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sábado, 2 de mayo de 2015

El frente rebelde sirio acosa a El Asad

La unión de grupos insurgentes islamistas y milicianos de Al Qaeda gana terreno

Irán, en plena negociación con Estados Unidos, reduce su apoyo al régimen

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Residentes de Alepo caminan este viernes entre los escombros tras un bombardeo del régimen. / H. KATAN (REUTERS)
El Ejército de Bachar el Asad ha sufrido un drástico revés en el terreno en las últimas tres semanas. Tras cuatro años de constantes envites, los insurgentes lograron hacerse el pasado martes con la estratégica localidad de Jisr el Shugur, uno de los últimos bastiones del régimen en la provincia de Idlib, en la franja occidental de Siria. La caída de esta ciudad en manos rebeldes es la última de una serie de fuertes derrotas del bando leal a El Asad, acosado en el norte y el este por los yihadistas del Estado Islámico (EI), y en guerra abierta contra frentes rebeldes y Al Qaeda en el oeste y sur del país. El retroceso del régimen en la contienda se ha visto además acentuado por el frenazo del apoyo de Irán, aliado militar durante la guerra,ahora enfrascado en las negociaciones con EE UU por su programa nuclear.
Milicianos alzados tratan de conquistar Latakia, feudo de la familia presidencial
“Miles de soldados se dirigen para reforzar nuestra posición al norte de Latakia [en la costa occidental] y frenar a los yihadistas”, asegura en una conversación telefónica un miembro de las fuerzas especiales sirias apostado en el sur de la provincia de Idlib. Los combates entre rebeldes y uniformados sirios dejaron decenas de muertos este viernes en el norte de Latakia, feudo de la familia El Asad. “Es muy peligroso porque ya no son meros grupos de yihadistas, nos enfrentamos a un Ejército real con tanques y cohetes, todo gracias al pasillo que ofrece Turquía en su frontera”, señala el militar. A la cabeza de la ofensiva en esa región, una de las más ansiadas por los rebeldes por su salida al mar, está el Ejército de la Conquista, paraguas bajo el que luchan Ahrar el Sham, grupo rebelde islamista, y el Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria.
“En Latakia no durarán ni 10 minutos porque allí la mayoría son civiles que huirán”, apunta desde el otro bando Abu Salé, insurgente del Ejército de la Conquista, quien asegura que el siguiente objetivo será Alepo, la segunda ciudad en importancia del país tras la capital, Damasco.
Los grupos rebeldes anti-Asad también mantienen una fuerte ofensiva contra las tropas leales al régimen en la capital y en el sur del país. Desde que en 2012 los insurgentes se infiltraran en Damasco, el presidente sirio no vivía tiempos tan críticos. Pero la coyuntura ha cambiado. “Es tiempo de volver a nuestra religión, y de levantarnos contra los nusayris(chiíes) y los nasiri (cristianos). Obedeced a vuestros líderes y que Dios bendiga nuestra yihad”, concluyó el miércoles Ahran Alloush, líder de Jeish el Islam (Ejército del Islam, grupo formado por varias brigadas rebeldes, muchas de ellas islamistas) el discurso durante la graduación de 1.700 milicianos, en la periferia de Damasco.
“Tal vez el Ejército sirio no ha sabido calcular el peligro”, admite en Beirut un miembro de la milicia-partido libanesa Hezbolá, apoyo del Gobierno sirio en el frente de batalla. Su rostro no logra ocultar la preocupación al tiempo que admite que están paralizados en el terreno, donde también luchan contra Al Qaeda y el Frente Al Nusra, para evitar que atraviesen la frontera con Líbano. “Durante las negociaciones, Irán replegó a sus hombres y a los de Hezbolá del sur de Siria cuando estaban ganando. Esa parada ha sido crucial para el avance rebelde”, valora Mario Abu Zeid, investigador del centro Carnegie.
Al margen del debilitamiento del apoyo externo, las tropas regulares también tienen sus grietas. Han perdido 46.843 miembros durante el conflicto. Con un número estimado en un cuarto de millón por los expertos, los uniformados comienzan a enfrentarse internamente. “Hace dos días, las Defensas Civiles [pagados y entrenados para defender y controlar las ciudades] de Homs se negaron a ir al frente optando por proteger a sus familias y acabaron a tiro limpio con los soldados”, asegura vía Skype el activista Juma Al Qassim.
"Nos enfrentamos a un ejército real", dice un soldado de las fuerzas especiales
Según el analista, “el Ejército de la Conquista es producto de la coordinación entre Arabia Saudí, Qatar y Turquía para frenar a Irán”. Asegura que la diplomacia norteamericana ha decidido retirarse de la región y del nuevo Vietnam que supone Siria. “Ahora los saudíes toman el relevo”, añade Abu Zeid. El apoyo externo ha logrado levantar los ánimos entre las filas rebeldes y expandir una imagen de unidad.
La coalición auspiciada por países del Golfo, con el apoyo logístico turco, podría ganar autonomía. “No somos marionetas. En cuatro años nos han mareado desde el Golfo por cuestiones políticas. Hemos unido fondos y más de 10.000 combatientes y seguiremos la ofensiva independientemente de la voluntad de actores externos”, apunta en conversación telefónica Abu Salé.
No obstante, al tiempo que los diferentes grupos insurgentes se unen en el norte y oeste bajo unas siglas, varios grupos alzados contra el régimen, entre ellos también Al Nusra, se enfrentan entre sí en la estratégica localidad sureña de Quneitra, en la frontera con Líbano, donde este viernes murieron al menos 18 milicianos.
El fervor que contagia al campo rebelde, incluidos los activistas moderados, parece omitir el carácter salafista (corriente que sigue con rigor la aplicación de la sharía, o ley islámica) de los combatientes. “Arabia Saudí intenta lavar la imagen de Al Nusra ante la comunidad internacional. Ya no vemos a los aviones norteamericanos bombardeándolos”, opina el analista de Carnegie. Si el flanco leal cede, las tropas regulares quedarían expuestas en tres frentes: el Estado Islámico al noreste, milicias islamistas en el centro y noroeste, y el Ejército Libre Sirio (agrupación primigenia de batallones anti-Asad) y Al Nusra en el sur. “Una unión de los tres frentes sería catastrófica para el régimen”, concluye Abu Zeid.

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