La captura del golfo de México, por medio de su bursatilización (vía booking), así como la explotación ominosa del shale gas (esquisto/lutita/grisú) en el noreste del país por las cuatro megapetroleras anglosajonas –ExxonMobil, Chevron, She...ll y BP (esta última la superlativa depredadora ambiental en el mismo golfo de marras)–, representan el equivalente de la “guerra de Irak” en México sin haber disparado una sola bala.
Pese a la destrucción masiva de Irak –donde nunca se encontró la coartada de “armas de destrucción masiva”– por la dupla anglosajona de Estados Unidos/Gran Bretaña, las cuatro megapetroleras anglosajonas no pudieron imponer su bursatilización (vía booking), que obtuvieron con facilidad pasmosa en el “México neoliberal itamita”.
La “reforma energética” en México se incrusta a la “Seguridad Energética de Norteamérica”, bajo la batuta de Estados Unidos que maneja(rá) y controla(rá) las respectivas políticas de hidrocarburos tanto de Canadá como de México: extensión del fallido TLCAN, el que proseguirá ahora bajo el control militar del Comando Norte como plataforma de su apéndice, la Alianza del Pacífico, a su vez matriz operativa para la Asociación del Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés) que forma parte conceptual de la policía del “pivote” de Obama para contener a China.
Así el “México neoliberal itamita” –¿sin saberlo?– forma parte de la guerra multidimensional de Estados Unidos contra China, como lo señala para el ámbito geoeconómico, el banquero estadounidense Robert Zoellick: ideólogo conceptual del TLCAN, ex director del Banco Mundial, ex director operativo de Goldman Sachs y ex subsecretario de Estado.
El gran perdedor es Pemex a quien dejan morir en agonía lenta, mientras el “México eterno” se desvanece soberanamente en el suicidio crónico que inició hace 38 años y se acentuó cada sexenio consecutivo, con su respectiva contribución en entregar un pedazo de Pemex, hasta haber colocado hoy el último clavo en su féretro.
Los grandes triunfadores son Obama, quien se anota una apoteosis geopolítica que hace mucho no obtenía Estados Unidos en el mundo, y el banco invisible BlackRock, cuya cabeza visible en México lo representa Pedro Aspe Armella, exsecretario de Hacienda, y su grupo financierista en el gabinete.
Las implicaciones geopolíticas son enormes. Gracias a la captura de los hidrocarburos de México, Estados Unidos es menos dependiente de la OPEP, en general, y de Arabia Saudita, en particular.Ver más
— con Alfredo Jalife-Rahme Pese a la destrucción masiva de Irak –donde nunca se encontró la coartada de “armas de destrucción masiva”– por la dupla anglosajona de Estados Unidos/Gran Bretaña, las cuatro megapetroleras anglosajonas no pudieron imponer su bursatilización (vía booking), que obtuvieron con facilidad pasmosa en el “México neoliberal itamita”.
La “reforma energética” en México se incrusta a la “Seguridad Energética de Norteamérica”, bajo la batuta de Estados Unidos que maneja(rá) y controla(rá) las respectivas políticas de hidrocarburos tanto de Canadá como de México: extensión del fallido TLCAN, el que proseguirá ahora bajo el control militar del Comando Norte como plataforma de su apéndice, la Alianza del Pacífico, a su vez matriz operativa para la Asociación del Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés) que forma parte conceptual de la policía del “pivote” de Obama para contener a China.
Así el “México neoliberal itamita” –¿sin saberlo?– forma parte de la guerra multidimensional de Estados Unidos contra China, como lo señala para el ámbito geoeconómico, el banquero estadounidense Robert Zoellick: ideólogo conceptual del TLCAN, ex director del Banco Mundial, ex director operativo de Goldman Sachs y ex subsecretario de Estado.
El gran perdedor es Pemex a quien dejan morir en agonía lenta, mientras el “México eterno” se desvanece soberanamente en el suicidio crónico que inició hace 38 años y se acentuó cada sexenio consecutivo, con su respectiva contribución en entregar un pedazo de Pemex, hasta haber colocado hoy el último clavo en su féretro.
Los grandes triunfadores son Obama, quien se anota una apoteosis geopolítica que hace mucho no obtenía Estados Unidos en el mundo, y el banco invisible BlackRock, cuya cabeza visible en México lo representa Pedro Aspe Armella, exsecretario de Hacienda, y su grupo financierista en el gabinete.
Las implicaciones geopolíticas son enormes. Gracias a la captura de los hidrocarburos de México, Estados Unidos es menos dependiente de la OPEP, en general, y de Arabia Saudita, en particular.Ver más
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