Philip Giraldi
AntiWar/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los lectores de mis artículos saben que soy extremadamente pesimista sobre las perspectivas de paz en Oriente Próximo. No creo ni por un segundo que los dirigentes de Israel consideren verdaderamente que Irán sea una amenaza “existencial,” pero el hecho de repetir el cuento tan a menudo ha convencido al público israelí de que lo es. Peor todavía, los amigos de Israel en EE.UU. han convencido al público estadounidense de lo mismo a pesar de que Irán no amenaza en nada a EE.UU. Basándose en medios dóciles que han adoptado totalmente la narrativa fabricada sobre fanáticos mulás que blanden armas nucleares poco antes de entregarlas a al-Qaida, una mayoría de estadounidenses creen ahora que hay que encarar a Irán mediante la fuerza y que ya posee un arma nuclear. Como en el caso que condujo a la invasión de Iraq, la amenaza ficticia se ha convertido en una aciaga realidad porque la mentira se ha repetido con suficiente frecuencia para que parezca verdad.
Creo que hay que entender varias cosas en relación con la probable fórmula para el inicio de un tal conflicto. Primero, a pesar del lenguaje crecientemente belicoso de Robert Gates y Hillary Clinton, no creo que el gobierno de Obama quiera una guerra. Al contrario, creo que el lenguaje se elige para convencer a Tel Aviv de que EE.UU. se está poniendo duro con Irán para impedir cualquier posible acción militar. Los principales propugnadores de la guerra en EE.UU. no están en la Casa Blanca. Siguen perteneciendo al lobby israelí tal como se expresa a través de sus acólitos en el Congreso y los medios.
Segundo, el gobierno israelí, después de haber vendido la ficción de la “amenaza existencial”, quiere una guerra, pero sus opciones son limitadas. Sabe que sólo puede infligir un daño temporal a Irán y quiere que EE.UU. haga el trabajo pesado. Para ello tendrá que urdir una situación que provoque el ingreso de EE.UU. al conflicto, de otra manera un ataque israelí tendrá sólo un valor limitado, retardando posiblemente el programa nuclear de Irán, pero sin detenerlo, mientras al mismo tiempo asegura que los mulás tomen la decisión política de desarrollar un arma.
Tercero, Washington no tiene una capacidad real de presionar a Israel porque la Casa Blanca ya ha dejado en claro que no recortará la ayuda a Tel Aviv y que seguirá utilizando su veto para proteger a Israel en foros internacionales como las Naciones Unidas.
Cuarto, una vez que comiencen los disparos, incluso si Israel los inicia, el Congreso y los medios exigirán que Washington intervenga para apoyar a la valerosa pequeña democracia israelí. Se puede estar seguro de que el día después que Tel Aviv inicie un conflicto el Congreso aprobará por abrumadora mayoría una moción aprobando la acción israelí y también llamando a la Casa Blanca para que las fuerzas estadounidenses se sumen al conflicto. The Washington Post, FOX news, y The New York Times no cabrán en sí de alegría.
Si se juntan las cuatro premisas, ¿qué significa todo esto? Significa que Israel tratará de iniciar un conflicto con Irán y de integrar a EE.UU. Ignorará todo llamado de EE.UU. para que se modere y atacará a los mulás con o sin un pretexto, no importa si Irán permanece o no en el régimen del Tratado de No Proliferación Nuclear (lo que creo que hará) y haga o no Teherán algo agresivo. En la preparación de un tal ataque, Israel intensificará sus esfuerzos propagandísticos y está perfectamente dispuesto a mentir para presentar un caso contra Irán y sus amigos en la región de Oriente Próximo. La reciente invención total de que Siria habría suministrado misiles Scud a Hizbulá es un ejemplo. Israel ve a todos en la región como enemigos o enemigos potenciales y se esfuerza para que Washington vea las cosas de la misma manera. Una vez que comiencen los combates, Washington será inevitablemente involucrado entre los vítores del Congreso y los medios dominantes.
Por lo tanto supongamos que Israel atacará a Irán. Después de todo es una situación en la que no puede perder, en la que demostrará una vez más al mundo musulmán que no se puede jugar con el Estado judío, y dejará que los combates serios los haga EE.UU. Creo que atacará a Irán por la ruta más corta, o sea pasando por el espacio aéreo iraquí. El espacio aéreo iraquí está controlado por la Fuerza Aérea de EE.UU., que indudablemente tendrá órdenes de no derribar a los aviones israelíes, por miedo a que el propio Obama se enfrente de inmediato a un furioso AIPAC (lobby israelí en EE.UU.), al Congreso, y a la prensa. Una orden de derribar es simplemente imposible en vista del temor de los demócratas del Congreso ante la posible reacción de los donantes políticos judíos, para no hablar de que las voces usuales en los medios se volverían contra el gobierno de Obama antes de las elecciones de mitad de período. A menos que los iraníes reaccionen de un modo extremadamente moderado, considerarían que EE.UU. es cómplice del ataque debido al paso sobre Iraq y sus represalias atraerían a Washington a la guerra, que es precisamente lo que Israel espera que suceda.
El único comodín en el juego para Israel son las posibles consecuencias imprevistas. Si la guerra empeorara, por ejemplo si Irán utilizara sus misiles cruceros suministrados por China para hundir un portaaviones de EE.UU., el papel de Israel al iniciar el conflicto podría ser cuestionado por muchos en EE.UU., tantos que incluso los medios y el Congreso tendrían que tomarlos en cuenta. Pero Israel probablemente considera que es una posibilidad remota en vista de la inmensa ventaja militar que tiene EE.UU. sobre Irán, de modo que es probable que crean que vale la pena correr el riesgo. También hay que considerar que el gobierno israelí de la derecha dura del primer ministro Bibi Netanyahu no es necesariamente un protagonista racional que evaluará todos los factores a favor y en contra.
Netanyahu está impulsado por el racismo, la arrogancia intelectual, y la creencia de que puede controlar los eventos en EE.UU., todo lo cual formará parte de su proceso de toma de decisiones.
Lo que lleva al tema de la oportunidad. Ha habido rumores en los medios de que Israel probablemente “hará algo” en noviembre. Por qué se elige esa fecha es algo que no está completamente claro, pero creo que será antes y el motivo es que, como señalé anteriormente, EE.UU. controla actualmente el espacio aéreo iraquí. Pero ese control se cederá al gobierno de Iraq en agosto y entonces la presencia de EE.UU. en Iraq debería reducirse a un nivel de “guarnición no combatiente” de 60.000 soldados y aviadores. En esa situación, la Fuerza Aérea de EE.UU. ya no tendrá autoridad autónoma para enfrentamientos en el espacio aéreo iraquí, pero el gobierno iraquí tendrá el poder necesario para solicitar la ayuda de EE.UU. para emprenderlos. Hay que imaginar por un momento lo que sería para la credibilidad de EE.UU. en el mundo árabe si Bagdad solicitara ayuda a EE.UU. para defender su espacio aéreo contra una incursión israelí y se negara a hacerlo. De modo que pienso que los israelíes entrarán en acción en agosto. Quieren involucrar a EE.UU. para que luche por su cuenta pero no quieren necesariamente humillar a Obama al hacerlo.
¿Qué puede hacer Obama para impedirlo? Se ha especulado con que podría enviar a un emisario privado al primer ministro israelí Bibi Netanyahu con el mensaje de que EE.UU. no respalda un ataque israelí y que Washington condenaría la acción y no apoyaría a Tel Aviv. Creo que Obama ya ha dicho a Netanyahu en privado y a través de canales diplomáticos que EE.UU. se opone a una acción militar pero no cabe duda de que el gobierno israelí considera que una advertencia semejante carece de efecto, en particular porque tanto Joe Biden como Hillary Clinton han afirmado que Israel tiene derecho a tomar sus propias decisiones de seguridad. Cualquiera iniciativa para castigar o presionar a los israelíes sería bloqueada por el Congreso, de modo que se puede hacer caso omiso de la advertencia de Obama. La única opción que a mi juicio daría realmente resultado sería que Obama se manifestara en público preventivamente sobre el tema y proclamara que no existe un casus belli con Irán, que cualquier ataque israelí no sería apoyado por EE.UU. y que además EE.UU. se pondrá a la cabeza en la condena de un acto semejante en las Naciones Unidas y en todos los demás foros internacionales adecuados. ¿Es probable que suceda algo semejante? No lo creo. Y es precisamente el motivo por el que creo que una nueva guerra en Oriente Próximo es inevitable y tendrá lugar este año, probablemente en agosto.
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