¿Tercera Guerra Mundial? La crisis de Ucrania en 2014 podría cambiar el mapa de Europa a fines de marzo
Rusia y Occidente se encuentran una vez más a las puertas de la solución armada (que nada soluciona sino que reproduce la violencia) con el trasfondo de Ucrania, en lo que parece ser la antesala de un conflicto armado de proporciones internacionales.
Por: Javier Raya- 10/03/2014 a las 23:03:41
Ucrania es el segundo país más grande en extensión territorial en Europa. Su nombre proviene del término krajina, que en eslavo puede tener dos significados: “territorio fronterizo” o “país”. Ésta, en sí, es ya una pista fundamental para entender la historia de este territorio, mucho más compleja que las recientes protestas en las calles de Kiev, más surreal que haber sido la cuna de las Pussy Riot y más inmersa en el contexto global que ser el lugar de origen de Milla Jovovich.
Ya en el siglo XIX Ucrania fue escenario del choque de poderes expansionistas entre Inglaterra, Francia, el Imperio Otomano y sus aliados occidentales y la voracidad de los zares.
Para cuando la Primera Guerra Mundial se desarrolló en las trincheras subterráneas de Europa, Crimea y Ucrania ya habían aportado su cuota de muertos. Si googleas “pirámide más antigua del mundo Crimea” verás pasar frente a ti páginas y páginas de fanzines conspiratorios explicando que la revuelta actual tiene que ver con el control de uno de los bastiones más viejos de la civilización, un conjunto de pirámides supuestamente enterradas bajo Sebastopol (los curiosos pueden comenzar su pesquisa por aquí.) Aunque no podamos afirmar o negar esto, lo cierto es que Crimea y Ucrania no son sólo fronteras sino una barrera política, una trinchera en forma de país que cíclicamente detona la infatigable guerra entre las potencias (valores) occidentales y los rusos.
Luego de la Revolución de Octubre, Ucrania fue anexada a la Unión Soviética, gozando de un breve periodo de estabilidad, interrumpido abruptamente por guerras casi tribales entre sus vecinos de Polonia y los comunistas rusos. 1.5 millones de personas murieron entre 1917 y 1921, cifra opacada durante el periodo por las carretadas de muertos que dejaban los conflictos en otros frentes. La desastrosa planeación económica de Stalin llevó a 10 millones de ucranianos más a morir de inanición debido a la hambruna, otro gentil genocidio de la Madre Rusia del que la historia se olvida fácilmente.
Si bien el nazismo es uno de los ejemplos más catastróficos de ingeniería social a través de recursos eugenésicos y étnicos (i.e., barrer poblaciones enteras del mapa), Stalin hizo lo mismo con la población autóctona de Crimea, confinándolos en reservas de Asia Central como hicieron en EE.UU. con los nativos americanos, y repoblando el territorio de rusos. Los nazis también trataron de conquistar Crimea durante la 2ª Guerra Mundial con la idea de despoblarla y recolonizarla con migrantes alemanes, y aunque este plan fue abortado debido a la derrota de Hitler en 1945, los ucranios lucharon durante mucho tiempo más contra los rusos, quienes durante la gran guerra a veces fueron sus aliados, y a veces sus enemigos. Entre 5 y 8 millones de ucranios murieron durante la guerra, incluyendo al menos un millón de judíos.
Para no alargar demasiado este contexto histórico, baste decir que la zona sur y este de Ucrania fue durante el siglo XX foco de mucho interés por parte de Rusia: aún existe un contrato de arrendamiento vigente entre Rusia y Ucrania para que el Kremlin tenga un emplazamiento militar con salida al mar Negro, en Sebastopol. Y aunque Ucrania es uno de los mayores exportadores de grano del mundo (es decir, es una tierra fértil y económicamente relevante) es su situación geográfica in media res entre Occidente y Oriente lo que vuelve su estatuto político un asunto de seguridad internacional.
¿Por qué protestan los ucranios?
En nuestros días, 67% de la población de Ucrania habla ucranio como primera lengua, mientras 30% habla ruso, a pesar de que sólo 17% de la población se reconoce o identifica a sí misma como rusa. En 1991, luego de la caída del bloque soviético, un referéndum en Ucrania arrojó que existía 90% de simpatizantes con la idea de independizarse de Rusia; pero, a diferencia de Estonia, que estuvo en una situación similar y terminó formando parte de la Unión Europea, los viejos hábitos son difíciles de romper, por lo que Ucrania, aunque gozaba del reconocimiento internacional de su independencia, mantenía vínculos económicos con Rusia, como quien no puede despegarse de una vieja amante.
Para entender un acontecimiento político es de mucha ayuda seguir la lógica de una novela policiaca: ¿dónde está el dinero? El dinero viene de Rusia, y el gas también. Entre 2005 y 2010 el país fue gobernado por el primer ministro Víktor Yúschenko, quien llegó al poder en medio de manifestaciones populares conocidas como “la revolución naranja”, por el color que usaron sus simpatizantes para identificarse (entre paréntesis, muchas de las tácticas de protesta pública utilizadas en las “primaveras” del 2012 en países árabes, europeos y americanos fueron concebidas y perfeccionadas en Ucrania), que no deseaban otro Víktor Yanukóvich (pro-Rusia) en el poder.
Aquí puede ponerse confuso, pues las iniciales de ambos líderes políticos son los mismos, y el lector poco familiarizado con los grupos consonánticos rusos puede perder el hilo.
Yúschenko perseguía una cercanía con la Unión Europea que llevó a Rusia, primero, a cortar el suministro de gas durante un tiempo (entre 2006 y 2009) e incluso, según la teoría de conspiración, a atacar y desfigurar con ácido a Yúschenko, quien sobrevivió. Hace unos días, el político dijo que “Putin sueña con reconstruir el imperio soviético bajo el nombre de Rusia. Está obsesionado con eso, no entiende el equilibrio de poder”.
La ola de nacionalismo que viene desde el Kremlin puede atestiguarse a través de las leyes xenófobas contra los homosexuales, pero también por la retórica hipernacionalista de Putin, a quien algunos analistas consideran el hombre más poderoso y rico del mundo.
Yanukóvich volvió a ser elegido primer ministro de Ucrania en 2010, para regocijo del Kremlin y descontento popular de su país. Frente al anuncio de mayor cooperación internacional con Putin, las protestas explotaron en Kiev, la capital en noviembre del 2013. En febrero de este año, el descontento popular logró la destitución de Yanukóvich, quien se exilió en Rusia desde entonces, pero los ataques a la población civil han dejado un saldo de al menos 98 muertos e incontables daños a edificios públicos y propiedad. Pero la población pro-rusa en Crimea está siendo utilizada como pretexto por Rusia para promover una invasión militar en Ucrania, pues el Kremlin argumenta que sus operaciones militares en la región buscan proteger a la población que se identifica como rusa.
Desenlace pendiente
Son días tensos e históricos en Ucrania, en lo que algunos llaman ya la Tercera Guerra Mundial, debido al inminente enfrentamiento entre Rusia (apoyada por China, la gran superpotencia de nuestro siglo) por un lado, y la Unión Europea y Estados Unidos apoyando la independencia de Ucrania, con el fin velado de no perder el acceso a los gasoductos que vienen de Oriente y pasan por debajo de la frontera.
Un párroco de la iglesia ortodoxa rusa bendice tropas pro-rusas en las afueras de Crimea. Han sido destacadas ahí por órdenes del Kremlin para “proteger” a la población rusa que vive en Crimea, pero según el religioso “llevan planeando esto 20 años.” 140 mil soldados rusos a las puertas de Ucrania no pueden estar equivocados.
A comienzos de marzo, el parlamento crimeo votó a favor de anexarse al Estado ruso, lo que se decidirá en referéndum el 30 de marzo. Rusia, por su parte, planea anexarse Crimea a partir del 21 de marzo (Putin calificó las elecciones como “golpe de Estado”, y arguye la vigencia de un tratado de 1997 para intervenir militarmente en Ucrania, en caso de que la población rusa estuviera en riesgo), a pesar de que el gobierno en Kiev adelantara que se opondrán por todos los medios: saben que Rusia no codicia Crimea solamente, sino que utilizarán este emplazamiento para aumentar su poder sobre Ucrania y la administración de los gasoductos que atraviesan el país y suministran Europa.
A sabiendas de esto, la Unión Europea ha enviado 15 mil millones de dólares al gobierno ucranio para frenar a Rusia. Estados Unidos ha asegurado un asiento en la primera fila del conflicto ante las declaraciones de Obama, al afirmar que “los Estados Unidos estarán del lado de la comunidad internacional, señalando que habrá costos por cualquier intervención militar [rusa] en Ucrania.” ¿Qué tipo de costos? ¿Militares, políticos, económicos, todos las anteriores? Analistas como Brian Becker han llamado “hipócrita” y “arrogante” la postura de Obama y la UE con respecto a la no intervención rusa en Ucrania, siendo que la facción occidental del conflicto tiene claros intereses económicos en que el gobierno de Ucrania refuerce lazos de cooperación con Occidente. Mientras tanto, las negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia se han congelado.
Las últimas noticias afirman que los rusos han comenzado a abrir fuego en Crimea. La historia, según Marx, ocurre dos veces: primero como tragedia y luego como farsa. Si, como afirma la historiadora Margaret Macmillan, el mundo está cometiendo los mismos errores que lo llevaron a la Primera Guerra Mundial, tal vez justo un siglo después el mundo vuelva a tropezar con la piedra del nacionalismo y el hambre de poder en la Plaza de la Independencia de Kiev, con toda la ironía que desborda su nombre, a fines de marzo. Ucrania sigue siendo, finalmente, la frontera. El desenlace de esta historia —la de la frontera entre los europeístas y el hambre expansionista de Putin— aún está por escribirse.
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