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viernes, 7 de abril de 2023

Occidente utiliza derecho internacional como fuente de dominación

 

  • Una sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, 24 de noviembre de 2022.
Publicada: jueves, 6 de abril de 2023 14:39

En la 52.ª sesión ordinaria del Consejo de Derechos Humanos, el representante permanente de Irán ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra criticó a los gobiernos occidentales por utilizar los derechos humanos como herramienta política contra la República Islámica.

Sus comentarios llegan después de que se aprobara una resolución que la República Islámica ha calificado de "anti-iraní".

La votación sobre la "Situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán" fue propuesta por el Reino Unido, Islandia, Macedonia del Norte, la República de Moldavia e Irlanda del Norte. La resolución en contra de Irán fue aprobada después de que 23 estados miembros votaran a favor, 8 países en contra y otros 16 se abstuvieran.

El representante iraní ha expresado su preocupación por el uso selectivo de los derechos humanos con objetivos políticos y ha denunciado la instrumentalización de este tema para justificar sanciones y presiones económicas contra su país. Según él, los países occidentales han utilizado la resolución como una oportunidad para promover sus propios intereses geopolíticos y para interferir en los asuntos internos de Irán. 

Los derechos humanos se proclaman universales en su alcance de aplicación y formulación de contenido. No obstante, su conceptualización particular y la meta-narrativa concreta en la que se basa el discurso socavan cualquier otra alternativa, desafiando su pretensión de universalismo.

El enfoque dominante de los derechos humanos, que se basa en una lógica universalizadora, no tiene en cuenta la diversidad de culturas y sociedades a las que se pretende aplicar. Esto hace que sea difícil, cuando no imposible, incluir en el discurso dominante otras comprensiones alternativas inspiradas en diferentes lógicas y antecedentes culturales no dominantes.

Lo que se busca es comprender que Occidente ha reclamado la propiedad de los derechos humanos y los ha utilizado para establecer y afianzar su superioridad sobre aquellas naciones no occidentales. Esta situación plantea la necesidad de reimaginar y rearticular el discurso de los derechos humanos para poder dar entrada a diferentes epistemologías y ontologías.

La historia del derecho internacional y de los derechos humanos ha sido moldeada desde su creación por los principales países occidentales, los cuales han desempeñado un papel decisivo en su establecimiento. Este hecho ha llevado a que la mayoría de los países y sociedades no occidentales hayan sido marginados y subordinados en este proceso. Por consiguiente, el derecho internacional podría ser descrito como un discurso hegemónico y, en consecuencia, como una fuente de dominación. 

El profesor de derecho internacional Antony Anghie destaca el origen colonial del derecho internacional y su papel en la legitimación del imperialismo. Su análisis señala el concepto de soberanía (soberanía de Westfalia) como central para la subordinación de los estados no occidentales. La proclamación de estos estándares como universales surgió a partir del siglo XIX, derivando y consolidándose en lo que él llama la "dinámica de la diferencia" entre la cultura europea (considerada universal) y el resto. 

La dinámica política descrita por Anghie tiene implicaciones directas en la aplicación de los derechos humanos en la práctica. Una de las consecuencias más notables es la discriminación entre algunos estados considerados sujetos del derecho internacional (generalmente Occidente y los países considerados "civilizados") y aquellos que son considerados objetos del mismo (generalmente el resto, los países considerados "no civilizados"). Esta distinción se basa en gran medida en una concepción eurocéntrica del mundo, que presupone que los valores y normas de Occidente son universales y deben ser aplicados a todos los países y sociedades. Como resultado, los derechos humanos se han utilizado como una herramienta para justificar la intervención occidental en los asuntos de otros países, lo que ha llevado a una mayor marginación y subordinación de los mismos.

La genealogía occidental de los derechos humanos implica que sus principales características definitorias son el liberalismo, el individualismo, el secularismo, la industrialización y el capitalismo. Sin embargo, estas características, formuladas en el contexto occidental, no son adecuadas para ser aplicadas en sociedades no occidentales. 

El enfoque único y específico de los derechos humanos en la historia occidental no tiene en cuenta la pluralidad de los sistemas de valores presentes en otras civilizaciones, los cuales también tienen como objetivo proteger la emancipación humana y garantizar la existencia espiritual, física y el bienestar de la persona y el grupo. En resumen, esta visión hegemónica no considera que existen diferentes enfoques y sistemas de valores que buscan el mismo fin en otras culturas y civilizaciones fuera del contexto occidental. 

Debido a su pretensión de universalidad basada en la tradición occidental, los derechos humanos nunca han sido verdaderamente plurales ni inclusivos. Esta falta de pluralidad e inclusividad se evidencia al examinar quiénes son las personas que se benefician de su aplicación. Al intentar responder a esta cuestión, surge un eje de inclusión-exclusión que sigue las líneas ontológicas sobre las que se sustenta el propio proyecto ideológico occidental: Occidente, considerado como civilizado, frente al resto, considerado como no-civilizado. 

En definitiva, la crítica expresada por el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Naser Kanani, a la resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU refleja la necesidad de que los derechos humanos se abran a una perspectiva plural y no exclusivamente occidental. La tradición occidental, por sí sola, no puede dar cuenta de todas las diferentes epistemologías y formas distintas de ser en el mundo.

Por Xavier Villar

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