Muy pocas personas que estén vivas en la actualidad pueden recordar el entorno político y social de México cuando se publicó la Cartilla Moral de Alfonso Reyes. Elaborada en 1944, para ser el acompañamiento de una campaña de alfabetización, la Cartilla seguramente respondía a la visión de su momento. A principios de la década de los cuarenta, se libraba la segunda guerra mundial, la televisión en México era inexistente y la población en la capital era menor a 2 millones.
El texto de Alfonso Reyes, fue revisado en 1992 (hace 27 años) por José Luis Martínez. Sin duda habemos muchos quienes sí recordamos esa época: Carlos Salinas era presidente, el correo electrónico era para unos cuantos, no soñábamos con redes sociales y tampoco se había firmado el Tratado de Libre Comercio. ¡Cuánto ha cambiado todo desde entonces! ¿No es verdad?
La Cartilla Moral es un texto valioso, pero anacrónico. En la introducción de la reimpresión de la misma, el presidente López Obrador habla de la pérdida de valores en la sociedad: “La decadencia que hemos padecido por muchos años se produjo tanto por la corrupción del régimen y la falta de oportunidades de empleo y de satisfactores básicos, como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales”.
A diferencia de la ética, la “moralidad” cambia de acuerdo a al pensamiento de una sociedad, se apoya en las costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos que la sociedad acepta como validos. De tal forma, algo que era moralmente repudiado en 1944 en 2019 puede ser considerado perfectamente normal.
Sin duda, el nivel de corrupción del país es preocupante, no sólo de sus gobernantes sino de los ciudadanos. Por ello, es importante reflexionar sobre valores desde el punto de vista ético y cívico (más que moral). Sin embargo, aparejada a esta reflexión, si se busca un cambio profundo en la sociedad, es indispensable que la ley se cumpla a rajatabla y se sancione su incumplimiento. La moral es privada. La ley no lo es. Al estado no le compete mi “moralidad” sino mi “legalidad”. Punto. Es labor del estado ocuparse del cumplimiento de la ley y que permita que los ciudadanos sean libres para tener la moral que les venga en gana. La “cartilla” con la debemos cumplir es nuestra Constitución y las leyes que de ella emanan. Cero impunidad.
La Cartilla Moral de Alfonso Reyes manifiesta que “El sistema legal es inevitable y benéfico porque constituye el armazón que sostiene a la comunidad”. Y así es; si se hace un esfuerzo profundo para hacer cumplir con la ley, tendremos un mejor país. Si bien la lectura de la Cartilla Moral no le hace daño a nadie, en tanto, los delitos y faltas a ley no sean castigados, la corrupción y la violencia continuarán, por mucho que se repartan y fomenten Cartillas Morales.
Buen miércoles a todos.
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