Portada del libro de Richard Harwood Did six million really die? (¿Murieron realmente seis millones?)
El revisionismo del Holocausto es una corriente histórica que tiene la finalidad de reinterpretar, a la luz de nuevas evidencias, los hechos acaecidos en Europa entre los años 1941 y 1946 y que fueron posteriormente tergiversados por los intereses políticos que impulsaron la creación del Estado de Israel en la región dePalestina en 1948.
La negación del Holocausto es a menudo la conclusión natural de la mayoría de los estudios revisionistas, al incluir nuevas pruebas forenses, análisis científicos y evidencia documental no disponible hace 60 años. Sin embargo, esta negación sólo comprende aspectos puntuales, como por ejemplo la existencia de cámaras de gas homicidas o la cifra de seis millones de víctimas judías. No niega la persecución de los judíos y otras minorías, el establecimiento de campos de concentración para grupos considerados como un riesgo para elEstado en guerra ni otros acontecimientos de la historia oficial.
Posturas y cuestionamientos
Tapa del libro de Pruebas contra el Holocausto del historiador David Irving
Dentro del revisionismo del Holocausto, es posible identificar dos posturas en función de sus objetos de estudio o de su grado de interpretación:
1. La que cuestiona o niega explícitamente el supuesto asesinato en masa del pueblo judío y otras minorías bajo el Tercer Reich, hechos que habrían sucedido entre 1941 y 1945, mismos que no resisten un análisis histórico. La mayoría de los revisionistas defiende esta postura.
Los puntos generales de esta corriente consisten en la duda o el rechazo de que:
El régimen nacionalsocialista tuviese un plan deliberado de exterminar a los judíos o a otros grupos.
Existiesen dispositivos funcionales para el exterminio masivo, tales como las cámaras de gas.
Hubiesen muerto más de 800.000 personas en los campos de concentración, de entre las cuales aproximadamente 300.000 serían judíos.
La investigación, difusión, expresión y discusión abierta de este tema está totalmente prohibida en varios países europeos democráticos como Alemania y Austria, y existen sanciones penales severas para quienes nieguen o cuestionen el Holocausto bajo acusaciones como "ocultamiento de genocidio con conocimiento, o consentimiento y aprobación o justificación del "genocidio" (sic).
2. La que no cuestiona o niega explícitamente el Holocausto (genocidio), ni las cámaras de gas. Esta postura puede clasificarse como un punto intermedio entre el exterminismo y el revisionismo. Dentro de esta postura destacan:
La que considera la existencia del Holocausto como punto de partida obligado para cualquier investigación sobre el particular y sólo cuestiona hechos secundarios como el número de las presuntas víctimas o el presunto grado de responsabilidad de los servicios de inteligencia aliados, del Vaticano y de la Cruz Roja, instituciones de las cuales se dice que pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero supuestamente lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad. Este silencio puede explicarse sencillamente porque durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, lo que sugiere que, o bien ignoraban de su existencia, o simplemente no estaba ocurriendo.
La que sostiene que el Holocausto, sea verdad o no, ha sido explotado políticamente en beneficio financiero de Israel, tal como lo ha expuesto el profesor Norman Finkelstein en La industria del Holocausto[1]. (Un estudio revisionista, más bien, sobre las consecuencias políticas del Holocausto).
La que postulaba que Hitler no tenía conocimiento ni responsabilidad sobre las presuntas ejecuciones en masa, pues no existe documento alguno en el que se vincule directamente a Hitler con agresiones físicas contra judíos, sino que al contrario, abundan los documentos en los que Hitler intentaba evitar todas las acciones e iniciativas individuales contra los judíos. El historiador británico David Irving se caracterizó por defender esta idea en The Hitler’s War.[1][1]
Siguiendo la línea de la explotación política del supuesto genocidio, los revisionistas han demostrado, además, que el Holocausto fue en realidad una propaganda de guerra inventada por las potencias aliadas y que fue posteriormente aprovechada por los sionistas con el propósito de obtener beneficios a costa de otros pueblos, principalmente Palestina y Alemania, por ejemplo, el cobro de indemnizaciones a Alemania, mismas que ascendieron a 85.000. millones de marcos para el año 1952[1]. Alemania ha pagado más de 90.000 millones de marcos (56.000 millones de dólares aproximadamente) a Israel y a organizaciones sionistas desde 1949.
No es tarea del revisionismo justificar hechos históricos relacionados con cuestiones políticas, sino únicamente reconstruir y describir estos hechos y sus motivaciones analizados e interpretados según el espíritu y el sentir de la época a la luz de los datos disponibles. Sin embargo, esto no es impedimento para que algunas personas utilicen estas investigaciones con el propósito de respaldar posturas políticas.
Terminología
El revisionismo del Holocausto se denomina así por ser una corriente del revisionismo histórico, aunque no es necesariamente reconocida actualmente por las instituciones académicas oficiales, principalmente por poseer ideas políticamente incorrectas.
En las primeras décadas posteriores a la guerra, las comunidades judías decidieron no dignificar aquellos estudios revisionistas con una respuesta, creyendo que contestar sólo llevaría a esta corriente a una mayor credibilidad. Más tarde, y con cierta resistencia por parte de la comunidad judía, la historiadora judía Deborah Lipstadt los denominó "negadores del Holocausto", ya que, desde su punto de vista, no estaban "revisando" la Historia, sino más bien, negando lo innegable. Posteriormente se comenzó a utilizar el término "negacionismo", siguiendo el término francés négationnisme, propuesto por Henry Rousso en The Vichy Syndrome, (1991), término que los revisionistas rechazan no sólo por ser despectivo, sino por estar equivocado, pues esta expresión quiere indicar o sugerir, que los revisionistas niegan dogmática y categóricamente los hechos oficiales sin recurrir a la investigación y a la evidencia.
De este modo, cualquier persona que negara la existencia del Holocausto, se convertiría simplemente en "negacionista", no importando si éste cumple con las exigencias de la metodología histórica, lo cual es contradictorio cuando se toma en cuenta a los revisionistas históricos que no se dedican al estudio particular del Holocausto, pero que también niegan ciertos hechos que la Historia oficial ha establecido como verdaderos.
En compensación por el uso de este término, y para facilitar la diferencia de las teorías entre ellos, los revisionistas se refieren comoexterministas o exterminacionistas a aquellos que apoyan o acreditan la historia oficial, falsamente académica, sobre el Holocausto.
Historia
Paul Rassinier
Si bien se admite que lógicamente fueron los nazis, como Hermann Göring, las primeras personas en negar las acusaciones de crímenes que se les imputaron en los inconsistentes Juicios de Núremberg, no fue sino hasta las investigaciones del profesor francés Paul Rassinier que se comenzó formalmente con esta corriente revisionista.
Rassinier dio inicio al revisionismo del Holocausto al publicar en 1950 Le Mensonge d’Ulysse ("La mentira de Ulises")[1], donde trata sobre los testimonios de ex-prisioneros de los campos de concentración alemanes y su vivencia en Buchenwald y Mittelbau-Dora donde estuvo preso por participar en la Resistencia Francesa a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Al escribir este libro, Rassinier se ocupó de cuestionar y desmentir cada uno de los testimonios que existían sobre cámaras de exterminio en territorio alemán (antiguo Reich[1]), sin embargo admitió su falta de autoridad moral para testificar sobre los demás campos que se hallaban tras la Cortina de Hierro, es decir, campos que se encontraban dentro de los territorios ocupados por los soviéticos en ese momento, como el de Auschwitz por ejemplo, y consideró la remota posibilidad de la existencia de las cámaras de exterminio en ese territorio, sin embargo, tras sus posteriores investigaciones cambió su postura totalmente, afirmando que no hubo ejecuciones por gaseamiento en ningún campo. Rassinier afirmó también haber buscado durante quince años testigos de los gaseamientos sin éxito y que en los campos, además de contar con atención médica y actividades recreativas, se les remuneraba a los presos por el trabajo forzado.
En 1965, en un esfuerzo por conseguir la neutralidad histórica y política, Rassinier escribió:
Quiero que se reconozca la inmoralidad de investigar simplemente a los criminales de guerra alemanes, especialmente cuando se exagera la índole criminal de su actividad, lo cual ha ocurrido en muchos casos. Creo que, a raíz de una guerra, debería concederse amnistía general a todos los combatientes.
Paul Rassinier, 1965.
Algunos críticos señalan que Rassinier era - supuestamente - antisemita, hecho que habría condicionado sus opiniones y que le restarían validez, sin embargo, Rassinier no era antisemita, incluso participó en la fundación de la red clandestina Libération-Nord que permitió a miles de judíos la posibilidad de huir de la zona ocupada para llegar a territorio suizo. También señalan, con aire victorioso, el hecho de que la historia oficial actualmente admite que ni Buchenwald ni Mittelbau-Dora no fueron campos de exterminio ("industrializado"[1]), razón por la cual no es extraño que Rassinier no haya visto cámaras de gas, sin embargo, olvidan mencionar que existieron numerosos testigos que afirmaron la existencia de cámaras de exterminio en Buchenwald[1], y que en el tiempo de Rassinier se consideró como un hecho la existencia de dichas cámaras en este campo. De hecho, en los primeros años de posguerra se consideraba como cierto que casi todos los campos de concentración disponían de una o dos cámaras de exterminio. Con respecto a los llamados campos "de exterminio" en Polonia, cita en su libroLa mentira de Ulises al doctor judío Benedikt Kautsky que fue prisionero durante 7 años, 3 de ellos en Auschwitz y posteriormente declaró lo siguiente:
Yo estuve en los grandes KZ de Alemania. Pero, conforme a la verdad, tengo que estipular que no he encontrado jamás en ningún campo ninguna instalación como cámara de gaseamiento.[1]
Benedikt Kautsky, en su libro Teufel und Verdammte
Rassinier fue de los primeros revisionistas en sacar al descubierto la vasta falsificación de los hechos de los campos de concentración alemanes, y que a cuyo conjunto se le denominó como Holocausto.
Harry Elmer Barnes
El historiador estadounidense Harry Elmer Barnes, asumió una postura revisionista en los años más tardíos de su vida. Entre la Primera y laSegunda Guerra Mundial, Barnes se volvió un conocido escritor pacifista y el máximo exponente del movimiento revisionista histórico. Después de la Segunda Guerra Mundial, se convenció de que las acusaciones hechas contra Alemania y Japón, incluyendo el Holocausto, fueronpropaganda de guerra usados para justificar la participación de Estados Unidos en la guerra.
Einar Aberg
En 1959, el profesor Einar Aberg había publicado en Norniken, Suecia, un cálculo estadístico, en el que la cifra de 6.000.000 de judíosmuertos, no correspondía con la información de algunas fuentes como la American Jewish Comittee y la Statistical of the Synagogues of America. Dicho cálculo decía lo siguiente:
Año Número de judíos en el mundo Fuente estadística
1921 11.600.000 Meyers Hand-Lexikon, Alemania
1925 15.630.000, World Almanac, pg. 752.
1930 15.600.000 National Council of Churches
1933 15.316.359 American Jewish Committee
1936 15.753.633 World Almanac, pg. 748
1938 15.748.091 American Jewish Comitee
1939 15.600.000 American Jewish Comittee Bureau of the Synagogue Council
1940 15.319.359 World Almanac, pg. 129.
1941 15.748.091 World Almanac, pg. 510.
1942 15.192.089 World Almanac pg. 849.
1946 15.800.000 World Almanac & Book of Facts, 1947
1947 15.690.000 World Almanac, pg. 74.
1948 15.600.000 New York Times, 22 de febrero de 1948, Mr. Hanson W. Baldwin
1949 15.713.638 World Almanac, pg. 284.
1961 16.300.000 Statistical Yearbook of Council of Churches, EUA.
El documento fue clasificado como texto antisemita y los historiadores exterminacionistas no le dieron importancia.
El Wold Almanac fue acusado de negar el Holocausto por haber publicado las estadísticas que no coincidían con los supuestos 6.000.000 de judíos asesinados, por este motivo se vio obligado a retractarse e imprimió en 1949 otra estadística "corregida" donde figuraba la cantidad de 11.266.600 para no contradecir a la historia oficial. Sin embargo, incluso la historia oficial admite que esta última cifra se obtuvo mediante un cálculo que asume que murieron 6 millones de judíos, y no es el resultado directo de un censo. De modo que jamás se ha constatado la desaparición de seis millones de judíos mediante datos estadísticos y sin embargo el New York Times hace una estimación de la población mundial judía en 1948 que estaría entre 15.600.000 y 18.700.000[1] utilizando varias fuentes además de World Almanac, como por ejemplo estudios realizados por la ONU.
David Hoggan
Un prominente precursor del revisionismo fue el historiador David Hoggan, quien escribió en 1969 uno de sus primeros libros donde negaba elHolocausto titulado: The Myth of the Six Million (El mito de los seis millones). Hoggan se convirtió en una de las primeras personalidades más importantes del revisionismo, pues sus varios profesorados universitarios confirmaron su seriedad académica.
Institute for Historical Review
El Institute for Historical Review (Instituto para la revisión histórica, conocido por sus siglas en inglés IHR), fue fundado en 1978, en Estados Unidos, por William David McCalden, Willis Carto, Harry Elmer Barnes y A. J. Taylor. Es una asociación académica con sede en California, que constituye el principal centro del revisionismo histórico y se dedica a retar públicamente la veracidad histórica del Holocausto.
Informe Leuchter e Informe Rudolf
Portada del Informe Leuchter con prólogo de David Irving.
El Informe Leuchter es el nombre por el cual se conoce a una investigación pericial realizada en 1988 por el norteamericano Fred A. Leuchter, quien es especialista en el diseño y construcción de equipos para ejecución en las cárceles de Estados Unidos. Este documento ha sido una de las primeras herramientas de los revisionistas del Holocausto para demostrar materialmente la falsificación de las cámaras de exterminio de Auschwitz I, Auschwitz-Birkenau y Majdanek.
La imposibilidad técnica de los supuestos gaseos y cremaciones en masa ya había llamado la atención de varios investigadores como Ditlieb Felderer y Robert Faurisson, en la década de los '60s, pero aún no se había realizado un análisis científico directo a los instrumentos con los que se habrían cometido los supuestos crímenes, es decir, las cámaras de gas y los crematorios. Ni siquiera en el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones se realizó un dictamen pericial sobre las armas de los supuestos delitos; en ninguno de los juicios contra los nazis se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio.
El 25 de febrero de 1988, Leuchter viajó a Polonia con un equipo que incluía un camarógrafo, un dibujante y un intérprete polaco. Extrajo sin permiso trozos de pared y de suelo de las cámaras de exterminio y de desinsectación las cuales fueron llevadas a Estados Unidos y analizadas por el químico judío estadounidense James Roth, sin ser informado de dónde procedían para no influenciar los resultados.
La argumentación de Leuchter se basó principalmente en los siguientes puntos:
Considerando que el cianuro llega a perdurar durante siglos en argamasa y piedra, los resultados del análisis del Dr. Roth determinaron que:
Las muestras extraídas de las cámaras de desinsectación contenían una muy elevada cantidad de cianuro. En en la superficie de dichas cámaras se habían encontrado residuos de azul de Prusia.
Las muestras extraídas de las supuestas cámaras de exterminio contenían un rastro nulo o ínfimo de cianuro, careciendo la totalidad de éstas de dichos residuos de azul prusiano en su superficie.
La presentación del informe desató una persecución y juicios contra el propio Leuchter. Las organizaciones judías basaron su crítica en que éste no poseía título académico como ingeniero. Además se intentó desacreditar todo el informe en base a que el autor no especificó la profundidad de las muestras que extrajo, lo cual podría influir en el resultado del análisis. Sin embargo, el estudio fue reproducido y confirmado por el químico Germar Rudolf en el Informe Rudolf, el cual sí posee todas las acreditaciones necesarias y siguió correctamente la técnica, llegando a las mismas conclusiones que Leuchter.
Afirmaciones y conclusiones de los revisionistas del Holocausto
Las tres afirmaciones básicas de los revisionistas del Holocausto son:[1]
No hubo una política oficial, un plan o una intención clara para el exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
No murieron seis millones de judíos durante la guerra. Esta es una cifra tremendamente exagerada y no corresponde con la realidad. Se cuestiona que desde 1933 a 1945 hubiesen muerto más de 800.000 personas en los campos de concentración, de entre las cuales aproximadamente de entre 150.000 y 300.000 serían judíos. Parte de esta afirmación se basa en los cálculos estadísticos poblacionales de la época, de natalidad, mortalidad y migración, así como en los de los campos de concentración alemanes. Los trabajadores eran necesarios en época de guerra y hubiese sido contraproducente ejecutarlos, por esta razón el 8 de diciembre de 1942, Heinrich Himmler, responsable máximo de todas las instalaciones de prisioneros, hizo llegar a todos los centros de internamiento una orden taxativa, conminando a las autoridades responsables a que "el índice de defunciones en los campos debe ser reducido a cualquier costo". La Cruz Roja Internacional, que tuvo acceso a los campos y los supervisó durante la guerra, informó sobre dichas defunciones.[1]
No existieron cámaras de gas en los campos de concentración. (No se refieren aquí a las cámaras usadas en la desinsectación de piojos por medio del gas Zyklon B para la ropa o los colchones de las barracas, cuya existencia es incuestionable, sino a las cámaras hechas, específica y funcionalmente con el propósito de asesinar personas.) Esta afirmación se basa también en los resultados de los análisis realizados en los restos de las supuestas cámaras de exterminio y que son incompatibles con lo que establece la historia oficial. Además, el director del Museo de Auschwitz, el polaco Dr. Franciszek Piper, había anunciado que las cámaras de gas habían sido construidas por los soviéticos después de la guerra y cuando la Cruz Roja entrevistó a miles de prisioneros liberados al final de la guerra, preguntándoles si habían visto "cámaras de gas", la respuesta fue universalmente negativa.[1]
Entre otras afirmaciones se incluyen las siguientes:
La Alemania nacionalsocialista creó campos de concentración o campos de trabajo al igual que muchos otros países con el fin de internar individuos que, por sus ideologías o nacionalidades, pudieran representar una situación conflictiva para el país. Por ejemplo, la reclusión de individuos japoneses en campos de concentración estadounidenses durante la guerra.
Aproximadamente 300.000, murieron en los campos de concentración, de las más diversas causas, incluyendo muerte natural y epidemias.
El Zyklon B es un insecticida a base de ácido cianhídrico utilizado ya desde 1922 para combatir epidemias como el tifus exantemático transmitido por el piojo y así proteger la salud de los civiles, tropas, prisioneros e internados, por lo que tambíén los informes de los campos de concentración hablan de otros procedimientos anti-parasitarios como cortes de cabello y de duchas regulares.
El constante bombardeo aliado causó rupturas a carreteras, puentes y vías férreas, las cuales suministraban alimentos y medicamentos a los diversos campos de trabajo, por esa razón la inanición y las epidemias de tifus fueron factores decisivos para las bajas de prisionerosjudíos y no judíos, enfermeras, médicos y el personal de administración de los campos, sin incluir la vejez y la muerte natural. Este hecho fue descrito por Rassinier en sus obras, y confirmado también por la Cruz Roja en un informe de 1948 en el que explicó que los bombardeos sistemáticos de los aliados paralizaron los transportes y las comunicaciones; "no se podía ya realizar el aprovisionamiento regular de los campos y la falta de alimentos provocó la muerte de un número creciente de personas, no solamente en los campos, sino también entre la población civil".
Las pretendidas gasificaciones en las supuestas "cámaras de exterminio" eran técnicamente imposibles pues sus descripciones contradicen leyes de la Física y la Química.
A pesar de que los soviéticos encontraron aún cuerpos sin incinerar al momento de la liberación de Auschwitz, nunca se determinó por medio de autopsias, que alguna de estas muertes haya sido causada debido al gaseo.
En los campos de concentración sí existieron hornos crematorios para la incineración de los cadáveres y así evitar otras epidemias, pero no para quemar a seres vivos ni a supuestas víctimas de gaseamiento. Era completamente imposible quemar los cadáveres de los pretendidos millones de gasificados en los crematorios de la época (ni en los actuales) dentro del período de tiempo referido, tal como lo ha establecido la historia oficial.
No existe, o al menos no se conserva, ningún documento nacionalsocialista que ordene, decrete o manifieste el asesinato en masa por parte de los alemanes o que mencione siquiera las cámaras de gas. Este hecho es admitido y respaldado por Olga Wormser-Migot[1] yLeon Poliakov[1], historiadores oficialistas. Todos los documentos fiables que se han encontrado hablan de un plan de deportaciones forzadas, pero no de exterminio.
La denominada "Solución Final al problema judío" (Endlösung der judenfrage) no significaba la decisión de exterminar al pueblo judío, sino su desplazamiento y reubicación en la isla de Madagascar,[1] y posteriormente en el este de Europa para el nuevo asentamiento del Estado de Israel.
La Conferencia de Wannsee del 20 de enero de 1942 se trató efectivamente de la cuestión judía, y de su Solución Final, es decir, de la deportación forzosa de los judíos así como de la creación de una entidad judía, pero no de un programa de exterminio físico.
La historia del Holocausto es una propaganda de guerra creada inicialmente por los Aliados para satanizar a los alemanes y elevar la moral de los soldados. Los sionistas difundieron esta propaganda con la intención de cobrar grandes indemnizaciones para financiar la creación de un hogar nacional judío en Palestina y para continuar apoyando políticamente al Estado de Israel.
Las principales pruebas del genocidio se fundamentan en testimonios de supuestos supervivientes y no en pruebas materiales que demuestren el asesinato en masa. Estos testimonios carecen de validez si no pueden ser verificados o contrastados, y en general éstos forman parte de los rumores transmitidos dentro de los campos.
Algunas de las supuestas evidencias materiales, principalmente fotografías, son falsificaciones. Otras fotografías no son montajes pero se citan fuera de contexto como las conocidas fotografías de los soldados soviéticos ejecutando judíos.
El Diario de Ana Frank, otra presunta evidencia material, fue manipulado con bolígrafo por Otto Frank después de la muerte de Ana ocurrida en 1945. El bolígrafo no fue inventado sino hasta 1949, y comenzó a ser comercializado recién en 1951. Su escrito definitivo resultó ser un plagio a Meyer Levin, tal como lo estableció el tribunal. La caligrafía de las cartas de Ana Frank y el presunto Diario no corresponden entre sí.
Los testimonios de los sobrevivientes están llenos de errores e inconsistencias por lo que no son confiables. Por ejemplo, existieron muchos testigos que describieron el proceso de exterminio con cámaras de gas en los campos de Dachau, Buchenwald[1], Ravensbrück[1]y Mauthausen[1], lo cual fue tomado como un hecho establecido durante los Juicios de Núremberg, pero desde 1960 todos los historiadores de la versión oficial, admiten que todo esto era producto de la propaganda antialemana, y que los testimonios eran fraudulentos.
Las confesiones sobre crímenes de guerra, como la de Rudolf Höss en los Juicios de Núremberg, fueron extraídas bajo tortura.
El trato de los alemanes hacia los judíos no fue diferente al trato que daban los aliados a sus enemigos en la guerra.
Los judíos sufrieron los desastres de la guerra, la separación y deportación a campos de concentración, los consecuentes padecimientos y muertes por epidemias, maltratos, abusos y ejecuciones aisladas por ciertos motivo, como los llevados a cabo por el comandante Karl Otto Koch y por lo cual recibió la pena de muerte, emitida por los propios SS. También padecieron represalias o hasta masacres. Pero todos esos sufrimientos los padecieron también otras naciones o comunidades durante la guerra así como también los alemanes y sus aliados.
Adolf Hitler y el nacionalsocialismo son inocentes de la acusación de genocidio contra el pueblo judío y otras minorías.
Las pruebas del Holocausto refutadas
Informe Gerstein
Confesión de Rudolf Höss
Informe Korherr
Conferencia de Wannsee
Testimonios
Fotografías
Citas de Hitler y otros oficiales
Discurso de Posen
Diario de Ana Frank
Diario de Goebbels
Diarios de Hitler
Legislación del revisionismo del Holocausto
Véase también: Crimen de pensamiento
Tapa del libro Las victorias del revisionismo del profesor Robert Faurisson
En muchos países denominados "democráticos", la mayoría europeos, el revisionismo y la negación en relación alHolocausto se considera una ofensa criminal. El Consejo de Europa lo define como "la negación, trivialización, justificación o aprobación en público de crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad".
La existencia de estas leyes que sancionan penalmente el revisionismo y la negación del Holocausto, es una evidencia en sí misma de que el Holocausto es actualmente tratado como un dogma inmutable que no puede ser cuestionado bajo ninguna consideración, cuestión que ha sido comparada incluso con la antigua forma de castigar las herejías por parte de laIglesia durante el llamado "oscurantismo".
...estos acusadores han apelado a la promulgación de leyes especiales para hacer callar a los revisionistas. Allí han firmado su perdición: Recurrir a leyes especiales, a la policía y a la prisión, es confesar su impotencia para utilizar los argumentos de la razón, de la historia y de la ciencia.
Robert Faurisson, Las victorias del revisionismo.
Legislación Internacional
Un protocolo adicional a la Convención sobre Cibercrimen del Consejo de Europa cubre específicamente la negación del Holocausto y de otros genocidios reconocidos como tales por tribunales internacionales desde 1945 (artículo 6, sección 1).
Legislaciones nacionales
Hay varias leyes nacionales relacionadas con el "negacionismo" y la "expresión de odio" (bajo el cual se incluye el negacionismo) como la Ley Gayssot (aprobada en Francia, en 1990), que prohíbe toda expresión "racista, antisemita o xenófoba" y que contempla al menos tres años de cárcel a los "negacionistas" o personas que expresan dudas sobre el exterminio judío. En 1992, Austria promulgó una ley similar que contempla hasta diez años de cárcel hacia estas personas (artículo 3h Verbotsgesetz 1947). La "Ley belga sobre Negacionismo" (aprobada en 1995) prohíbe el apoyo, justificación o negación pública del Holocausto en Bélgica. En Alemania está penalizada la negación o dudas del Holocausto en público según el artículo 130 párrafo 3 (§ 130 Abs. 3) código penal alemán (Strafgesetzbuch) y se considera como "incitación al odio" (Volksverhetzung). Otros países europeos que tipifican esta conducta como delito en su ordenamiento jurídico son: Suiza (artículo 261bis del Código Penal), Eslovaquia, República Checa, Lituania, Polonia, Canadá, Liechtenstein, Nueva Zelanda, Países Bajos, Rumania y Sudáfrica. Además, bajo la Ley 5710-1950 es también ilegal en Israel.
En Reino Unido, al contrario, el derecho constitucional y penal está mucho más orientado hacia las libertades, lo que ha impedido hasta ahora la introducción de una ley contra el revisionismo.
Tampoco sucede lo mismo en Estados Unidos, donde tiene su sede el denominado Institute for Historical Review (Instituto para la Revisión Histórica), considerado la principal organización revisionista del mundo. Estados Unidos considera que disposiciones como la del Consejo deEuropa no son compatibles con su ordenamiento constitucional, por lo que no firmó el protocolo.
En Italia, 150 historiadores tanto de derechas como de izquierdas rechazaron con el Manifiesto de los 150 un cambio en la legislación que preveía la persecución penal del revisionismo del Holocausto.
En España, negar o expresar dudas sobre el Holocausto era delito hasta noviembre de 2007, cuando el Tribunal Constitucional declaró en una sentencia que castigar la difusión de ideas o doctrinas que cuestionen o nieguen el genocidio supone una vulneración del derecho a la libertad de expresión[1]. La resolución avala la constitucionalidad del artículo 607.2 del Código Penal, que castiga la difusión "por cualquier medio" de ideas o doctrinas que justifiquen el genocidio, pero declara nula la referencia a la difusión de argumentos que cuestionen o nieguen esos hechos, e inconstitucional su sanción penal, diferenciando así y con acierto lo que es una justificación y lo que es una duda o negación.[1]
Esta decisión fue tomada gracias a los vicios lógicos del proceso legal contra el revisionista español Pedro Varela, como explica en sus propias palabras:
Gracias al Proceso Nº 1 contra mí, que llevó durante 13 años el caso hasta el Tribunal Constitucional en Madrid, éste modificó la ley admitiendo que la simple negación del holocausto no puede ser delito en España y así ha quedado. Lo que están haciendo algunos tribunales izquierdistas locales, sin embargo, es acusar a los revisionistas de "promover y justificar el holocausto" lo que es una manipulación del lenguaje, porque simplemente lo niegan. Con lo cual torean la decisión del Tribunal Constitucional y persiguen así a los revisionistas.
Entre los cargos comúnmente imputados a quienes niegan o cuestionan el Holocausto y que son procesados ante los tribunales, se destacan:ridiculización u ofensa a las víctimas del Holocausto, difamación de la memoria de los muertos, incitación popular, instigación al odio racial, negación del asesinato de seis millones de judíos, negación del exterminio judío (negacionismo), publicación de falsas noticias, antisemitismo, apología del nazismo y apoyo, complicidad indirecta o justificación del genocidio.
Los revisionistas del Holocausto se han defendido, generalmente sin éxito, que sus opiniones y obras están protegidas por los tratados europeos sobre libertad de expresión, o como por ejemplo por el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que la existencia de estas leyes en su contra, confirmaría una censura deliberada sobre el tema, y opinan que si sus estudios son falsos y equivocados, no habría razón para que tales leyes existieran y se les podría refutar adecuada y fácilmente. Algunas personas no niegan elHolocausto pero defienden el derecho de los revisionistas a difundir sus ideas, como el caso del lingüista judío Noam Chomsky, que se opone a las leyes "anti-negacionistas" en defensa de la libertad de expresión[1].
Prisioneros de opinión
Ernst Zündel
El primer proceso contra el editor canadiense de origen alemán, Ernst Zündel, fue llevado a cabo en 1985 y concluyó con la condena a 15 meses de prisión. Su "crimen" fue publicar varios textos como The Hitler We Loved and Why y Did Six Million Really Die? (Murieron realmente seis millones?), de Richard Harwood en su pequeña editorial Samisdat Publishers, por lo cual fue procesado, a instigación de una organización judía llamada Holocaust Remembrance Association. El cauce legal de la querella era una ley contra la "divulgación de noticias falsas", rara vez aplicada, que se basa en una ley inglesa del año 1275 por la cual los caballeros le prohibían al vulgo mofarse de ellos en versos satíricos. La sentencia fue derogada pues hubo numerosos vicios formales. Luego, en 1988 se llevó a cabo un proceso de revisión contra Zündel, en el cual fue defendido por Faurisson, y por el que se realizó la investigación pericial de Fred Leuchter. El 5 de febrero de 2003, Ernst Zündel fue detenido por la policía local de EE.UU. y deportado a Canadá, donde estuvo detenido por dos años por "ser una amenaza a la seguridad nacional". Posteriormente fue deportado a Alemania y juzgado en la corte de Mannheim por los cargos de "incitación al odio racial y negación del Holocausto", acusación que tenía desde los años noventa. El 15 de febrero de 2007 fue sentenciado a cinco años de prision.[1] El 1 de marzo de 2010 fue liberado después de siete años de prisión.[1]
David Irving
El revisionistaDavid Irving
El historiador británico David Irving fue detenido el 11 de noviembre de 2005 por agentes de la Inspección de Policía de las Autopistas cerca de la localidad de Johann in der Heide, en el estado austriaco de Estiria, con base en una orden de captura de un tribunal de Viena emitida en noviembre de 1989 por el cargo de "apología del nazismo" según la Ley de Prohibición vigente en Austria desde 1947. Irving se había trasladado a Austria aparentemente para pronunciar un discurso invitado por la cofradía estudiantil Olimpia, que, según los medios, "agrupa a estudiantes de extrema derecha". Irving ya tenía una orden de captura que pesaba sobre él desde 1989 por haber dado discursos en círculos considerados "neonazis"austriacos, violando la "Ley de Prohibición".
Irving fue condenado el 20 de febrero de 2006 a tres años de prisión por el delito de "negacionismo"[1], tipificado en el Código Penal austriaco, y por "falseamiento de la historia", a pesar de haberse declarado culpable del mismo y de haberse retractado de algunas de sus afirmaciones anteriores, viéndose obligado también a admitir durante el proceso la existencia de las cámaras de gas y el asesinato de millones de judíos, el tribunal declaró no haber encontrado indicios de arrepentimiento en la autoinculpación de Irving. El historiador fue liberado el 20 de diciembre de 2006.
Gerd Honsik
El escritor Gerd Honsik fue condenado en mayo de 1992 a 18 meses de prisión, por publicar su libro, ¿Absolución para Hitler?. Después de un proceso que duró cinco años y un juicio de varias semanas, en el cual se creó una ley para ser aplicada especialmente en ese caso, Honsik huyó a España. El sacerdote católico Robert Viktor Knirsch, quien colaboró en el trabajo de Honsik y escribió el prólogo de su obra, fue suspendido inmediatamente de su ministerio e ingresado en el hospital psiquiátrico de Gugging, donde falleció al poco tiempo.
Pedro Varela
En 1998 es condenado en España el revisionista español Pedro Varela por cargos políticos rotulados como "apología de genocidio" o"incitación al odio racial". El proceso de 1998 acabó con la condena en firme a siete meses de prisión y la destrucción de los 20.900 libros de la Librería Europa -la cual publica obras de muy variada temática principalmente revisionista- así como al pago de una fuerte multa económica.
El 11 de abril de 2006 es arrestado en la ciudad de Barcelona bajo el cargo de "defensa y justificación del genocidio" a raíz de haber publicado copias del libro El mito de los seis millones de Joaquín Bochaca, hecho que según las autoridades españolas, pondría en peligro "la seguridad de estados extranjeros"[1]. En 2006 fue detenido nuevamente y procesado hasta hoy por su casa editorial Ediciones Ojeda, que publica los libros perseguidos.
Germar Rudolf
El 14 de noviembre de 2006, fue procesado a los 42 años de edad el químico alemán Germar Rudolf [1], por publicar su Informe Rudolf, un estudio químico que trata sobre la formación y detección de compuestos cianhídricos en las supuestas cámaras de gas de Auschwitz, cuya conclusión fue que "nunca tuvieron lugar asesinatos con hidrógeno cianhídrico (Zyklon B) en los campos de trabajo alemanes del complejo de Auschwitz", y asimismo confirma el Informe Leuchter.
Se enfrentó también al cargo de "difamación de la memoria de los muertos". Rudolf ya había sido sentenciado a 14 meses de prisión por un caso similar en 1995, pero en aquella ocasión huyó del país y se trasladó a Estados Unidos. Sus 2.000 solicitudes de asilo político a las autoridades americanas fueron rechazadas y, finalmente, fue deportado a Alemania para ser procesado injustamente. La fiscalia pedirá una pena de reclusión de 5 años así como la prohibición de poder abandonar Alemania en 20 años.
Gerald Fredrick Töben
El 1 de octubre de 2008 fue detenido en Londres Fredrick Töben[1] fundador y director del Instituto Adelaide (Adelaide Institute), y autor de trabajos en educación, ciencia política e historia. Acusado de publicar en internet supuesto "material antisemita".
El 20 de noviembre de 2008, gracias a la pertinente actividad de sus abogados y en especial por la ayuda que le brindó Michele Renouf, Töben fue liberado de su custodia, ganando el juicio en su contra y evitando así su extradición desde el Reino Unido hacia una prisión de Alemania, destino que habría compartido con el químico Germar Rudolf. Este hecho ha significado una gran victoria, no sólo para el revisionismo del Holocausto, sino para la libertad de expresión, quedando demostrado así que la existencia de estas leyes en contra de los revisionistas no tiene ningún sentido.[1][1]
Agresiones y represalias a revisionistas
El profesor Robert Faurisson tras el atentado en su contra cometido por el grupo judío Fils de la mémoire juive
Los revisionistas, a lo largo de su trayectoria como teóricos y difusores de ideas históricas no convencionales, han sufrido diversas agresiones y hostilidades con la intención de hacer callar estas ideas.
El profesor francés Robert Faurisson a causa de sus ideas fue suspendido de su puesto como profesor de literatura francesa y como analista de textos de la Universidad de Lyon. Los medios lo atacan y no se publican sus objeciones. Fue golpeado brutalmente por tres judíos radicales del grupo "Fils de la mémoire juive" ("Hijos de la memoria judía").[1] Este grupo reivindicó la responsabilidad del ataque, y en una declaración dijo: "El profesor Faurisson es el primero, pero no será el último. Dejamos advertidos a quienes niegan la Shoáh."[1][1][1]
Otro francés, el escritor, historiador y educador François Duprat, fue asesinado el 18 de marzo de 1978, a los 38 años de edad, por haber publicado la primera edición en francés del libro ¿Murieron Realmente Seis Millones? deRichard Harwood. Dos grupos judíos reivindicaron este asesinato. Uno fue el "Comando del Recuerdo Judío" y el otro grupo se nombraba como "Grupo Revolucionario Judío". Los asesinos jamás fueron ubicados.
El revisionista judío y mentor de Ernst Zündel, Joseph Burg, fue perseguido y golpeado brutalmente. Fue llamado traidor por la Liga de Defensa Judía, y al morir, se le negó el funeral en el Cementerio Judío de Munich. A su vez, existen tres intentos de asesinato documentados contra Zündel.
En un estudio no publicado, Walter Lüftl, ex presidente de la cámara federal austriaca de ingenieros y perito judicial jurado, calificó como "técnicamente imposible los gaseos en masa de Auschwitz". Por esa razón fue obligado a renunciar como presidente de la cámara de ingenieros en 1992. Se le entabló juicio penal por infracción a la ley de prevención contra renovadas actividades nazis.
Entre otras personas a las que han revocado sus títulos universitarios, han perdido su trabajo, recibido amenazas de muerte, han sido atacados físicamente, se les ha difamado o han tenido acusaciones legales, se encuentran:
El químico alemán Germar Rudolf, el experto agrícola alemán Thies Christophersen, el juez alemán Wilhelm Stäglich, el ingeniero eléctrico estadounidense y catedrático universitario Arthur Butz, el judío polaco y antiguamente alcalde de la ciudad de Bersheeba, en Israel, Haviv Schieber, el profesor Austin App, el investigador y ex testigo de Jehová Ditlieb Felderer, el profesor Jim Keegstra, el profesor Emil Lachout, el escritor e investigador francés Henri Roques a quien se le revocó su Doctorado, el mecánico estadounidense Frank Walus, el intérprete políglota Tjiudar Rudolph, el investigador Udo Walendy, el especialista en dispositivos de ejecución Fred A. Leuchter, el historiador David Irving,Ivan Lagace experto en crematiorios, el poeta Gerd Honsik, el capitán de policía húngaro retirado Imre Finta, el trabajador social cristianoJerome Brentar, el ucraniano John Demjanjuk, los abogados Jürgen Rieger, Doug Christie, Kirk Lyons, el escritor Bradley Smith, el reporteroMichael Hoffman II, la investigadora Ingrid Weckert, el ingeniero Erhard Kemper, el traductor Günther Deckert, el escritor Hans Schmidt, el revisionista judío David Cole, el profesor políglota Jürgen Graf, el revisionista Siegfried Verbeke, el lingüista y traductor Carlos Porter, el profesorMalcolm Ross, la escritora Ingrid Rimland, el librero español Pedro Varela, el oficial marroquí Ahmed Rami, Nick Griffin, el líder del Le Front National Jean-Marie Le Pen, el comunista francés Roger Garaudy, el cérigo francés Abate Pierre, el ex soldado británico Doug Collins, el Dr.Robert Countess, Norman Finkelstein, etc.
Críticas al revisionismo del Holocausto
Artículo principal: Exterminacionista
La mayoría de las críticas al revisionismo del Holocausto proviene de círculos sionistas que actualmente consideran a esta corriente comopseudocientífica y antisemita, cuestión que ha sido fuente de controversia y que tiene su origen en la necesidad de desacreditar pruebas científicas y testimonios de expertos que aplican diversas ciencias auxiliares de la historiografía como la estadística o la química.
La teoría de conspiración
Los detractores del revisionismo del Holocausto afirman que éste ha postulado una conspiración tramada entre judíos para inventar el Holocausto, por lo que algunos, errónea o maliciosamente, han catalogado al revisionismo del Holocausto como una "teoría de conspiración antisemita". Mediante la falacia del hombre de paja, los exterministas argumentan que el revisionismo habla de una conspiración judía que supuestamente habría coordinado miles de testimonios sobre las cámaras de exterminio, y que en esta idea conspirativa se apoya todo el revisionismo, ignorando así toda la evidencia presentada, y luego dedican todos sus esfuerzos a ridiculizar esa supuesta teoría, olvidando que la historia oficial establece postulados tan complicados como los de una teoría de conspiración.
Antisemitismo
En el intento de descrédito de esta corriente revisionista, los exterministas, asumiendo mala fe, afirman que tanto el revisionismo como la negación del Holocausto son parte de una postura antisemita, o bien racista[1], de hecho, algunos la llaman como "la forma más extrema de antisemitismo"[1]
Así, por ejemplo, el escritor antirrevisionista judío Kenneth S. Stern escribió en su libro, El antisemitismo de hoy, que "La negación del Holocausto no tiene por objeto al Holocausto, sino al pueblo judío".[1]
Este argumento forma parte de aquel que considera la negación de un genocidio como equivalente a su justificación, lo cual, evidentemente es falso. No son cosas iguales decir que no hubo genocidio contra el pueblo judío y decir que el pueblo judío se merecía ese genocidio, enunciado último que se acerca más a una postura antisemita. De hecho, ambos enunciados se contradicen puesto que uno niega la existencia del genocidio y el otro la afirma. Algo parecido sucede con el caso del antisionismo, postura que no pocos sionistas motivados políticamente, como el propio Kenneth S. Stern, la califican de "antisemitismo".[1]
El revisionismo del Holocausto sólo establece que no hay evidencias para sostener un genocidio durante el régimen nacionalsocialista alemán y sí muchas evidencias y razones para negarlo, pero no dice, ni sugiere, ni debe sugerir nada acerca de si el pueblo judío era merecedor de un exterminio, o si el pueblo judío es culpable de la existencia de este mito; ambas afirmaciones que antirrevisionistas, como la historiadora judíaDeborah Lipstadt, atribuyen falsamente a los revisionistas.
El argumento de que la revisión y la negación del Holocausto es antisemitismo, es rebatido fácilmente debido a que dentro de ambas denominaciones hay también judíos, como por ejemplo el mentor de Ernst Zündel, Joseph Burg, el profesor Roger Dommergue y anteriormenteDavid Cole, sin olvidar a los grupos judíos ortodoxos que también cuestionan el Holocausto y apoyan su revisión histórica.
Metodología
A menudo, historiadores oficialistas y exterministas sostienen que el revisionismo del Holocausto es pseudocientífico[1] porque sus seguidores supuestamente no utilizan el método científico, argumentando principalmente que ellos "parten de las conclusiones o conceptos preconcebidos que desean y posteriormente seleccionan convenientemente hechos para apoyar dichas conclusiones". A pesar de que nunca han podido demostrar tales afirmaciones, en cambio, aparentemente no se dan cuenta del hecho de que son ellos los que sí parten de sus conclusiones o conceptos preconcebidos:
no es preciso preguntarse como técnicamente tal muerte en masa ha sido posible. Ha sido posible técnicamente porque ha tenido lugar. Este es el punto de partida obligado de cualquier investigación histórica sobre el particular. Esta verdad es la que nos corresponde recordar simplemente: No hay discusión, no puede debatirse la existencia de las cámaras de gas.
Pierre Vidal-Naquet y León Poliakov, historiadores judíos.
Lo anterior son tres claras prohibiciones, tres tabúes y tres limitaciones definitivas para la investigación del Holocausto, mismas que fueron establecidas por los historiadores académicos Pierre Vidal-Naquet y León Poliakov, en una declaración que le hicieron firmar a otros 32 historiadores franceses[1] como garantía de lo que los exterminacionistas denominan "honestidad académica". Sin embargo estas prohibiciones son contrarias a lo que establece el método científico:
La ciencia no pretende ser ni absoluta, ni autoritaria, ni dogmática. Todas las ideas, hipótesis, teorías; todo el conocimiento científico está sujeto a revisión, a estudio y a modificación.[1]
Por eso el Holocausto, junto a otros temas históricos, está sujeto a revisión, a estudio y a modificación de las conclusiones en virtud de nuevas evidencias. Eso es científico, no lo contrario.
La etiqueta de pseudocientífico que algunas personas quieren darle al revisionismo del Holocausto es un prejuicio en sí mismo, porque frecuentemente se coloca incluso antes de evaluar al autor y los métodos que utiliza, al punto que se define como negacionista a cualquiera que niegue el Holocausto, independientemente de si su metodología no contradice al método científico.
Al contrario de lo que afirma el argumento de la "conclusión preconcebida como punto de partida", el revisionismo del Holocausto, como cualquier otra corriente revisionista, intenta partir siempre de la esencial información de primera mano disponible, además de la información proporcionada por la historia oficial con el fin de realizar una reconstrucción, lo más aproximada posible, de los hechos históricos. Si los resultados de esta reconstrucción contradicen el conocimiento anterior, lo han hecho siempre después del estudio y no al principio del mismo, como se desprende del hecho de que el Holocausto se asume como verdad hasta haberse sometido al rigor del análisis histórico y la evidencia.
Revisión por pares
Como en cualquier otra disciplina científica, los artículos y ensayos de los historiadores son sometidos a la revisión por pares, método que deja abierto el trabajo al escrutinio por un número de expertos iguales en rango al autor, como previo a la admisión para la publicación en una revista arbitrada. Sin embargo, se argumenta en ocasiones que las publicaciones revisionistas nunca son sometidas a la revisión por pares. De hecho algunas de ellas sí son sometidas a este método, pero son inmediatamente rechazadas por contener ideas políticamente incorrectas. Otras más no se someten a la revisión por pares a causa de las legislaciones anti-revisionistas que existen principalmente en Europa. Losexterminacionistas aprovechan estas dificultades legales para intentar desacreditar los trabajos revisionistas catalogándolos depseudocientíficos. Pero nótese que ya sea que los trabajos se sometan a este procedimiento o no, las críticas son exactamente las mismas. Por ejemplo, el químico Germar Rudolf envió su Informe a todos y cada uno de los 306 profesores de química de las universidades alemanas, para recibir el visto bueno a su teoría, sin que ninguno de ellos le diera una opinión contraria. Sin embargo, el canciller Helmut Kohl se refirió al mismo como un "pseudoperitaje"[1], pese a que hasta la fecha no ha podido ser refutado científicamente. Lo cual deja en claro que no es el método lo que preocupa tanto a los críticos del revisionismo, sino las conclusiones.
A veces es difícil para una persona distinguir los ensayos académicos aprobados por la revisión por pares (oficiales), algunos best sellerssobre historia sin el mínimo rigor académico (pseudohistoria), algunos ensayos académicos aprobados que también son best sellers, y ensayos académicos rechazados durante la revisión por pares por contener ideas políticamente incorrectas, por ello se suelen confundir éstos ensayos con textos no científicos.
Además, el método de la revisión por pares ha sido severamente cuestionado debido a un exprimento realizado en 1996 por el profesor de Física de la Universidad de Nueva York, Alan Sokal, en el que envió un artículo pseudocientífico con el fin de comprobar si es posible que una revista de humanidades publicaría un artículo plagado de incoherencias si éste apoyaba los prejuicios ideológicos de los editores. El artículo se publicó en el número de primavera/verano de 1996 de Social Text. El mismo día de su publicación, en otra revista se anunció que el artículo era un engaño. Sokal dijo que su artículo era "un pastiche de jerga postmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes y rotundo sin sentido".[1] Y ya que las autoridades académicas pueden aprobar ensayos pseudocientíficos sólo si apoyan sus prejuicios ideológicos, no es raro que existan tantos libros "académicos" que acrediten el Holocausto y que por el contrario se rechacen aquellos que no apoyan esos prejuicios ideológicos.
Ad verecundiam
Para desprestigiar las investigaciones revisionistas, también suelen señalar que algunos revisionistas no son historiadores profesionales o titulados (apelando a falacias de autoridad), lo cual es cierto como en el caso del historiador David Irving, quien es un historiador aficionado, pero cuyas obras han sido elogiadas por diversos círculos académicos y ha sido considerado como el mayor especialista de la Segunda Guerra Mundial, por la gran cantidad de documentación de primera mano que posee y que ha utilizado para sus estudios, una característica inusual en historiadores de este período, quienes generalmente basan sus obras en fuentes de segunda y tercera mano.
Rechazo del debate abierto
Actualmente, numerosos estudiosos se niegan a discutir los argumentos del revisionismo del Holocausto, alegando que al hacerlo, se daría a los revisionistas del Holocausto una legitimidad injustificada.[1] Lo cierto es que no desean entrar en debate sobre "hechos ya inamovibles y establecidos".
En 1979, El historiador alemán Wolfgang Scheffler aceptó entrar en un debate con el profesor Robert Faurisson, que fue transmitido por televisión en Tesino, Suiza. Scheffler no pudo rebatir los argumentos de Faurisson y desde entonces ningún exterminista quiere volver a exponerse al ridículo. Los exterministas saben que en un debate sobre este tema, no tendrían la más mínima posibilidad de convencer al público de sus postulados.
Un ejemplo del rechazo del debate abierto es representado con el caso de la historiadora judía Deborah Lipstadt, quien ha creído denunciar los métodos y las motivaciones de los revisionistas, al tiempo que intenta restarles legitimidad:
No es necesario perder el tiempo o el esfuerzo en responder a las alegaciones de los negacionistas. Sería un nunca acabar de responder a los argumentos planteados por los que libremente falsifican los resultados, citan fuera de contexto y simplemente despachan resmas de testimonios. A diferencia de los verdaderos académicos, tienen poco, si alguno, respeto por los datos o evidencias. Su compromiso es con una ideología y sus "conclusiones" son la forma de apoyarla.
Deborah Lipstadt.[1]
Sin embargo, los revisionistas nunca han considerado como pérdida de tiempo o esfuerzo responder a las diversas críticas y contra-argumentos planteados por los exterministas, porque al hacerlo, además de que así promueven el debate abierto y logran acercarse a verdades más exactas, también revelan los defectos argumentativos de sus detractores, cosa que éstos no han podido hacer sin recurrir a cuestiones legales o sentencias de juicios políticos promovidos por grupos de presión judíos, que no tienen nada que ver con la historiografía y en donde el acusado ni siquiera tiene derecho a a declararse inocente o a intentar defenderse demostrando que tiene razón, porque de hacerlo, él y su abogado estarían negando el Holocausto y serían objeto de una nueva acusación.
Apelar a la emoción
Otras variadas personalidades y académicos se han pronunciado también en contra de la negación del Holocausto con opiniones que distan mucho de ser científicas y apelan solamente a la emoción. William Shulman, director del Centro de Investigación del Holocausto, describe la negación "como si las víctimas del Holocausto fueran asesinadas dos veces",[1] un sentimiento que comparte el teórico literario Jean Baudrillard, quien sostuvo que "olvidar el exterminio es parte del exterminio."[1]
En ocasiones, cuando los exterministas expresan este tipo de "argumentos", los revisionistas se preguntan entonces qué hay de los genocidios históricos olvidados, como el de la masacre de Dresde o los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, auténticas atrocidades cometidas por los aliados que casi nadie recuerda y por las que nunca hubo un juicio por "crímenes contra la humanidad" hacia sus perpetradores.
Aquí los exterministas creen felizmente encontrar un punto débil en el revisionismo, acusándolo falsamente de relativizar el Holocausto o de reclamar un "contra-genocidio" al estilo de la falacia tu quoque, con el presunto fin de "hacer una confusión entre las víctimas y los verdugos y transformar así a los alemanes en víctimas y excluyéndolos de cualquier tipo de responsabilidad moral", porque, señalando acertadamente,"las auténticas atrocidades aliadas no justifican la negación del Holocausto".
Eso último es verdad: "las atrocidades aliadas no justifican la negación del Holocausto", pero el caso es que los revisionistas no señalan las atrocidades aliadas para justificar la negación del Holocausto, porque para eso es necesaria la evidencia, la cual es extensamente presentada. Los revisionistas señalan los "contra-genocidios" porque al parecer los exterministas prefieren obviar el hecho de que genocidios como lamasacre de Dresde, a diferencia del Holocausto, son hechos más que comprobados y comprobables, y a pesar de eso son hechos que casi nadie conoce, y por lo que expresiones como la de Jean Baudrillard: "olvidar el exterminio es parte del exterminio.", según los revisionistas, son expresiones o ignorantes o hipócritas.
Relativización del concepto de negación
Respecto a la negación del Holocausto, otros escritores como Koenraad Elst señalan:
Negacionismo significa la negación histórica de los crímenes de lesa humanidad. No se trata de una reinterpretación de los hechos conocidos, sino la negación de los hechos conocidos. El negacionismo es mayoritariamente identificado con el esfuerzo de re-escribir la historia de tal manera que el hecho del Holocausto se omita.
Koenraad Elst.[1]
En este punto, autores como Elst y Lipstadt intentan desacreditar al revisionismo del Holocausto como una mera negación sin evidencias, de hechos conocidos. Pero lo cierto es que la misma es consecuencia de una revisión en base a nuevas evidencias como análisis físicos y químicos, documentos desclasificados, etc; y que por lo tanto, no se trata de negacionismo. Nótese además que, según este argumento exterminista, es imposible cualquier demostración científica dentro del revisionismo histórico que concluya la falsedad de un hecho. Según sea conveniente, disponen que "hechos de conocimiento tan generalizado y universal no pueden ser puestos en duda", lo cual es una falacia ad populum, y además olvidan que también conceptos tales como el de que la tierra es plana o de que es el centro del universo, o la existencia de seres mitológicos, fueron todos considerados hechos de conocimiento generalizado y universal en épocas anteriores y que siguiendo esa lógica, no podrían ser puestos en duda. La ciencia misma se origina a partir de la negación de esta clase de "hechos" aceptados universalmente, que pasan más tarde a considerarse mitos. Este proceso científico de cuestionar el conocimiento y evaluar nuevas evidencias es parte indiscutida del método científico. La negación del Holocausto es considerada peligrosa porque puede ser apoyada con evidencia científica, misma que ha logrado refutar importantes tesis oficiales. Una negación sin fundamento no sería peligrosa, y es posible refutarla fácilmente sin necesidad de prohibirla por ley. Fue una negación con fundamentos lo que derribó el mito del jabón de grasa judía establecido por los jueces en Núremberg, y de conocimiento generalizado y universalmente aceptado durante años.
Es un hecho que los Nazis nunca usaron los cuerpos de Judíos, y el de ningún otro, para la producción de jabón.[1]
Deborah Lipstadt, profesora de historia judía
Aunque la propia Lipstadt niega que se haya fabricado jabón con cuerpos humanos (o sea que según ella, el hecho jamás tuvo lugar), ella y otros exterminacionistas rechazan un debate con los revisionistas basado en argumentos, porque dicen que éstos niegan hechos conocidos o establecidos.
Uso político
Otra de las críticas recurrentes es que el revisionismo del Holocausto sería una corriente surgida únicamente con propósitos ideológicos y políticos que tendría la misión de falsificar la historia del Holocausto para limpiar la imagen del nacionalsocialismo y así restablecerlo.[1]
Es verdad que la negación del Holocausto está frecuentemente relacionada con movimientos nacionalsocialistas, ya que éstos comparten la opinión de que Hitler no ordenó genocidio alguno, a la vez de que éste no tuvo lugar. De hecho, el revisionismo del Holocausto, por razones obvias, encuentra su mayor difusión dentro de estos movimientos, lo cual no debe ser motivo para desacreditar un fenómeno por medio de otro. (Ver: Ad hominem).
Es preciso comprender que una cosa es el revisionismo y otra muy distinta es el uso político que algunas personas ajenas a él, le dan a las investigaciones del revisionismo, quienes no son científicos ni historiadores y para quienes el término negacionistas sería más adecuado.
Destaca, Horst Mahler, fundador de la Baader-Meinhof y militante del nacionalsocialismo, quien está en prisión por negar el Holocausto. También el líder del Frente Nacional en Francia, Jean-Marie Le Pen, quien ha sido condenado en varias ocasiones por presuntos delitos de complicidad con la "apología de crímenes de guerra" y negación de un crimen contra la humanidad.[1]
Sin embargo, no todos los negadores del Holocausto son seguidores del nacionalsocialismo. Algunos son judíos como Joseph Burg quien fue asesor y defensor del político, escritor y pintor Ernst Zündel en su juicio de 1988, lo mismo que Esther Grossman prisionera de Buchenwald yAuschwitz, así como el profesor Roger Dommergue y David Cole, quien fue llamado traidor por la Liga de Defensa Judía y que fue obligado a retractarse.
Aunque dominado tradicionalmente por el conservadurismo, en la negación del Holocausto se expresan también posiciones de izquierda. Como por ejemplo, la de Paul Rassinier quien fue comunista y miembro de la Resistencia francesa en contra de la ocupación alemana, así como la del profesor ex-comunista Robert Faurisson (apoyado por el anarquista judío Noam Chomsky[1] en el escándalo Faurisson) o la deRoger Garaudy, expulsado del Partido Comunista Francés, quienes son activos divulgadores del revisionismo del Holocausto.
Por otra parte, el hecho de que gran número de los difusores del Holocausto sean judíos e incluso sionistas, suele no ser tenido en cuenta en absoluto por el gran público a la hora de evaluar su objetividad o su predisposición a producir libros y películas con sesgo político. Mientras que si un nacionalsocialista o militante de derecha investiga el mismo hecho histórico, a menudo se intenta desacreditar de antemano todo su trabajo en base a su filiación política, como manipulador y mentiroso. Probablemente otro de los absurdos producto de la masiva campaña de propaganda lanzada por el Lobby judío desde hace décadas.
La negación del Holocausto surge también en algunos países musulmanes como Irán, que dan cobertura política y mediática al revisionismo al más alto nivel, como lo ilustra la organización de la conferencia mundial revisionista organizada por el propio gobierno iraní en diciembre de 2006. Según el ministro iraní de relaciones exteriores, Manuchehr Mottaki, "el objetivo de la conferencia no es negar o probar el Holocausto, sino ofrecer la oportunidad a investigadores europeos de dar su punto de vista sobre este fenómeno histórico". También añadió en sus palabras de inauguración que "la simple pregunta del presidente iraní: ¿si el holocausto es un hecho histórico, por qué no puede ser estudiado?", provocó una ola de acusaciones contra Irán, por parte de Israel y sus aliados.
También acudieron miembros de organizaciones judías antisionistas de Europa y Estados Unidos[1] como los miembros del movimiento Jaredío judío ultraortodoxo, los jasidim o los Neturei Karta[1], quienes están en contra del sionismo, el Estado de Israel e incluso cuestionan elHolocausto.[1]
Como la mayoría de los historiadores no suele arriesgarse a hacer afirmaciones a la ligera, es difícil que citen algún ejemplo de revisionista cuyos intereses sean más políticos que históricos y que, por lo tanto, el método científico sea un recurso secundario o nulo en sus investigaciones. En lugar de eso citan a una de las principales páginas detractoras del revisionismo del Holocausto: el proyecto Nizkor. Nizkor,נִזְכּוֹר (que en hebreo significa: recordaremos), responde directamente con apariencia crítica y científica a los argumentos de los revisionistas y dice ofrecer una refutación punto por punto a sus afirmaciones, pero lo cierto es que no logra cumplir con ese cometido pues omite y distorsiona casi toda la información que ofrecen los revisionistas. Si bien Nizkor dice oponerse a la censura, tampoco acepta publicar las refutaciones revisionistas de sus argumentos en su sitio web.
Nizkor no es un libro ni una página de historia, y su director Ken McVay es un administrador de gasolinera retirado, que no tiene titulación profesional y que mantiene la página web con donaciones de asociaciones sionistas. Al ingresar a esta página se encuentra una cita en inglés y en color rojo que dice: "El propósito real del revisionismo del Holocausto es hacer al Nacional Socialismo como una alternativa política aceptable otra vez."[1]. Aunque algunas personas parecen no notarlo, la página tiene sesgo político.
El uso político de la Historia no sólo incluye al revisionismo, sino también a la versión oficial, tal como lo señala el profesor judío Norman Finkelstein, que aunque no ha negado explícitamente el Holocausto, es conocido por expresar en sus obras, críticas a la política exterior israelí y que el "Holocausto está siendo explotado con fines políticos pro-israelíes y para financiar a los actores políticos en perjuicio de los actuales supervivientes"[1]. Por expresar esta opinión, la presión de la comunidad judía le obligó a abandonar su puesto como profesor deciencias políticas en la Universidad DePaul en diciembre de 2007.[1]
Sin embargo, existen diferencias claras entre el uso político que hace Israel y el Lobby judío, por un lado, y sus detractores, por el otro. Los primeros promueven una propaganda masiva del Holocausto como hecho indiscutible e innegable bajo pena de prisión, ya que el genocidio judío ha sido la excusa dada por el sionismo para la creación del Estado de Israel y se teme por las consecuencias de que esas pruebas sean refutadas en un debate público. Por otra parte, países como Irán favorecen el debate y la difusión de la polémica surgida (algo que no sería conveniente si los argumentos revisionistas fueran fácilmente refutables), y lo que es notable y no menos importante, no penalizan a quienes defienden la versión judía del Holocausto. Como consecuencia, la mayoría de los musulmanes no creen en el Holocausto[1].
Detrás de las denuncias de uso político del revisionismo, existe el claro propósito de desviar la atención sobre el uso masivo que el sionismo ha hecho siempre del Holocausto. Si se determinara que el Holocausto no ocurrió de la forma en que se dictó en los Juicios de Núremberg, y que en su lugar fue el resultado de una propaganda de guerra seguida por una estafa, Israel tendría que responder por los miles de millones en indemnizaciones pagadas por Alemania, Austria, empresas extranjeras, la usurpación de tierras en Palestina, etc. De ahí el enorme esfuerzo económico y político que se hace para sostener el Holocausto por todos los medios posibles, mientras se acusa a los escépticos de estar políticamente motivados.
Revisionistas y negadores del Holocausto
Revisionistas del Holocausto
Arthur R. Butz
Bradley Smith
Carlo Mattogno
Carlos Porter
David Hoggan
David Irving
David McCalden
Ditlieb Felderer
Einar Aberg
Enrique Aynat
Franz Scheidl
Fred A. Leuchter
Fredrick Töben
Friedrich Paul Berg
Germar Rudolf
Harry Elmer Barnes
Heinrich Härtle
Helmut Diwald
Henri Roques
Ingrid Weckert
Joaquín Bochaca
Jürgen Graf
Norberto Ceresole
Paul Rassinier
Pedro Varela
Richard Harwood
Robert Faurisson
Roger Garaudy
Serge Thion
Wolfgang Fröhlich
Difusores del revisionismo del Holocausto
David Cole
Ernst Zündel
Gerd Honsik
Mahmoud Ahmadinejad
Michele Renouf
Udo Walendy
Testigos ignorados que negaron el genocidio durante o después de la guerra
Alois Brunner
Emil Lachout
Esther Grossmann
Gerhard Schirmer
Hanna Reitsch
Hans Fritzsche
Hans-Ulrich Rudel
Heinz Mazakarini
Helmut Sündermann
Herbert Schweiger
Hermann Göring
Joseph Burg
Josef Stuparek
Leon Degrelle
Lothar Rendulic
Otto Ernst Remer
Otto Skorzeny
Roger Dommergue
Thies Christophersen
Wilhelm Stäglich
Negadores del Holocausto por otras causas
Abate Pierre
Adnan Oktar (Harun Yahya)
Bobby Fischer
Colin Jordan
David Duke
David Lane
George Lincoln Rockwell
Hassan Nasrallah
Horst Mahler
Ian Stuart Donaldson
Jean-Marie Le Pen
Miguel Serrano
Nick Griffin
Richard Williamson
Salvador Borrego
Sylvia Stolz
Nota: Si tienes información que pueda ayudar a clasificar a estas personalidades en revisionistas, difusores, testigos o negadores, puedes colaborar agregando los nombres que faltan, en orden alfabético, en la lista correspondiente.
Abdel Aziz al-Rantissi
Abdul-Aziz ibn Myatt
Ahmed Huber
Ahmed Rami
Alain Guionnet
Alex Linder
Anthony Hancock
Austin App
Bela Ewald Althans
Ben Klassen
Bernhard Schaub
Bill White
Carl O. Nordling
Claude Autant-Lara
Costas Zaverdinos
Dariusz Ratajczak
Dietmar Munier
Dieudonné M’bala M’bala
Doğu Perinçek
Doug Christie
Doug Collins
Erhard Kemper
Éric Delcroix
Erich Kern
Florian Abrahamowicz
Francis Parker Yockey
François Duprat
François Genoud
Frank Walus
Gary Lauck
Gaston-Armand Amaudruz
Georges Theil
Georgy Shchokin
Gerald L. K. Smith
Gert Sudholt
Greg Raven
Günter Deckert
Hajo Herrmann
Hal Turner
Hans F. K. Günther
Hans Grimm
Hans Schmidt
Harold Covington
Harold Keith Thompson
Haviv Schieber
Herbert Pitlik
Herwig Nachtmann
Hutton Gibson
Imre Finta
Ingo Stawitz
Ingrid Rimland
Ivan Lagace
Jan van Helsing
James J. Martin
James Keegstra
James von Brunn
Jean Beaufret
Jean Plantin
Jerome Brentar
Joachim Hoffmann
Johannes Ney
Johann Sauerteig
John Bennett
John Demjanjuk
John de Nugent
John Gudenus
John Tuson Bennett
Jürgen Rieger
Keith Stimely
Kémi Séba
Kevin Quinn
Khalid Abdul Muhammad
Kirk Lyons
Konstantinos Plevris
Larry Darby
Louis Darquier de Pellepoix
Malcolm Ross
Manfred Roeder
Marcel Wöll
Mark Weber
Maurice Bardèche
Michael Hoffman II
Michael Santomauro
Michael Winkler
Mohammad-Ali Ramin
Mohammed Mahdi Akef
Mohammed Taheri
Moishe Friedman
Norman Lowell
Oleg Platonov
Per Lennart Aae
Philippe Laguérie
Pierre Guillaume
René-Louis Berclaz
Revilo Pendleton Oliver
Richard Edmonds
Richard Krege
Richard Wolstencroft
Rigolf Hennig
Robert Countess
Roeland Raes
Rudolf Grosskopf
Russ Granata
Samuel Konkin
Savitri Devi Mukherji
Siegfried Verbeke
Simon Sheppard
Taj El-Din Hilahily
Ted O'Keefe
Thomas Robb
Thomas Wulff
Thorsten Heise
Tjiudar Rudolph
Udo Voigt
Ursula Haverbeck
Viktor Suworow
Vincent Reynouard
Walter Lüftl
Walter Sanning
Wendy Campbell
Wilhelm Höttl
Willis Carto
William Grimstad
Bibliografía revisionista
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David Irving, Dresde; The Hitler’s War (La guerra de Hitler); Pruebas contra el Holocausto.
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Joaquín Bochaca, El mito de los seis millones; La historia de los vencidos; Los crímenes de los buenos.
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Norberto Ceresole, La Falsificación de la Realidad.
Paul Rassinier, Le Mensonge d’Ulysse (La mentira de Ulises); El drama de los judíos europeos; La verdad sobre el Proceso Eichmann.
Pedro Varela, El mito de Ana Frank.
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Referencias
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Enlaces externos
Revisionistas del Holocausto
En español
Asociación de Antiguos Aficionados a Relatos de Guerras y Holocaustos
Vistas Revisionistas
Holowiz: Reflexiones y revisiones sobre el Holocausto judío
Víctimas del Sionismo
En inglés
Institute for Historical Review
Treblinka: Wartime Aerial Photos of Treblinka Cast New Doubt on "Death Camp" Claims, by Mark Weber and Andrew Allen en Institute for Historical Review
Sitio oficial de Fritz Burg
Revisionists.com (en inglés)
Sitio oficial de Ernst Zündel
Página oficial de David Irving
Fredrick Töben's Adelaide Institute
CODOH Bradley Smith: Comité para el Debate Abierto del Holocausto
Jewwatch
Holocaust denial videos, videos documentales sobre el mito del Holocausto.
Antirrevisionistas y exterministas
The Nizkor Project
United against racism, Cómo comprender y luchar contra el Negacionismo del Holocausto
Wikipedia: Negacionismo del Holocausto
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