TRAS LOS BORROSOS PASOS DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
OPINIÓN | FERNANDO SILVA HILDEBRANDT | Se viene hablando mucho de una Tercera Guerra Mundial y, como verán en muchos portales de noticias, ya no solo son los grupos conspiranoicos quienes hacen referencia a esta posibilidad. Lo cierto es que los atentados en Francia, la bomba en el avión ruso y los operativos en Bélgica han servido para que ciertas presiones se hagan más densas en la reunión del G-20. En síntesis, Obama y Putin charlan un rato, se “organiza” una coalición contra el terrorismo y el Papa habla de Tercera Guerra Mundial. Así es imposible mantenerse al margen.
Sin embargo, es extremo hablar de una nueva Guerra Mundial cuando se debe escribir esto con mayúsculas, por ser casi un nombre propio. Y sucede que para que una verdadera contienda bélica global suceda, tienen que enfrentarse varios bloques de países en una lucha a fondo, abierta y si, mundial. Hoy por hoy, esta coalición extraña que incluye a Estados Unidos, Rusia, Francia, Irak, Siria e Irán, pelea de manera estratégica contra ISIS o EI (Estado Islámico), esta suerte de complejo muestrario de la enrevesada realidad política, étnica y religiosa de Oriente Medio.
Claro, usted me dirá y con mucha razón que los terroristas no tienen fronteras y no se lo voy a negar, pero esta llegada global no es equivalente a lo que sucedería si varios grupos de naciones entablan una guerra abierta; además no se trata de un país de terroristas. No es el caso (real) de una Guerra Mundial y si bien la comunidad internacional se ve avasallada por el sentimiento de inseguridad debemos recordar que muchos historiadores consideran que la Segunda Guerra Mundial recién calificó como tal en el momento en que Estados Unidos y Japón dejaron sus tierras continentales para unirse a un movimiento bélico que tomó proporciones globales.
CÓMO DEFINIR UNA GUERRA MUNDIAL
El término Guerra Mundial proviene de la traducción exacta de la palabra alemana Weltkrieg, utilizada en ese sentido (se supone que por primera vez) en 1904 por el escritor germano August Wilhelm Otto Niemann. Luego vendrían los grandes conflictos del Siglo XX y quedaría en la historia la marca indeleble de lo que sucede cuando el hombre se deja llevar por la bestialidad más extrema.
Para que tengamos una verdadera Guerra Mundial no es necesario ver pasar misiles nucleares como golondrinas. Técnicamente, cinco o seis países de distintos continentes deben estar enfrentados en, al menos, dos bandos. Uno de los escenarios posibles es que dos países apoyados por grandes bloques económicos y políticos entren en conflicto, arrastrando al resto de sus socios a un evento mucho más grande. Pero como dije, en este caso en particular, quienes declaran la guerra no lo hacen contra un país, sino contra un grupo de extremistas que han tomado retazos de territorio de dos países: Siria e Irak.
UNA GUERRA MUNDIAL EN LOS MEDIOS
Todo esto viene a cuento de que muchos medios y algunos actores políticos y religiosos de primera línea advierten sobre el peligro de lo que está sucediendo, dando como un hecho el peor de los temores. Por ejemplo, el Papa Francisco dice que el ataque en París corresponde con “la Guerra Mundial en trozos” de la que incluso hizo mención en varias oportunidades: “Este es un trozo, no hay justificaciones para estas cosas”. Y claro, luego ameniza un poco las cosas expresando que considera que los atentados van “en contra de la paz de la humanidad”, por lo que uno podría comprender mejor el sentido de sus palabras si no citara específicamente la dichosa Tercera Guerra Mundial.
Pero no nos quedemos con eso, el Rey de Jordania se sumó a la corriente: “Estamos confrontados a una tercera guerra mundial y eso nos une”, dijo Abdalá II en una conferencia de prensa. Remarcó que las primeras víctimas del ISIS son los propios musulmanes y agregó casi en contradicción: “Esta es una guerra, como ya lo he dicho reiteradamente, dentro del islam. Grupos como Daesh se muestran diariamente como sacrílegos sin ley, despojados de toda humanidad”.
Puede ser que estemos en el proceso de desarrollo de otra gran guerra, que el monstruo termine por asomar la cabeza gracias a algún hecho que no vemos venir. No lo puedo descartar cuando los problemas económicos a nivel mundial se hacen cada vez más evidentes y menos cuando las posiciones entre los bloques se radicalizan en lo político y estratégico, pero me cuesta mucho creer que alguien, efectivamente, “oprima el botón” del apocalipsis.
En realidad, considero que corresponde a un proceso de profunda reestructuración del poder que se viene gestando hace años, con la caída financiara americana y el posicionamiento chino dentro del mapa de las superpotencias. Un movimiento en las placas tectónicas de la estructura global que tiene sus consecuencias, como la guerra en Ucrania, pero que está más cerca del acto de medir que de batallar.
Y LLEGA EL MISTERIO CON SUS VOCEROS
El misterio humano es, por supuesto, parte de todo gran evento humano. Por más que suene redundante es bien sencillo: nuestra larga tradición en profetas sale al ruedo con cada evento bisagra. Y si, muchos están encontrando similitudes con las cuartetas de Nostradamus (crípticas si las hay) de las que yo mismo me he sorprendido revisando algunos pasajes tras los eventos del viernes pasado en París. También los grupos de discusión del legado de Benjamín Solari Parraviccini discuten por estas horas si es que alguna de las psicografías anunciaba esto o aquello pero, en ninguno de los casos existe evidencia dura de que se haya anunciado este futuro en particular. No descarto, sobre todo en el último caso, que nos encontremos con un mensaje en forma de dibujo mostrando estos hechos aunque se me ocurre que, en realidad, tenemos muchas más ganas de que el mundo se termine de lo que nos gusta reconocer.
EL TIEMPO Y SUS PROCESOS
Como sea y en definitiva, el tiempo es un proceso y como tal tiene infinitas variables. Podemos dejarnos llevar por el miedo y el horror o intentar comprender lo que sucede y tomar medidas que prevengan que estas cosas sucedan o se agraven. Un buen comienzo sería preguntarse que lleva a miles de personas a radicalizarse cuando millones que profesan la misma religión eligen la paz. Habría que ver qué sucede en Oriente Medio, sin hacer trampa y sacando la mugre acumulada bajo la alfombra. Analizar cuántos intereses están en juego por los recursos y los mapas de poder, cuánta gente se ve sin salida en su propia tierra y cuáles son los resortes que saltan en estos casos. Habría que, de una vez, encontrar la esencia misma de los problemas y solucionarlos. Nadie que viva en un estado de bienestar va a elegir atarse unos kilogramos de TNT para inmolarse en nombre de lo que sea. Y es aquí donde el panorama se pone incluso más extraño, siendo que muchos de los terroristas siquiera son iraquíes o sirios, sino ciudadanos de las mismas naciones que en estos momentos bombardean Siria.
Tendremos que preguntarnos entonces si es que, como muchas veces, se nos vende miedo para consumir este u otro producto. Si es que excluimos y marginamos lo suficiente como para que el odio gane a la razón. Los atentados son tan reales, tremendos e inhumanos que forman un nuevo mapa político y económico; sobre todo económico. Porque vos y yo tenemos que ser conscientes de que si el Estado Islámico ha resistido y actuado es gracias a la venta “clandestina” de petróleo crudo extraído de pozos en “su territorio”. ¿Recién ahora los aliados atacan los camiones que reparten el oro negro? ¿Recién ahora se ocupan del desastre que -en parte- ellos mismos dejaron en la zona?
No, por ahora no hay guerra mundial. Solo un grupo de naciones que, no sabemos bien, buscan eliminar un grupo que es el mal encarnado… o recuperar pozos petroleros. Solo espero, pido, imploro, la gente inocente deje de pagar los negocios de otros con sus vidas.
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