Protesta la SRE: el país es un amigo de Israel y debe ser tratado como tal

De la Redacción

 

Periódico La Jornada
Domingo 29 de enero de 2017, p. 3

El gobierno de México manifestó ayer a Israel su profunda extrañeza, rechazo y decepción por el mensaje en Twitter del primer ministro Benjamin Netanyahu, en el cual considera que el presidente estadunidense Donald Trump está en lo correcto respecto de la construcción de un muro en la frontera.

Por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), expresó que el país es un amigo de Israel, y debe ser tratado como tal por su primer ministro.

Netanyahu escribió en la red social:El presidente Trump tiene razón. Yo construí un muro a lo largo de la frontera sur de Israel. Esto detuvo toda inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea.

En un comunicado, la SRE recordó que apenas el viernes, su titular, Luis Videgaray, manifestó el entrañable afecto de México hacia el pueblo de Israel. Los dos países comparten el rechazo histórico al racismo y la xenofobia, y México seguirá trabajando de cerca con Israel para combatir cualquier forma de discriminación en el mundo, apuntó el canciller durante la inauguración de una exposición fotográfica abierta a propósito de la conmemoración anual de las víctimas del Holocausto.

La administración de Enrique Peña Nieto reiteró su respeto y admiración por el pueblo judío, y muy especialmente por la gran comunidad judía en el país, que todos los días contribuye a la construcción de una nación más libre, más justa y más próspera.

Donald Trump invitó a Benjamin Netanyahu a Washington para febrero, tras una conversación telefónica que tuvieron recientemente.

Durante su campaña, el presidente de Estados Unidos prometió reconocer a Jerusalén como la capital del Estado hebreo e instalar en ella su embajada, actualmente en Tel Aviv, como el resto de las legaciones diplomáticas.

Las autoridades de Israel han mostrado su apoyo al nuevo ocupante de la Casa Blanca, luego de que durante los ocho años del gobierno de Barack Obama sufrieron la política de ni un ladrillo que les impedía la construcción de vivienda en la zona que ocupan desde la Guerra de los Seis Días, en 1967.