Resultado de la consulta, Fifís y democracia participativa
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Acostumbrados a la democracia dirigida y a las “consultas” al pueblo que los últimos gobiernos han hecho al pueblo a base de golpes y represión, hay periodistas, empresarios, políticos y ciudadanos que se han manifestado efusivamente en contra la consulta nacional ciudadana para resolver la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) con un costo de más de 13 mil millones de dólares.
La iniciativa de la consulta fue buena, aunque para un primer ejercicio ciertamente tuvo serios fallos: la gente podía votar varias veces en la misma ciudad o diferentes estados, hubo urnas que no llegaron a instalarse, no hubo suficiente información de donde estaban ubicadas las casillas, la tinta no era indeleble, las boletas no estaban foliadas y una desorganización llamativa.
Pero creo que como primer ejercicio ciudadano es digno de reconocerse. La consulta ciudadana, el referéndum, el plebiscito o la iniciativa popular, constituyen un ejercicio democrático excelente para tomar el termómetro de la opinión pública. Ser consultado, es un derecho ciudadano.
Pero lo que más sorprende de este primer ejercicio de consulta, son las ganas de los detractores por hacerla fracasar. Particularmente la forma que eligieron es haciendo ellos mismos las trampas para demostrar que la consulta tenía serios fallos.
El objetivo más importante de los detractores era deslegitimar esta consulta. Demostraron hasta el cansancio que podían votar dos, tres, cuatro o más veces; señalaron irregularidades en la asignación de más boletas en zonas como Atenco, para favorecer el resultado y ofrecieron de manera pormenorizada el sin fin de problemas generados.
Algunos periodistas que se han autonombrado “fifís”, usando orgullosamente camisetas con dicho lema, fueron los más beligerantes, algunos con tono de indignación personal, hicieron crónicas muy poco equilibradas, sin tomar en cuenta a quienes estuvieron a favor de la consulta.
Lo más interesante de todo es que, la consulta va y los resultados obviamente no serán del agrado de todos, particularmente de quienes prefieren el aeropuerto por encima de cualquier argumento: social, ecológico o financiero.
Y es que en la construcción del nuevo aeropuerto se ha exhibido que los “ganones” son los mismos señores mexicanos del dinero, los dueños de México, pues, los que siempre salen beneficiados por encima de los intereses ciudadanos.
Aquí lo que importa para algunos es la “inversión”, el dinero, la acumulación de riqueza y la explotación de los recursos del erario para satisfacer sus proyectos.
¿Quienes son los beneficiados de este meganegocio? Pues las familias de siempre: la de Carlos Slim, la del innombrable Carlos Salinas de Gortari, Armando Hinojosa, Hank Rhon o Bernardo Quintana. Todos han firmado la mayoría de los contratos de esta megaobra.
El más interesado es uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, su obscena riqueza en un país con 70 millones de pobres no le ruboriza, diariamente gana cientos de millones más con su telefonía de alto costo y el resto de sus negocios. En el caso del NAIM, ya tenía preparado a su yerno, el arquitecto Fernando Romero Havaux, esposo de su hija Soumaya Slim Domit. El muchacho, junto con el británico Norman Foster, cobró la pequeña cantidad de 2 mil 62 millones 364 mil 464 pesos por los “proyectos ejecutivos” para la construcción de la terminal, el estacionamiento, los accesos y la torre de control del nuevo aeropuerto. El yerno de Slim ya ganó, se construya o no el aeropuerto.
La construcción del edificio terminal corre a cargo del señor Slim y será por 84 mil 828 millones 377 mil 320 pesos, planeada del 13 de febrero de 2017 al 20 de octubre de 2020.
A Slim lo acompaña otro gran inversionista, Hipólito Gerard Rivero, cuñado de Carlos Salinas de Gortari, quien le vendió a precio de ganga Teléfonos de México. El hombre más rico de América Latina quiere además otro contrato por 7 mil 35 millones 204 mil 570 pesos para la construcción del sistema de recarga e instrumentación geotécnica, de infraestructura y pavimentos. Este contrato ya está en marcha desde el 11 de noviembre del año pasado.
Al señor Slim, lo acompaña otro honorable empresario. Se trata del priista Carlos Hank Rhon, dueño del banco Interacciones con noventa y dos mil 200 millones de pesos, lo que representa el 51 por ciento de la inversión total para la primera fase del nuevo aeropuerto.
A Slim, Salinas de Gortari y Hank Rhon, se une el honorable empresario Bernardo Quintana con su empresa ICA y a quien le entregaron dos contratos, uno por 16 millones y otro por 7 mil 571 millones 741 mil 821 pesos.
A estos ganones, hay que añadirle las empresas del Grupo Atlacomulco con su empresa Coconal. Y por si no era suficiente en la indiscutible honorabilidad de los inversionistas, hay que añadirle a la empresa Aldesem, que junto a Epccor construyó el paso exprés de la autopista México-Cuernavaca que terminó en un horrible socavón, provocando la muerte de dos personas.
Los procesos de adjudicación de contratos han sido obviamente discrecionales, no se ven muchos concursos alrededor, pero lo peor es que quieren que el 58 por ciento de la inversión la paguemos los mexicanos y ellos sólo el 42; luego corrigieron y dijeron que estaban dispuestos a inyectarle el 70 por ciento.
¿Cómo estará el meganegocio del NAIM y la distribución de sus ganancias, que los incondicionales de esta obra, trabajan día y noche para generar opinión pública a favor?
En fin, anoche se dieron a conocer los resultados, para saber si sigue la obra de Texcoco o se opta por Santa Lucía. Finalmente, ganó la mejor opción, la que eligieron los ciudadanos, aunque a algunos no les guste.
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