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lunes, 1 de octubre de 2012

Los árabes, el islam y la globalización

09/12 Los árabes, el islam y la globalización Etiquetas: EE.UU, islam político, occidente Fauzi Najjar-Fuente: Revista Alif Nun Primera Parte:La globalización vista por los árabes El siglo XXI plantea al mundo árabe e islámico un reto que puede marcar su futuro durante generaciones. Los árabes están muy preocupados por mantener su identidad cultural y su independencia frente a la superioridad de Occidente y su globalización omnipresente. Prueba de ello es el enorme volumen –casi una inundación– de literatura árabe sobre la globalización y sus “peligros”, además de cientos de seminarios, talleres y conferencias centrados en “el Islam y la globalización”, el legado árabe e islámico y la identidad nacional y cultural. Sin embargo, los intelectuales árabes adoptan tres actitudes diferentes hacia la globalización. Están quienes la rechazan por tratarse de “la fase más avanzada del imperialismo” y una “invasión cultural” que amenaza con dominar al pueblo, socavar su peculiar “personalidad cultural” y destruir su “legado”, su “autenticidad”, sus “creencias” y su “identidad nacional”. Un segundo grupo de pensadores árabes de tendencia laica dan la bienvenida a la globalización como la edad de la ciencia moderna, la tecnología avanzada, las comunicaciones globales y la información basada en el conocimiento. En su opinión, ya no es posible que la gente continúe encerrada en sí misma, regodeándose en un legado del cual es cautiva y alimentando con nostalgia un pasado “ideal”. Invitan a interactuar con la globalización y beneficiarse de sus “verdaderas oportunidades” con respecto al conocimiento, la ciencia y la tecnología, sin necesidad de perder su cultura como individuos árabes y musulmanes. Un tercer grupo anima (quizás ingenuamente) a encontrar una forma adecuada de globalización que sea compatible con los intereses nacionales y culturales del pueblo. Argumentan que la globalización no puede aceptarse o rechazarse por completo. La actitud de este grupo se ha descrito como “neutralidad positiva”, una visión pragmática que actúa en interés propio y busca un término medio, pues la globalización es un fenómeno histórico inevitable con el que los árabes deberán relacionarse. Entremedias también hay otras actitudes hacia la globalización. Este trabajo se centrará principalmente en las implicaciones culturales de la globalización para el Islam, tal y como éste es entendido por los musulmanes, y en particular por los islamistas, quienes son los más reticentes frente a este fenómeno y, en su lugar, buscan promover un “universalismo” islámico que consideran superior a cualquier paradigma cultural impuesto por el Occidente cristiano. [3] Además de centrarse en la globalización desde la perspectiva islamista, este artículo también mostrará las opiniones de los árabes y los musulmanes moderados, quienes mantienen una actitud más abierta, aunque crítica y cautelosa, hacia la globalización. También recibirá una atención especial la manera en que los intelectuales árabes valoran la relación entre su herencia cultural y la globalización. Todas las citas que aparecen en este trabajo han sido extraídas de obras escritas en árabe y han sido traducidas al inglés por el autor, excepto cuando se indique lo contrario. Dado que la globalización se identifica con la superioridad militar, política y económica de EE.UU, también se explicará la actitud de los árabes hacia el poder, la hegemonía, el estilo de vida y los valores culturales de los estadounidenses. Demostraremos que las cuestiones políticas, como pueden ser el apoyo incondicional de EE.UU a Israel, han condicionado las actitudes árabes hacia la cultura estadounidense y la globalización. La globalización es igual a la americanización Todos los árabes –tanto los que se oponen a la globalización como los que están a favor– coinciden en que la globalización es idéntica a la americanización. Opinan que la globalización es un proyecto de EE.UU para difundir la cultura estadounidense como modelo para el mundo entero. Un escritor norteafricano, Abd al-Ilah Balqaziz, equipara la cultura globalizada con la cultura estadounidense, pues “los medios, los poderes, los intereses y los objetivos que dirigen la globalización son todos ellos estadounidenses”. Acusa a Occidente en general y a EE.UU en particular de usar el pretexto de la lucha contra el terrorismo, el fanatismo y la intolerancia para debilitar el Islam, pues los árabes y el Islam serían el único obstáculo frente al actual imperio bajo hegemonía estadounidense. [4] El poder militar y económico de EE.UU, su monopolio de facto sobre el ciberespacio y la revolución de la información, así como su seductora cultura, corroboran la impresión de hegemonía a nivel mundial, lo cual ha llevado a un autor británico a escribir: “A veces, de hecho, es difícil distinguir entre la globalización en sus múltiples formas y la americanización”. [5] Husain Malum escribe que la globalización es el fundamento del orden mundial en el siglo XXI y que la estrategia de las potencias mundiales, con EE.UU a la cabeza, es promover la globalización económica o la supremacía de los mercados sobre el mundo entero, para destruir el poder político de los estados, las naciones y los pueblos. Malum asegura que la globalización está ligada al “nuevo proyecto político estadounidense” y que tiene por objeto unificar el mundo por medio del “capitalismo de mercado” [6] . Sin embargo, otro autor norteafricano afirma que “la globalización no es sólo un mecanismo de desarrollo capitalista. Es también, por encima de todo, una ideología que americaniza el mundo entero y refleja un deseo de hegemonía sobre éste.” [7] Los islamistas radicales consideran la globalización como una nueva dawa (llamada) para eliminar las fronteras entre Dar al-Islam (tierra del Islam) y Dar al-Kufr (tierra de la incredulidad). La globalización, advierten, busca unir a los infieles (los cristianos occidentales) y a los musulmanes bajo la bandera del laicismo y lo mundano, lo cual conduce a la libertad sin restricciones en el nombre de los derechos humanos (tal y como éstos se entienden en Occidente) y el libertinaje, las características distintivas de la decadencia de la civilización occidental. Afirman que, para defender la sharia, el Islam debe oponerse a esta llamada de “los cruzados y los judíos”. Es imposible, afirman, reunir a los musulmanes y a los infieles en la misma categoría con el pretexto de la globalización, “la unidad de las religiones”, “la paz mundial”, “la democracia” o “el laicismo”, pues los musulmanes son una nación que se distingue del resto por una verdadera doctrina islámica, una ley perfecta, y su propia cultura y sistema de valores. [8] No sólo los islamistas han expresado puntos de vista similares. Said al-Lawindi, un conocido periodista y escritor egipcio, describe la globalización como “una forma de hegemonía estadounidense”, calificándola como una pesadilla (kabus). La clase de globalización que él apoya es “la lucha y la resistencia contra esta salvaje hegemonía capitalista y contra el peligro de Davos (el foro económico internacional). La globalización sólo ha producido caos y violencia”. [9] La globalización y la herencia cultural árabe e islámica Los intelectuales árabes y musulmanes se han mostrado muy preocupados por el impacto de la globalización sobre su herencia cultural. En una conferencia titulada “Nuestro legado: presente y futuro a la luz de la globalización” y celebrada en el palacio de la UNESCO de Beirut (Líbano), Rafik Atweh, el coordinador del evento, declaró de forma dramática: “En esta época de tormento e incertidumbre hacia la que nos dirigimos, el individuo árabe está atravesando un periodo de agonía, buscando a duras penas proteger su historia, su legado y sus valores más apreciados”. Manifestando su profunda preocupación, Atweh añadió que los árabes se han precipitado en “un valle de tinieblas, buscando ayuda para poder superar una imponente montaña de acontecimientos siempre cambiantes, en una época en la que no se muestran dispuestos a cambiar la situación”. [10] Los intelectuales insisten en que la globalización “asfixiará” las peculiaridades (jususiyyaf) de la cultura nacional árabe, socavará la moral islámica y acabará con la diversidad cultural. El Dr. Jafar Abd al-Salam, Secretario General de la Liga de Universidades Islámicas, advierte contra el peligro cultural de la globalización y pide un proyecto de renovación cultural “para profundizar en la relación entre los musulmanes y su legado, el cual está repleto de poderosos elementos para poder afrontar todos los desafíos”. [11] Boutros Boutros Ghali, antiguo Secretario General de la ONU, y Jabir Asfur, ambos intelectuales egipcios de mentalidad liberal, advierten contra el intento de imponer “una cultura ajena a nuestras tradiciones”. Asfur describe la globalización como un fenómeno “salvaje” que busca “imponernos condiciones que son contrarias a la diversidad cultural humana y hostiles a las particularidades de cada civilización”. Condena las medidas represivas de la globalización destinadas a unificar el mundo y someter “el globo terráqueo” a un modelo cultural único. [12] Sin embargo, se puede apreciar cómo los intelectuales árabes reconocen a regañadientes que Occidente sigue representando un modelo civilizador y humano digno de ser imitado sin tener que renunciar a las peculiaridades culturales de cada uno o cambiar las tradiciones propias por tradiciones y sistemas occidentales. Por lo tanto, la globalización cultural no puede ser tan mala después de todo, siempre y cuando los árabes estén preparados para ella. El Premio Nobel Naguib Mahfouz , si bien criticaba “la supremacía y la arrogancia” de los estadounidenses, no apreciaba ninguna “contradicción” entre la civilización occidental y la islámica. [13] El Islam y la globalización Los musulmanes siempre han estado orgullosos y preocupados por su religión. El Corán les dice que “sois la mejor comunidad jamás surgida para el bien de la humanidad” (3:110). Este sentimiento se debe al hecho de que para muchos musulmanes el Islam no sólo es una fe, sino también una ley, una sharia que regula todos los aspectos de la vida humana, incluyendo las transacciones económicas, el matrimonio y el divorcio, y los asuntos de Estado [14] . Por lo tanto, cualquier modificación de la sharia equivaldría a debilitar o negar los artículos de fe del Islam. Muchos musulmanes han encontrado más práctico eludir la ley, en lugar de cambiarla. Según esta perspectiva, la imposibilidad de separar las cuestiones religiosas de las profanas, la religión del Estado, habría conferido al Islam y a los musulmanes una tradición de oposición y resistencia al cambio. Cualquier cosa que pueda percibirse como una amenaza para el Islam a menudo provoca una actitud de resentimiento entre algunos creyentes y una llamada para defender y retornar a la primera época de los “antepasados piadosos”. La globalización no es el primer fenómeno que algunos musulmanes consideran como una amenaza para su fe. La occidentalización o la modernización en general siempre ha sido sospechosa de ser una “invasión cultural” procedente del Occidente cristiano. Esta sospecha se remonta a la época de las Cruzadas, y hasta el día de hoy algunos musulmanes siguen llamando cruzados (salibiyyun ) a los cristianos, en particular a los occidentales. Además, la reciente colonización y dominación imperialista de la mayor parte del mundo musulmán a manos de Occidente, la creación del Estado de Israel y el apoyo incondicional que éste recibe, y la actual invasión de dos países musulmanes, Afganistán e Irak, han intensificado los temores y el odio de muchos árabes y musulmanes hacia Occidente. Por lo tanto, la globalización parece ser la culminación de un proceso histórico encaminado a debilitar el Islam. En consecuencia, la mayor parte de la literatura árabe sobre la globalización refleja el temor y la sospecha hacia este nuevo fenómeno. Las opiniones de algunos de los escritores árabes más destacados bastan para demostrar hasta qué punto sus argumentos recuerdan a los empleados contra el modernismo, el imperialismo y la dominación occidental. Adil Husain, un líder declarado de los Hermanos Musulmanes, advierte contra “el engaño y la astucia” de los medios de comunicación occidentales a la hora de “lavar el cerebro” de los árabes y musulmanes. Afirma que los occidentales difunden la inmoralidad y “asfixian nuestra religión e identidad” mediante el control de los medios de comunicación. Como muchos otros, aprecia una “conspiración de EE.UU e Israel” contra el Islam. Basándose en el versículo coránico que afirma que Dios ha hecho de la humanidad “pueblos y tribus” (49:13), rechaza que la globalización pueda crear un solo mundo y una sola cultura. [15] Abd al-Wahhab al-Masiri, un destacado autor musulmán, describe como “ridículas mentiras” la pretensión occidental de que todas las personas sean iguales, que haya un nuevo orden mundial, justicia y derechos humanos, y que el mundo sea una “pequeña aldea” gobernada por una serie de valores universales. Añade con cierto cinismo que “sabemos” que la globalización equivale a la hamburguesa, la Coca-Cola, el McDonald"s y similares. Sostiene que la globalización se basa en un conjunto de valores materiales: el mercado, el sexo y “el hombre preocupado por la economía y el cuerpo”, todo lo cual “niega las peculiaridades humanas, e incluso la humanidad como tal”. Sin embargo, al-Masiri confía en que los valores islámicos “movilizarán esta nación [musulmana] para hacer frente a esa tendencia mortal que disuelve las peculiaridades nacionales y religiosas”. [16] La globalización se equipara con la secularización, lo cual significa, según el Dr. Ahmad Abd al-Rahman, “separar la religión de la vida y reemplazar el Islam por un pensamiento pragmático y materialista de origen europeo y americano”. La globalización en el mundo islámico supondría “la eliminación del Islam como fuente de pensamiento y acción, para que los musulmanes se conviertan en siervos de Occidente”. Los derechos humanos, la libertad y la democracia forman parte del discurso del poder y de los intereses de las naciones occidentales, y de EE.UU en particular. Acusa al gobierno de EE.UU de apoyar a las fuerzas laicas, proteger a apóstatas del Islam como Salman Rushdie y Taslima Nasrin [17] y subvencionar a los orientalistas [18] y a todos los regímenes laicos opuestos al Islam, para imponer la globalización estadounidense en el mundo islámico. En resumen, el pragmatismo y la postmodernidad serían los principios rectores de la globalización estadounidense. El Islam no puede permanecer indiferente ante esta agresión. Abd al-Rahman concluye con estas palabras: “Si queremos evitarla [la globalización], se necesita un nuevo enfoque y una civilización alternativa, basados en la interacción de las verdades islámicas con la realidad actual”. [19] Árabes y musulmanes se muestran en general bastante preocupados con respecto a su identidad cultural ( al-huwiyya), arraigada en la historia y la cultura islámicas. En una conferencia de la Liga del Mundo Islámico celebrada en La Meca y a la cual asistieron 500 eruditos y escritores musulmanes, el Secretario General de la Liga, el Dr. Abdallah al-Turki, advirtió de que “la desgracia se extenderá por todo el mundo si la globalización consigue separar a los pueblos de su cultura y su identidad”. Acusó a EE.UU y a sus aliados de usar los sucesos del 11-S para “dirigir la globalización contra la cultura islámica y despertar los prejuicios cristianos (narat salibiyya ) contra el Islam”. Otros participantes expresaron opiniones similares, demandando el esfuerzo conjunto de los musulmanes para fortalecerse económica, política y socialmente, con el fin de que el mundo islámico pueda resistir la embestida de la globalización occidental. [20] El temor y la preocupación de los árabes musulmanes acerca de la identidad cultural puede parecer exagerado, pero en la mayoría de los casos es real. Al-Azhar, la máxima institución religiosa, asume la tarea de educar a los musulmanes en los valores de su religión y demostrar que “el Islam es válido para todas las épocas” [21] . Una conferencia de eruditos musulmanes, muchos de ellos graduados en al-Azhar, se celebró en Alejandría (Egipto) para abordar esta cuestión. El Dr. Abdallah Sulaiman escribe lo siguiente: “la cultura que nos interesa [consiste en] una firme creencia religiosa, un conjunto de valores, principios, costumbres y tradiciones auténticas...un compromiso con Dios, la familia y la patria, y la lealtad a todo lo que es bueno, realmente justo y liberador.” [22] En un arrebato emocional, Sulaiman se dirige a Occidente en estos términos: “¡cobardes fanfarrones!, vuestra globalización es una hegemonía arbitraria, una autoridad despótica, una injusticia opresora y una oscura maldad, pues se trata de una globalización sin religión ni conciencia. Es una globalización basada en la coacción violenta, el partidismo grotesco, la doble moral, el materialismo dominante, el racismo generalizado, la barbarie atroz y el egoísmo arrogante. Es una globalización que vende ilusiones, lo cual conduce a la perdición y a enterrar los sueños en el fondo de la nada, esparciendo flores sobre los cadáveres de los hambrientos”. [23] Una serie de destacados estudiosos han lanzado su artillería pesada contra la globalización cultural. El Dr. Salim al-Awwa, un distinguido erudito musulmán egipcio, escribe que la globalización tiene una significación (maflium ) cultural que se expresa en términos de la cultura occidental, con el fin de difundir y promover el dominio de esa cultura. Insiste en que la única alternativa de los musulmanes es hacer valer “nuestra identidad cultural y religiosa” frente a la globalización. Añade que “el Islam se mantuvo firme frente a las anteriores invasiones y no se mostrará impotente frente a las nuevas”. [24] En un libro titulado Al-Muslimun wa al-Awlamah, Yusuf al-Qaradawi, un renombrado erudito islámico y el telepredicador más popular del mundo árabe, describe la globalización como “un nuevo imperialismo, un destino que nos ha sido impuesto”. Comparando esta “americanización del mundo” con el universalismo islámico (al-alamiyya) que reconoce a todos los pueblos del mundo como hermanos (véase Corán, 21:107 y 25:1), Qaradawi acusa al Occidente cristiano de no hacer nada cuando los musulmanes son atacados. “Ni EE.UU ni la OTAN han mostrado la menor preocupación por lo que está sucediendo en la República Islámica de Chechenia, mientras que presionaron a Indonesia para que diera la independencia a Timor Oriental (una parte de la patria), porque es mayoritariamente cristiana”. Acusa a Occidente –EE.UU en particular– de usar un doble rasero: uno para los musulmanes y otro para el resto del mundo. Afirma que EE.UU “se siente inquieto por el hecho de que Pakistán, un país islámico, posea la bomba atómica, pero no pone ninguna objeción a que la tenga un país hindú como la India, un país budista como China, un país católico como Francia, un país ortodoxo como Rusia, un país protestante como Gran Bretaña o un país judío como Israel”. [25] Para Qaradawi, el mayor peligro de la globalización afecta a “nuestras creencias, valores, literatura e idioma”. Afirma que la cultura de la globalización es la del consumo y el libertinaje, la cual justifica lo prohibido por las religiones de Dios y los ideales del hombre. Permite sin ambages el nudismo y dispone de locales especiales donde éste se practica. Se trata de una cultura del sexo libre y sin tapujos, e incluso permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. Qaradawi se muestra preocupado por el hecho de que la juventud árabe y musulmana pueda caer víctima de los encantos y las tentaciones occidentales. [26] Más irritante para Qaradawi es la propagación de lo que él llama “modernos relatos judíos” (israiliyyat) como el Holocausto, que considera una “mentira fabricada”. Aunque parezca extraño, dice que los concursos de belleza son “la globalización del cuerpo femenino” y condena las industrias dirigidas a la mujer, las cuales, para obtener grandes beneficios, hacen caso omiso de la moral, la religión y los argumentos humanos. La excitación sexual es el sello distintivo de la publicidad en Occidente, en especial la dirigida a la juventud. En resumen, Qaradawi afirma que todas estas actividades denigran a la mujer. [27] Qaradawi se muestra muy crítico con los intelectuales árabes y musulmanes que defienden la globalización, rechazando el argumento de que la cultura sea universal, y no occidental. Distingue entre cultura y ciencia. Las leyes científicas son universales y no se ven afectadas por las religiones, los países o los pueblos, mientras que cada cultura tiene sus características propias [28] . “La cultura no es un conocimiento puro y abstracto; es un conocimiento y un saber mezclados con valores y creencias, encarnados en los actos y reflejados en el arte y la literatura, los cuales se aprenden y se experimentan. Esta influenciada por la religión, el entorno lingüístico y el legado de cada civilización, así como por la interacción, positiva o negativa, con los demás”. [29] Como defensor de la “autenticidad” árabe y musulmana, Qaradawi, como muchos otros escritores con inclinaciones islamistas, rechaza la “importación” de ideologías y doctrinas “que se desarrollan en un territorio distinto a nuestro territorio, se dirigen a un pueblo distinto a nuestro pueblo, expresan una filosofía distinta a nuestra filosofía, invocan a un Dios distinto a nuestro Dios y tienen que ver con un universo cuya cultura es distinta a nuestra cultura” [30] . Considera la globalización como un intento permanente de “cristianizar el mundo” imponiendo un “imperialismo religioso” por medios militares, económicos, políticos, etc. Afirma que, en última instancia, todo ello está al servicio de Israel y el proyecto sionista. [31] Admitiendo que la globalización es inevitable, Qaradawi aconseja una actitud comedida hacia ella. Sin embargo, “no debemos aceptarla tal cual...Nosotros los árabes, los musulmanes, los africanos y todos los pobres y los miserables de la tierra debemos [cooperar] para protegernos de esta nueva invasión”. No obstante, afirma de manera un tanto simplista que no hay nada de malo en beneficiarse de loa logros positivos de la globalización, a condición de que “rechacemos su materialismo y su perniciosa moral”. Asegura que el Islam sigue siendo una protección. [32] Qaradawi sugiere que el primer paso para mejorar la vida de árabes y musulmanes es “saber qué estamos haciendo mal y no culpar a los demás de todos nuestros errores. Debemos esforzarnos para cambiarnos a nosotros mismos, nuestras vidas y nuestra sociedad, de acuerdo a la divina Sunna” (véase Corán, 13:11). Consciente de la imagen calamitosa que los islamistas radicales han dado del Islam, invita a relacionarse con Occidente para corregir las ideas falsas que éste tiene sobre el Islam [33] . Al mismo tiempo, “hacemos un llamamiento a Occidente para que abandone las viejas enemistades y las nuevas estrategias para controlar nuestros países y nuestros recursos. La época del imperialismo acabó. Debemos ser libres para organizar nuestras vidas conforme a nuestras creencias. Occidente no debe imponernos por la fuerza su filosofía, y tampoco debe tratarnos como enemigos”. Dice que el Islam es una religión pacífica y que los musulmanes que emplean la violencia no representan al Islam, pero se ven forzados a practicar la violencia y el extremismo debido a la injusticias de Occidente. Más tarde declara que es legítimo matar a civiles estadounidenses y que él ha apoyado a Osama bin Laden y a los talibanes. Paradójicamente, arremeter contra EE.UU como él lo hace no le parece incompatible con tener a dos de sus hijos estudiando en aquel país y a otro en la Universidad Americana de El Cairo. [34] Para Muhammad Qutb, otro destacado pensador islamista, la globalización es la peor forma de imperialismo, “una forma inicua y arrogante que no sólo busca saquear los medios de subsistencia de los pueblos, sino también borrar su identidad y convertirlos en siervos y esclavos”. Dirigida específicamente contra los musulmanes, la globalización, en palabras de Qutb, “es un pulpo que extiende sus tentáculos en la política, el pensamiento, la religión, la moral, la cultura, las tradiciones y las costumbres”. Acusa a los musulmanes de desatender sus obligaciones religiosas, y acusa en particular a los musulmanes laicos de sucumbir al atractivo de la globalización. No duda de que el Islam es superior a la globalización y a la civilización occidental, la cual es una “civilización depravada”. El Islam es “el único sistema válido y digno de confianza”. Mientras que la globalización impone un estilo de vida concreto –el americano–, el Islam reconoce la diversidad. [35] El tema central de la crítica y el rechazo de los islamistas a la globalización es su énfasis en el derecho a la “diversidad cultural”. Abd al-Aziz al-Tuwaiyiri, Director General de la Organización Islámica para la Educación, la Ciencia y la Cultura (ISESCO, en sus siglas inglesas), invoca la declaración de la Cooperación Cultural Internacional, emitida por la Conferencia General de la UNESCO el 4 de noviembre de 1996, la cual habla de la dignidad de todas las culturas y del derecho y el deber de todos los pueblos a desarrollar su propia cultura, afirmando que “todas las culturas, con su rica diversidad, diferencias e influencia mutua, forman parte de la herencia común de la humanidad en su conjunto” y que “las diversas identidades y características no son incompatibles en absoluto con los intereses compartidos por pueblos y naciones, siempre y cuando aquellas puedan desarrollarse en el contexto de una cooperación humana basada en el conocimiento y la coexistencia mutuos”. [36] Al-Tuwaiyiri afirma que “acabar con la identidad de los pueblos mediante la insidia y la coacción no sólo desviaría el curso natural de los acontecimientos y supondría una rebelión contra las leyes del universo y la esencia de la vida, sino que también sería una violación de las propias leyes acordadas por los seres humanos, usurpando peligrosamente las normas del derecho internacional y amenazando la paz, la seguridad y la estabilidad del mundo”. [37] Al-Tuwaiyiri se pregunta cómo puede ser protegida la identidad cultural “en el contexto de una globalización a gran escala”. Considera que la actitud occidental con respecto a la identidad de los pueblos es “claramente contradictoria”. Mientras Occidente se enorgullece de su propia identidad, se niega a reconocer la identidad nacional de los pueblos no occidentales. En un alegato arrollador, afirma que la globalización equivale a la hegemonía estadounidense y “es absolutamente incompatible con las normas del derecho internacional y la realidad de las relaciones internacionales, por no hablar de la economía y la soberanía nacionales y el principio de la diversidad cultural”. Advierte sobre un colapso en la estabilidad mundial y una “anarquía generalizada en el modo de pensar y en la conducta”. [38] No obstante, Al-Tuwaiyiri está convencido de que la humanidad, y no sólo el mundo árabe e islámico, “no puede librarse de las restricciones de la globalización...aunque puede, sin embargo, elaborar a nivel teórico y práctico una corriente contracultural adecuada para hacer frente al ímpetu del fenómeno de la globalización...en espera de la aparición de nuevas potencias mundiales que actúen como oponentes, o al menos contrapesos, de las potencias que actualmente llevan las riendas del orden mundial”. [39] Por último, Al-Tuwaiyiri sugiere que “la voluntad internacional deberá orientar el empuje de la globalización hacia la ciencia, la tecnología y el conocimiento en general, de modo que los aspectos culturales y científicos tengan más peso que los económicos y los políticos, a fin de salvaguardar los intereses nacionales de los estados, los derechos de los individuos y las comunidades y la identidad de los pueblos y las naciones”. Por lo tanto, “la globalización debe coexistir con las distintas identidades dentro de un marco de diversidad cultural, para lograr la prosperidad humana y la paz mundial. Sólo entonces la globalización podrá ser una bendición para la humanidad, en lugar de una maldición”. [40] El Dr. Muhammad Sayyid Tantawi, rector de al-Azhar, no se opone a la globalización, siempre que ésta elimine las barreras entre los pueblos del mundo para que puedan “favorecer la justicia y la piedad, y no el pecado y la acritud” (véase Corán, 49:13, entre otros). Lo que los musulmanes rechazan es “negociar con cosas prohibidas por Dios. La humanidad puede disfrutar y beneficiarse de los productos de la civilización, siempre y cuando estén dentro de los límites fijados por Dios”. Concluye diciendo que los musulmanes nunca cambiarían lo que está basado en las sharia y ordena la justicia, la seguridad y la paz, por algo menos bueno”. [41] Notas [1] Traducción, extracto y adaptación del artículo en la revista Middle East Policy , vol. XII, nº 3, invierno de 2005. Disponible online en: http://www.mepc.org/journal_vol12/Najjar91-106(2).pdf Versión en castellano elaborada por el equipo de traductores de Alif Nûn . (Nota de la Redacción). [2] El doctor Fauzi Najjar es profesor emérito en el Center for Integrative Studies, College of Social Science, Michigan State University. [3] Véase Muhammad al-Shibini, Sira al-Thaqafa al-Arabiyya al-Islamiyya ma al-Awlama h, Dar al-ilm li al-Malayeen, Beirut, 2002, pp. 21-22. [4] En Radwan al-Sayyid, Azmat al-Fikr al-Siyasi al-Arabi, Dar al-Fikr al-Muasir, Beirut, 2000, p. 194. [5] Fred Halliday, The World at 2000: Perils and Promises, Palgrave, Nueva York, 2002, p. 91. [6] Ibid., p. 117 [7] Muhammad Abid al-Jabiri, Al-"Arab wa al-"Awlamah: Buhuth wa Munaqashat , Markaz wa Dirasat al-Wahda al-"Arabiyya, Beirut, 1998, p. 304. [8] Amid Ibn Muhammad al-Sufyani, Al-Awlamah wa Khasais Dar al-Islam wa Dar al-Kufr, Dar al-Fadila, Riad, 2000), p. 161; véase Corán, 3:110. [9] Al-Ahram, 8 de febrero de 2004. [10] The Daily Star , 11 de septiembre de 2002. [11] Al-Ahram, 1 de noviembre de 2002. [12] Al-Ahram, 12 de enero de 2003; 13 de octubre de 2003. [13] Al-Ahram, 20 de marzo de 2003. [14] Para una visión crítica de este concepto de sharia, véase Mohamed-Chérif Ferjani, Política y religión en el campo islámico , Bellaterra, Barcelona, 2009. (Nota de la Redacción). [15] Véase Al-Islam wa Al-Awlamah , Dar al-Qawmiyya al-Arabiyya, El Cairo, 1999, pp. 37-39. [16] Ibid., pp. 85-90. [17] El caso de Salman Rushdie es bien conocido. Taslima Nasrin es una escritora y novelista de Bangladesh. Su libro Vergüenza , donde describe la persecución musulmana contra la minoría hindú de Bangladesh y critica el tratamiento de los musulmanes hacia la mujer, provocó una amenaza de muerte, obligándola a exiliarse a Suecia. [18] Esta percepción de la doctrina orientalista como una herramienta al servicio de los poderes occidentales no sólo la comparten muchos musulmanes (véase, por ejemplo, Abû Imân "Abd al-Rahmân Robert Squires, “ Orientalismo, desinformación e Islam ”, revista Alif Nûn nº 76, noviembre de 2009) sino también muchos intelectuales árabes de primer orden que no necesariamente son musulmanes, como es el caso de Edward Said . Para más información, véase Edward Said Orientalismo , DeBolsillo, Barcelona, 2007. (Nota de la Redacción). [19] Al-Islam wa al-Awlamah , op.cit., pp. 164-165. [20] Al-Ahram, 12 de abril de 2002. [21] Para más información sobre esta dimensión universal del Islam, véase Mohsen Labban, “ El Islam: una aproximación a sus aspectos básicos ”, revista Alif Nûn nº 45, enero de 2007. (Nota de la Redacción). [22] Al-Awlamah wa Mawaqif al-Fikr al-Islami Minha, al-Dar al-Misriyya, Alejandría, 2000, p. 187. [23] Ibid., p. 175. [24] Al-Ahram, 1de noviembre de 2003. [25] Yusuf al-Qaradawi, Al-Muslimun wa al-Awlamah, Dar al-Tawzi wa Nashr al-Islamiyya, El Cairo, 2000, pp. 21-25. [26] Ibid., pp. 46-49. (Nota del autor) Para más información sobre ésta y otras actitudes hacia la juventud en el mundo musulmán, véase Ted Swedenburg, “ Juventud de Oriente Medio: retos y oportunidades ”, revista Alif Nûn nº 77, diciembre de 2009; Dr. Abdulaziz Sachedina, “ La juventud musulmana en el siglo XXI ”, revista Alif Nûn nº 77, diciembre de 2009. (Nota de la Redacción). [27] Yusuf al-Qaradawi, op.cit ., pp. 50-69. [28] Algunos pensadores, tanto musulmanes como no musulmanes, critican esta postura y afirman que ni siquiera la ciencia se puede sustraer a factores culturales y enfoques particularistas, y que la ciencia moderna es un producto específico de la cultura occidental. Para más información, véase Seyyed Husein Nasr, “El Islam y la ciencia moderna”, revista Alif Nûn nos 70 (abril de 2009) y 71 (mayo de 2009) . (Nota de la Redacción). [29] Yusuf al-Qaradawi, op.cit ., p. 70. [30] Ibid., p. 73. [31] Ibid., p. 79. [32] Ibid., pp. 132-133. [33] Para más información, véase Ziauddin Sardar, Extraño Oriente. Prejuicios, mitos y errores acerca del Islam , Gedisa, Barcelona, 2009; Akbar Muhammad “ Islam y Occidente: una historia de encuentros y desencuentros ”, revista Alif Nûn nº 28, junio de 2005; Francis Robinson y Peter Brown, “ Posturas occidentales frente al Islam ”, revista Alif Nûn nº 48, abril de 2007. (Nota de la Redacción). [34] Al-Ahram, 29 de diciembre de 2004. [35] Muhammad Qutb, Al-Muslimun wa al-Awlamah , Dar al-Shuruq, El Cairo. 2000, pp. 13; 54-55. Véase Corán, 11:118-119. [36] Abd al-Aziz al-Tuwaiyiri, Al-Huwiyya wa al-Awlamah min Mandhur Hag al-Tanawu al-Thaqqfl, al-Mimadhama al-Islamiyya Ii al-Tarbiya wa al-Ulum wa al-Thaqafa, Rabat, 1997, p. 14. (Texto árabe con traducción al inglés). [37] Ibid., p. 15. [38] Ibid., pp. 16-18. [39] Ibid. [40] Ibid., pp. 20-21. [41] Al-Ahram, 14 de enero de 2002. Segunda Parte En defensa de la globalización No todos los escritores y académicos árabes y musulmanes se oponen a la globalización. De hecho, hay una ferviente minoría que defiende con firmeza la adhesión al siglo XXI. Son críticos con el autoritarismo de los regímenes políticos del mundo árabe y musulmán, y lo son aún más con el discurso islamista, que consideran retrógrado e intolerante. Los defensores de la globalización consideran que ésta se ha convertido en “el discurso de nuestro tiempo”, debido a la revolución en las comunicaciones, la cual ha transformado el mundo en “una aldea global donde ninguna nación puede mantenerse al margen, a menos que decida vivir de espaldas a la historia”. [3] El Dr. Fuad Zakariya, un profesor egipcio de filosofía, afirma que quienes se oponen a la globalización no la entienden y no serían capaces de ofrecer una definición coherente y precisa del concepto. Argumenta que, como en el caso del laicismo, el término ha sido desprestigiado, y por eso es condenado sin comprender del todo su significado y sus implicaciones. La mayor preocupación de Zakariya no es defender la globalización sino “el pensamiento racional”, y cuestionar las ideas de quienes hablan constantemente sobre cosas de las que poco o nada saben. Por ejemplo, hablar sobre “la codicia de las multinacionales y su peligro para los países en desarrollo...es lluvia sobre mojado. Se trata de un fenómeno antiguo, criticado desde los albores del imperialismo”. [4] Tras señalar algunos de los beneficios de la globalización para la información y la cultura, Zacariya concluye que existen muchos malentendidos en torno a la globalización. Recuerda a sus compatriotas árabes que hay ciertos problemas como la contaminación y la degradación del medio ambiente, la explosión demográfica o el calentamiento global que sólo pueden abordarse a un nivel planetario. Para Jurj Tarabishi, un destacado escrito sirio, los árabes que critican la globalización emplean el término como un pretexto para reiterar su desprecio hacia la modernidad y la sociedad occidental. Sospecha que “tras una actitud tan negativa existen persistentes y fanáticas obsesiones psicológicas a nivel subconsciente”. [5] Describe como “paranoia” el hecho de que algunos perciban la globalización como una gran conspiración mundial tramada por las multinacionales y llevada a cabo por el FMI, las instituciones de la ONU y los medios de comunicación. También rechaza la acusación de que la globalización represente la hegemonía de la civilización y la cultura occidentales, diciendo que este “discurso propagandista” contra la civilización occidental sólo es el intento de “vender una ilusión o justificar el atraso”. [6] Tarabishi acusa a los intelectuales árabes de repetir siempre lo mismo sobre “la invasión cultural”, “el imperialismo”, “la dependencia” y “la modernidad”: que son occidentales e invasivos. Refiriéndose a la gran cantidad de conferencias, artículos de periódico, editoriales y libros sobre la globalización, dice que existe una especie de “saturación ideológica” en la manera en que los intelectuales árabes enfocan este tema. Dice que se trata de una actitud “fetiche” (tawizi), parecida a la de un brujo que, maldiciendo la palabra, trata de alejar el mal y neutralizar sus efectos. Como nación, los árabes parecen haber entrado en la era moderna por la puerta falsa, observa Tarabishi. Es comprensible que ciertos factores históricos puedan haber complicado la relación de los árabes con el mundo moderno: la conexión entre modernidad e imperialismo, la implantación forzosa del Estado de Israel en el corazón del mundo árabe y, últimamente, las guerras del Golfo. Lo que le resulta preocupante es “la feroz campaña ideológica” de repulsa hacia nuestra época y la rebelión contra ésta en nombre del fundamentalismo islámico. La principal preocupación de Tarabishi es que el rechazo árabe de la globalización pueda cristalizar en un rechazo hacia la modernidad en su conjunto. [7] En opinión de otro escritor, se exageran mucho, hasta rayar en la obsesión (hawas), los efectos negativos de la globalización sobre la identidad árabe y sus peculiaridades culturales. Aún admitiendo que la cultura estadounidense tiene un cierto atractivo para él, insiste en que el temor hacia la hegemonía cultural de EE.UU sigue siendo exagerado. Mantiene que la globalización es un proceso histórico que avanza a grandes pasos con o sin EE.UU, y añade que quienes rechazan por completo la globalización en defensa de la identidad propia, provocarán el aislamiento político y cultural del mundo árabe. Sostiene que el árabe de la calle, preocupado por la vida diaria, no se muestra inquieto por la cuestión de la identidad; es el intelectual árabe, obsesionado con la identidad, quien ha convertido el asunto de la globalización en un problema y una grave crisis. La obsesión se intensifica en periodos de crisis y derrotas, las cuales amenazan el legado de una nación o de un grupo. [8] Como otros pocos intelectuales árabes, Turki Hamad confía en la modernidad occidental en general y en la globalización contemporánea en particular, y en que la cultura tecnológica que éstas han generado llegue a convertirse en una cultura global e integral, les guste a los árabes o no, y lo acepten o no. Afirma que la cultura árabe tradicional, mal definida, elitista y basada en la retórica verbal, no será de ninguna utilidad. Se pregunta cómo puede competir la elocuencia de la palabra contra la ciencia y la tecnología. [9] El escritor reformista rechaza como “ingenuo” y “superficial” el argumento de que los árabes y los musulmanes puedan adoptar la tecnología de Occidente, pero no sus valores. Adoptar la globalización no le parece ninguna amenaza para la identidad cultural. “La cultura global se ha convertido en una herencia compartida por todos los seres humanos y en una fe común a todos ellos. ¿Quién puede negar la universalidad de la democracia y la fe de todos los seres humanos en sus valores comunes, como la igualdad, la libertad individual y la igualdad de oportunidades?” [10] En una conferencia patrocinada por el Beirut Heritage Committee y celebrada en el Palacio de la UNESCO, en la capital libanesa, dos filósofos árabes –Sadeq Jalal al-Azm, profesor de filosofía en la Universidad Siria, y Hasan Hanafi, profesor de filosofía en la Universidad de El Cairo– debatieron sobre la manera en que los árabes deben afrontar la globalización. Sus puntos de vista se publicaron en un libro, casi tres años después del debate. [11] Al-Azm es un pensador abiertamente laico, mientras que Hanafi está comprometido con el legado islámico, aunque no se opone a ciertos aspectos de la cultura occidental. Consciente de la postura “estrecha de miras” de los islamistas, al-Azm recuerda a sus correligionarios que el uso de “los productos fabricados en el extranjero, como relojes, ordenadores y aviones”, les está permitido a los musulmanes para determinar el horario de las distintas oraciones y para viajar al Hayy(peregrinación a La Meca), lo cual implica que las personas se engañan si pretenden ignorar el impacto de Occidente cuando deciden abrazar la religión “verdadera”. [12] Hanafi se muestra escéptico acerca de los beneficios de la globalización cultural. Para él, la globalización sólo es un mecanismo mediante el cual las grandes potencias explotan las riquezas del mundo a expensas de los más pobres de la tierra. Equipara la cultura de la globalización con el consumismo occidental y sus valores. Afirma que la globalización no es un destino inevitable del cual no hay escapatoria, ni una ley histórica que gobierne a toda la humanidad. La globalización está en conflicto con las particularidades culturales, la voluntad nacional y la independencia. Hanafi no ve la confrontación entre los árabes y Occidente como una cuestión de desarrollo científico, sino como una crisis histórica y existencial que refleja una pugna en lugar de un diálogo. Podría estar reflejando un complejo de inferioridad patológico de quien se siente vencido, frente al complejo de superioridad de quien se siente vencedor, del colonizado frente al colonizador. En resumen, es una relación desigual entre dos adversarios. [13] Según Hanafi, la globalización es la manifestación de un “egocentrismo” occidental latente, basado en el racismo y en un deseo de control y dominación. Las potencias occidentales han usado diversas ideas y conceptos para justificar su hegemonía sobre el Tercer Mundo, como “la globalización”, “el mundo unipolar”, “el fin de la historia”, “el choque de civilizaciones” y “el mundo como aldea global”. Concluye diciendo que el peligro de la globalización para la identidad cultural no es más que un preludio de amenazas mayores contra la nación-estado, la independencia nacional y la cultura. [14] A diferencia de Hanafi, al-Azm no se muestra preocupado por la globalización o por el hecho de asimilar el saber de Occidente. Durante su introducción al debate, el profesor de filosofía sirio dice, haciéndose eco de Marc Anthony: “No he venido a elogiar la globalización, a criticarla o a enterrarla a toda costa, sino a comprenderla”. Dice que se trata de un fenómeno en proceso de transformación, pues todo él es objeto de controversia, disputa, conjeturas, sugerencias, condenas y elogios [15] . Sin embargo, mantiene que la globalización es el resultado histórico e inevitable del capitalismo del siglo XIX. La dinámica del capitalismo obliga a abrir nuevos horizontes con una forma globalizada de producción que transformará las sociedades del Tercer Mundo para adaptarlas a los nuevos procesos de acumulación en el “Centro” (markaz). En su opinión, la globalización es la etapa superior del “capitalismo histórico”, extendiendo sus relaciones sociales a zonas situadas fuera del Centro. [16] Para al-Azm, la globalización representa “el periodo de transformación capitalista para toda la humanidad” bajo el liderazgo y el control de las potencias occidentales, es decir, los “países del Centro”. Estos países del Centro tratarán de cambiar y controlar las condiciones de la Periferia de modo que sirvan a sus intereses, transformando todas las formas de producción no capitalistas, oponiéndose al desarrollo de la industria local y haciendo que la mayoría de la gente dependa de un salario. Prevé un aumento del desempleo y de las industrias contaminantes en el Tercer Mundo. Al-Azm no elude la crítica a la globalización, pero admite que es inevitable y reconoce sus beneficios. La describe como “el ámbito de lo necesario, el destino y la suerte procedentes del Centro y de quienes manejan las riendas del poder. El futuro de los países del Tercer Mundo dependerá de cómo reaccionen frente a ella” [17] . Al-Azm se muestra favorable a la globalización sobre la base de que representa “el espíritu de los tiempos y el curso de la historia”. Aconseja a los árabes “abstenerse de las teorías de la conspiración y de las descripciones simplistas, estilo ‘comida rápida’, de la globalización”. Hanafi acusa a los partidarios de la globalización y la occidentalización de deslealtad hacia su propia cultura y legado. El intelectual que adopta dos culturas “está al margen” y no es un “intelectual globalizado” (muthaqqaf awlami). Debe ser leal a su cultura y capaz de usar otras culturas para enriquecer la suya propia, tal y como hicieron los primeros filósofos musulmanes como al-Kindi, al-Farabi e Ibn Sina. Por el contrario, Hanafi dice que, para el actual intelectual “globalizado”, la cultura del “otro” es un fin en sí mismo, mientras que la cultura del “yo” se ha vuelto anacrónica. Mientras que al-Azm no advierte ninguna respuesta “arabizada” a la globalización, Hanafi se muestra optimista acerca de “una globalización oriental y un centralismo árabe e islámico” generados para hacer frente a la globalización occidental. Concluye diciendo que la historia es “el escenario de una lucha de voluntades, a nivel individual y social, y no un destino predeterminado e inevitable”. [18] El legado árabe e islámico La preocupación por la amenaza de la globalización al legado árabe e islámico (al-turath) ha sido fundamental en el pensamiento y la obra de los intelectuales árabes y musulmanes. Nadie niega la importancia de este legado en la vida de los individuos y en la historia de las naciones; es esencial para el desarrollo, la estabilidad y la prosperidad. Pero, con el paso del tiempo, esta herencia debe ser reinterpretada para adaptarla a los avances del conocimiento y los cambios en el estilo de vida. Apegarse de manera ciega a la herencia propia es una manera segura de estancarse. El aislamiento cultural y la falta de interacción con el cambio global serán perjudiciales para la identidad, la autenticidad y la herencia árabe e islámica. Como cualquier organismo vivo, la tradición debe ser capaz de asimilar lo nuevo y ser receptiva al pensamiento y la experiencia humana en general. La alternativa, tal y como algunos escritores árabes han advertido, es la vuelta atrás defendida por los salafíes (refiriéndose a la pretensión fundamentalista de regresar al pasado), la cual amenaza con fragmentar y arruinar la sociedad, además de volverla más introvertida. Puede dar la impresión de que todos los árabes están igual de preocupados con respecto a su identidad cultural y su legado, aunque esto no es así. Hay grandes diferencias entre los distintos grupos políticos e islamistas, por no mencionar las distintas opiniones e interpretaciones entre los intelectuales. Determinar qué constituye el legado árabe e islámico y quién debe definirlo sigue siendo uno de los asuntos más urgentes y controvertidos en las sociedades árabes y musulmanas. Los islamistas radicales no parecen tener problema a la hora de definirlo. Para ellos, es el ejemplo y las tradiciones de los antepasados piadosos (al-salaf al-salih). Cuando afirman que “el Islam es la solución”, se refieren al Islam de la época del Profeta y de los Califas ortodoxos. La sharia (sobre todo el Corán y la Sunna, tal y como se interpretaban y practicaban durante los primeros días del Islam) se considera válida para todos los tiempos y lugares, y debe ser la ley de la tierra. Sin embargo, una serie de intelectuales árabes ha cuestionado este apego ciego al legado árabe e islámico, argumentando que lo que era válido y adecuado hace quince siglos ahora ya no lo es; es más, incluso ponen en cuestión la autenticidad islámica de ciertas partes y aspectos de este legado. Muhammad Abid al-Jabiri, un destacado erudito norteafricano, es probablemente el primer escritor árabe en cuestionar esta autenticidad [19] . En un libro dedicado a analizar la mentalidad árabe, Jabiri afirma que los árabes no han sido capaces de adaptar las relaciones entre los distintos aspectos de su legado o ajustar estas relaciones de modo que pueden constituir “nuestra identidad árabe, de acuerdo a las necesidades de la época”. [20] Jabiri va más lejos al afirmar que el legado cultural árabe e islámico “ni siquiera es del todo auténtico, sino que sólo lo es de acuerdo a ciertos términos (shurut)” establecidos y promovidos por la gente de conocimiento que vivió durante el tadwin, la época que va desde mediados del siglo II d.H. hasta mediados del siglo III, cuando se concretaron los aspectos básicos de la cultura. Lo que resulta de vital importancia es que esos términos, que Jabiri llama “el primer acto de opinión independiente (ray)” [21] , se han aceptado dentro de la cultura árabe como el “marco de referencia” del pensamiento desde la época del tadwin hasta nuestros días, o al menos como “los elementos primordiales y básicos de este marco”. [22] No es difícil suponer lo que Jabiri está insinuando en su crítico y controvertido ensayo. Afirma que el “mundo beduino” todavía domina la mentalidad árabe actual. En otras palabras, el “desierto” árabe es de hecho “el creador del mundo árabe [actual], el mundo donde los árabes viven en cuanto al lenguaje, la percepción, la imaginación, los valores y las intuiciones”. Este mundo, añade con cierta exageración, “es incompleto, pobre, superficial, árido y sensual; un mundo primitivo y al margen de la historia”. Este mundo refleja la historia preislámica, la yahiliyya, anterior a la conquista y la creación del Estado. [23] Más adelante, Jabiri ofrece un retrato devastador de la cultura beduina, en la cual no se puede encontrar “ni el pensamiento profundo, ni la constancia, ni la expresión filosófica”. Por lo tanto, el árabe nómada “no muestra ninguna inclinación hacia el pensamiento profundo” [24] . Esto puede ser normal, pero “lo que no es normal, y debe entenderse para poderlo cambiar, es que la mentalidad árabe continúe apegada en la actualidad a ese mundo sensual y al margen de la historia, el cual se construyó desde la época del tadwin y a lo largo la historia, basándose en los niveles más bajos de la civilización árabe. Fue la civilización de los beduinos nómadas la que se tomó como base, imponiendo sobre la mentalidad árabe una forma concreta de juzgar lo nuevo con los valores de lo antiguo”. [25] Jabiri define la mentalidad árabe como “jurídica” (fiqhiyyari), una mentalidad que se limita a buscar las raíces (usul) de cada una de las ramas de la ley, de ahí que todo lo nuevo deba basarse en algo anterior, dependiendo sobre todo de los textos religiosos. Estos textos se han convertido en la referencia de autoridad para la mentalidad árabe. Jabiri acusa a Muhammad ibn Idris al-Shafii (767-820), fundador de la escuela shafii de jurisprudencia, de restringir la opinión independiente y de subordinar la razón a la legislación de la sharia [26] . Como gran parte de la jurisprudencia islámica ha seguido las opiniones de Shafii, la mentalidad árabe ha quedado ligada al pasado, afirma Jabiri. [27] El legado árabe e islámico también se habría visto comprometido por ciertos elementos culturales externos que fueron integrados en la civilización árabe. La israiliyyat (una referencia a las enseñanzas judaicas) “siguen siendo hasta el día de hoy una fuente inagotable de lo irracional en el pensamiento religioso árabe, en especial entre el gran público y en la cultura religiosa popular de las sociedades árabes y musulmanas”. Además, ciertas creencias de los magos [28] y los maniqueos, así como determinadas doctrinas de los sabeos y algunas ideas filosóficas griegas habrían penetrado en la cultura árabe y musulmana. El hermetismo, un sistema de ideas basado en las enseñanzas herméticas, sería la corriente más fuerte introducida por el helenismo en la cultura árabe, sobre todo en forma de sufismo; lo que Jabiri llama al-aql al-mustaqil (razón sumisa o resignada). [29] El éxito de la filosofía griega en la historia medieval árabe fue de corta duración, y Jabiri, como muchos otros estudiosos, acusa de ello a Abu Hamid al-Ghazali (1058-1111), cuya obra simbolizaría el triunfo de al-aql al-mustaqil [30] . La teología de al-Ghazali “ha dejado una herida profunda en la mentalidad árabe, la cual todavía no se ha cerrado”. Lo que él llama “ritmo cultural árabe” se habría mantenido sin cambios desde la época del tadwin, revisando los mismos temas una y otra vez, lo cual conduce al estancamiento y la rigidez en todos los ámbitos. [31] Lo que Jabiri ha hecho en esta crítica implacable de la mentalidad árabe es sembrar serias dudas sobre la autenticidad del legado árabe e islámico, y cuestionar a aquellos –en particular los islamistas– que desean volver atrás...pero volver, ¿a dónde? Sin duda, Jabiri no aboga por renunciar a todo el legado; su intención es “no sólo integrar nuestra historia nacional y cultural con la del resto del mundo”, sino también “definir los componentes de la cultura árabe e islámica y examinarlos de un modo crítico, buscando reconstruir la identidad árabe sobre nuevas bases, libre de los paradigmas negativos del pasado, en lugar de permanecer cautivos del espíritu romántico beduino de la época de la yahiliyya. Nuestro principio rector es contribuir a la racionalidad en el pensamiento árabe”. [32] Jabiri, como una serie de intelectuales árabes, apuesta por una mentalidad abierta a la hora de acercarse al legado árabe e islámico, argumentando que en la era de la conciencia planetaria, acentuada por la revolución de las comunicaciones, los árabes y los musulmanes ya no pueden seguir apegados al pasado. Al igual que en ciertos periodos anteriores, cuando el legado árabe y musulmán asimiló elementos de diferentes culturas y fue enriquecido por ellos sin perder sus componentes fundamentales, no hay razón para pensar que no pueda suceder lo mismo en la era de la globalización. Conclusión Hay pocos trabajos en árabe sobre la globalización que posean un cierto nivel, la mayor parte de economistas. El resto son artículos periodísticos, retóricos y superficiales. No es de extrañar, por tanto, que los árabes carezcan de una percepción clara acerca de todo lo que supone la globalización. Algunos insisten en que es el marco ideológico del nuevo imperialismo estadounidense. Otros mantienen que es una conspiración contra el Islam y la cultura árabe y musulmana. Para muchos, la globalización transmite los valores de la corrupta moral de Occidente. Sin embargo, existe una minoría de intelectuales árabes que son conscientes de la importancia del nuevo orden mundial, y argumentan que si los árabes se muestran prudentes y razonables podrán obtener grandes beneficios y evitar los aspectos negativos de la globalización. Los críticos argumentan que la cuestión no es si los árabes y los musulmanes rechazan o no la globalización, sino si están o no capacitados y preparados para ella. Señalan que el mundo árabe e islámico se encuentra en una situación de desorden y atraso. El malestar puede ser un poco exagerado, pero no carece de fundamento. Las altas tasas de analfabetismo, sobre todo entre las mujeres, las graves desventajas que sufre la población femenina, las terribles diferencias entre ricos y pobres, los regímenes corruptos y autoritarios y la ausencia de democracia y derechos humanos; todo esto actúa en contra de la capacidad de los árabes para jugar un papel constructivo en el nuevo orden mundial. Comentando el fenómeno de la tiranía en el mundo árabe, Sayyid Yasin, un columnista del periódico Al-Ahram , opina que quizás “la sociedad musulmana en sus primeras fases, donde la autoridad religiosa se confundió con la autoridad temporal y se extendió por todo el ámbito social, convirtiéndose en una de las principales bases de la cultura política”, es la responsable de que el mundo árabe sea tal y como es hoy en día. Yasin dice que los intentos de democratización y liberación por parte de los gobiernos árabes son pura “cosmética”, y afirma que sólo prevalecerán las sociedades democráticas que respeten los derechos humanos y sean capaces de elegir a gobernantes responsables. Llega a la conclusión de que el mundo árabe sigue viviendo “en un ambiente (aywa) de la Edad Media”. [33] Yasin afirma que mientras el mundo árabe continúe siendo presa de una “mentalidad represiva” (aqliyyat al-tahrim) que prohíbe la libertad de pensamiento y de expresión, se mantendrá en un estado de atraso. Hay un claro llamamiento a los países dominados por regímenes tiránicos y mentalidades cerradas para que se liberen de la soga del pasado y entren en el nuevo mundo. Lo que se necesita es una renovación cultural completa que acabe con la cultura de la tiranía y establezca en su lugar una cultura democrática. [34] Algunos críticos de la globalización la emplean como un recurso para seguir burlándose de la modernidad y de la civilización occidental. Menosprecian el desenfrenado mercantilismo occidental, el consumismo y la pornografía. Consideran la globalización como la negación total del derecho de las naciones a existir y el final de todos los valores humanos. Un destacado escritor egipcio describe “la aldea global” creada por la globalización como una “jungla global y unificada, dominada por los animales más fieros, feroces y agresivos”. Los islamistas consideran la modernidad como la precursora de la globalización, y sin embargo parecen beneficiarse de sus logros tecnológicos. [35] El deseo de algunos árabes y musulmanes de revivir viejas formas culturales es un fenómeno defensivo, tan antiguo como la intrusión de la civilización occidental en el mundo árabe e islámico. Puede ser la reacción natural de una cultura débil que se enfrenta a la hegemonía de otra mucho más avanzada. Sin embargo, los árabes y los musulmanes no pueden seguir ignorando la "modernidad" si desean evitar la marginación. Lo que en realidad sucede es que se están incorporando lentamente a la civilización moderna y hacen un uso sesgado de la misma. Aunque avanzan, también invocan antiguas imágenes de su historia temprana que no serán capaces de resistir la hegemonía de la globalización. Notas [1] Traducción, extracto y adaptación del artículo publicado en Middle East Policy , vol. XII, nº 3, invierno de 2005. Disponible online en:http://www.mepc.org/journal_vol12/Najjar91-106(2).pdf Versión en castellano elaborada por el equipo de traductores de Alif Nûn . Segunda parte del artículo publicado en Alif Nûn nº 82 , mayo de 2010. (Nota de la Redacción). [2] El doctor Fauzi Najjar es profesor emérito en el Center for Integrative Studies, College of Social Science, Michigan State University. [3] Al-Ahram, 26 de julio de 2002. [4] Al-Ahram, 25 de enero de 2002. [5] Jurj Tarabishi, Min al-Nahda Ua al-Ridda: Tamazzuqat al-Thaqafa al-Arabivya fl Asr al-Awlamah , Dar al-Saqi, Beirut, 2000, pp. 148-149. [6] Ibid., p. 153. [7] Ibid., pp. 166-168. [8] Turki Hamad, Al-Thaqafa al-Arabiyya fi Asr al-Awlamah, Dar al-Saqi, Beirut, 1999, pp. 22 & 89. [9] Ibid., pp. 101-102. [10] Ibid., pp. 178-184. [11] Hasan Hanafi y Sadeq Jalal al-Azm, Ma al-Awlamah?, Dar al-Fikr al-Muasir, Beirut, 1999. [12] The Daily Star, 13 de septiembre de 2002. [13] Ibid., pp. 23-39. (Nota del autor). Esta opinión sobre las relaciones desiguales entre el mundo árabe y el occidental no sólo la expresan autores que creen firmemente en el Islam, sino también muchos otros autores críticos con el sistema. Véase, por ejemplo, Samir Amin, “ El imperialismo de EE.UU en Oriente Medio ”, revista Alif Nûn nº 80, marzo de 2010; Rodney Blackhirst y Kenneth Oldmeadow, “ Sombras y conflictos: reflexiones sobre la confrontación entre el Islam y Occidente ”, revista Alif Nûn nº 82, mayo de 2010. (Nota de la Redacción). [14] The Daily Star, 13 de septiembre de 2002, pp. 42-43. [15] Ibid., pp. 61-62. [16] Ibid., pp. 93-93, 112. [17] Ibid., pp. 168-170, 199. [18] Ma al-Awlamah?, op. cit., pp. 233-234, 241. [19] Véase, por ejemplo, su obra Qir"at mu"âsirat fi turâthinâ al-falsafî , Maaref, Líbano, 1993 y Crítica de la razón árabe , Icaria, Barcelona, 2001. (Nota de la Redacción). [20] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi: Takween al-Aql al-Arabi, Dar al-Talia, Beirut, 1984, p. 46. [21] El ray ha constituido desde entonces una de las principales fuentes para interpretar la ley dentro de las distintas escuelas jurídicas del Islam. Para más información, véase Yusuf Fernández, “ El Islam y las escuelas jurídicas ”, revista Alif Nûn nº 43, noviembre de 2006. (Nota de la Redacción). [22] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi, ob. cit., pp. 64-65. [23] Ibid., pp. 88-89. [24] Este conflicto entre “la mentalidad beduina” y lo que se consideran “valores modernos” no es una cuestión reciente dentro de la cultura árabe. Ya en el siglo IX, el poeta Abu Nuwas (m. 825) escribió: “Los beduinos no son nadie ante Dios. / Que no se sequen las lágrimas de quien llora por una piedra / ni halle serenidad el corazón de quien se inclina por una estaca. / ¡Qué diferencia entre quien describe en la taberna las excelencias del vino / y aquél que llora por una zanja y una camella! [...]” Para más información, véase Jaime Sánchez Ratia (coord. y trad.), Treinta poemas árabes en su contexto , Hiperión, Madrid, 2006; Redacción Alif Nûn, “ Literatura árabe clásica (II): el periodo ‘abbasí ”, revista Alif Nûn nº 41, septiembre de 2006. (Nota de la Redacción). [25] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi, ob. cit., p. 93. [26] Para más información sobre al-Shafii, véase Yusuf Fernández, op. cit. (Nota de la Redacción). [27] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi, ob. cit., pp. 105-106. [28] El autor no está empleando la palabra “mago” en el sentido moderno del término. El vocablo “mago” proviene del persa antiguo maguš por mediación del griego μάγος y del latín magus. En su origen se refiere a los integrantes de una tribu meda, y luego a los sacerdotes de Persia anteriores a la llegada del Islam a aquel país. (Nota de la Redacción). [29] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi, ob. cit., pp. 147, 212-213. [30] Para más información sobre la figura de al-Ghazali, véase Amrei Rahman, “ Muhammad al-Gazâli: análisis de su pensamiento y su trayectoria vital ”, revista Alif Nûn nº 37, abril de 2006. Para una visión crítica de la postura de al-Jabari, véase Seyyed Husein Nasr, “Ciencia y civilización en el Islam”, revista Alif Nûn nos 62 (julio de 2008) y 63 (septiembre de 2008) . (Nota de la Redacción). [31] Muhammad Abid al-Jabiri, Naqd al-Aql al-Arabi, ob. cit., pp. 290, 334. [32] Ibid., pp. 192-193. [33] Sayyid Yasin, al-Ma"lumatiyya wa Hadarat al-"Awlamah, Nahdat Misr, El Cairo, 2001, pp. 82-89 [34] Ibid., pp. 89-90. [35] A este respecto, Olivier Roy afirma lo siguiente: “De hecho, esta nueva forma de neo-fundamentalismo supranacional es más un producto de la globalización contemporánea que del pasado islámico. Emplean dos idiomas internacionales (inglés y árabe), viajan fácilmente por vía aérea, estudian, se forman y trabajan en muchos países diferentes, se comunican a través de Internet y teléfono móvil, y se consideran ‘musulmanes’ y no ciudadanos de un país en particular. [...] El hecho de que vayan de la mano las modernas redes de contactos internacionales y los modelos de relación tradicionales, de carácter local e incluso arcaicos (por ejemplo, el tribalismo o los entramados de escuelas religiosas) es probablemente una de las paradojas de la globalización”. Véase Olivier Roy, “ El nuevo fundamentalismo ”, revista Alif Nûn nº 82, mayo de 2010. (Nota de la Redacción)

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