Una destacada mujer del Estado Islámico ayudó a la CIA a buscar a Al Bagdadi
Umm Sayyaf, esposa de un alto cargo del IS, informó a la Inteligencia kurda y estadounidense de los movimientos, escondites y contactos del líder de la organización terrorista
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Hasta su arresto en 2015, fue una de las mujeres con más acceso a la cúpula del autodenominado Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés), y, tras meses de silencio entre rejas, acabó convirtiéndose en una de las confidentes más cotizadas de la Inteligencia kurdoiraquí y estadounidensepara tratar de cazar a su autoproclamado Abu Bakr al Bagdadi.
Umm Sayaf -esposa de Abu Sayaf, el "ministro" del IS encargado del contrabando de petróleo y gas- hospedó en su casa a la cooperante estadounidense Kayla Mueller, secuestrada por la organización yihadista y violada en repetidas ocasiones por Al Bagdadi, junto a hasta nueve jóvenes yazidíes.
La iraquí Nasrin Asad Ibrahim -el verdadero nombre de Umm Sayaf- fue capturada en mayo de 2015 en una operación de las fuerzas estadounidenses Delta en la provincia oriental siria de Deir Ezzor. Su marido murió en el ataque pero ella salió ilesa y fue trasladada junto a una yazidí que había servido como esclava sexual en su domicilio a una base estadounidense cercana a Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
Condenada a muerte por la justicia iraquí, Umm Sayaf comenzó a desvelar en febrero de 2016 algunos de los secretos mejor guardados del grupo. Durante los interrogatorios con la CIA y el FBI, ayudó a los servicios secretos a componer un puzle del círculo de colaboradores de Al Bagdadi y sus escondites en Mosul, la segunda ciudad de Irak ocupada entonces por el IS.
El nombre de otra mujer despuntó entre la guardia pretoriana de Al Bagdadi. "Su nombre es Saadia Ibrahim. (...) Dos de su hijos murieron en las filas del IS. Ha estado con Al Bagdadi desde el comienzo. Dirige su red de viviendas seguras.Saadi es la hermana de mi padre", reconoce Umm Sayaf en una entrevista desde la cárcel concedida al diario británico 'The Guardian'. La informante, originaria de Bagdad, procede de una familia con amplias conexiones con el yihadismo y hasta su muerte era la cónyuge de un veterano dirigente del movimiento, próximo a Al Bagdadi.
Unos lazos que permitieron al líder de la organización frecuentar el inmueble en el que la pareja vivía. "Nos visitaba a veces en Siria. Antes de que nos trasladáramos a Omar [un yacimiento petrolífero], habitábamos una casa en Shadadah [un pueblo cercano]", relata la joven. Fue entre sus muros donde la pareja mantuvo confinada a Mueller durante un mes a finales de 2014, poco antes de que la estadounidense perdiera la vida en Raqqa. "Lo que él hiciera allí, a mí no me incumbía", replica para tratar de eximirse de cualquiera de las responsabilidades que EEUU y la familia de la rehén le atribuyen. "A veces venía y estaba unas horas. Otras veces se quedaba más. Era una casa normal. Yo le servía té a él y a mi marido. Le acompañamos también a Raqqa en dos ocasiones. Les dije a los estadounidenses dónde estaba la casa. Siempre nos vendaban los ojos cuando accedíamos a la calle, pero yo había estado allí antes y sabía como era", rememora Umm Sayaf.
Para la mujer que ayudó a estrechar el cerco sobre un cabecilla escurridizo y curtido en la insurgencia, Al Bagdadi era un personaje accesible al que había incluso visto grabar alguna de las alocuciones sonoras que alimentan aún su leyenda entre legiones de extremistas. "Solía hacerlas en nuestra sala de estar en Yaji [una villa del centro de Irak]", evoca. "Mi esposo era entonces jefe de la división de medios del IS y Al Bagdadi nos visitaba regularmente".
La información proporcionada por Umm Sayaf ayudó a la coalición internacional que lidera EEUU a identificar una de las viviendas usadas por el califa como escondite en Mosul. Una comprobación posterior, efectuada por informantes sobre el terreno, confirmó las pesquisas de la reo. "Había guardias en la calle. Eran miembros de la seguridad interna, que sólo aparecen cuando hay alguien importante. Nos centramos en la casa y llegamos a tener la certeza de que Al Bagdadi estaba allí. Se lo dijimos a los estadounidenses y les pedimos que actuaran pero nos respondieron que tenían otras cosas. Al Bagdadi se trasladó de casa bastante rápido y le perdimos la pista. Luego, los estadounidenses regresaron diciendo que teníamos razón", señala al rotativo británico un oficial de la Inteligencia kurda.
La ubicación del piso franco, en una zona densamente poblada de la urbe, fue esgrimida por Washington para abortar un bombardeo que podría haber liquidado un liderazgo que se halla todavía prófugo y por cuya cabeza EEUU ofrece una recompensa de 25 millones de dólares.
Umm Sayaf, a la que se considera figura destacada del entramado que propagó la esclavitud sexual en los territorios bajo yugo del IS, desliza que la última vez que escuchó hablar de Al Bagdadi, el líder del IS se hallaba en la frontera entre Siria e Irak. "Jamás se sintió bien en Siria. Siempre quería estar en Irak. Iba a Siria para hacer algo y se marchaba", comenta corroborando las sospechas de la Inteligencia iraquí que lo sitúan en el norte del país, en una zona montañosa donde el grupo cuenta aún con amplio respaldo social.
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