Libro revela la historia del verdugo del "Estado Islámico"
Robert Verkaik, periodista británico, fue el único que pudo entrevistar a Mohammed Emwazi, muerto en noviembre pasado.
Su imagen alcanzó notoriedad mundial a comienzos de 2014, cuando vestido completamente de negro, sólo con sus ojos al descubierto, decapitaba a los rehenes del “Estado Islámico” (EI). Fue su acento londinense lo que lo delató ante los secuestrados por el grupo yihadista, quienes por este motivo lo apodaron John, en referencia a John Lennon. Su identidad no fue revelada sino hasta febrero de 2015, cuando la cadena BBC sostuvo que se trataba de Mohammed Emwazi, un joven musulmán de 26 años del noroeste de la capital británica.
Sobre su paradero no se tuvo noticias hasta la semana pasada, cuando la revista del EI confirmó que Emwazi había muerto el 12 de noviembre pasado por un ataque aéreo de un dron estadounidense, algo que ya había sido informado por el Pentágono. El 19 de enero la publicación en inglés del grupo, Dabiq, dio a conocer su biografía. Y el miércoles pasado, divulgó dos fotografías, en las que por primera vez aparece a cara descubierta.
Como periodista especializado en asuntos de seguridad, el británico Robert Verkaik se había obsesionado en conocer la identidad de John, el Yihadista. Sus indagaciones no daban frutos, pero el 28 de febrero de 2015, dos días después de que el nombre de Emwazi fuera divulgado, se dieron a conocer unos emails en los que se le vinculaba con el joven terrorista.
“Desesperadamente comencé a rastrear en mi memoria para tener una imagen del hombre que aparentemente había conocido y a quien había entrevistado. Sólo en los días siguientes pude revisar unos emails viejos y pude ponerle una cara a John, el Yihadista”, dice Verkaik en su libro The Making of a Terrorist (La fabricación de un terrorista), que el jueves fue lanzado y cuyos extractos se publicaron en el diario The Times.
El reportero, que es el único profesional que pudo conversar con el yihadista, señala que conoció a Emwazi en 2010, cuando formaba parte de un grupo de jóvenes musulmanes que denunciaron estar siendo acosados por los servicios de seguridad. Verkaik cuenta en su libro que, en ese entonces, el caso de Emwazi resultó para él menos llamativo en comparación a otros. Aunque mantuvo por algún tiempo contacto con los jóvenes para saber el progreso de sus denuncias.
“Cuando lo conocí, en diciembre de 2010, Emwazi había alcanzado un punto crucial. Había recién vuelto a Londres luego de pasar un corto período trabajando en Kuwait. Comenzamos el contacto mediante emails, en los que resumió parte de su historia y dijo que había sido detenido y asaltado por los servicios de seguridad a comienzos de ese año, cuando intentó volver a Kuwait. Me dijo que quería comenzar una vida nueva en el Golfo, lejos del MI5 (servicio de inteligencia de interior británica). Pero los servicios de seguridad sospecharon que había participado de actividades relacionadas con el terrorismo”, cuenta Verkaik.
“Mis recuerdos de Emwazi son que era un joven inteligente, barbudo, que usaba jeans y zapatillas, una polera y una chaqueta”, señala.
Verkaik destaca que en una ocasión, el joven le escribió porque le quería contar que había puesto a la venta su computador, pero que su comprador resultó ser de los servicios de seguridad.
“Me sentí impactado por algunos segundos. Sabía que eran ellos. A veces me siento como un hombre muerto caminando, sin el miedo de que me puedan matar. En cambio temo que un día, tome tantas pastillas como pueda y me duerma para siempre. Sólo me quiero alejar de esa gente”, escribió Emwazi en uno de los correos electrónicos.
En su libro, Verkaik explora cómo este joven que creció en Maida Vale, un pudiente barrio del noroeste de Londres, en el seno de una familia que no era fanática religiosa, que asistió a un colegio católico, que le gustaba el grupo S Club 7, que era hincha del Manchester United y que tuvo educación universitaria, terminó radicalizándose y uniéndose a las filas del EI.
El periodista señala que Mohammed pasó su adolescencia tomando alcohol y yendo a bailar. No demostró interés en las enseñanzas del islam hasta que terminó el colegio. Incluso cuando descubrió el islam político, no se interesó en la violencia, aunque -aclara- mostraba un gran apetito por ella.
En ese sentido, el periodista español Javier Espinosa, que estuvo secuestrado por el EI, señaló a Verkaik que Emwazi daba la impresión de que sentía placer al atormentar a sus víctimas. “El puso el cuchillo en mi cuello y decía: ‘¿Lo sientes? ¿Es frío, cierto? ¿Puedes imaginar el dolor que sentirás cuando corte? Es un dolor inimaginable”, dijo Espinosa al periodista.
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