Cuando en el islam el hachís fluía de lo lindo (y
servía para conectar con Dios)
En los tiempos más místicos y ricos del
islam, el cannabis era una herramienta recurrente para adentrarse en la caza de
lo divino. Desde faquires y eruditos, hasta los creyentes más sencillos, eran
legión quienes, profesando la fe de Mahoma, se servían de la planta para partir
a la caza del esquivo Alá. Su uso, les ayudaba a conectar con lo trascendente y
a dejar atrás las miserias mundanas.
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Hoy en día, la
marihuana y sus derivados están prohibidos por la Sharia, y es un pecado fumarlos para los 1.300 millones de musulmanes del mundo; además de
ser ilegal en los países que se rigen por la ley islámica. Sin embargo, no
siempre fue así: el cannabis era una herramienta de culto para miles de de
musulmanes en el momento más dorado del islam, cuando el credo de Mahoma se
desplegaba desde la península ibérica hasta los confines de Persia.
Nada de efectos mentales hasta después del primer milenio
Nada de efectos mentales hasta después del primer milenio
Hasta comienzos del
primer milenio de nuestra época, en el mundo del islam solo se conocían las
virtudes industriales, médicas y técnicas de la planta. Los médicos de los
califatos aprendieron sus cualidades terapéuticas de la mano de sus antepasados
preislámicos, como los árabes, los egipcios o los babilónicos, pero sobre todo
de la literatura farmacológica griega, donde ya era muy utilizada. Grandes
doctores de la época comoAvicena o Al-Razi la recomendaban.
Avicena dedicó varias secciones enteras de sus cánones de medicina solo al
cannabis.
Entra en el mundo islámico de la mano de los sufíes
Serán los
sufíes, la gran rama mística del islam, quienes expandan su uso como vehículo religioso por todo el mundo islámico
en los primeros siglos del nuevo milenio. Lo hicieron los integrantes más humildes
de este linaje religioso –los famosos faquires–, ascetas itinerantes que
recorrían el mundo musulmán y a la vez extendían su visión del cannabis como un
instrumento que favorecía el contacto con Dios. Estos grandes viajeros, habían
dado con el uso psicotrópico de la planta a través de sus peregrinaciones por los
confines del mundo islámico, donde entraron en contacto con
religiones como el zoroastrismo o el hinduismo que utilizaban bebidas a base de
cannabis.
Los faquires eran ascetas itinerantes que recorrían toda la geografía del mundo islámico.
Herramienta importante para el culto
La resina prensada de
cannabis pasó de ser patrimonio exclusivo de los faquires errantes a convertirse
en bien generalizado en todo el mundo islámico, en particular de las clases
menos pudientes y de los seguidores de la corriente sufí. No lo fumaban, pero
si se comían buenas dosis para potenciar sus practicas religiosas. Veían en la
planta una catapulta hacia lo divino. Tal y como explicaba el poeta sufí de la
época Mamad Ibn Rustum al Is'irdi, ''El hachís es el secreto con el que el
espíritu se eleva hacia los más altos lugares, la ascensión celestial de un
espíritu libre de ataduras corporales y humanas''.
Los sufistas daban gran importancia al cannabis en sus practicas y discursos.
El gran viajero psicodélico
Una leyenda popular
sobre los orígenes del sufismo, cuenta que el creador de esta rama, Shayk
Haydar, se pasó los últimos diez años antes de su muerte ¡sobreviviendo casi
solamente con preparados de cannabis!. Según este relato místico, Haydar probó
unas plantas de marihuana guiado por una epifanía religiosa – pues no conocía
sus efectos –, y le gustó tanto que en lo sucesivo, casi solo se alimentó de
cannabis. Como no podía ser de otra manera, la historia cuenta que fue
enterrado entre grandes ristras de cogollos, hojas y semillas.
Un grabado en el que se muestra al jovial Haydar tomándose su brebaje de cannabis.
Muy popular entre los pobres
No solo lo utilizaban
los ascetas para aguantar sus largas meditaciones o ayunos, sino que también se
convirtió en una válvula de escape para los pobres que quisieran embriagarse:
el vino era caro y para los ricos; el cannabis barato y asequible para los
menos pudientes. Muchos de ellos vivían bajo el duro yugo de los invasores
mongoles, que habían ocupado territorios musulmanes desde las fronteras bulgaras
hasta el mar arábigo. Para ellos, la
marihuana se convirtió en una planta ligada a la religión sí, pero también en
un vehículo para evadirse de su cruda realidad.
El profeta verde
El cannabis llegó a
tal punto de popularidad en el mundo islámico que hasta tenía su propia santo patrón: el anciano conocido como Al-Khadir o ElVerde. Se le representaba con los rasgos de un hombre viejo,
con la apariencia de un faquir vestido totalmente de verde que se le aparecía
en lugares desérticos o solitarios a quienes iban a la búsqueda de Dios.
Estableciendo un paralelismo con la concepción sufí sobre el hachís, se le
consideraba como el maestro espiritual de aquellos 'no iniciados por ningún
maestro' o la voz de la inspiración para los verdaderos artistas y los aspirantes
a lograr méritos místicos.
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Su figura se vincula también a la inmortalidad y a diversos dones místicos.
Su figura se vincula también a la inmortalidad y a diversos dones místicos.
Aparece el Viejo de la montaña
En el siglo XI Hasan-i
Sabbah, que también practicaba ritos sufíes, y era conocido como el Viejo de la montaña, consigue
controlar el panorama religioso y político del Califato Fatimí con su ejército de huérfanos, convertidos en letales asesinos – los temidos
Hassasins–. Los recogía en las callejas de Persia y les lavaba el cerebro con
lecturas maratonianas del Corán, dosis enormes de hachís y mujeres hermosas
para hacerles creer que el paraíso sería suyo si seguían sus órdenes. A su
muerte en 1124, regía como un 'gangster' la vida desde El Cairo hasta
Samarcanda.
En su fortaleza de Al Amut, utilizaba el costo y a bellas mujeres para manipular a sus futuros asesinos.
Llega el cerrojo fundamentalista
En un imperio quebrado
por la invasión parcial de los mongoles, el consumo de cannabis incomoda
doblemente a los dirigentes religiosos del mundo islámico. Por un lado, su
control religioso se ve amenazado por la tercera vía del islam, un sufismo
cercano a la gente que sigue creciendo y haciendo más populares sus rituales
con hachís. Por el otro, tienen un miedo cercano a lo supersticioso por el ya
muerto Hassan-i Sabbah y sus acólitos bebedores de hachís.
Este temor es tal, que
en el siglo XIII los legalistas musulmanes (Ulemas) deciden poner el candado al
consumo de cannabis, de manera parecida a como ocurrirá siglos después en el cristianismo.
Pasará de ser considerado alimento y medicamento, a ser definido como
embriagante y tóxico (haram), y por lo tanto a ser pecaminoso e ilegal, igual
que el vino.
Los ulemas son los encargados de la Sharia, la dimensión legal del islam.
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