Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

  Interesados comunicarse a correo: erubielcamacho43@yahoo.com.mx  si quieren versión impresa o electrónica donativo voluntario .

sábado, 26 de diciembre de 2015

Los datos desmontan la psicosis terrorista

El cambio: el terrorismo ahora nos amenaza a todos, no sólo a jueces, políticos o empresarios.
Hemos olvidado los años de plomo porque, en general, no iba con nosotros.
PUBLICIDAD
¿Recuerdan el atentado contra la cafetería El Descanso? Fue el 12 de abril de 1985 y dejó 18 muertos en Madrid. Lo reivindicó la Yijad Islámica. ¿Los dos artefactos que a finales de diciembre de 1980 colocó el Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia en el centro de Madrid? ¿El incendio del Hotel Corona de Aragón, en Zaragoza, el 12 de julio de 1979? Nunca se aclaró del todo, pero las sospechas de atentado fueron una constante.
Recuerdan sin duda al IRA y a ETA, el Grapo, el Batallón Vasco Español, los neofascistas deOrdine Nero y las Brigadas Rojas que tiñeron de sangre Italia, la Fracción del Ejército Rojo (Rote Armee Fraktion) de Alemania y la Organización Revolucionaria 17 de Noviembre que atentaba en Grecia... Podemos seguir con una lista de organizaciones terroristas, ejércitos simbióticos y grupos de liberación nacional de cada rincón del continente. Incluso con anécdotas que hoy parecen parodias, como la de los comandos de las Islas Molucas que planearon secuestrar a la reina Juliana de Holanda en los 70. ¡De las Islas Molucas!
Los atentados de París del pasado 13 de noviembre han dejado a a Europa en shock. El Estado Islámico, con su siniestra simbología y escenografía, con la capacidad de llevar el terror a nuestros hogares a miles de kilómetros, volvió a ponerse en el centro de nuestras vidas.
Bruselas entró en pánico. Elevó hasta 4 el nivel de alerta, lo que supuso cerrar durante días los colegios, el metro, museos o universidades. La ciudad estaba desierta, paralizada. Por las calles sólo había policías, periodistas y unos cuantos turistas despistados o... más curtidos, acostumbrados a escenarios no tan diferentes.
Bélgica es un trozo de tierra diminuto del que han salido o por donde han pasado los autores o las armas de los principales atentados de Europa de los últimos años. Sufrió en mayo de 2014 un ataque contra el museo judío, obra de otro vecino de Molenbeek. Y tiene en la retina las acciones, lejanas y casi olvidadas, de las Cellules Communistes Combattantes a principios de los 80. Del Frente Nacional de Liberación Valón. O el Frente Revolucionario de Acción Proletaria.
Sin embargo, el país ha olvidado el terrorismo, no ha crecido y madurado con él. No sabe cómo hacerle frente, qué es proporcional y qué no lo es. No es el único que han olvidado tres décadas conocidas como los años de plomo, desde Noruega a Bulgaria, casi sin excepción.
Pero lo cierto es que Europa está mucho más tranquila que en los 70 y los 80. La UE ha tenido muchos menos atentados en lo que va de siglo XXI que entre 1986 y 2000. Desde esa fecha, 592 muertos, de ellos 168 en Francia, según la Global Terrorism Database. El terrorismo es una lacra brutal, salvaje, pero no en todo el mundo por igual. Según los números de Global Terrorism Index, en 2014 murieron por culpa del terrorismo 32.685 personas en el mundo, 18.111 personas más que el año anterior. Pero de esas 32.685 víctimas, el 78% fallecieron en cinco países: Irak, Nigeria, Afganistán, Siria y Pakistán. Hasta 93 países de todo el mundo sufrieron algún tipo de atentado.
En las últimas décadas las sociedades occidentales sufren una contradicción permanente. Viven en la mejor época de la Historia. De lejos. Vivimos más años, más sanos, mejor alimentados, mejor cuidados y mejor educados. Hay menos guerras, menos violencia, más seguridad. Hay más riqueza y menos pobreza.
Y sin embargo, pensamos que estamos peor que nunca. Estamos convencidos de que la política es peor que antes. Que el trabajo es peor que antes. Que vivimos y viviremos peor que nuestros padres y abuelos. Que el mundo va a peor y nos rodea la violencia, la guerra y la miseria. Que somos más pobres, menos felices. Que hay menos Justicia.
Con el terrorismo nos pasa algo similar y en algunos aspectos más preocupante.Hemos olvidado los años de plomo porque, en general, no iba con nosotros. Se atacaba a militares y policías. A jueces y abogados. A políticos. A reyes. A banqueros y empresarios. A los de la OTAN. A judíos. Algo habrían hecho. O bueno, quizás no, no habrían hecho algo porque no somos tan mezquinos. Simplemente eran objetivos más naturales, ¿no? Porque no justificamos, pero entendemos, como entendieron los belgas la masacre del museo judío en mayo de 2014. Entonces no se cerró el metro ni los colegios.
Aún no nos hemos quitado esa forma de pensar. Las crónicas, los análisis de las tertulias después del 13 de noviembre, mantenían el tono. Eran restaurantes normales, se decía. Eran como el Pozo del Tío Raimundo, sitios donde podíamos estar cualquiera de nosotros. No era gente que se lo hubiese buscado dibujando caricaturas de Mahoma.
Se puede vivir con el terrorismo, los españoles lo sabemos bien, pero es más difícil cuando pensamos que somos todos un objetivo. La estadística y la historia no son de gran ayuda cuando somos nosotros, los inocentes, las dianas. Algunos se han pasado décadas mirando cada mañana los bajos de los coches antes de ir a trabajar o de llevar a sus hijos al colegio. Hoy, quizás, ya no se sienten tan solos, ya no se sienten un número de plomo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario