese documento;
Z. y L. entraron en relación con el Banco imperial alemán actuando de mediadores los señores Rubenstein, Max Warburg y Parvus.
Todas las personas mencionadas en ese documento a excepción del revolucionario ruso Lunacharsky, eran judías. Por otra parte, hay que contar con la influencia que en el Banco imperial alemán poseían los hebreos Rathenau y Von Ballin. Así mismo, como era público y notorio, los cinco Bancos "D" de Alemania -entre los que se mencionan al Diskonto y el Deutsche Bank- eran entidades judías.
El documento Nº 5 se refiere a una orden de pago cursada por el sindicato Renano-Westfaliano (calificado de entidad judeobolchevique por el Departamento de Estado americano) a un tal Svenson Baltzer y a Moses Kirch, representantes, respectivamente, de la Diskonto Gesellschaft en Estocolmo y de la Deutsche Bank, en Ginebra. A Baltzer y a Kirch se les encarga suministrar fondos a los señores Ulianov (Lenin) y Bronstein (Trotsky).
En el documento Nº 6, el banquero Svenssen, de la "Banque díaffaires Waldemar Hansen & Co.," comunica a la Diskonto Gesellschaft que la cantidad de 315.000 marcos ha sido transferida a la cuenta del señor Lenin, en Kronstadt, en fecha 18 de junio de 1917.
El 7º documento se refiere a una carta del banquero Svensen al revolucionario judío Herzen (o Farzen) en Kronstadt. El capitalista Svensen escribe al proletario Herzen:
Entregue los pasaportes y la suma de 207.000 marcos que usted ha recibido del señor Lenin, a las personas mencionadas en esta Carta (adjunta).
El 8º documento da cuenta de que, según la orden de un tal Mr. Jullias, el Deutsche Bank ha pagado 32.000 francos que se han utilizado en la edición de panfletos comunistas.
Los documentos Nº 9, 10 y 11 hacen referencia a entregas de dinero (marcos, francos y coronas suecas) hechas por el sindicato Renano-Westfaliano y la Nya Banken de Estocolmo a los revolucionados Fuerstenberg, Trotsky y Antonov.
Hay, todavía, un duodécimo documento, relativo a una comunicación del millonario comunista Parvus Helphand. a un tal señor M. de Estocolmo, anunciándole el envío de 180.000 marcos para la financiación de las actividades soviéticas en Finlandia. Parvus era íntimo de Trotsky y de Lenin.
Finalmente, en el tercer tomo de los documentos hechos públicos por el Departamento de Estado, y bajo la referencia n.0 861.00/228 - 1110, puede leerse un telegrama enviado por el embajador Francis a la Casa Blanca en el que, entre otras cosas, se dice:
... Considerando que el Gobierno provisional tenía urgente necesidad de fondos, Inglaterra ha ayudado a Rusia, y probablemente continuará haciéndolo hasta el reconocimiento del Gobierno por todos los países Aliados, una ayuda urgente sería oportuna y muy altamente apreciada. Es extremadamente importante para los judíos que esta revolución tenga éxito. Si bien los judíos prestan tan importante ayuda, una gran discreción deberá ser observada, ya que ella [la Revolución] está entrando en una fase en que podría despertar la oposición de los antisemitas que tan numerosos son aquí.
Los mencionados reportes del embajador Francis fueron publicados por el Departamento de Estado bajo el titulo Papers relating to the Fo-reign Relations of the United States, en tres volúmenes.
Pese a todo lo que en apariencia hubiera de inexplicable en esas relaciones entre los marxistas revolucionarios de Rusia y los magnatescapitalistas de América, en el fondo regía la profunda solidaridad de la raza hebrea y el anhelo común de la reivindicación judía. Si el destino del mundo iba a jugarse en dos barajas de política internacional (el capitalismo y el marxismo), tener ases en ambas mangas era asegurar el triunfo de la causa común. Es de considerar por ello que, como dice Henry Ford, "el comunismo sólo es anticapitalista contra la propiedad no judía".
Confesiones
Los propios judíos han reconocido en muchas ocasiones que la Revolución soviética no fue obra de rusos explotados por la autocracia zarista, sino de judíos internacionalistas.
El más importante de los semanarios judeoamericanos, The American Hebrew publicó, el 10 de septiembre de 1920, está auténtica confesión de parte:
La Revolución bolchevique en Rusia fue obra de cerebros judíos, de la insatisfacción judía, de la planificación judía, cuyo objetivo es crear un orden nuevo en el mundo. Lo que de tan excelente manera fue realizado en Rusia, gracias a cerebros judíos y a causa de la insatisfacción judía y mediante la planificación judía será también, a través de las mismas fuerzas mentales y físicas judías, una realidad en todo el mundo.
Por su parte, el Jewish Chronicle londinense escribió el 4 de abril de 1919:
Hay mucho de bueno en el bolchevismo, no sólo porque muchos judíos son bolcheviques, sino porque los ideales del comunismo y los del judaísmo son consonantes en lo esencial.
Alfred Nossig, uno de los más celebrados líderes espirituales del judaísmo declaró, en 1925:
El comunismo y el código mosaico no están en oposición... nosotros tenemos un interés vital en la victoria final del comunismo en el mundo, no solamente por motivos tácticos y ocasionales, sino sobre todo porque el marxismo y la doctrina mosaica son prácticamente idénticos...
El Dr. Oscar Levy, judío americano, en una carta que fue reproducida en el prefacio del libro The World Significance of the Russian Revolution, de G. Pitt-Rivers, reconoció en 1920:
Al frente del comunismo y del capitalismo hay elementos judíos, que buscan la ruina espiritual y material de este mundo... para satisfacción del intenso idealismo judío.
Un documento judío, citado por el Sunday Times, de Londres del 4 de abril de 1920, se jactaba con entusiasmo, de que el comunismo no era más que una conspiración israelita para conseguir el imperio mundial de Sión. El despacho en cuestión decía exactamente:
La Prensa polaca reproduce un documento hallado en la cartera del comandante bolchevique Sunder, jefe de un batallón. Sunder fue muerto en acción. Ese documento, escrito en yiddisch, proyecta la luz sobre la organización clandestina judía en Rusia. He aquí su contenido:
Al presidente de la sección de la Alianza Israelita Universal. La hora de nuestro completo triunfo se acerca. Estamos en la alborada de la conquista del mundo. Nuestros viejos sueños se están cumpliendo. A pesar de que, hace relativamente poco tiempo no teníamos ningún poder, ahora podemos alcanzar la victoria. Ya hemos obtenido el poder en Rusia. Nuestros primeros planes han sido coronados por el éxito, pero no debemos olvidar que los rusos, aunque estén ahora bajo nuestro dominio, nunca dejarán de ser nuestros mortales enemigos... Firmado. El Comité Central de la sección de Petrogrado de la Alianza Israelita Universal.
Dos historiadores judíos que gozan de gran prestigio entre sus correligionarios corroboraron la evidencia del fondo judaico del movimiento bolchevique. William Zuckerman escribió:
Nosotros estuvimos en vanguardia del movimiento revolucionario ruso antes del derrumbamiento del zarismo, y nuestros servicios desde los primeros días de la heroica lucha proletaria son reconocidos por todos los historiadores
En cuanto a Rappoport -uno de los más acreditados historiadores de la Revolución de 1917- estableció que:
... los judíos de Rusia fueron globalmente responsables de la Revolución y de la victoria final del proletariado.
Norman Bentwich, historiador judío de nacionalidad británica escribió (marzo de 1933):
Es evidente que los cambios producidos por la Revolución soviética han sido especialmente favorables a los judíos... Cuando llegamos a Leningrado, los intérpretes y los guías de la organización turística del Estado eran, generalmente, judíos o judías. La misión del pueblo judío es ser el intérprete de la Rusia soviética ante el mundo, y del mundo ante la Rusia soviética, ya que él forma el núcleo esencial de la nueva sociedad proletaria...
En la revista Le Nouveau Mercure (París, marzo de 1927) el periodista hebreo René Gross, decía:
Las dos internacionales de la finanza y del bolchevismo trabajan con ardor. Ambas representan los dos frentes de la internacional judía... Se trata de una conspiración contra todas las naciones gentiles.
Bernard Lazare, historiador judío y sionista prominente, reconoce, por su parte, que:
... en cuanto a la gestación del socialismo (comunismo) los judíos contribuyeron más que nadie. Marx y Lassalle en Alemania, Aaron Liberman y Adler en Austria, Dobrojonan Gherea en Rumania, Gompers, Kahn y De Lion en los Estados Unidos de América, fueron o son todavía los directores o los iniciadores. Los judíos rusos merecen lugar a parte en esta breve exposición. Los jóvenes estudiantes, evadidos de los ghettos, participaron activamente en la agitación nihilista: muchos de ellos -incluyendo a bravas judías- sacrificaron heroicamente sus vidas a la causa emancipadora, y al lado de esos médicos y esos abogados israelitas hay que colocar a la masa considerable de los refugiados artesanos que fundaron en Londres y en Nueva York, importantes organizaciones obreristas, centros de propaganda socialista, comunista e incluso anarquista.
El publicista judío Hermalin dijo, en un discurso pronunciado en Nueva York, en 1917, que:
... la Revolución rusa fue realizada por judíos. Nosotros formamos las sociedades secretas.. Nosotros inspiramos el reinado del terror... Nosotros por medio de nuestra convincente propaganda y de nuestras represiones masivas.
Uno de los fundadores del Partido Laborista de Inglaterra, el profesor judío Harold Y. Laski, reconoció que:
... en 1897 se fundó el Bund, la unión de los trabajadores judíos en Polonia y Lituania... que se dedicó a las actividades revolucionarias en gran escala, y su energía les convirtió en el núcleo del Partido comunista en todas las Rusias.
Importantes revolucionarios de origen judío
Alexandr Kerensky
Arseni Raskin
Bela Kun
Boris Berman
David Dragonsky
Dimitri Shmidt
Eduard Bernstein
Emma Goldman
Eugen Levine
Génrij Yagoda
Grigori Shtern
Grigori Zinóviev (Apfelbaum)
Ilya Ehrenburg
Isaac Babel
Joseph Stalin (David José Dzhughashvili)
Karl Liebknecht
Karl Marx (Kissel Mordechai)
Kurt Eisner
Lazar Moiseyevich Kaganovich
León Trotsky (Bronstein)
Leiba Lazarevich Feldbin (Aleksandr Orlov)
Lev Inzhir
Lev Kámenev
Matvei Berman
Maxim Wallach (Litvinov)
Mikhail Chazkelevich
Mikhail Kaganovich
Miron Vovsi
Mollie Steimer
Naftaly Frenkel
Olga Benario
Olga Bronstein
Rosa Luxemburgo
Shimon Kirvoshein
Solomon Lozovsky
Tibor Szamuely
Vladimir Lenin
Yákov Kreiser
Yákov Sverdlov
Yákov Yurovsky
Yona Yakir
Yuri Andropov
Masonería
Desde el grado tercero de la masonería se le da a conocer al adepto el significado del rito representado por la leyenda de Hiram Abif, el arquitecto del Templo de Salomón quien muere a manos de tres compañeros conocidos como Jubelás, Jubelós y Jubelum. Estos nombres son designaciones simbólicas para la Ley, la Propiedad y la Religión, así como para Jesucristo, la Iglesia y el Cristianismo, que son vistos como la Ignorancia, el Fanatismo y la Superstición. De modo que se planea simbólicamente la lucha contra estos elementos de la civilización occidental que obstaculizan gravemente la labor judaica.
En 1860, el español Vicente de la Fuente había escrito sobre el origen de la francmasonería:
En efecto: desde el siglo primero de la Iglesia existe una sociedad maldita con la execración de Dios, semejante a Satanás en su caída, en la privación de sus antiguas preeminencias, en el destierro perpetuo de su patria, en el deseo de venganza, en el odio encubierto a todo principio de autoridad legítima, en aborrecer a todos y ser de todos aborrecida. Esa sociedad proscrita en todas partes, y que en todas partes se halla sin patria; que varias veces ha querido constituir nacionalidad y nunca lo ha logrado; que en tal concepto desprecia las ideas de nacionalidad y de patria, sustituyéndolas con un frío y escéptico cosmopolitismo, esa tiene la clave de la francmasonería. El calendario, los ritos, los mitos, las denominaciones de varios objetos suyos, todos son tomados precisamente de esa sociedad proscrita: el judaísmo.
Pero ¿cómo han de confesar los francmasones que su origen es judaico, y que por espacio de mucho tiempo han sido unos dóciles instrumentos de los judíos, a quienes parecían avasallar? Esto los rebajaba en el concepto público, y la francmasonería es altamente orgullosa. Combatiendo a la aristocracia, al monopolio y al privilegio, la francmasonería aspira a enlazarse con los templarios y hacer prosélitos entre los príncipes y las clases nobles, y pretende monopolizar el gobierno para repartir los destinos entre sus adeptos y crearse así un poder formidable, que degenera en verdadera tiranía contra los profanos.
La francmasonería en su principio es una institución peculiar de los judíos, hija del estado en que vivían, creada por ellos para reconocerse, apoyarse y entenderse sin ser sorprendidos en sus secretos, buscarse auxiliares poderosos en todos los países, atraer a sí a todos los descontentos políticos, proteger a todos los enemigos del cristianismo.
Es público que todos los periódicos más revolucionarios e impíos de Europa están comprados por los judíos, o reciben subvenciones de ellos y de sus poderosos banqueros, los cuales a la vez son francmasones.[1]
Este paralelismo del judaísmo político y de la masonería lo confiesa el propio israelita Trotsky en su biografía, al referirse a su encarcelamiento de 1898:
Hasta entonces no había tenido ocasión de consultar las obras fundamentales del marxismo. Los estudios sobre la masonería me dieron ocasión para contrastar y revisar mis ideas. No había descubierto nada nuevo.
León Trotsky, Mi Vida.
Una de las consecuencias de la Revolución Francesa, planeada e instigada por los francmasones, fue la enunciación de la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, la cual condujo a la concesión de la libertad e igualdad ciudadana para los judíos en la sociedad europea. Con estos derechos, se abrieron las puertas a los judíos, quienes desde entonces podrían maniobrar con mayor facilidad desde la burocracia para concretar sus fines, sin los obstáculos anteriores que representaban para ellos la monarquía y el clero.
Referencias
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Fuentes
Traian Romanescu, La Gran Conspiración Judía.
Traian Romanescu, Amos y Esclavos del Siglo XX.
Traian Romanescu, Traición a Occidente.
Joaquín Bochaca, La historia de los vencidos.
Salvador Borrego, Derrota Mundial.
Enlaces externos
Jew Watch: Comunistas judíos (en inglés).
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