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miércoles, 30 de enero de 2019

Un irlandés del EI cuenta los últimos días del “califato” en Siria

Por Delil SOULEIMAN,  publicado el 30 enero 2019 en 19h11 CET, modificado el 30 enero 2019 en 19h12 CET.
 5 minutos

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Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido© AFP/Archivos DELIL SOULEIMAN

Hace cinco años, el irlandés Alexandr Bekmirzaev llegó a Siria, un país en guerra, y se instaló con su familia en una zona bajo control del grupo Estado Islámico (EI). Creyó que se iba a morir de hambre, dice ahora desde el lugar donde está detenido.

“La situación era realmente mala. Pensé que íbamos a morir de hambre”, afirma este cuarentón, arrestado cuando intentaba huir con su esposa y su hijo de cinco años, tratando de pasar desapercibidos entre los civiles que abandonaban el último bastión del EI en el este de Siria.
Fue detenido a finales de diciembre por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza arabo-kurda que continúa su ofensiva contra los yihadistas atrincherados en sus últimos reductos. Junto a él arrestaron a dos estadounidenses y otros tantos paquistaníes.
Alexandr Bekmirzaev asegura no haber ido a Siria para combatir, una afirmación que la AFP no ha podido verificar de manera independiente. Quiere volver a Irlanda.
Las FDS les acusa de ser combatientes infiltrados entre los civiles para intentar escapar con el objetivo de crear “células durmientes”.
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido© AFP Delil Souleiman
Los yihadistas sólo controlan un puñado de aldeas pequeñas en la provincia de Deir Ezzor, después de haberse batido en retirada frente a la progresión de las FDS y a los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por Washington.
“Desde el verano no han parado. Cada día o cada dos bombardeos”, cuenta Bekmirzaev, con nacionalidad irlandesa desde 2010 pero de padre uzbeko y madre bielorrusa.
Para huir de las bombas Bekmirzaev y los suyos fueron de pueblo en pueblo. Pasaron por Hajin, Kishmah, Susa y Al Shaafa. Vivían varias familias hacinadas en una sola casa o transformaban una mezquita en dormitorio común.
“Las mujeres se instalaban en el primer piso y nosotros nos quedábamos en la planta baja”, añade este hombre delgado y con barba.

“Error”

La AFP se reunió con Bekmirzaev en un centro de las fuerzas kurdas en Hasaka (nordeste). Ellas son las encargadas de seleccionar a los detenidos autorizados a hablar con la prensa. De vez en cuando un jefe aparecía para seguir la entrevista.
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido© AFP Delil Souleiman
El irlandés forma parte de los cientos de extranjeros detenidos por las Unidades de Protección Popular (YPG), la principal milicia kurda de Siria.
Un quebradero de cabeza para las autoridades kurdas, que se niegan a juzgarlos y piden su repatriación a los países de origen, en su mayoría reticentes a acogerlos.
Bekmirzaev afirma que él, su mujer y su hijo no tenían casi nada para comer. “De vez en cuando un vecino nos daba un cuenco de arroz, bulgur. No podíamos comprar harina en ningún lado”.
Cuenta que su niñez fue complicada, entre Bielorrusia y Uzbekistán. Su madre murió en el parto y su padre cuando él aún era un niño. Su hermano se suicidó. Cayó en el alcohol y las drogas antes de convertirse al islam.
En Irlanda, donde se instaló en 1999, trabajó como vendedor en una tienda de ropa para hombres y como portero de discoteca. Luego se quedó en el paro.
En septiembre de 2013, llegó al noroeste de Siria, donde dice haber trabajado ayudando a los enfermeros. Según él, esperaba que eso le ayudara a superar “la depresión” que sufre.
“No tengo formación médica, pero en Irlanda hice un cursillo de socorrismo”, relata. Unos meses más tarde, hizo venir a su familia. “Un error”, reconoce.

“Ningún sitio adonde ir”

Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido
Alexandr Bekmirzaev, un irlandés de 45 años que se unió al grupo Estado Islámico (EI), en un encuentro con la AFP el 11 de enero de 2019 en la ciudad siria de Hasaka, donde está detenido© AFP Delil Souleiman
Al comienzo de 2014, los combates llegaron al lugar donde residía. Las mujeres y los niños fueron trasladados a una zona más segura, en Raqa, en el norte del país.
Ese año los yihadistas conquistaron un extenso territorio y proclamaron un “califato” a caballo entre Siria e Irak.
“Llevaron a mi familia hacia un sector que acabó bajo control del Estado (islámico). Tanto si quería como si no, tenía que seguirles”, afirma Bekmirzaev.
Él asegura que le pidió varias veces a un “emir” checheno que les dejaran irse. Pero le confiscaron el pasaporte y por un tiempo, según él, trabajó como conductor de ambulancias.
Ahora quiere regresar a Irlanda.“Sí, quiero volver a mi país, espero que no me abandonen”“Allí está mi casa, no tengo ningún otro sitio adonde ir”.

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