El canguro bomba del Estado Islámico
- Un reclutador del EI y dos adolescentes perdidos, en un extraño plan terrorista que acabó en cadena perpetua para uno de ellos
Sevdet Ramadan Besim, un australiano de 19 años, tiene que comparecer ante un tribunal por el más extravagante plan terrorista jamás perpetrado: equipar a un canguro con explosivos, pintarle en el lomo el símbolo delEstado Islámico y soltarlo entre un grupo de policías.
La idea era atentar contra el desfile conmemorativo del ANZAC Day en Melbourne el pasado 25 de abril, pero el joven nunca llevó a cabo su absurdo plan porque fue detenido el 18 del mismo mes en una espectacular redada en la que 200 policías detuvieron a cinco adolescentes que tenían cuchillos y espadas. El 25 de abril se conmemora la batalla de Galípoli (Turquía), en 1915, en la que murieron 10.000 soldados de las fuerzas armadas de Australia y Nueva Zelanda (ANZAC).
En realidad lo del canguro-bomba no pasó de una serie de conversaciones por internet entre Besim y un adolescente británico cuya identidad no ha sido revelada. Sobre el australiano pesan cuatro cargos pero hoy le ha sido retirado el de conspiración terrorista, con lo cual se libra de una posible sentencia a cadena perpetua. A su cómplice británico, y al parecer inductor, se le impuso una condena de por vida el pasado octubre.
Según el sumario, el 20 de marzo del 2015, Besim envió a su amigo una foto de una bayoneta diciendo: “Mira lo que he encontrado, ¡ja, ja!”. “La conversación continúa con Besim detallando lo que hizo aquel día, una discusión sobre la fauna australiana y la idea de que se podrían colocar explosivos C4 a un canguro, pintarle el símbolo del Estado Islámico y soltarlo entre los policías”.
Al parecer, Besim añadió que le “encantaría” lanzarse contra los policías y “cobrar algunas cabezas”. Según la policía de Melbourne, el joven tiene ideas extremistas y expresó su “apoyo” al Estado Islámico.
En cuanto a su interlocutor británico, de solo 15 años, un juez de Manchester le condenó en octubre a cadena perpetua, con un mínimo de cinco años de cárcel hasta poder solicitar la libertad condicional, “cuando ya no represente un peligro para la sociedad”. El chaval se declaró culpable de su parte de la trama terrorista. Tenía entonces 14 años.
Según el juez John Saunders, “su papel fue ayudar a la organización del ataque, animar al asesino y procurar que no se echara atrás”. Además, “le propuso que este buscara a una persona solitaria, se colara en su casa y la decapitara para coger algo de práctica antes del atentado planeado (...) Se trataba de que el ataque acabara con el propio asesino suicidándose”.
El chaval “se comunicó -por internet- con extremistas que o bien trabajaban para el Estado Islámico o lo apoyaban. Eran reclutadores expertos (...) Tuvieron éxito en convertirlo en un extremista comprometido. Un profesional que se ocupó del caso dijo que nunca había visto tal grado de extremismo”.
El chico tenía el típico perfil de solitario, con problemas en la escuela, problemas médicos... Su abogado dijo que “sentía que solo existía en internet, y en su teléfono”, pero que “el vacío existencial que sentía y que fue llenado con el dogma extremista de los propagandistas del Estado Islámico ya no existía”.
Al parecer, con su deriva radical había reunido miles de seguidores en Twitter. Y fue de este modo como tuvo contacto con un australiano, propagandista y reclutador del Estado Islámico que aparentemente actuaba desde Raqqa (Siria).
Fue este mismo hombre, Abu Kamboz o Al Cambodi, quien, según se dijo en el juicio en Manchester, le habló de “un hermano en Australia que desearía llevar a cabo un ataque terrorista pero que necesitaba un guía o mentor”.
Este hermano era Sevdet Ramadan Besim, el del canguro...
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