Los civiles pagan otro desastre en Siria: "Temo no volver a tener cerca a mis hijos"
Más de 270 civiles han muerto en Idlib desde finales de abril pasado. La ONU advierte de la posibilidad de una nueva "crisis humanitaria" de consumarse otra ofensiva
- Siria. Una ofensiva del Estado Islámico en el desierto sirio mata a 35 oficialistas
- Guerra. Un ataque de un grupo cercano a Al Qaeda mata al menos a 21 soldados sirios en Idlib
- Ataques. Dos ofensivas aumentan la tensión en el norte de Siria
El olor a tierra quemada regresa a una guerra cada vez más olvidada. La región noroccidental de Siria, que comprende las provincias de Hama, Idlib y Alepo, vuelve a estremecerse bajo los intentos de las fuerzas oficialistas de avanzar sobre el último gran territorio controlado por una amalgama de milicias opositoras, con los yihadistas a la cabeza. De nuevo, civiles como la familia de Abdulkafi Alhamdo, un maestro de inglés en la universidad local, pagan los platos rotos en un conflicto agónico.
"¿Sabes qué hacemos ahora? Sólo permanezco junto a mis hijos. ¿Por qué? Porque tengo miedo de no saber cuándo no los tendré más a mi vera, o cuando me perderán ellos a mí", sentencia Alhamdo en un mensaje de voz. Así se siente cuando se cumple un mes de la última ofensiva lanzada por el ejército sirio, que combina penetraciones terrestres con el lanzamiento de barriles de dinamita, un arma condenada por organizaciones humanitarias internacionales por su efecto destructor indiscriminado.
Las fuerzas del presidente Bashar Asad penetraron por varios flancos del sur de Idlib. Una de las razones esgrimidas por el entorno del 'rais' fue la negativa de la Organización para la Conquista del Levante (OCL), afín a Al Qaeda, de retirarse de las zonas desmilitarizadas designadas por Turquía y Rusia el año pasado. Tras enzarzarse en varias hostilidades, y asimismo incumplir otro punto acordado por ambos países -abrir las principales vías de comunicación al comercio-, el ejército eligió atacar.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que informa desde Londres en base a activistas sobre el terreno, más de 270 civiles han muerto en la zona desde finales de abril pasado. Sólo este miércoles han parecido al menos trece. Medios internacionales como Sky News han informado, desde el terreno, del bombardeo de instalaciones médicas. Al menos 19 de ellas, según la ONU, han sido destruidas por ataques de los leales al Gobierno. Más de 250.000 personas, de las tres millones que se estima que viven en Idlib, se han desplazado.
Una de las ciudades más golpeadas estos días es Kafranbel, antiguamente conocida disentir tanto del poder sirio como de los radicales opositores. Sara, una joven estudiante de cuarto grado, sufrió este martes allí su peor día. "Empezaron a bombardear a las nueve", explica a EL MUNDO. "Los aviones empezaron a lanzar proyectiles enormes, dos de los cuales cayeron cerca de mi casa. Fue horrible. El polvo lo cubría todo mientras corríamos en todas direcciones, sin saber adónde ir ni dónde escondernos".
Aquel ataque fulminó las esperanzas de la alumna, incapaz de hallar, bajo las bombas, la concentración y el ánimo necesarios para preparar sus exámenes de fin de curso. "La casa de mi tía fue destruida, así como su coche. Los cristales de la casa de mis abuelos saltaron en mil pedazos. Mi hermano pequeño empezó a llorar, ya que ahora tiene miedo de casi cualquier ruido estridente. Mis padres han decidido que es hora de marcharnos, pero no sabemos adónde. No hay un lugar seguro".
Mientras planean la huida -Turquía mantiene las fronteras cerradas a los desplazados para evitar otra crisis de refugiados-, Sara y su familia pasean por un pueblo fantasma, donde el noventa por ciento de los vecinos se han ido. "Imagina que estás en una casa que empieza a incendiarse", propone Abdulkafi Alhamdo. "Subes por las escaleras para evitar el fuego, que se sigue propagando. Logras encerrarte en la última sala a salvo, pero las llamas te rodean por completo. Así nos sentimos todos ahora".
Mientras tanto, la batalla persiste sin un claro ganador, los opositores, arrinconados tras sucesivas derrotas previas en otros rincones de Siria -que desembocaron en su evacuación al noroeste sirio- plantan cara a las fuerzas oficialistas con armamento nuevo, recibido de sus soportes extranjeros. Igual el Gobierno sirio, fuertemente respaldado por Rusia e Irán. Los analistas no aciertan a describir esta ofensiva oficialista como un intento de asegurarse un colchón frente a la OCL o un esfuerzo por retomar todo Idlib. La ONU ha advertido de la posibilidad de un "desastre humanitario" de consumarse una ofensiva en pleno.
El ejército sirio lanzó su campaña tomando con éxito Qalaar al Madiq, en el norte de Hama, una de las ciudades que antaño fue testigo de luchas templarias. Sin embargo, la OCL, aliada con las milicias opositoras Frente Nacional de Liberación y Frente al Izzah lograron recuperar la posición. Algo similar ocurrió en otra localidad, Kafr Nabuda, disputada en varias ocasiones sin que ninguno de los dos bandos logre imponer su control. La oposición está dispuesta a defender su último bastión pese a todo.
"El ejército sirio no está sólo luchando contra una ristra de distintos grupos rebeldes en Idlib; ahora, también, debe lidiar con las consecuencias a largo plazo y el resultado final de su política de evacuaciones y acuerdos negociados, ya que rebeldes, milicianos y civiles por el estilo fueron embarcados en buses, desde todas las esquinas del país a esta provincia final", recuerda el periodista Dani Makki, en un informe para el Middle East Institute. "Esto ha convertido Idlib en el 'Far West' de grupos armados de todo el país, y la lucha para retomarlo será, posiblemente, de las más feroces hasta el momento".
No hay comentarios:
Publicar un comentario