Aniversario de la exhumación de Ángela Peralta en Mazatlán
El 11 de abril de 1937 fue uno de esos días en que Mazatlán se sintió sacudido. Una Comisión Especial encabezada por el periodista de espectáculos Rafael Martínez “Rip Rip”, presidió el acto de exhumación de los restos de Ángela Peralta para trasladarlos a la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde moran desde entonces al lado de personajes como Jaime Nunó, Amado Nervo, Rosario Castellanos, Diego Rivera, María Izquierdo y el mazatleco Genaro Estrada.
La modesta tumba en el Panteón Número 2, bautizado en su honor, que ocupó durante sus 54 años de estadía en tierra mazatleca, sigue vacía, como testimonio de su paso por el puerto y solo es recordada los 30 de agosto, fecha de su fallecimiento a causa de la epidemia de la Fiebre Amarilla, cuando las autoridades hacen acto de presencia y montan una guardia de honor.
María de los Ángeles Manuela Tranquilina, Cirila Efrena Peralta y Castera, Ángela Peralta en pocas palabras, conmocionó al mundo con su voz que le consiguió el halagador mote de “El Ruiseñor Mexicano”. Arribó por barco a Mazatlán y 54 años después tomaría un tren que la llevaría a México para ser la primera mujer en ocupar una tumba en ese selecto panteón que fue rebautizado en 2003, por Vicente Fox, como Rotonda de las Personas Ilustres. Equidad de Género.
La Exhumación lleno de expectativa a los mazatlecos, que se amontonaron para atestiguarla. Había temor y curiosidad. Se temía que reviviera la Fiebre Amarilla y fuera más mortal, después de tantos años en reposo. Y se quería ver si el cadáver tenía las joyas con las que supuestamente fue sepultada la cantante. No ocurrió ni lo uno, ni lo otro.
Aunque nunca cantó en el Teatro Rubio, rebautizado en su honor, aunque la población solo la vio en dos momentos: en su arribo, cuando la multitud la recibió con ovaciones y varios fervientes admiradores desamarraron los caballos para jalar ellos mismos el carruaje que la llevó al Hotel Iturbide. La segunda, su legendaria aparición en el balcón del Hotel, donde cantaría “La Paloma”, Ángela Peralta es el personaje más emblemático de la cultura mazatleca.
La modesta tumba en el Panteón Número 2, bautizado en su honor, que ocupó durante sus 54 años de estadía en tierra mazatleca, sigue vacía, como testimonio de su paso por el puerto y solo es recordada los 30 de agosto, fecha de su fallecimiento a causa de la epidemia de la Fiebre Amarilla, cuando las autoridades hacen acto de presencia y montan una guardia de honor.
María de los Ángeles Manuela Tranquilina, Cirila Efrena Peralta y Castera, Ángela Peralta en pocas palabras, conmocionó al mundo con su voz que le consiguió el halagador mote de “El Ruiseñor Mexicano”. Arribó por barco a Mazatlán y 54 años después tomaría un tren que la llevaría a México para ser la primera mujer en ocupar una tumba en ese selecto panteón que fue rebautizado en 2003, por Vicente Fox, como Rotonda de las Personas Ilustres. Equidad de Género.
La Exhumación lleno de expectativa a los mazatlecos, que se amontonaron para atestiguarla. Había temor y curiosidad. Se temía que reviviera la Fiebre Amarilla y fuera más mortal, después de tantos años en reposo. Y se quería ver si el cadáver tenía las joyas con las que supuestamente fue sepultada la cantante. No ocurrió ni lo uno, ni lo otro.
Aunque nunca cantó en el Teatro Rubio, rebautizado en su honor, aunque la población solo la vio en dos momentos: en su arribo, cuando la multitud la recibió con ovaciones y varios fervientes admiradores desamarraron los caballos para jalar ellos mismos el carruaje que la llevó al Hotel Iturbide. La segunda, su legendaria aparición en el balcón del Hotel, donde cantaría “La Paloma”, Ángela Peralta es el personaje más emblemático de la cultura mazatleca.
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