EN VENEZUELA NO CABE NEUTRALIDAD
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Purificacion G. de la Blanca
Hoy a
las 11:04
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CCO
erubielcamacho43@yahoo.com.mx
Texto del mensaje
Ojos para la Paz
En Venezuela no caben discusiones: O estás con el gobierno
legítimo, y con toda América Latina, o estás con la barbarie de los Estados
Unidos (Afganistán, Iraq, Libia, Yemen, Somalia, Ucrania, Siria...)
VENEZUELA: NO
HAY NEUTRALIDAD QUE VALGA,
...los administradores imperiales son conscientes de que la
única opción que tienen para apoderarse del petróleo venezolano es acabar con
el gobierno de Nicolás Maduro dejando de lado cualquier escrúpulo con tal de
obtener ese resultado, desde quemar vivas a personas a incendiar hospitales y
guarderías infantiles.
Saben también que el “cambio de régimen” en Venezuela sería
un triunfo extraordinario del imperialismo norteamericano porque, instalando en
Caracas a sus peones y lacayos, los mismos que se enorgullecen de su condición
de lamebotas del imperio, ese país se convertiría de facto en un protectorado
norteamericano, montando una farsa pseudodemocrática –como la que ya hay en
varios países de la región.
Y ante esa opción, imperio versus chavismo, no hay
neutralidad que valga. No nos da lo mismo, ¡no puede darnos lo mismo una cosa o
la otra! Porque por más defectos, errores y deformaciones que haya sufrido el
proceso iniciado por Chávez en 1999...
...los aciertos
históricos del chavismo superan ampliamente sus desaciertos y ponerlo a salvo
de la agresión norteamericana y sus sirvientes es una obligación moral y
política insoslayable para quienes dicen defender al socialismo, la
autodeterminación nacional y la revolución anticapitalista.
Y esto, nada menos que esto, es lo que está en juego los
próximos días en la tierra de Bolívar y de Chávez, y en esta encrucijada nadie
puede apelar a la neutralidad o la indiferencia. Sería bueno recordar la
advertencia que Dante colocó a la entrada del Séptimo Círculo del Infierno:
“este lugar, el más horrendo y ardiente del Infierno, está reservado para
aquellos que en tiempos de crisis moral optaron por la neutralidad”. Tomar
nota.
La CIA y la contrarrevolución en Venezuela
Atilio Boròn
http://www.atilioboron.com.ar/
2017/07/la-cia-y-la-contrarrev olucion-en.html
La sociedad capitalista tiene como uno de sus rasgos
principales la opacidad. Si en los viejos modos de producción precapitalistas
la opresión y la explotación de los pueblos saltaba a la vista y adquiría
inclusive una expresión formal e institucional en jerarquías y potestades, en
el capitalismo prevalece la oscuridad y, con ella, el desconcierto y la
confusión. Fue Marx quien con el descubrimiento de la plusvalía descorrió el
velo que ocultaba la explotación a la que eran sometidos los trabajadores “libres”,
emancipados del yugo medieval . Y fue él también quien denunció el fetichismo
de la mercancía en una sociedad en donde todo se convierte en mercancía y por
lo tanto todo se presenta fantasmagóricamente ante los ojos de la población.
Lo anterior viene a cuento de la negación sobre el papel de
la CIA en la vida política de los países latinoamericanos, aunque no sólo en
ellos. Su permanente activismo es insoslayable y no puede pasar desapercibido
para una mirada mínimamente atenta. Peso a ello al hablarse de la crisis en
Venezuela –para tomar el ejemplo que ahora nos preocupa- y las amenazas que se
ciernen sobre ese país hermano a la “Agencia” nunca se la nombra, salvo pocas y
aisladas excepciones. La confusión que con su opacidad y su fetichismo genera la
sociedad capitalista se cobra nuevas víctimas en el campo de la izquierda. No
debería sorprender que la derecha alentara ese encubrimiento de la CIA. La
prensa hegemónica –en realidad, la prensa corrupta y canalla- jamás la
menciona. Es un tema tabú para estos impostores seriales. Ni a ella, la CIA, ni
a ninguna de las otras quince agencias que constituyen en conjunto lo que en
Estados Unidos amablemente se denomina “comunidad de inteligencia”. Eufemismos
aparte, es un temible conglomerado de dieciséis pandillas criminales
financiadas con fondos del Congreso de Estados Unidos y cuya misión es doble:
recoger y analizar información y, sobre todo, intervenir activamente en los
diversos escenarios nacionales con un rango de acción que va desde el manejo y
la manipulación de la información y el control de los medios de comunicación
hasta la captación de líderes sociales, funcionarios y políticos, la creación
de organizaciones de pantalla disimuladas como inocentes e insospechadas ONGs
dedicadas a inobjetables causas humanitarias hasta el asesinato de líderes
sociales y políticos molestos y la infiltración en - y destrucción de- toda
clase de organizaciones populares. Varios arrepentidos y asqueados ex agentes
de la CIA han descrito todo lo anterior en sumo detalle, con nombres y fechas,
lo que me excusa de abundar sobre el tema. [1]
Logos de las 16 agencias que conforman la Comunidad de
Inteligencia de EEUU
Que la derecha sea cómplice del encubrimiento del
protagonismo de los aparatos de inteligencia de Estados Unidos es comprensible.
Son parte del mismo bando y protege con un muro de silencio a sus compinches y
sicarios. Lo que es absolutamente incomprensible es que representantes de
algunos sectores de la izquierda –notablemente el trotksismo-, el progresismo y
cierta intelectualidad atrapada en los embriagantes vapores del posmodernismo
se inscriban en este negacionismo donde no sólo la CIA desaparece del horizonte
de visibilidad sino también el imperialismo. Estas dos palabras, CIA e
imperialismo, ni por asomo irrumpen en los numerosos textos escritos por
personeros de aquellas corrientes acerca del drama que hoy se desenvuelve en
Venezuela y que, ante sus ojos, parece tener como único responsable al gobierno
bolivariano. Quienes se inscriben en esa errónea - insanablemente errónea-
perspectiva de interpretación se olvidan también de la lucha de clases, que
brilla por su ausencia sobre todo en los análisis de supuestos marxistas que no
son otra cosa que “marxólogos”, esto es, cultos doctores embriagados por las
palabras, como a veces decía Trotsky, pero que no comprenden la teoría ni mucho
menos la metodología del análisis marxista y por eso ante los ataques que sufre
la revolución bolivariana exhiben una gélida indiferencia que, en los hechos,
se convierte en complacencia con los reaccionarios planes del imperio.
Toda esta horrible confusión, estimulada como decíamos al
comienzo por la naturaleza misma de la sociedad capitalista, se disipa en
cuanto se recuerda el sinfín de intervenciones criminales que la CIA llevó a
cabo en América Latina (y en donde fuera necesario) para desestabilizar
procesos reformistas o revolucionarios. Una somera enumeración a vuelo de
pájaro, inevitablemente incompleta, subrayaría el siniestro papel desempeñado
por “la Agencia” en Guatemala, en 1954, derrocando al gobierno de Jacobo Árbenz
organizando una invasión dirigida por un coronel mercenario, Carlos Castillo
Armas, quien luego de hacer lo que le fuera ordenado sería asesinado tres años
después en el Palacio Presidencial. Sigamos: Haití, en 1959, sosteniendo al por
entonces amenazado régimen de François Duvalier y garantizando la perpetuidad y
el apoyo a esa criminal dinastía hasta 1986. Ni hablemos del intenso
involucramiento de "la Agencia” en Cuba, desde los comienzos mismos de la
Revolución Cubana, actividad que continúa hasta el día de hoy y que registra
como uno de sus principales hitos la invasión de Playa Girón en 1961; o en
Brasil, 1964, asumiendo un activísimo papel en el golpe militar que derribó al
gobierno de Joao Goulart y sumió a ese país sudamericano en una brutal
dictadura que perduró por dos décadas; en Santo Domingo, República Dominicana,
en 1965, apoyando la intervención de los marines luchando contra los patriotas
dirigidos por el Coronel Francisco Caamaño Deño; en Bolivia, en 1967,
organizando la cacería del Che y ordenando su cobarde ejecución una vez que
había caído herido y capturado en combate. La CIA permaneció en el terreno y
ante la radicalización política que tenía lugar en Bolivia conspiró para derribar
el gobierno popular de Juan J. Torres en 1971. En Uruguay, en 1969, cuando la
CIA envió a Dan Mitrione, un especialista en técnicas de tortura, para entrenar
a los militares y la policía para arrancar confesiones a los Tupamaros.
Mitrione fue ajusticiado por estos en 1970, pero la dictadura instalada por “la
embajada” desde 1969 perduró hasta 1985; en Chile, desde comienzos de los años
sesenta e intensificando su acción con la complicidad del gobierno
democristiano de Eduardo Frei. La misma noche en que Salvador Allende ganara
las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970 el presidente Richard
Nixon convocó de urgencia al Consejo Nacional de Seguridad y ordenó a la CIA
que impidiera por todos los medios la asunción del líder chileno y, en caso de
tal cosa ser imposible, no ahorrar esfuerzos ni dinero para derrocarlo. “Ni un
tornillo ni una tuerca para Chile” dijo ese patán que luego sería desalojado de
la Casa Blanca por un juicio político. En Argentina, en 1976, la CIA y la
embajada fueron activas colaboradoras de la dictadura genocida del general
Jorge R. Videla, contando inclusive con la desembozada ayuda y consejo del por
entonces Secretario de Estado Henry Kissinger; en Nicaragua, sosteniendo contra
viento y marea a la dictadura somocista y, a partir del triunfo del sandinismo,
organizando a la “contra” apelando inclusive al tráfico ilegal de armas y
drogas desde la misma Casa Blanca para lograr sus objetivos; en El Salvador,
desde 1980, para contener el avance de la guerrilla del Frente Farabundo Martí
de Liberación Nacional, involucrándose activamente durante los doce años que
duró la guerra civil que dejó un saldo de más de 75.000 muertos. En Granada,
liquidando al gobierno marxista de Maurice Bishop. En Panamá, 1989, invasión
orquestada por la CIA para derrocar a Manuel Noriega, un ex agente que pensó
que podía independizarse de sus jefes, ocasionando al menos 3.000 muertos en la
población. En Perú, a partir de 1990, la CIA colaboró con el presidente Alberto
Fujimori y su Jefe del Servicio de Inteligencia, Vladimiro Montesinos para
organizar fuerzas paramilitares para combatir a Sendero Luminoso y, de paso,
cuando izquierdista se les pusiera a tiro, o dejando un saldo luctuoso que se
mide en miles de víctimas. Dados estos antecedentes, ¿alguien podría pensar que
la CIA ha permanecido de brazos cruzados ante la presencia de las FARC-EP y el
ELN en Colombia, donde Estados Unidos cuenta con siete bases militares para el
despliegue de sus fuerzas? ¿O que no actúa sistemáticamente para corroer las
bases de sustentación de gobiernos como los de Evo Morales y, en su momento, de
Rafael Correa y hoy Lenín Moreno? ¿O que se ha retirado a cuarteles de invierno
y dejado de actuar en Argentina, Brasil, y en toda esta inmensa región
constituida por América Latina y el Caribe, considerada con justa razón como la
reserva estratégica del imperio? Sólo por un alarde de ignorancia o ingenuidad
podría pensarse tal cosa.
¿Puede, por lo tanto, alguien sorprenderse del protagonismo
que la CIA está teniendo hoy en Venezuela, el “punto caliente” del hemisferio
occidental? ¿Puede la dirigencia norteamericana –la real, el “deep state” como
dicen sus más lúcidos observadores, no los mascarones de proa que despachan
desde la Casa Blanca- ser tan pero tan inepta como para desentenderse de la
suerte que pueda correr la lucha planteada contra la Revolución Bolivariana en
el país que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo?
Puede que para el trotskismo latinoamericano y otras corrientes igualmente extraviadas
en la estratósfera política la MUD y el chavismo “sean lo mismo” y no provoque
en esas corrientes otra cosa que una suicida indiferencia. Pero los
administradores imperiales, que saben lo que está en juego, son conscientes de
que la única opción que tienen para apoderarse del petróleo venezolano
–objetivo no declarado pero excluyente de Washington- es acabar con el gobierno
de Nicolás Maduro dejando de lado cualquier escrúpulo con tal de obtener ese
resultado, desde quemar vivas a personas a incendiar hospitales y guarderías
infantiles . Saben también que el “cambio de régimen” en Venezuela sería un
triunfo extraordinario del imperialismo norteamericano porque, instalando en
Caracas a sus peones y lacayos, los mismos que se enorgullecen de su condición
de lamebotas del imperio, ese país se convertiría de facto en un protectorado
norteamericano, montando una farsa pseudodemocrática –como la que ya hay en
varios países de la región- que sólo una nueva oleada revolucionaria podría
llegar a desbaratar. Y ante esa opción, imperio versus chavismo, no hay
neutralidad que valga. No nos da lo mismo, ¡no puede darnos lo mismo una cosa o
la otra! Porque por más defectos, errores y deformaciones que haya sufrido el
proceso iniciado por Chávez en 1999; por más responsabilidad que tenga el
presidente Nicolás Maduro en evitar la desestabilización de su gobierno, los
aciertos históricos del chavismo superan ampliamente sus desaciertos y ponerlo
a salvo de la agresión norteamericana y sus sirvientes es una obligación moral
y política insoslayable para quienes dicen defender al socialismo, la
autodeterminación nacional y la revolución anticapitalista. Y esto, nada menos
que esto, es lo que está en juego los próximos días en la tierra de Bolívar y
de Chávez, y en esta encrucijada nadie puede apelar a la neutralidad o la
indiferencia. Sería bueno recordar la advertencia que Dante colocó a la entrada
del Séptimo Círculo del Infierno: “este lugar, el más horrendo y ardiente del
Infierno, está reservado para aquellos que en tiempos de crisis moral optaron
por la neutralidad”. Tomar nota.
Nota:
[1] Ver John Perkins, Confesiones de un gángster económico.
La cara oculta del imperialismo norteamericano (Barcelona: Ediciones Urano,
2005). Edición original:
Título original: Confessions of an Economic Hit Man First published by
Berrett-Koehler Publishers, Inc., San Francisco, CA, USA. Ver también el
texto pionero de Philip Agee, de 1975, Inside the Company,y publicado en la
Argentina bajo el título La CIA por dentro. Diario de un espía (Buenos Aires:
Editorial Sudamericana 1987).
¡Chávez VIVE, la lucha SIGUE!
¡Viva el pueblo de Chávez!
¡Vivan los hermanos CUBANOS!
¡Viva la REVOLUCIÓN!
“Decid que está enfermo de muerte el pueblo que no cultiva
finalmente los laureles que dan sombra a la tumba de sus héroes; el que no sabe
honrar a los grandes, no es digno de descender de ellos: honrar héroes, los
hace” José Martí
Ante el ataque del imperio norteamericano y de las
oligarquías vendepatria, solid aridad con Lula y con Dilma en Brasil y con Nicolas Maduro en Venezuela
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