LA MASACRE DE MIGRANTES EN MELILLA, EL SÁTRAPA Y SUS CÓMPLICES ESPAÑOLES (VÍDEOS)
"Progresistas", pero no por ello menos dispuestos a matar a negros subsaharianos
Según el autor de este artículo, M. Menaya, las instantáneas videográficas que hemos podido contemplar el pasado fin de semana son simplemente escandalosas y humanamente desgarradoras. Quienes conozcan un poco de historia sólo podrán encontrar una réplica de esas escalofriantes escenas en la guerra colonial que sostuvo España en ese mismo territorio en la década de los 20 del pasado siglo… Y las declaraciones de Sánchez, saludando la masacre como "una operación bien hecha", rayan en lo pornográfico, muy propias, por otra parte, del presidente miserable que tenemos.
Por M. MENAYA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El número de muertos todavía es desconocido. 30, 40, 50… Sin embargo, las fotos y vídeos que hemos podido conocer del amasijo de cuerpos humanos inertes, unos sobre otros, rodeados por las fuerzas de seguridad de la satrapía marroquí, permiten augurar que las cifras han tenido que ser considerablemente superiores a las proporcionadas oficialmente. Y dado que quienes están administrando las estadísticas de los subsaharianos masacrados son las propias autoridades marroquíes, -y posiblemente también las españolas- es muy posible que nunca lleguemos a conocer con certeza el número de muertos.
REMONTÁNDONOS A LA GUERRA DE MARRUECOS DEL PASADO SIGLO
En cualquier caso, las instantáneas videográficas que hemos contemplado son simplemente escandalosas y desgarradoras. Quienes conozcan un poco de historia sólo podrán encontrar una réplica de esas escalofriantes escenas en la guerra colonial que sostuvo España en ese mismo territorio en la década de los 20 del pasado siglo, cuando el Ejército español, encabezado por generales de nombres tan sonoros y evocadores como Franco, Millán Astray, Margallo o Fernandez Silvestre, aplastó sin misericordia la rebelión anticolonial de los rebeldes rifeños, encabezada por Abdel King. En aquella guerra, de la que ahora se cumplen 100 años, el ejército de la Monarquía borbónica de Alfonso XIII recurrió al uso de gases venenosos, acabó con la vida de decenas de miles de rifeños rebeldes y murieron también en los combates miles de soldados españoles, arrancados de la península y de los archipiélagos y obligados a ir a combatir a una guerra inútil pero que, sin embargo, proporcionó suculentos negocios al propio Monarca Alfonso XIII y a algunos sectores comerciales de la burguesía española.
La dureza y crueldad de las imágenes que se conservan de aquel conflicto bélico sólo tienen una importante diferencia con las captadas en Melilla. Hace 100 años los masacrados fueron los "moros" que combatían para que los españoles abandonaran su territorio. Ahora las víctimas son los "negros subsaharianos", a los que el mundo opulento occidental empuja hacia el Norte, tratando de huir de la miseria provocada por la rapiña que sobre sus recursos naturales ejercen las grandes multinacionales europeas, estadounidenses y, en el curso de los últimos años, también asiáticas.
UNA OPERACIÓN "BIEN RESUELTA", SEGÚN SÁNCHEZ
El presidente Pedro Sánchez, que está muy ufano de encabezar la Coalición más progresista de nuestra historia, se deshizo en elogios y beneplácitos hacia las fuerzas de "de seguridad", tanto de la Monarquía marroquí como de la española que, con una brutalidad indescriptible, aplastaron la desesperación de los hambrientos.
El primer mandatario español llegó a calificar el dantesco espectáculo que hemos contemplado en los testimonios videográficos, con el increíble calificativo de "una extraordinaria actuación" agregando, además, que se había tratado de "una operación bien resuelta".
¿Alguien sería capaz de descubrirnos las diferencias existentes entre este miserable mensaje de Sánchez y el de aquellos otros que sobre el mismo tema pronuncian las variopintas fracciones de la derecha española? ¿Acaso serían capaces de haber sido más "contundentes" el líder de VOX, Santiago Abascal, o Núñez Feijóo?
De ahí que durante los últimos 40 años, la mayoría de los españoles se hayan sentido reiteradamente estafados, Y concluyan sumándose progresivamente a las ya nutridas filas del abstencionismo electoral.
Las declaraciones formuladas por Pedro Sánchez, en las que trataba de explicar lo sucedido en Melilla no podían ser otras que las que fueron. Tenia necesariamente que justificar, por horrible que resultara, la operacion conjunta entre Marruecos y España porque en ello se juega mucho. Y es que Sánchez, además de haber demostrado ser políticamente un miserable, es sobre todo una marioneta, una manejable polichilena, obediente a los dictados de los poderes políticos y económicos internacionales.
Y él mismo se ha encargado de demostrar que ello es así en sucesivas ocasiones. Lo puso de manifiesto cuando, cumpliendo las órdenes telefónicas directas del presidente estadounidense Donald Trump, se vio obligado a aparecer inmediatamente ante los medios de comunicación, dándole un ultimátum al presidente legítimo y democráticamente elegido por los venezolanos, Nicolás Maduro, instándole a que en un plazo de dos semanas renunciara a su cargo y lo pusiera a disposición de una risible suerte de "presidente encargado", previamente designado por la Administración norteamericana.
Sin ni siquiera llegar a despeinarse, renunció igualmente a sus promesas electorales, en las que juró y rejuró que si ganaba las elecciones procedería a la derogación total de la reforma laboral de Rajoy, así como a la llamada la "ley Mordaza", e impediría que las pensiones fueran privatizadas.
No se sonrojó tampoco cuando luego dijo Diego donde antes había dicho digo. Respondiendo a las órdenes tajantes de los grandes consorcios económicos que rigen los destinos de la UE, fue advertido de que esas reformas contravenían los sacrosantos principios de libertad de mercado que conforman lo esencial del proyecto unitario de los grandes capitales europeos.
Sánchez y su Gobierno de Coalición, contradiciendo los mandatos de las Naciones Unidas a España como potencia administradora del territorio del Sáhara occidental, dieron un "giro copernicano" a 40 años de política exterior española, en la que los sucesivos gobiernos habían respetado el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Sin calcular las repercusiones que ello iba a conllevar, se adscribió al "proyecto autonómico" del gobierno marroquí para el Sáhara. Como está quedando de manifiesto estos días, ese "giro" no respondía a los intereses del Estado español sino, justamente, a todo lo contrario. España puede verse desprovista de recursos energéticos provenientes de Argelia en los próximos meses, bien sea porque ese país corte el suministro o, simplemente, porque incremente sus precios. Que tal eventualidad pudiera producirse sería una auténtica catástrofe para este país.
El "giro copernicano" que Sánchez dio a la política exterior en el norte africano, respondía igualmente a una imposición tanto de los Estados Unidos como de la UE, en el intento de ambos de cambiar los parámetros geopolíticos existentes en el Magreb. Con la introducción de tales cambios se pretende, ni más ni menos, que otorgar a Marruecos la función de gendarme de los intereses occidentales en el área, ante el avance comercial y también militar de otras potencias competidoras. De ahí las prerrogativas que Rabat le ha concedido a Israel en la exploración petrolífera de toda la costa del Sáhara occidental ocupado, o las maniobras militares conjuntas - "African Lion 22" - que hasta el próximo 30 de junio realizarán los EE.UU. y Marruecos. Conviene alertar al lector de que se trata de las maniobras militares que más envergadura han tenido lugar en todo el continente africano. En ellas participarán cerca de 7.500 efectivos de ambos países, a los que se agregarán los de otros “países aliados” de Washington.
Y, finalmente, resulta también oportuno recordar, una vez más, que la respuesta de la supuesta “ala izquierda” del Gobierno - Unidas Podemos - a la masacre de migrantes no ha ido más allá de algunos “gorgojeos” en Twitter, como el de Ione Belarra, o el de la vicepresidenta Yolanda Díaz, quien aseguró sentirse "muy impactada" por el luctuoso acontecimiento. Aunque, posiblemente, no lo suficiente como para atreverse a poner en peligro el pacto de gobierno del que dependen los sueldos de tantos y tantos centenares de asesores, provenientes de las filas de la organización política que dirigen.
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