Masood Khalili: "Abandonar Afganistán es dar alas al IS para que se expanda"
El embajador de Afganistán publica 'Los susurros de la guerra', sobre sus viajes en 1986 para organizar la sublevación contra la invasión soviética
En 1986 Masood Khalili recorrió Afganistán para organizar la sublevación popular contra los soviéticos. A lomos de un burro capaz de escalar cualquier obstáculo, acompañado por un puñado de hombres y con la mochila llena de cuadernos, Khalili fue a "luchar porque odiaba la guerra". Casi 30 años después, como embajador de este país en España, reconoce la paradoja pero califica el combate, hoy, como una "guerra global, siniestra, contra el terror".
'Los susurros de la guerra' [Alianza] habla de un país empobrecido que se agarra a la fe, enemigo de los comunistas -considerados ateos-. En uno de los pueblos -la mayoría sin médicos ni colegios, y con tenderetes precarios que hacen de bares- Khalili se encuentra a una veintena de chavales jugando bajo un sauce y les pide que escriban la palabra "libertad". Sólo dos de ellos lo hacen. El joven combatiente -filólogo, hijo de poeta- se alarma: "Pero bueno, ¿es que no saben escribir?" El profesor contesta entonces: "Sí, pero sólo tenemos dos lápices". En otra ocasión, en Herat, reducida a ruinas tras los bombardeos de la URSS, Khalili se encuentra a una mujer mayor sentada en una habitación iluminada cuando toda la ciudad está a oscuras. "Venga conmigo", le pide, "no está segura aquí". La mujer quiere que Khalili se marche. "La guerra ha matado a mis tres hijos. Esta sala está llena de sus recuerdos. Estoy esperando que venga otra bomba y me mate a mí".
"Los rusos quemaban pueblos enteros, bloquearon las carreteras, arrestaban a la gente. Yo organizaba a la población civil para evitar que los comunistas se infiltraran en la población. Pero había dos cosas por las que ya estaban movilizados: la fe y la defensa de la libertad", recuerda el embajador.
Ataques del pasado, amenazas del presente
La historia dice que los soviéticos fueron derrotados en 1989. "Estados Unidos y los países de las OTAN nos suministraban armas, kalashnikovs y misiles antiaéreos, que -puesto que la guerra aérea la estaba liderando Rusia- fueron decisivos para vencer", explica Khalili. La historia cuenta que tras aquella victoria empezó otra guerra que todavía no ha acabado.
En 1996 los talibán implantaron su régimen basado en la estricta aplicación de la Sharia, la ley islámica. En 2001, sólo dos días antes del 11S, dos terroristas de Al-Qaeda disfrazados de periodistas hicieron explotar una bomba que acabó con la vida del comandante Ahmed Shah Massoud, el "león de Panjshir", héroes para algunos, criminal para otros. Khalili era su amigo, su mano derecha; él sobrevivió, aunque aún tiene restos de metralla en el cuerpo, un oído menos y un ojo que no ve. Ambos habían luchado primero contra los soviéticos y entonces lo hacían contra los talibán.
Pero en el escenario terrorista los talibán ya no están solos. Desde la retirada de las tropas internacionales hay una escalada de violencia por parte de los talibán -en septiembre tomaron Kundutz, y en la primera mitad de 2015 murieron un 40% más de policías afganos, más de 4.000- a la que se suma el Estado Islámico. "Abandonar Afganistán es dar alas al IS para que se expanda", se lamenta Khalili, que admite que el grupo terrorista "está presente desde hace seis u ocho meses. Pero el 80% son extranjeros, no afganos". Expertos en seguridad aseguran también que capta a combatientes que se cambian de bandera.
Estos "pequeños nidos" del IS, en palabras del secretario de Estado de Defensa de EEUU, son cada vez mayores. El comandante de la OTAN cifra entre 1.000 y 3.000 el número de miembros del IS en este país. Este mes, el grupo ha reivindicado un ataque contra el consulado de Pakistán -aliado de los talibán- en la ciudad afgana de Jalalabad.
"La población afgana no se siente utilizada por EEUU"
"El 90% de los afganos quiere que los americanos se queden en el país, que nos ayuden". ¿No se siente la población utilizada por EEUU? "En absoluto. Hay gente que dice que si se van, nos iría mejor y dejaríamos de luchar. No voy a comprar ese argumento. [Aún permanecen 9.800 soldados americanos y 13. 000 efectivos de la OTAN que forman al ejército afgano]. Si EEUU se va, lucharemos el doble y daremos una excusa a los talibán para decir que han vencido a la OTAN. Esta es una guerra de todos contra el Daesh, Al Qaeda y los talibán", zanja.
Los susurros de la guerra suenan igual en Afganistán, Siria, Irak, defiende el embajador afgano. "Espero que no haya una diferencia entre los refugiados por su origen. El hambre es en todas partes hambre. Mi gobierno no quiere que la gente huya, pero es que algunas personas no tienen alternativa". El problema no es sólo el hambre, "es la falta de seguridad y la desconfianza en el futuro" lo que les obliga a marcharse.
"No sé cuánto tiempo tardará Afganistán en depender sólo de sí misma. Cuando tengamos la seguridad nos podrán dejar solos", asegura Khalili. "Tenemos muchos recursos: petróleo, uranio, carbón, cobre. China ya está haciendo contratos para el suministro de cobre". El país asiático está interviniendo en lasnegociaciones de paz con los talibán, algo "útil", dice Khalili. "Su interés es traer la paz y sacar provecho de los recursos. Y a EEUU también le interesa que China esté en el juego", continúa el embajador.
"Soy optimista. Quizás porque no me queda mucho tiempo. Ojalá no tuviéramos en el corazón ese amor irracional a nuestro pueblo. Sería todo más fácil. Es así y por eso los países se necesitan los unos a los otros". Khalili concluye con un proverbio persa: "La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero da frutos muy dulces". Pero, ¿cuántos años más durará la paciencia de los afganos?
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