Giro: la caída de la familia Ben Laden, reflejo de los cambios en Arabia Saudita
RIAD.- Poco después de convertirse en segundo en la línea sucesoria al trono de Arabia Saudita, el príncipe Mohammed ben Salman clavó su mirada en el vasto imperio de empresas del Saudi Binladin Group. En 2015, cuando tenía 29 años, el príncipe se acercó a Bakr ben Laden, presidente de la gigantesca empresa constructora de su familia, y le dijo que quería ser socio de la compañía.
El príncipe deslizó su oferta como una oportunidad patriótica para ayudar a liberar la economía saudita de su dependencia del petróleo. También dijo que su aporte aliviaría la situación financiera de la empresa, ya que el gobierno había frenado los gastos en obra pública para compensar la caída de los precios del petróleo.
Como cabeza de la contratista favorita de la familia real, Bakr ben Laden estaba acostumbrado a complacer sus requerimientos. Pero el pedido lo hizo dudar y le contestó que necesitaba tiempo para consultarlo con el resto de la familia.
En los meses que siguieron el príncipe fue ganando más y más poder, y en junio de 2017 ascendió a príncipe heredero. Se puso al frente de una profunda reforma económica y apuntó contra la corrupción generalizada. Los Ben Laden experimentaron en carne propia lo que significa caer en desgracia.
Tres de los hermanos Ben Laden, todos altos ejecutivos de la empresa, fueron arrestados en una redada anticorrupción en noviembre de 2017. En abril de este año, Bakr y sus hermanos Saleh y Saad terminaron transfiriéndole al Estado el 36,2% de las acciones de la empresa.
El origen del cambio de fortuna de los Ben Laden sucedió en esa conversación de 2015 entre Bakr y Salman, y su caída en el momento en que el Estado tomó el control gerencial de la empresa familiar.
Los economistas señalan que la destrucción de los Ben Laden expone las contradicciones del plan de modernización de la economía que plantea el príncipe. Salman abrazó las privatizaciones con la esperanza de dinamizar la economía, pero el Estado tiene intervenidas empresas como el Saudi Binladin Group. También se lanzó a combatir la corrupción, pero con escasa transparencia en el proceso.
El clan Ben Laden no era ajeno a las tribulaciones: la oveja negra de la familia, Osama, fue el cerebro de los atentados del 11 de Septiembre. Pero bajo la égida del hermano Bakr, la familia sobrevivió a la tormenta. Para ellos, el día del juicio empezó en enero de 2015, con la muerte del rey Abdullah. En los últimos días del monarca, después de haber alcanzado más de 100 dólares, el precio del barril de crudo se derrumbó a 60 dólares y cortó de cuajo los ingresos del reino.
Cuando ascendió al trono el casi octogenario rey Salman bin Abdelaziz, los proyectos encargados durante el boom del petróleo ya eran una pesada carga. Rápidamente, el monarca nombró como segundo en la línea sucesoria a uno de sus hijos menos conocidos, Mohammed ben Salman.
Reformista y ambicioso, el príncipe se propuso desafiar el orden establecido. Una de sus primeras medidas de gobierno, en 2015, fue ordenar una revisión de todos los contratos del Estado, con énfasis en los proyectos del Saudi Binladin Group.
El príncipe alentó al grupo a hacer una primera oferta pública de acciones. Los Ben Laden ya había archivado los planes que tenían para hacerlo en 2011, desalentados por la burocracia que implicaba cotizar en bolsa y temiendo no obtener un buen precio por sus acciones. Así que en 2015, cuando las condiciones del mercado eran peores, la idea les resultaba aún menos atractiva.
Meses después, en septiembre de 2015, una grúa de construcción del grupo colapsó en la Gran Mezquita de La Meca y causó la muerte de 107 personas. El gobierno apuntó contra la empresa, no le dio nuevos contratos y prohibió la salida del país de los altos ejecutivos y miembros del directorio. También ordenó que el Ministerio de Finanzas revisara todos los proyectos en curso de la empresa, con el argumento de "incumplimientos" que nunca fueron especificados.
Cuando los pagos del Estado dejaron de llegar, las finanzas del grupo se deterioran al punto de dejar de pagarles el sueldo a decenas de miles de empleados, con las consecuentes protestas y disturbios. Hacia mediados de 2016, casi todos los proyectos del grupo estaban frenados, incluidos algunos que eran parte esencial del programa de reformas del príncipe Salman.
Los Ben Laden intentaron desactivar las tensiones. La comunicación mejoró, los pagos del gobierno empezaron a normalizarse y la presión financiera cedió. La empresa también volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de cotizar en bolsa. Pero la distensión duró poco. El país se encaminaba a una recesión y las condiciones del mercado para salir a la bolsa no podían ser peores. Para enojo del gobierno, la idea volvió a quedar en nada debido al clima de negocios adverso.
El 4 de noviembre de 2017, las autoridades lanzaron una campaña contra la corrupción y arrestaron a Bakr ben Laden en Jeddah, junto a otros 200 miembros de la élite saudita. Fueron congeladas las cuentas bancarias de decenas de miembros de la familia Ben Laden, a los que también se les prohibió salir del país.
Para Bakr, sería el principio de un arresto que lleva más de 10 meses. Primero estuvo detenido en el Hotel Ritz-Carlton, en Riad, lo mismo que sus hermanos Saleh y Saad, los otros principales accionistas de la empresa. El gobierno no precisó los cargos que enfrentan los Ben Laden. El rey dijo entonces que la purga era una respuesta "a la explotación de algunas almas débiles que pusieron su interés personal por encima del interés público, para acrecentar su fortuna ilegalmente". Bakr sigue detenido en otro lugar de Riad. Sus dos hermanos ya volvieron a sus hogares en Jeddah.
El grupo tiene 93 proyectos, pero la mayoría de sus obras están paradas. La empresa concentra sus esfuerzos en la realización de un descomunal proyecto encargado por Salman: el NEOM, un polo empresario con un costo de 500.000 millones de dólares sobre el mar Rojo, pieza central de la visión de una Arabia Saudita moderna. Las empresas que hicieron los primeros edificios revelaron ser incapaces para manejar un proyecto de semejante envergadura y cumplir con los plazos, por lo que fueron asignados decenas de miles de trabajadores del grupo que trabajan a destajo. Una vez más, el reino debió recurrir a la experiencia y el know how del grupo.
El quiebre de la relación
La dinastía Ben Laden gozó durante décadas del trato preferencial de la familia reinante en Arabia Saudita, que le adjudicaba obras de infraestructura El ascenso del príncipe Salman en 2015 representó un repentino quiebre en las relaciones y los Ben Laden pasaron de favoritos a quedar en la mira El gobierno paralizó los contratos con el grupo empresarial y acosó con arrestos y otras medidas judiciales a los principales referentes del clan
Traducción de Jaime Arrambide
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