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martes, 8 de julio de 2014

Tiempo de reflexión y acercamiento a Dios, tiempo de hermandad

Tiempo de reflexión y acercamiento a Dios, tiempo de hermandad


Breve recordatorio sobre el mes sagrado de Ramadán


08/07/2014 - Autor: Natalia Céspedes Arjona - Fuente: Webislam



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Ramadán

Como ya es sabido, los musulmanes de todo el mundo celebran desde este pasado día 29 de junio el momento tan esperado durante todo el año: el mes de Ramadán o noveno mes del calendario lunar, donde fue revelado el Sagrado Corán al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).

Existen muchísimos escritos donde año tras año se nos recuerda en qué consiste el Ramadán, pero es quizás en estos tiempos que estamos viviendo, sobre todo en los países occidentales, cuando más prejuicios y valoraciones arbitrarias pueden llegan a hacerse, precisamente por el todavía gran desconocimiento acerca del Islam y sus cinco pilares. Es posible que para aquellas personas que aún no conocen en profundidad el verdadero significado de este mes sagrado pueda resultar no más que el mes durante el cual los musulmanes de todo el mundo pasan treinta días llenos de privaciones absurdas o sin una finalidad. Nada más lejos de la realidad. En este punto podríamos invitarnos a todos a hacer una pequeña reflexión, independientemente de la religión que se profese: Vivir sin fe, sin ética y moralidad o llenarnos de asuntos banales en nuestro día a día, ¿qué nos aporta y hacia dónde conduce nuestras vidas?

Siendo uno de los cinco pilares del Islam, de todos es conocido que el Ramadán es un mes de ayuno y sacrificio donde más allá de abstenerse de comer, beber y tener relaciones maritales desde el alba hasta el ocaso, existe un fin: adorar y agradar a Dios reafirmando nuestra fe como creyentes. Y así Dios lo ha ordenado: “¡Creyentes!; Se os ha prescrito el ayuno, al igual que se prescribió a los que os precedieron. Quizás, así, temáis a Alá”. Corán (2:183).

Aunque la oración es otro pilar del Islam, durante este tiempo de Ramadán los musulmanes refuerzan sus oraciones y lo acompañan con la lectura diaria del Sagrado Corán, a la vez que se entrega el zakat o limosna: “Y cumplid con la oración, ofreced el zakat y obedeced al Enviado, tal que así se os tendrá misericordia” Corán (24:56).

Quizás aquellos que no conciben este tipo de ayuno puedan cuestionarse qué sentido tiene realizar todo este esfuerzo durante treinta días seguidos. Los musulmanes renuncian a sus satisfacciones personales para tomar plena conciencia y ponerse en la piel de aquellos que pasan verdaderas necesidades y calamidades cada día y de los cuales nos acordamos como mucho cuando vemos o leemos noticias sobre la pobreza mundial, tan difícil de erradicar. No es fácil de hecho pasar todo el día sin alimento o sin agua y esto hace crear un sentido humanitario de fraternidad y sensibilización con aquellos que sufren por dicha escasez. En este sentido Dios ordena el ayuno para que el rico pueda sentir misericordia y compasión por el pobre y el pobre pueda sentirse por un tiempo en igualdad con respecto al rico. Compartimos así el sustento que Dios nos ha otorgado siendo generosos con el que más lo necesita.

Es el tiempo además de mayor crecimiento espiritual para el musulmán: el ayuno se realiza con la intención de someterse a las órdenes de Dios. Dicha acción nos conduce al compromiso, a la devoción, a incrementar las plegarias y el recuerdo de Dios. Por todas estas acciones se llega a una profunda reflexión de nuestro ser más íntimo, de nuestro verdadero Yo, una oportunidad de autocontrol donde reprimir los deseos, las pasiones o las tentaciones generan una mayor resistencia, fuerza y voluntad en el ser humano. Así mismo este esfuerzo debe ir acompañado de aquello que en ocasiones nos resulta tan difícil de cumplir con nuestros semejantes: el buen comportamiento y la buena conducta. Es por ello además un buen momento para reflexionar sobre si seremos capaces de llevar a cabo durante el resto del año y no solamente durante el mes de Ramadán este comportamiento ejemplar y que tanto agrada a Dios. Es una limpieza espiritual que nos reconduce a lo mejor y más profundo de nosotros mismos así como para con los demás.

En relación a este esfuerzo recompensado íntegramente por sus múltiples beneficios, el ayuno está siendo incluso prescrito por algunos médicos europeos, ya que la medicina moderna entiende que muchas enfermedades crónicas pueden ser tratadas con períodos de hambre y sed según la enfermedad y la capacidad psíquica del enfermo. Esto es debido a que existen glándulas que segregan ciertos ácidos en el estómago capaces de destruir diferentes gérmenes causantes de algunas enfermedades.

Por otro lado, hablar de Ramadán es hablar de hermanación. Cada persona y en cada sociedad y cultura el sentido de la unidad y hermandad se promueve y celebra de una forma diferente. Durante este mes es cuando más repletas se encuentran las mezquitas de hermanos y hermanas con el fin de acercarse más a Dios. Se produce así una contribución individual y colectiva en conciencia con la humanidad y se nos muestra y enseña el llamamiento a la hermandad y a la unidad, mirando más allá de nosotros mismos, practicando la sinceridad y examinándonos constantemente para llegar a una verdadera intención de reforma interior, mostrando nuestra propia esencia y llevando a cabo nuestros mejores propósitos con el fin de agradecer aquello que Allah, enaltezido sea, nos regala cada día y que en ocasiones no somos capaces de ver o valorar.

Por todo ello, recordamos algunos de los hadices del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) sobre el mes de ayuno, donde dijo: "Os ha llegado el mes de Ramadán, un mes colmado de gracias. En él, Allah os cubre de bendiciones, hace descender Su misericordia, perdona las faltas, responde a las súplicas; y al ver vuestro empeño por hacer buenas obras se enorgullece por vosotros ante Sus Ángeles. Esforzaos pues y sabed que el infeliz es aquel que no permite que en este mes se le alcance la misericordia de Allah". Y dijo también: "Allah dice: "Toda buena obra que realice el hombre tendrá una recompensa multiplicada por diez a setecientas veces excepto el ayuno, pues esta obra es para Mí y Yo soy quien le recompensará por haber abandonado sus deseos y haberse abstenido de comer y beber por amor a Mí. Quien ayune tendrá dos alegrías: Una al romper el ayuno y la otra cuando se encuentre con su Señor. Ciertamente el mal aliento del ayunante es para Allah más exquisito que el aroma del almizcle."

Ya que nuestra vida, hermanos y hermanas es en su totalidad de Dios y para Dios, respondamos entonces con un firme compromiso hacia Él y quiera Dios que nuestro admirable esfuerzo pueda ser recompensado. Y Dios sabe más.






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