BBC MundoLUNES 30 DE NOVIEMBRE DEL 2015 | 13:55
Sinjar fue recuperado por los kurdos y las fuerzas de la coalición el 12 de noviembre. El video muestra los túneles excavados entre diversas casas y cómo los utilizaban los yihadistas para protegerse de los ataques aéreos de la coalición.
Cientos de metros de túneles subterráneos utilizados por militantes de autodenominado Estado Islámico fueron descubiertos por fuerzas kurdas, en el pueblo iraquí de Sinjar.
Sinjar fue recuperado por los kurdos y las fuerzas de la coalición el 12 de noviembre. El video muestra los túneles excavados entre diversas casas y cómo los utilizaban los yihadistas para protegerse de los ataques aéreos de la coalición.
Todavía acechado por los yihadistas del Estado Islámico, el camino que conduce hacia la ciudad de Sinjar a través de la montaña es a día de hoy un muestrario de destrucción y de pueblos en ruinas que sufrieron la ocupación de los extremistas hasta hace apenas dos semanas.
Según pudo comprobar Efe, las calles de Sinjar están vacías, sus casas deshabitadas y muchas de ellas convertidas en escombros como consecuencia de los meses de combates mantenidos entre los insurgentes del autoproclamado califato y milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las tropas kurdas "peshmergas".
En algunas puertas de casas y comercios se puede leer "suní", para señalar que pertenecen a una familia de este credo, el mismo de los extremistas del Estado Islámico, quienes antes marcaron las viviendas de la minoría yazidí, a la que persiguieron e intentaron exterminar.
Desde que los yihadistas irrumpieron, en agosto del 2014, más de 500.000 miembros de la minoría yazidí y de otras religiones minoritarias abandonaron el norte de Iraq.
A un kilómetro de Sinjar, en la montaña del mismo nombre, encontraron refugio miles de miembros de esta minoría, que huyeron de la matanza de los extremistas, que los consideran infieles. Los refugiados, que aún no se atreven a volver a los pueblos liberados, comparten un mismo discurso de odio y de venganza.
"Nos vengaremos de todos los que han matado a nuestros jóvenes y secuestrado a nuestras mujeres y no permitiremos que regresen los árabes y los musulmanes a sus casas", dijo a Efe el miliciano de la Fuerza de Protección de Sinyar Jadida Rashu Jadar, de 46 años.
Un sentimiento que también traslucen las palabras de Laqman al Sinyari, de 36 años y que asegura que el Estado Islámico mató a su padre y que su madre y sus tres hermanas continúan desaparecidas.
"Vengaremos a nuestro pueblo y ninguna fuerza podrá evitar que nos venguemos con nuestras propias manos", concluyó Al Sinjari, que también acusó al Estado Islámico de dinamitar su casa.
Antes incluso de la liberación total de Sinjar, el pasado día 13, se dispararon las denuncias de asesinatos, saqueos e incendios supuestamente perpetrados por algunas milicias de la minoría yazidí, contra los habitantes suníes de esta región, situada a unos 120 kilómetros al oeste de Mosul, capital de la provincia de Nínive.
Un líder del PKK en la ciudad, Akid Yamil, negó a Efe que sus milicias estuvieran involucradas en estos actos y acusó a "algunos civiles y partidos", que no identificó, de los saqueos.
"A pesar de que colaboramos con todo el mundo, se atribuyeron varias acusaciones a nuestros combatientes, pese a que impedimos los robos de los hogares", agregó.
En los cruces de sus calles se ven apostados peshmergas, pero sobre todo a combatientes del PKK, y sus milicias afines Unidad de Protección de Sinyar (YBS) y la Fuerza de Protección del Pueblo (HPG).
Visten pantalones bombachos color verde kaki y algunos lucen enormes mostachos negros.
En una sede miliciana, de la que cuelga una foto de su líder Abdulá Ocalan, varios jóvenes armados, algunos menores de 18 años, matan el tiempo jugando al ajedrez. Algunos aseguran provenir del este de Turquía y de Siria.
Akid Yamil insistió a Efe que su grupo adoptó como propio en agosto el reto de liberar Zinyar.
"Fuimos los primeros en ayudar a los yazidíes, después de que todo el mundo los abandonara", subrayó Yamil antes de agregar: "elEstado Islámico aún tiene retenidas a miles de muchachas y mujeres y, como combatientes, todavía no hemos acabado nuestra histórica misión".
Yamil denunció que, a pesar de que 1.500 combatientes del PKK tomaron parte en la liberación de Sinyar y de los pueblos de su comarca, y de que el PKK fue la primera fuerza que entró en la ciudad "los medios de comunicación fueron injustos y no mencionaron nuestra participación en su liberación".
Según él, 2.500 de sus milicianos están desplegados en Sinjar y en sus alrededores, pero los "peshmerga" de la región autónoma del Kurdistán no reconocen su presencia.
En otras zonas de la población, se puede constatar como la mayoría de instituciones gubernamentales oficiales están ocupadas por estas milicias, que han colgado sus banderas.
Sus combatientes insisten en que la recuperación de Sinjar no hubiera sido posible sin ellos y que se han hecho con el control de la mayor parte de los edificios gubernamentales, que aseguran, solo entregarán al Consejo Yazidí, un órgano formado con el apoyo del PKK, para que pueda dirigir Sinyar.
Estos movimientos reflejan las disputas que mantiene el PKK con el Partido Democrático Kurdo, encabezado por el Presidente de la región de Kurdistán, Masud Barzani, mientras los habitantes de Sinyar todavía continúan refugiados en las alturas del monte.
"Seguimos en la montaña y no la dejaremos hasta que se complete la liberación de las zonas vecinas a Sinjar, porque la mayoría de la población todavía tiene miedo", concluyó Al Sinyari.
Según pudo comprobar Efe, las calles de Sinjar están vacías, sus casas deshabitadas y muchas de ellas convertidas en escombros como consecuencia de los meses de combates mantenidos entre los insurgentes del autoproclamado califato y milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las tropas kurdas "peshmergas".
En algunas puertas de casas y comercios se puede leer "suní", para señalar que pertenecen a una familia de este credo, el mismo de los extremistas del Estado Islámico, quienes antes marcaron las viviendas de la minoría yazidí, a la que persiguieron e intentaron exterminar.
Desde que los yihadistas irrumpieron, en agosto del 2014, más de 500.000 miembros de la minoría yazidí y de otras religiones minoritarias abandonaron el norte de Iraq.
A un kilómetro de Sinjar, en la montaña del mismo nombre, encontraron refugio miles de miembros de esta minoría, que huyeron de la matanza de los extremistas, que los consideran infieles. Los refugiados, que aún no se atreven a volver a los pueblos liberados, comparten un mismo discurso de odio y de venganza.
"Nos vengaremos de todos los que han matado a nuestros jóvenes y secuestrado a nuestras mujeres y no permitiremos que regresen los árabes y los musulmanes a sus casas", dijo a Efe el miliciano de la Fuerza de Protección de Sinyar Jadida Rashu Jadar, de 46 años.
Un sentimiento que también traslucen las palabras de Laqman al Sinyari, de 36 años y que asegura que el Estado Islámico mató a su padre y que su madre y sus tres hermanas continúan desaparecidas.
"Vengaremos a nuestro pueblo y ninguna fuerza podrá evitar que nos venguemos con nuestras propias manos", concluyó Al Sinjari, que también acusó al Estado Islámico de dinamitar su casa.
Antes incluso de la liberación total de Sinjar, el pasado día 13, se dispararon las denuncias de asesinatos, saqueos e incendios supuestamente perpetrados por algunas milicias de la minoría yazidí, contra los habitantes suníes de esta región, situada a unos 120 kilómetros al oeste de Mosul, capital de la provincia de Nínive.
Un líder del PKK en la ciudad, Akid Yamil, negó a Efe que sus milicias estuvieran involucradas en estos actos y acusó a "algunos civiles y partidos", que no identificó, de los saqueos.
"A pesar de que colaboramos con todo el mundo, se atribuyeron varias acusaciones a nuestros combatientes, pese a que impedimos los robos de los hogares", agregó.
En los cruces de sus calles se ven apostados peshmergas, pero sobre todo a combatientes del PKK, y sus milicias afines Unidad de Protección de Sinyar (YBS) y la Fuerza de Protección del Pueblo (HPG).
Visten pantalones bombachos color verde kaki y algunos lucen enormes mostachos negros.
En una sede miliciana, de la que cuelga una foto de su líder Abdulá Ocalan, varios jóvenes armados, algunos menores de 18 años, matan el tiempo jugando al ajedrez. Algunos aseguran provenir del este de Turquía y de Siria.
Akid Yamil insistió a Efe que su grupo adoptó como propio en agosto el reto de liberar Zinyar.
"Fuimos los primeros en ayudar a los yazidíes, después de que todo el mundo los abandonara", subrayó Yamil antes de agregar: "elEstado Islámico aún tiene retenidas a miles de muchachas y mujeres y, como combatientes, todavía no hemos acabado nuestra histórica misión".
Yamil denunció que, a pesar de que 1.500 combatientes del PKK tomaron parte en la liberación de Sinyar y de los pueblos de su comarca, y de que el PKK fue la primera fuerza que entró en la ciudad "los medios de comunicación fueron injustos y no mencionaron nuestra participación en su liberación".
Según él, 2.500 de sus milicianos están desplegados en Sinjar y en sus alrededores, pero los "peshmerga" de la región autónoma del Kurdistán no reconocen su presencia.
En otras zonas de la población, se puede constatar como la mayoría de instituciones gubernamentales oficiales están ocupadas por estas milicias, que han colgado sus banderas.
Sus combatientes insisten en que la recuperación de Sinjar no hubiera sido posible sin ellos y que se han hecho con el control de la mayor parte de los edificios gubernamentales, que aseguran, solo entregarán al Consejo Yazidí, un órgano formado con el apoyo del PKK, para que pueda dirigir Sinyar.
Estos movimientos reflejan las disputas que mantiene el PKK con el Partido Democrático Kurdo, encabezado por el Presidente de la región de Kurdistán, Masud Barzani, mientras los habitantes de Sinyar todavía continúan refugiados en las alturas del monte.
"Seguimos en la montaña y no la dejaremos hasta que se complete la liberación de las zonas vecinas a Sinjar, porque la mayoría de la población todavía tiene miedo", concluyó Al Sinyari.
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