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viernes, 29 de enero de 2016

A propósito de Siria y la hospitalidad

Reseña del libro La comunidad trashumante y hospitalaria como identidad narrativa de Reyna Carretero Rangel

29/01/2016 - Autor: Gustavo López CastroColegio de Michoacán - Fuente: redalyc.org
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Impreso en www.libreriacolmich.com/indice/ficha.asp?id=675, y en e-book , en http://www.codice21.net/tienda/la-comunidad-trashumante-y-hospitalaria/
Es un placer dar la noticia de un libro arriesgado, apasionado, sensible y útil. Quizá son muchas pretensiones estas cuatro para una obra de ciento treinta páginas, incluyendo bibliografía y el anexo, pero lo cierto es que estas cualidades y características del libro son más que evidentes cuando se lee el libro: es arriesgado porque busca ni más ni menos releer de manera actualizada la condición humana y proponer una ética a partir de un pensamiento transdisciplinario: literatura, antropología, sociología, historia, filosofía política, ontología, ética, son los elementos de un rompecabezas muy bien armado. El riesgo de que la investigación en que se basa este libro, fuera un galimatías posmoderno era mayúsculo, pero la pericia intelectual y el conocimiento a detalle, profundo y reflexivo de Reyna Carretero nos crea un mapa, un planómeno, dice ella, que nos hace recorrer un laberinto teórico, guiados por la cinta del planómeno. De vez en cuando, cuando uno se cansa, o se queda pensando en la interpretación que hace de Benjamin, de Lévinas, o Ricoeur o cualquier otra luminaria de esa talla, la cinta nos jala y nos obliga a seguir la marcha, a continuar la trashumancia conceptual que es todo el libro.
Digo que es un libro arriesgado, pero no estoy muy seguro que el riesgo haya sido calculado por la autora; me da la impresión de que empezó a jalar la madeja, hizo una nueva bola de estambre con su planómeno en la mano y comenzó a tejer fino. Pero al mismo tiempo ese planómeno se fue modificando hasta tal punto, que fue sorprendente incluso para la misma autora, que si bien ya lo había imaginado, resultó algo más completo y útil de lo que aparecía en su protocolo de investigación.
Y de ahí viene lo apasionado: es un lugar común que los profesores digamos a los estudiantes que es la pasión por el objeto de estudio lo que distingue a un buen investigador de uno mediocre, pero este no es el punto con Reyna Carretero: su pasión no viene por el objeto, sino por el sujeto, por el Otro, por el nosotros, que todos juntos vivimos la experiencia de la trashumancia. “Todos somos trashumantes”, dice ella, apropiándose y transformando el slogan “todos somos migrantes”; ella lo transforma porque trasciende la inmediatez de la política, para situarlo en una especie de metafísica de la política, donde todos somos responsables de todos; donde todos podemos, y éticamente debemos ser hospitalarios, y al mismo tiempo ser sujetos de hospitalidad.
“Todos somos trashumantes” remite a una realidad fragmentaria que todo lo engulle porque todo lo desea, y en ese proceso muchos salimos sobrando y tenemos que “movernos”, exiliarnos, migrar, errar; pero incluso los que se quedan no escapan a su propio exilio fáustico que indica un consumismo ansioso de novedades. “Mañana serán todo el planeta”, dice Borges en el epígrafe que eligió Reyna Carretero para abrir su obra. En realidad ella demuestra que ese mañana ha llegado y que todos somos trashumantes.
En su libro anterior, Indigencia trashumante. Despojo y búsqueda de sentido en un mundo sin lugar, nos había situado brutalmente en un mundo de desigualdad abismal entre los indigentes trashumantes y quienes viven en el exceso, en un proceso de olvido, indiferencia y ausencia de responsabilidad frente al Otro. Ese libro es brillantemente deprimente, pues nos muestra una condición humana escindida del amor, de la solidaridad y la corresponsabilidad, una abyección sin salida; y la autora nos debía esa salida: y el libro de la Comunidad trashumante lo es. Con una fina sensibilidad, producto de su intelecto y también de su corazón, nos muestra como la responsabilidad por el Otro, pasa necesariamente por la ética de la hospitalidad. Desde luego la hospitalidad no es una novedad, ni en la filosofía, ni en la política, ni en el derecho, pero Reyna Carretero, con su obra hace avanzar esa discusión. Que la noción de la hospitalidad tiene un muy largo linaje lo demuestra Alain Montandon en su enciclopédica obra El libro de la hospitalidad. Acogimiento del extranjero en la historia de las culturas, un mamotreto de casi 2,000 páginas. Haciéndose eco de Derrida, Montandon afirma que la “ética es hospitalidad”, pero una hospitalidad absoluta que no sólo exige que yo dé lugar al extranjero, al que conocemos, porque al menos tiene nombre y apellido, un estatus de inmigrante, sino que debemos al otro “absoluto”, al desconocido, al anónimo, que yo le dé un lugar, que lo deje venir, que lo deje llegar y que tenga un lugar en el lugar que le ofrezco, sin pedirle reciprocidad, ni siquiera su nombre, porque la “hospitalidad absoluta” rompe con la hospitalidad del derecho.
En cierto sentido, es aquí que se aplica la frase de Mark Frisk: “pedimos trabajadores y vinieron personas”, porque ese “otro absoluto”, desconocido es una persona, y por eso este libro es útil: por su honda raíz humanista, por su pedagogía metodológica y porque interpela los acontecimientos actuales. El centro de sus preocupaciones en este libro es la persona, ese otro que es recibido, mal o bien, y de quien se espera que defina la duración de su estancia en tanto no residente, sino visitante, pero la hospitalidad crea lazos entre las personas, siempre y cuando se mantenga en el ámbito de lo privado; porque cuando sale al espacio público, que siempre lo hace: esos lazos se resienten, cuando no se rompen. Y ahí, no hay, sino un paso pequeño a la reglamentación, al derecho de suelo, al derecho de sangre: a las condiciones de la acogida. Por ello es que el libro termina con un anexo titulado: “Iniciativa con proyecto de decreto por la que se expide la Ley de hospitalidad”.
Entonces es útil el libro, también, para leer, provocar incluso el actual debate sobre la Reforma Migratoria en Estados Unidos. Están ya en el discurso, en la retórica y en la opinión pública las definiciones de asimilación, ciudadanía, naturalización integración, discriminación, clandestinidad, residencia, planificación familiar, derecho a la circulación; todo eso que nos interpela como hombres, ciudadanos, y en tanto trashumantes. Estados Unidos como país de migrantes acoge en su seno político-retórico la gran contradicción de ser un país hospitalario, por lo menos en ciertas regiones, e inhospitalario en otras regiones; su única esperanza como país no es convertirse en una sociedad color blind, ciega al color de la piel, sino en una sociedad hospitalaria, y eso lo veremos en los próximos meses.
Mientras tanto, doy noticia de que este libro ha aparecido, y de que a primera vista, puede parecer duro de “hincarle el diente”, para los que no somos estudiosos de la ciencia política, de la filosofía, ni de la ética, pero les aseguro que si se persevera en la lectura, atrapará a quien lo haga, así que déjense atrapar por este libro, será una muy buena inversión.

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