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sábado, 29 de mayo de 2010

ataque contra mezquitas en Pakistan

Dos ataques contra mezquitas dejan 80 muertos en Pakistán
Varios terroristas abrieron fuego contra los feligreses mientras oraban
Cuando no son los talibanes son otros integristas, sin olvidar a los narcotraficantes, las luchas entre señores de la guerra o la contienda latente con el hermano indio desde el desmembramiento del imperio británico. Pakistán es el escenario permanente donde cada día se representa al infierno. No ha sido necesaria una invasión para desencadenar violencia. Estaba allí, desde siempre. Ha bastado el efecto contagio del vecino Afganistán para convertir al país en cantera inagotable de violentos, adscritos o no a la multinacional Al-Qaida.
Los protagonistas de la última barbaridad inexplicable -al menos a la hora de escribir estas líneas- no se presentaron como representantes de la franquicia de Osama bin Laden. Adujeron a su dios, Mahoma, para protagonizar la enésima salvajada que acoge Pakistán. Lo hicieron, según defendieron, para acabar con los impíos que sostienen que Mahoma no tiene la exclusiva de los profetas en el mundo musulmán, esa secta minoritaria que responde al nombre de ahmadi.
Ocurrió en el noroeste, en Lahore, la segunda ciudad más poblada del país. Concretamente en los vecindarios residenciales de Model Town y Garhi Shuha. Dos ataques más o menos coordinados contra mezquitas que acogían a miles de feligreses que asistían a las plegarias de los viernes. El primero fue breve. Cuatro furibundos fundamentalistas repartieron muerte y sufrimiento pertrechados con chalecos llenos de munición y explosivos, y armados de fusiles automáticos y granadas. El segundo se prolongó durante varias horas y fue llevado a cabo por tres terroristas que retuvieron a rehenes y se enfrentaron a la Policía desde el minarete o parapetados en los tejados. Convencidos de que su misión había terminado ya, algunos optaron por la inmolación y otros -dos, según las últimas informaciones- se entregaron. Varias hipótesis hablaban también de que miembros de los comandos lograron escapar y perderse en la espesura humana. El balance de la sinrazón de este terrorismo interconfesional se elevó a ochenta muertos y decenas de heridos, según cifras optimistas.
El objetivo del ataque fueron los ahmadi, una secta minoritaria islámica fundada en India en 1889 por Mirza Ghulam Ahmad, considerado por sus seguidores un profeta. Para la mayoría de los musulmanes el último visionario es Mahoma, por lo que no reconocen a los ahmadi como minoría islámica. La mayor parte de sus diez millones de fieles residen en India. Fuera de las fronteras de su territorio de origen han construido más de quinientas mezquitas y han establecido comunidades en 185 países. Cuatro millones de seguidores desarrollan sus actividades en Pakistán, a pesar de que el Gobierno de Islamabad persigue la secta desde 1974. Por ello, en 1984 la jefatura de la corriente religiosa se trasladó a Londres, donde han construido el mayor templo musulmán de Europa occidental. Pakistán es el único Estado con mayoría de población islámica que no reconoce por ley los derechos de los miembros del grupo.
Posible venganza
Fuentes de los cuerpos de seguridad hablaban de venganza. Al parecer uno de los terroristas capturados era un adolescente pashtún, el grupo étnico mayoritario en el norte de Pakistán y Afganistán. Los investigadores recordaron que hace unas semanas perecieron cerca de cuarenta personas en dos atentados consecutivos. Uno de ellos fue un ataque suicida durante una concentración de la formación pashtún nacionalista, laica y progubernamental Partido Nacional Awami. Sin embargo, a última hora una facción del movimiento Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), que aglutina a diversos grupos talibán paquistaníes, asumió la autoría.
Pakistán se ha convertido en un polvorín de terrorismo islámico. En tres años más de 400 ataques, suicidas la mayoría, han causado más de 3.300 muertos. Muchos de ellos estaban dirigidos contra sectas minoritarias como los ahmadis.

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