El verdadero templo está dentro de cada uno de nosotros
La controversia puede quedar superada si empezamos por reconocer y conocer al musulmán que convive entre nosotros
Religiones - 18/04/2010 8:50 - Autor: Teresa Losada Campo (franciscana) - Fuente: AtrioVota:- Resultado 39 votos Etiquetas: mezquita cordoba, teresa losada, islamocristiana
Un espacio religioso puede ser compartido por creyentes de otros credos.La Mezquita-Catedral, joya máxima del arte califal español, destila un hondo sentido religioso que sobrecoge a cualquier visitante. Dentro de la formidable arquitectura califal está el templo cristiano en una mezcla de arte gótico, herreriano y barroco. Si algo queda claro a través de los siglos es que, en ese lugar cordobés, cristianos y musulmanes han rivalizado por hacer, no sólo una obra de arte, sino una obra de arte para Dios.
Surge de nuevo el problema sobre el uso compartido de la Catedral-Mezquita, y la religión vuelve a esgrimirse como ariete en disputas que más tienen que ver con el poder y la política que con el verdadero “espíritu de Cordoba”, iniciado en el Primer Congreso de Diálogo Islamo-Cristiano (21 al 26 de marzo de 1977). Las polémicas sólo sirven para retroceder en los pasos avanzados, oscurecer los horizontes abiertos, adueñarse el miedo de los responsables religiosos y calar el desinterés en nuestros pensamientos y en nuestra voluntad de diálogo.
Un espacio religioso puede ser compartido por creyentes de otros credos, pero empecemos por crear acuerdos puntuales y que a este fin se busquen modalidades, como ya se ha hecho repetidas veces, para que los musulmanes puedan rezar en este lugar, hecho que me parece loable y deseable, lejos de toda intención de revancha, de nostalgias estériles o de intenciones políticas o económicas. También Benedicto XVI rezó en la Mezquita Azul de Estambul (Turquía) y Juan Pablo II convocó a líderes religiosos de todo el mundo a rezar en la Basílica de Asís.
La controversia puede quedar superada si empezamos por reconocer y conocer al musulmán que convive entre nosotros, ya que Dios emerge en las personas y acontecimientos, y es ahí donde quiere ser escuchado y servido. Descubrir hoy que los inmigrantes son grito y fuerza de creación histórica nos invitaría a emprender un camino de reciprocidad basado en la certeza de que todos formamos parte de la misma Humanidad, ya que las migraciones están reclamando una nueva residencia mental y cordial.
Empecemos por el diálogo que brota de la experiencia diaria, lugar privilegiado para la solidaridad y que permite estar atento al Espíritu, que hace maravillas en los diferentes sentires y sensibilidades humanas, lugares de encuentro con Dios y de conversión de corazón. Como afirma Pedro Casaldáliga, el camino para la teología del pluralismo cultural y religioso es “Vidacéntrico”, esto es, el proyecto de vida para todos, lo cual no debería sabernos como nuevo a quienes intentamos seguir a Aquél que vino “para que todos tengan vida y vida plena”. La religión es para la vida.
No basta la mera tolerancia, sino la convivencia cálida, la acogida, la complementariedad. El diálogo nunca daña; sin embargo, los imaginarios, las falsas percepciones son aliados del rechazo y de la intolerancia. Todo esto implica liberar los valores religiosos de las injusticias de la historia, una empresa perpetua que hay que aplicar a cada día y a cada acontecimiento.
Hoy más que nunca creemos que cristianos y musulmanes debemos renunciar a pensarnos como fortaleza y apresurarnos a construirnos en apertura, aventurarnos en terrenos desconocidos y atrevernos a pasar de una situación hecha de repliegues y miedos a la urgencia de imaginar y crear otros recorridos. Hay que ensanchar el espacio de nuestra tienda en este cambio de época, pasando de una cultura de confrontación y autoafirmación a otra de diálogo, apertura y cordialidad, que nos permita transitar estos nuevos tiempos con sentido, como creyentes que confían en que “el Espíritu os irá revelando lo que ahora no podéis entender”. ¿Dónde se origina este encuentro? En el corazón de cada uno, dispuesto a emprender un éxodo, una hégira, renunciando a creerse único, superior al otro. ¿No habrá llegado el día y la hora en que empecemos a entender el encuentro como el monje trapense de Tibhirine Christian de Chergé, asesinado en Argelia en 1996? Lo concebía como una actitud interior, una manera de ser, “pues los diques de nuestro corazón han cedido” .
¿Puede ser esto compatible con lo que Jesús nos dice: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt.6, 33)? Y así lo que pudiera ser ocasión de conflicto para nuestras sensibilidades religiosas, se convertiría en ocasión de encuentro y colaboración. Y el espacio compartido para rezar en la Mezquita-Catedral vendrá por sí mismo, si tiene que venir; y si esto no pudiera suceder, el mundo avanzaría de todas formas en proximidad, humanidad y justicia. Porque el verdadero templo está dentro de cada uno de nosotros.
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