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lunes, 1 de junio de 2015

La literatura y la para-literatura: las convergencias y las divergencias

Son los marcos de delimitación entre lo que es pura y auténticamente literario y lo que puede clasificarse dentro de una categoría de escrituras y producciones inferiores a las obras literarias

01/06/2015 - Autor: El Ouarrad Bousselham - Fuente: Webislam
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Literatura para-literatura
Introducción
En términos generales, la literatura es el arte que emplea la palabra escrita o hablada como medio, instrumento y forma de expresión. Por extensión, este término sirve para designar al conjunto de todas las creaciones producidas en este campo.
Es igualmente importante tener presente que dentro de la literatura existen niveles entre los cuales destacan las conflictivas separaciones entre literatura y para-literatura o como algunos críticos la denominan, subliteratura. En rigor, son los marcos de delimitación entre lo que es pura y auténticamente literario y lo que puede clasificarse dentro de una categoría de escrituras y producciones inferiores a las obras literarias y sobre todo a las producciones clásicas y maestras. De ahí que la relación entre literatura y para-literatura resulte simultáneamente conflictiva, polémica y dialógica a la vez que utilizan, para su consecución, la parodia de elementos para-litararios como el cliché verbal, temático o narrativo, la novela policíaca, el folletín, la novela rosa,  entre otros.
El objetivo de este trabajo es acercarnos a uno de los ámbitos –por excelencia- de estudio de la teoría literaria, a saber, los niveles de la literatura y exactamente a las dos categorías de literatura y subliteratura adoptando un enfoque comparativo. Se trata, pues, de definir y comparar las dos categorías con miras a resaltar las diferencias entre los dos niveles y destacar las características propias de cada una de ellos.
A nivel formal, partimos de una división tripartita. En la primera parte definimos la literatura tanto desde el punto de vista etimológico e histórico como desde el procedimiento de la teoría y crítica literarias que se basa en utilizar el lenguaje literario y sus especificidades para distinguir los rasgos definitorios de la literatura. En la segunda parte aclaramos lo que se entiende por subliteratura o para-literatura para consagrar la última parte a una selección de los criterios que nos permiten delimitar y establecer fronteras, aunque relativas, entre las dos categorías.
I. ¿Qué es literatura?
Desde el punto de vista etimológico, la palabra literatura deriva de la voz latina «litteratura». Esta última surge a su vez del término «littera» que significa letra o todo signo lingüístico, gráfico y escrito (Diccionario de Autoridades, 1734).
En el Diccionario de la Real Academia Española , el término se aplica al arte que emplea como instrumento la palabra, que comprende las obras con una intención estética. En el Diccionario de Uso del Español de María Moliner se define como el «arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita» y, como segunda acepción, conjunto de obras literarias.
De acuerdo con el Diccionario Internacional de Literatura y Gramática Filosófica de Guido Gómez, la palabra literatura se refiere a aquellos escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente de expresar ideas de interés general y permanente.
Visto desde otro ángulo, Raúl Castagnino indaga sobre el concepto y cómo se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según él, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura.
Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine.
Haciendo un breve repaso histórico, hasta el siglo XV el término “literatura” ha sido empleado para referirse a las ciencias en general y más concretamente para designar al hombre de las letras, o sea, a la persona que usa la palabra escrita como signo lingüístico en su labor intelectual. Así que las letras designaban en aquél entonces todo lo escrito, las cartas, los discursos, los manuscritos, las obras, entre otros, abarcando de este modo la ciencia en general, tanto lo que pertenece a las letras, como las ciencias, o los estudios. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, cuando el término “ciencia” se especializa en abarcar los dominios de las ciencias experimentales, el de las letras ha ido orientándose hacia lo que constituiría su propio campo, a saber, la creación estética. A partir de este siglo, no es casual ni gratuito que las obras literarias empiecen a separarse del resto de las producciones escritas y es justamente en este siglo cuando empieza a divulgarse y utilizarse la palabra “literatura”  tal como la concebimos en la actualidad.
En la actualidad, el término literatura se aplica al arte bello que emplea como materia prima o instrumento la palabra escrita o hablada. Llamamos también «literatura» al conjunto de obras producidas en este campo. O sea, todas las obras literarias. Pero, en diversos estudios de teoría literaria se ha constatado una dificultad a la hora de precisar unos criterios seguros para subrayar o definir los rasgos caracterizadores de la literatura.
De hecho, muchos estudiosos consideran  que el modo más sencillo de acercarse a esta disciplina desde un punto de vista definitorio es aludir al uso especial que se hace en ella del lenguaje. El lenguaje literario es considerado como la materia prima o la esencia de la literatura. Por eso, no se puede hablar de la literatura sin aludir al lenguaje literario no sólo como un simple material inerte. sino una creación humana de uso variable y específico.
Siguiendo el hilo de este planteamiento, el lenguaje literario puede definirse como una unidad compleja, coherente y codificada. Coherencia a nivel del estilo y complejidad en la medida en que es sugestivo y connotativo. La palabra o el signo lingüístico se vuelven en la literatura un medio y un fin.
Por añadidura, es un lenguaje sugestivo porque muestra y no demuestra, utiliza la palabra no sólo como un medio de comunicación sino también con una finalidad estética. Otros rasgos definitorios del lenguaje literario son la polisemia y la ambigüedad; las figuras estilísticas dan al lenguaje literario una dimensión de polisemia en la medida en que permiten varias lecturas y varios significados y la añaden un carácter de ambigüedad porque es difícil y no se capta con la primera lectura.  Tenemos que agregar en seguida otra característica del lenguaje literario que es la noción de desviación o "particularidades idiomáticas" que es específica al lenguaje literario y a que este último está en total ruptura con el lenguaje cotidiano.
Llegados a este punto, conviene concretar que el lenguaje literario comparte con los demás usos del lenguaje como el religioso, el periodístico, el político o incluso el habla cotidiana varias características como la connotación, el énfasis, la ambigüedad pero se distingue de los demás discursos por tener una característica que le es propia, a saber, la finalidad estética. Esta última constituye un rasgo específicamente literario. Por lo tanto, connotación, sugestión, ambigüedad, complejidad,  polisemia, desviación y dimensión estética con los cuales se distingue lo literario. O sea son los criterios que permiten juzgar la literariedad de un texto.
De lo tratado hasta ahora podemos concluir que, obviamente, es difícil definir el lenguaje literario y esta dificultad de definir el lenguaje literario es la clave de la dificultad de definir la literatura.
II. ¿Qué se entiende por para-literatura o subliteratura?
La teoría literaria -para definir la literatura- establece dentro de esta última unos niveles entre los cuales destacan las polémicas categorías literatura y subliteratura. Son polémicas, puesto que en muchas ocasiones se ha debatido la posibilidad de diferenciar entre las dos basándose en criterios sólidos y fidedignos.
Hablar sobre para-literaturas implica, en un primer momento, la aceptación de que existen dos tipos de producciones literarias, la “literatura culta” y todas las otras producciones literaturas englobadas dentro de lo que se conoce como “Para-literatura”. Sin lugar a equívocos, establecemos lo que es “Literatura” porque nos llega en forma de legado a través del sistema escolar, en el colegio nos hacen leer tal autor o tal obra porque su lectura implica estudiar la “Literatura”. Se puede establecer como “Para-literario” la producción literaria marginal y de masas. Sin embargo, a nivel teórico, ya que no existe una “ciencia de la estética” es difícil, si no imposible, establecer qué parte de la producción literaria es “culta” y qué parte es propiamente para-literaria. En consecuencia, los estudios hechos en este campo, no se concentran en la línea que establece la ruptura entre lo literario y lo para-literario, sino en las relaciones que existen entre estos dos tipos de producciones.
En correspondencia con lo anteriormente expuesto, subrayamos que no existe una naturaleza del texto para-literario, sino múltiples modalidades de subvertir el campo literario. Para-literario es toda la vasta producción literaria excluida del catálogo de “textos literarios” que puede subvertir, cuestionar y contraponerse a éste sistema. A este respecto, Bernard Mouralis afirma que “es susceptible de entrar en el campo de las contraliteraturas todo texto que no es percibido y transmitido –en un momento dado de la historia– como parte de la Literatura”. Mouralis cita como ejemplo de contraliteratura a los textos aparecidos en Francia a finales del siglo XVI a partir de la idea de publicar textos de necesidad popular reduciendo al máximo el costo de producción. Novelas medievales y vidas de Santos fueron adaptadas a libros pequeños de acceso popular. El conjunto de textos editados así, se denominó La bibliotheque bleu debido al color del papel con el que se envolvían las obras. Éstas diferían de la “Literatura Culta” de la época en muchos aspectos; para empezar estaban dirigidas a un pueblo no culto. Abordaban temas diferentes y de diferente forma que la Literatura culta. En el fondo, abordaban lo cotidiano, como el caso de los almanaques. Pero diferían sobretodo en su uso del lenguaje, lo que hizo que estas obras constituyeran verdaderos “contradiscursos” de varios tipos.
De hecho, el campo contemporáneo de las para-literaturas no está constituido solamente por este tipo de obras, sino que fuera de la categoría de “obras” se debe tener en cuenta todo el conjunto de textos y signos que se producen y se transmiten fuera de las estructuras de la cultura literaria en un momento dado de la historia y que sean susceptibles de captar la atención de un público, ejemplos de esto son los afiches, los logos publicitarios, el grafiti, los diarios de desconocidos, los testimonios, las cartas. De ahí que la arbitrariedad con que se establece la línea que separa la “literatura” de la “para-literatura” ponga en videncia la problemática del etnocentrismo y del “imperialismo cultural”.
Para acercarnos exhaustivamente a las producciones literarias que podemos clasificar dentro de la categoría de subliteratura podemos empezar aclarando que ir a lo más rápido o bien a lo más fácil es una característica de las sociedades de consumo, las casas editoriales, tan conscientes de la avidez de estas sociedades de consumo por unas lecturas fáciles y que no ocupan a sus lectores un tiempo bastante considerable optan por la producción de libros cada vez más adaptados al modo de vivir de esta sociedad y para permitirles una lectura bastante fácil y al alcance de sus conocimientos. Más aún,  son tan fáciles que nos preguntamos por su autenticidad. Por consiguiente, la literatura estará bajo estas condiciones en situación de crisis. Las producciones literarias tendrán que pasar por intermediarios y las obras se someterán a las exigencias de las librerías y las casas editoriales cuyos requisitos se resumen en unas garantías puramente comerciales. Estas últimas, a sabiendas de los gustos y las predilecciones de los lectores, publican narraciones con características que concuerdan con dichas preferencias y con objetivos comerciales.
Ahora bien, puesto que hemos resaltado anteriormente los rasgos definitorios de las auténticas obras literarias resulta fácil darnos cuenta de que, en la mayoría de los casos, las obras clasificadas dentro del marco de la subliteratura son, primero, aquellas producciones que se leen rápidamente donde se utiliza un lenguaje fácil, accesible y sencillo, en las que se evoca una temática tratada desde un punto de vista reductor ya que los temas suelen ser los mismos sin ninguna aportación nueva, basta con la presentación de conflictos sociales mediante unos personajes que suelen ser o bien  buenos o bien malos. En, este caso podemos citar, a modo de ejemplo, las novelas rosas, las novelas de bolsillo, etc. El ejemplo más representativo en España es el de la escritora Corín Tellado, una de las más prolíficas que han existido en la historia de la literatura.
Sin embargo, la para-literatura tiene una gran importancia en tanto en cuanto canaliza la literatura a través de un mundo mediático donde la globalización y convergencia, a pesar de generar cambios profundos en el texto literario (la mayoría de ellos negativos) amplifica la influencia de este texto abierto a múltiples ventanas y que se muestra ya lejos del hermético elitismo intelectual. En este contexto, la tarea del lector es establecer fronteras entre buena literatura y literatura que pretende vender y por lo tanto ocupan un lugar inferior a la auténtica literatura. Para más aclaración. a continuación destacaremos cuáles son los criterios que permiten delimitar las dos categorías a base de ejemplos concretos.
III. ¿Sobre qué criterios se puede delimitar las dos categorías?
1. Criterio temporal:
Para diferenciar entre literatura y subliteratura, el primer criterio de distinción que surge es un criterio temporal. Pues, la auténtica obra literaria requiere un tiempo bastante considerable para ser asimilada y digerida adecuadamente. Es una obra que no se lee inmediatamente sino que exige atención, reflexión y requiere lectura y relectura ofreciendo, de este modo, en cada una de las lecturas nuevas perspectivas. Por esto, son obras que resisten al paso del tiempo no se olvidan con los años sino que mantienen y hasta la actualidad el mismo rigor y vigencia. En cambio, las obras clasificadas entro de la categoría de subliteratura  son unas obras que se leen rápida y fácilmente sin que requieran un esfuerzo reflexivo ni que ocupen mucho tiempo.  Suelen ser obras adaptadas al modo de vida cotidiana y son las más vendidas en las sociedades de consumo porque requieren un tiempo reducido. Se leen rápidamente y por lo tanto se olvidan rápidamente. Entonces son obras efímeras que se olvidan con el paso del tiempo.
2. Criterio espacial:
La auténtica obra literaria y asimismo las obras maestras como Don Quijote de la Mancha, Los Hermanos Caramzov, las mil y una noche, las obras que se destacaron con los movimientos literarios como el clasicismo, el naturalismo, el Marxismo, el socialismo, el surrealismo, etc, han sido obras que se hicieron famosas y conocidas en varios países por presentar nuevas visiones del mundo con un nuevo enfoque aportando algo nuevo dentro de algo eterno y participando de este modo en el repertorio de la literatura universal. Al contrario, las obras privilegiadas en las sociedades de consumo llegan a hacerse unos Best Seller y rentabilizan las casas editoriales pero en espacios limitados. Estas obras por presentar conflictos pertenecientes a sociedades determinadas y precisas son leídas específicamente por estas poblaciones porque les ofrece algo que le es suyo.
3. Criterio de literariedad:
Hemos resaltado anteriormente que definir la literatura es una tarea difícil. Sin embargo la falta o presencia de la literariedad en una obra se puede detectar mediante la manera con la que se plantean los temas, el lenguaje utilizado, el estilo predominante, etc.
En este punto es necesario destacar que la buena obra literaria es aquella que nos aporta algo nuevo a lo que sabemos, enriquece nuestros conocimientos y por lo tanto  inventa nuevas visiones del mundo aportando un conocimiento nuevo dentro de otro eterno. Es una obra donde podemos encontrar creatividad y renovación tanto a nivel formal, lingüístico como del contenido.
Por otro lado, en este tipo de obras hay un cierto grado de ambigüedad y a veces un va y ven entre lo real y lo fantástico. Lo cual requiere la concentración del lector para no perder el hilo conductor de los sucesos y también para poder descifrar el sentido connotado y sugestivo de  la narración y detectar la concepción final a la que el autor quiere llegar al finadle su narración. La buena obra literaria, cuando terminamos la lectura y cerramos el libro empieza otra etapa porque nos lleva más allá de lo que hemos leído, nos invita a reflexionar más y a interpretar distintamente las peripecias. Este caso lo pueden ilustrar las grandes obras de Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes donde las fronteras entre lo real y lo ficticio son abolidas.
Por otro lado si estas obras exigen atención y reflexión por parte del lector no hay que olvidar que el esfuerzo de la escritura es una condición sine qua non de la literatura. El autor escribe, crea y produce porque tiene vocación literaria. Entonces es un doble esfuerzo: el del lector y el del receptor.
Al contrario, las obras literarias denominadas por subliteratura reducen notablemente los temas tratados dando lugar a una repetición y esquematización en el enfoque temático. E, ellas siempre aparecen los mismos temas y los mismos personajes. Siempre hay un héroe, un antihéroe y otros personajes que varían entre ayudantes y oponentes, lo que se llama el maniqueísmo de los personajes. Por lo tanto, son obras cerradas dirigidas a unos lectores pasivos, es decir, sólo reciben sin esforzarse en reflexionar o buscar un interés intelectual.
Es de notar que estas características se destacan en las telenovelas, los culebrones, las novelas rosas y algunas novela policíacas adaptadas a las series televisivas. En estas categorías siempre surgen los mismo personajes y con los mismos caracteres repitiendo en sus diálogos episodios ya pasados y situaciones también pasadas. Lo que equivale a la creación de estereotipos, redundancia y esquematización en los hechos narrados.
Conclusión
En resumen, y de modo general, notamos que tanto la literatura como la para-literatura son dos campos arduos y difíciles de definirse. Por eso han sido considerados por la teoría literaria como dos categorías polémicas debido a la dificultad de establecer fronteras de separación o criterios seguros de distinción. Así que en la mayoría de los casos la lectura suele orientarse hacia medir la dimensión literaria, destacar el lenguaje utilizado y resaltar el estilo de escritura y el grado de esteticidad de la producción considerados como rasgos específicos de lo literario.
La subliteratura es una literatura que obedece a cánones comerciales, se lee fácilmente porque utiliza un lenguaje sencillo y evoca temas adaptados a la sociedad donde se publica. Sin embargo la auténtica literatura se conoce por el tiempo. Su literariedad la posibilita perdurar y resistir a los factores temporales.
Bibliografía
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 WELLEK, René y AUSTIN,  Warren. (1966). Teoría literaria, Madrid: Gredos.
Recursos electrónicos:
 GARCIA PENA, Israel Badir, ¿Cual es la importancia de la Para-literatura?, Revista universitaria La Huella Digital. En línea. Disponible en: http://www.lahuelladigital.com/author/israel-badir-garca-pena/  Consulta: 29 de mayo de 2015; 12:45.
 Literatura, En línea.  disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura Consulta: 29 de mayo de 2015; 19:25h.
 Kenny Oñate, Apuntes sobre Paraliteraturas. En línea. Disponible en: http://ni-en-pintura.blogspot.com/2010/04/apuntes-sobre-paraliteraturas.html Consulta: 28 de mayo de 2015; 14:29h.

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